Aparte de las mentiras habituales y distorsiones de la verdad, el presidente del Ecuador Rafael Correa, en sus distintas entrevistas de prensa ante los medios de comunicación de Miami reveló algo que se intuía en él, pero que era preciso que lo confirmase: su profunda aversión a los Estados Unidos y su simpatía por quienes comparten ese criterio.
En un canal de TV en español, muy popular entre los exiliados cubanos, eludió por ejemplo criticar a Fidel Castro por sus casi 50 años como dictador absoluto en la Isla y virtualmente lo justificó aduciendo que la culpa la tenían y tienen los Estados Unidos por el “bloqueo” a Cuba.
Así razonan quienes veneran a Castro y detestan a EE. UU. Bloqueo no equivale a embargo, que es lo que se aplica a la Isla. La figura de bloqueo es no solo comercial sino militar e implica imponer un cerco por tierra, mar y aire para evitar cualquier contacto desde el exterior con el país afectado.
El embargo llegó luego de que Castro incautó propiedades norteamericanas en Cuba, principalmente azucareras y refinerías. El propósito era y es impedir que empresarios de este país comercien o inviertan en la Isla mientras perdure un régimen absolutista y confiscatorio, que es el que ha regido por casi ya media centuria.
Pero el embargo no involucra a otras naciones que quieran comerciar e invertir en Cuba. México nunca cortó esas relaciones con la Isla y Ecuador lo hace desde hace mucho tiempo. Ni qué decir de España y otras naciones de Europa que han invertido considerables sumas de capital en la industria sobre todo del turismo, controlada férreamente por Castro.
Casi al cierre de la entrevista con el canal de TV, el entrevistador le comentó que no había escuchado de parte de él ninguna alusión amable acerca de los Estados Unidos. Correa, incómodo con la pregunta, respondió a secas que estuvo en este 4 años hasta graduarse de economista.
En otras declaraciones en otros medios, Correa repitió mentiras ya conocidas, con pequeñas variantes. Cuando todavía regía la prohibición de encuestas exit poll para las próximas elecciones de asambleístas, el Presidente dijo que ello era asunto que competía exclusivamente a la función electoral, que respetaba.
Horas más tarde afirmó que pediría “comedidamente” que el TSE rectifique su decisión, para evitar las suspicacias de fraude. Todos en el Ecuador saben que el vocablo “comedimiento” no está en el léxico de Correa. Lo que hubo es una contraorden, a la orden que él mismo dictó, para que no haya esas encuestas que pudieran bloquear intentos de fraude si los resultados no le son del todo favorables.
Correa volvió a tratar de halagar a los ecuatorianos que han emigrado a los Estados Unidos y les confirmó que ha creado un ministerio para que vele por sus intereses y también un banco, que administraría los envíos de dinero que hacen a sus familiares. La respuesta a su demagogia sin embargo ha encontrado resistencia en Miami y Nueva York.
En esta última ciudad, no están felices con la presencia de Correa. Dicen que los ha insultado al insultar a los Estados Unidos, país que escogieron por voluntad propia y por un sistema de vida que consideran superior al existente en el país de origen y el de otros países alternativos. En Miami, la Asociación Ecuatoriano Norteamericana de Comercio, el Club de Leones y otros organismos hicieron público su rechazo al mandatario.
Cuando un ecuatoriano emigra, sea cual fuere la motivación, automáticamente se desvincula de la sociedad política en la que nació y creció, para iniciar su acomodo en la sociedad huésped. Por cierto que perdurarán los vínculos de familia, amistad y nostalgia cultural. Pero ello no le confiere derecho a intervenir en los asuntos políticos del Ecuador que dejaron, sobre todo mediante el voto.
Igualmente, la pretensión de Correa de crear un ministerio para proteger los intereses de los emigrantes en USA, Europa o cualquier otra región es insulsa, pues ello constituiría una ingerencia en los asuntos internos de otros países. El inmigrante está obligado a acatar las leyes y sistemas de vida de la nación huésped, incluso el idioma, o desertar y retornar. Las leyes del país de origen no tienen validez sino dentro de ese país
El presidente mexicano Calderón se enojó porque el proyecto de reformas a la ley de inmigración propuesto por el presidente Bush fracasó en el Congreso. Y presionó para que se lo apruebe, para así beneficiar a casi 20 millones de mexicanos que han huido como en el Ecuador de la corrupción e inoperancia del sistema. Nada dijo, claro, del trato inhumano que México da a los inmigrantes ilegales llegados inclusive de países vecinos de la misma etnia.
La idea de crear un banco intermediario del envío de remesas es impensable en cualquier líder, menos en alguien con un doctorado en economía. ¿Acaso piensa que el flujo de la emigración seguirá constante? Debe saber que la remisión de remesas va en declinación por parte de un mismo remitente, con el paso de los años.
Si la emigración de ecuatorianos puede reducirse por esas razones o porque se va a concretar una repatriación porque con Correa “la Patria ya es de todos”, entonces el banco quebrará por reducción de los aportes de remesas. ¿Y cómo capitalizar al banco entendido que las remesas van del contribuyente al familiar, teóricamente sin tiempo apreciable de depósito? ¿O pedirá en otra limosna supletoria de petrodólares a Chávez para sostener al nuevo banco?
Otra muestra del ingenio del mandatario es su afirmación de que el Ecuador ya no será el país de 4 regiones geográficas sino que se extenderá a 5, siendo la quinta la de los emigrantes. ¿Qué disparate es éste? ¿Los emigrantes de qué sitios? ¿De Australia, Japón, España, Italia, los Estados Unidos, Chile, Rusia? ¿Estarán de acuerdo estas naciones en ceder una pizca de sus territorios para crear la quinta región geográfica ecuatoriana que quiere este demagogo?
Hay más mentiras. Según él, la disolución del Congreso por corrupto, no es un atentado contra la Constitución ni la democracia “pues lo mismo se hizo en Colombia” y no hubo tanto barullo. Dijo que la supresión la decidirá la próxima Asamblea Constituyente.
Puede ser que ello ocurra, pero si lo hace la Asamblea estaría rompiendo la Constitución en vigencia y quebrando la democracia. En Colombia todo se hizo con sujeción a las reglas constitucionales. En el Ecuador la asamblea si bien se ha convocado de modo irregular, tiene una condición no derogada: que la nueva Constitución que apruebe estará sujeta a ratificación popular por referendo.
Lo cual quiere decir que la Constitución actual está vigente y, por tanto, que la Asamblea no puede disolver el Congreso como lo ordena Correa, sin violar la Constitución y el sistema democrático.
Pero esto al parecer le tiene sin cuidado al hombre con el 80% de respaldo popular.
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