Friday, March 21, 2008

EL PARTIDO DEMÓCRATA EMPANTANADO

El partido demócrata de los Estados Unidos se halla en una encrucijada de la cual nadie puede predecir cómo saldrá ni cuáles serán los daños que a la postre le signifique el caos interno en el que se halla sumergido.
Cuando surgió la candidatura de Hillary Clinton a comienzos del año pasado, los analistas y encuestadores (tan certeros como economistas y meteorólogos en sus predicciones) dijeron unánimemente que nada ni nadie la detendría para obtener la nominación presidencial.
A lo sumo advertían, más bien un como factor favorable para los republicanos, que Hillary ostentaba uno de los porcentajes más altos de reacción negativa en la historia de este país, cercano al 50%. Lo cual quiere decir que muchos votantes no votarían por Hillary en ninguno de los casos posibles.
Esta realidad de las encuestadoras no tardó en reflejarse en las primarias iniciales, complejo proceso para seleccionar al candidato presidencial mediante voto popular y acumulación de delegados. Los delegados son, en definitiva, los que determinan al nominado en las convenciones finales de los dos partidos.
Hillary, cónyuge del controvertido Bill que se libró de la censura del Congreso por muy poco (la Cámara de Representantes lo condenó, pero el Senado lo absolvió), comenzó a flaquear mientras Barak Hussein Obama despuntó. En estos momentos, Obama lleva una ligera ventaja tanto en votos populares como en suma de delegados.
Pero el asunto está lejos de resolverse y los expertos se dividen en opinar sobre cuál de los dos podría llevarse la victoria. Concuerdan eso si en señalar que si la maquinaria política Clinton maniobra para que los superdelegados voten a favor de Hillary, aún si Obama tiene más votos, podría estallar una especie de segunda guerra civil por la rebelión de los negros descontentos.
Los superdelegados son una distorsión que solo existe en el partido demócrata y consiste en dar votos extra y definitorios a determinados ejecutivos del partido y a determinados altos funcionarios, como gobernadores demócratas. Usualmente éstos han pasado desapercibidos, pues siempre han favorecido al más votado.
Encuestas últimas revelan, además, que 1 de cada 5 potenciales votantes demócratas no votarían por Hillary si perdiese su candidato preferido, Obama y viceversa. Los encuestados dijeron que preferirían votar por John McCain frente a esa disyuntiva. McCain tiene asegurada la nominación republicana.
En suma, el caos e indefinición que sacuden al partido demócrata básicamente se explicaría por el rechazo generado por el cónyuge de Hillary. Ella habla con insistencia en ser superior a su rival por la experiencia adquirida por haber vivido 8 años en la Casa Blanca y antes otros 8 años en la casa de la gobernación de Arkansas, aparte de sus últimos años como senadora de Nueva York. Obama no completa aún su primer periodo de 6 años como senador por Illinois.
Pero la supuesta experiencia de Hillary por cónyuge no es muy bien avenida. Ha sido severamente cuestionada por Obama y los críticos del bando político opuesto. El precandidato republicano Huckabee, por ejemplo, dijo que no podría él sostener que tiene experiencia en partos solo haber asistido a los partos de su mujer.
Muchos encuentran detestable que Hillary aspire a la presidencia basada en el poder seductor de su marido, que enloquece a las mujeres y en general a los jóvenes de ambos sexos. La desprecian por su falta de integridad al perdonar y tolerar las infidelidades de Bill, especialmente luego del incidente con Mónica, la del sexo oral en la Oficina Oval de la Casa Blanca.
Los registros de las actividades de Hillary en la Casa Blanca, que finalmente se hicieron públicos tras insistentes pedidos de políticos y periodistas, indican que Hillary estuvo en sitios próximos durante ese acto y en los otros numerosos encuentros sexuales de la pareja en el mismo recinto. La relación de Bill con Mónica, que inicialmente Bill Clinton negó bajo juramento, se prolongó por varios meses, según los registros.
El alto porcentaje de negatividad que despierta Hillary explica porqué no alcanzó votaciones significativas cuando aún había 9 precandidatos como predijeron los analistas y encuestadores. La votación, para eludir a Hillary, se dispersó entre Obama, Edwards, Richardson y los restantes. Cuando a la postre solo quedaron los dos finalistas, la barrera de rechazo a Hillary no ha cedido y es improbable que sea superada.
Obama por su parte ha experimentado un deterioro espectacular en los últimos días debido a la divulgación de videos de su pastor y guía espiritual Jeremiah Wright que tienen una carga racista y antisemita abominable. Obama ha querido desligarse de su pastor de años, al que dio decenas de miles de dólares como contribución y que lo casó con Michelle y bautizó a sus dos hijas y acaso solo sus fanáticos lo creen, o porque aceptan a Wright
Wright sostiene que los Estados Unidos no deben recibir bendiciones de Dios sino su condena, porque ha oprimido a los negros, les ha contagiado del Sida y busca el exterminio de los árabes palestinos para favorecer a los judíos. Califica a este país como USKKKA, en alusión al Klu Klux Klan que se creó para tratar de imponer la supremacía blanca sobre los negros, inclusive con linchamientos.
