Saturday, March 15, 2008

¿QUÉ QUISO DECIR CORREA?

El golpe militar asestado por Colombia a los narcoterroristas en territorio ecuatoriano el 1 de este mes tiene desconcertados a los mandatarios de Ecuador y Venezuela. En efecto y en su orden, Rafael Correa y Hugo Chávez no saben ahora qué decir ni cómo actuar.
La muerte del cabecilla “Raúl Reyes” y otra veintena de narcoterroristas era ya en si un rudo golpe al terrorismo protegido por los dos. Pero el golpe de gracia provino realmente de los documentos contenidos en las computadoras capturados tras el asalto y que revelan que ambos estaban comprometidos con las FARC.
Chávez supo de ello horas antes de la reunión de cancilleres del Grupo de Río en Santo Domingo, República Dominicana y, al verse descubierto, cambió de actitud. De acusador furibundo del presidente colombiano Álvaro Uribe, pasó a “gran pacificador”. Porque su intención era, evidentemente, tratar de aplacar la hoguera por él desatada y “no hacer olas”.
El presidente dominicano Leonel Fernández, apoyado por la presidenta argentina, captó el mensaje y concretó la pacificación, induciendo a los líderes de Ecuador, Venezuela y Colombia al estrechón de manos y un abrazo. ¿Asunto concluido? De ninguna manera, sino lo contrario.
Correa, pese a esa supuesta agilidad mental reflejada en su irrefrenable verborrea, actuó y sigue actuando con lentitud. No le sigue el paso a su mentor, no lo entiende por lo cual sería bueno que le pida consejos para lograrlo. No reanuda relaciones diplomáticas con Colombia, las continúa aplazando como niño emperrado “hasta que la OEA” le de la chupeta que quiere: una condena a ese país por violar la soberanía ecuatoriana.
Los cancilleres de la OEA se reunirán este próximo lunes en su sede en la capital del “imperio” que tanto odia Correa. Es imposible, como lo quiere Correa, que vuelva a abrir el debate sobre el incidente fronterizo y peor que rehaga la resolución no condenatoria que ya adoptó anteriormente.
El 80% “patriota” de los ecuatorianos está con Correa por la “victoria diplomática” que él alcanzó en Santo Domingo. Si hubo tal victoria cabría preguntar para qué diablos insiste en la condena de la OEA. Esa victoria, por lo demás, no fue de Correa, sino en todo caso del bocón Chávez que súbitamente ordenó sustituir los tanques por los abrazos. ¿Quién no celebra cambios así?
El diario El País publicó un excelente reportaje sobre los incidentes, narrando con claridad y documentos la complicidad de Correa y Chávez con las FARC. Poco faltó para que el presidente ecuatoriano y su canciller, hija de Canciller, declararan la guerra no solo al diario español sino a España. No obstante, le amenazan al diario (¡Qué susto!) con enjuiciarle por calumnias o injurias.
Son tonterías, ha dicho un ejecutivo de El País y que si la demanda llega pasará al departamento jurídico para el trámite correspondiente, uno más de los muchos que se inician por quejas similares de quienes acusan al mensajero por sentirse afectados con un mensaje sustentado en la realidad. No es nueva esta actitud en Correa. Su rechazo a los medios de comunicación en el Ecuador ha sido persistente y grosero por esa causas desde el mismo día de gobierno.
Pero Correa va más allá en su “tontería”. Con respecto a El País, ha pedido a Zapatero que envíe tropas a la frontera para controlar la violencia narcoguerrilla. ¿Qué tiene que ver el gobierno español con lo que diga o escriba un diario independiente, que goza además de reputación internacional? Pero el pedido de envío de tropas no se limita solo a la Madre Patria sino que se extiende a la “madre” de todos los imperios, los Estados Unidos de Norteamérica.
El origen está en las declaraciones oficiales de Washington que indican lo obvio, que se seguirá con detenimiento la evolución de las investigaciones sobre los documentos que fueron hallados en el campamento de los narcoterroristas. Si se comprueba que las FARC tienen la protección de Ecuador y Venezuela, no solo los Estados Unidos sin las Naciones Unidas están en la obligación de aplicar sanciones.
El terrorismo y los terroristas, así como los que dan amparo a sus actividades, están muy claramente condenados por la ONU, la UE, la OEA y todo gobierno democrático. Una acción unilateral o multilateral para castigar a los transgresores de esos acuerdos tendría graves consecuencias para los dos países, como lo comprendió Chávez ipso facto.
Pero Correa es lento. Peor aún, dice que no tiene ni ha tenido nada que ver con las FARC y que los combatirá si son sorprendidos en territorio ecuatoriano. ¿Con tanta eficiencia como la comprobada con el campamento de Angostura? Y añadió, no sabe con qué intención ni propósito: señor Bush, mande sus tropas a la frontera, ponga sus muertos para defenderla y si no, cállese la boca…
Si realmente Correa ha cambiado de actitud y ahora no está con las FARC sino en contra de las FARC, deberá comenzar por calificarlos como lo que son, terroristas y no “fuerzas irregulares”. Es así como las califica últimamente, luego de haberlas tildado antes de “insurgentes” o “luchadores por la libertad”. De todas maneras ¿cómo define a las fuerzas irregulares? ¿En qué se diferencia de las regulares o de las terroristas?
Cuando llame a las FARC por el verdadero apelativo con las que son conocidas por la ONU y la UE, la etapa siguiente será sumarse en el combate contra el terrorismo y en consonancia con el país vecino Colombia o con Brasil o Estados Unidos. Correa acusó de cantinflada a ciertas expresiones de Uribe en torno al conflicto pero lo que es cantinflada insistir en que el Ecuador nada tiene que ver con el narcoterrorismo de Colombia. Lo del 1 de marzo lo contradice.
Correa y sus gallardos aliados anti imperialistas cerrarán la base de Manta el próximo año pero antes la someterán a investigación para aclarar si respaldó o no el operativo de Angostura. Pero al propio tiempo Correa está pidiendo ayuda a esos mismos gringos que detesta para vigilar militarmente la frontera. ¿Dónde la sindéresis de su pensamiento? Si pide ayuda a gringos y españoles, de otro lado, es porque siente que las fuerzas armadas del Ecuador son impotentes para garantizar la seguridad nacional en las fronteras.
En medio de tanto lío de comunicaciones ¿qué paso con la telefonía en el Ecuador? ¿No funcionan los celulares del presidente Correa? No se explica, si están operando bien, que Chávez no le haya dicho a su pichón que se corrija, que no haga ni diga tantos disparates y que haga lo que él: rápida reanudación de relaciones diplomáticas con Colombia y, por sobre todo, que trate de echar tierra al asunto de las FARC porque al haber sido pescados ambos in fraganti, ya nadie les cree en su retórica revolucionario bolivariana y socialista del siglo XXI.

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