Obama no es negro “puro”. Su padre, musulmán, si lo era y nació en Kenya pero su madre era de raza blanca. Al parecer, por razones políticas, Obama ha optado por no referirse a su dualidad racial y no solo eso, sino alinearse con la corriente ideológica de un segmento de la población negra que busca una revancha para resarcirse de la esclavitud de sus ancestros.
Para el común de los norteamericanos, una campaña presidencial sustentada en el odio y el revanchismo está condenada al fracaso. Las elecciones se realizarán el martes 4 de noviembre y hasta entonces ese sentimiento con seguridad irá ahondándose, peor si a la postre Obama es el nominado.
La esclavitud, como dijo él, es el pecado original de esta nación, aunque no sea exclusiva de ella. Para lavar ese pecado un Presidente blanco, Abraham Lincoln, emprendió la crudelísima guerra civil para acabar con el esclavismo. Su obra quedó inconclusa tras ser asesinado, pues la integración total de la negritud a la sociedad norteamericana quedó sin definirse.
El sucesor de Lincoln, el general Ulyses Grant, tuvo la feroz oposición de los sureños demócratas para aplicar el plan republicano de la Reconstrucción. Éste, en lo esencial, quería como Lincoln que los negros gozasen de todos los derechos y obligaciones del resto de la población. Pero los ex confederados bloquearon el derecho al voto a los negros y se impusieron para con el precepto de “juntos pero no iguales” con los de esa raza, que perduró hasta un siglo más tarde cuando la discriminación racial fue finalmente extinguida a nivel federal.
La mayoría de negros es demócrata, pero ignora la historia. Con el presidente Lyndon B Johnson, un demócrata texano rico en acciones y expresiones racistas los negros alcanzaron el fin legal y teórico de la discriminación racial. Lo cual no implica que ha dejado de existir.
Los demócratas idearon una alternativa equivocada para tratar de acelerar el proceso de integración. Se trata de la Affirmative Action, por la cual se obliga a universidades e instituciones y empleadores a aceptar cuotas de negros, más allá de sus méritos y por el solo hecho del color de su piel. Se estableció así un racismo injusto y discriminatorio, al revés.
Muchas universidades, para cumplir con las cuotas, redujeron el estándar de exigencia para la admisión de estudiantes. El concepto falsamente protectivo se extendió también a las mujeres. En universidades y en las fuerzas armadas el nivel cayó por idénticas razones. La institución militar se “feminizó”.
Pero los negros no se han integrado mejor con esa fórmula. Puesto que sus niveles de preparación eran mínimos, o fueron menospreciados por los blancos y de otras etnias, o por complejo de inferioridad se encerraron en sus propios círculos de amistades, como en un ghetto.
La verdadera integración de los negros vendrá por otras vías. Una más humana aunque compleja consistente en hacerles comprender que dejen de sentirse afroamericanos y ser más americanos, esto es, ciudadanos como todos con prescindencia del color de la piel. La superación, como para todos, debe nacer no de complacencias ni privilegios sino del propio esfuerzo y lucha contra las adversidades. Lo que si tiene que ser tema de presión constante es la lucha por alcanzar la igualdad de oportunidades -para todos.
Con talento y oportunidades, el camino se abre a la integración y al usufructo de los méritos en prestigio, dinero y posición social. El ejemplo lo están dando los mismos Michelle y Barak Hussein Obama, ambos brillantes abogados que lograron títulos en las prestantes universidad de Yale, Harvard y Princeton. Hasta antes de la divulgación de los videos, la gente los apreciaba no por ser negros víctimas del sistema, sino por sus méritos profesionales y políticos.
Persistir en la condena a los blancos por la esclavitud que es ahora un recuerdo en la historia, es inútil y es vengativo e injusto. /De la condena, además, no podrían excluir a los mismos negros, pues fueron negros los que alimentaron de negros a los mercaderes blancos para que los negocien en los mercados de Norte y Sur América. En Sudán todavía hay esclavitud de negros con negros. Los árabes han sido esclavistas consuetudinarios y la gente navegaba por el Mediterráneo temía con horror sus asaltos. Los blancos eran convertidos en esclavos y vendidos en mercados árabes).
En suma, los Estados Unidos no es una nación de blancos, ni de negros, ni de latinos, ni de indios: es una amalgama de todas las razas del mundo que se han convocado aquí para gozar de libertad para elegir su propio destino en base a sus propios méritos. No es una sociedad perfecta, no la hay ni la habrá jamás en la tierra, pero es la más abierta al cambio en búsqueda de amplias y variadas oportunidades de felicidad para la mayoría de sus ciudadanos.
El racismo como revancha, el considerarse víctima por ser negro, no tiene futuro en este país. Por lo mismo, es probable que a última hora algo ocurra en votos y delegados y Hillary gane la nominación de buena ley. Con ella el fantasma del racismo estilo Wright y Obama podría desvanecerse. La lucha claro está, será distinta con ella debido al cúmulo de contradicciones y flaquezas de su carácter. Faltan 8 meses para que se esclarezca el enrarecido panorama electoral.

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