En el Ecuador ha habido hoy una calma que podría ser anunciadora de una tormenta. Calma porque el presidente Rafael Correa no insultado ahora a nadie en su cadena radial de los sábados. No porque él haya cambiado súbitamente en su carácter ofensivamente brutal, sino porque graciosamente ha cancelado la cadena por propia decisión, no por orden o iniciativa de la Corte Electoral que así opinó por la obvia razón de que mañana habrá elecciones.
La tormenta podría sobrevenir con cualquiera de los resultados. Sea porque el referéndum se pronuncie a favor de Correa, sea para repudiarlo. En el primer caso al Ecuador le esperan días tristes pues una asamblea sumisa al Presidente hará lo que él disponga para concretar la concentración de poderes que ha buscado desde su campaña electoral.
Si se da el milagro de que la victoria sea de los oposicionistas con margen que no de lugar a la maniobra fraudulenta, es probable que Correa no solo que no renunciará como lo tenía prometido sino que arremeterá con furia para imponer su voluntad dictatorial. Es posible que tenga diseñada una táctica para la eventualidad de un resultado negativo, muy bien asesorado por Chávez y Fidel.
El ministro de gobierno Larrea luce sin embargo muy confiado. Afirma que el “correismo” contará con una cómoda mayoría de al menos 70 diputados, lo que frustraría cualquier esfuerzo de los opositores, unidos y peor desunidos para tratar de frenar al déspota. Si el ministro esté en lo cierto, entonces la suerte del país está echada.
Si la mayoría se inclina en el referéndum por Correa, habrá que admitir con pesar que prefiere a un individuo que hace mofa de la historia y que, con la retórica del “socialismo del siglo XXI” que ha tomado prestada de Hugo Chávez, seduce a las masas con promesas paternalistas para reducir la pobreza repartiendo la riqueza “a la Robin Hood”ooHoo.
Si los ecuatorianos votan para respaldarlo será porque creen como Correa que está bien considerar a los Estados Unidos como enemigo y aliarse con Irán, como lo han hecho Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Correa, en Nueva York, se declaró abiertamente enemigo de los Estados Unidos y rehusó aceptar la invitación a una cena protocolaria y tradicional del presidente GW Bush, debido a las “barbaridades” que el anfitrión habría dicho en contra de Fidel Castro y otros temas en pro de la libertad y la democracia en el mundo.
El iraní Ahmadinejad dijo en Caracas y lo reiteró en La Paz, que la alianza que está concertando con dichos países será invencible en la lucha contra el “imperio”. Es una retórica de la guerra fría. Esta vez el sistema de gobierno que se pretende irradiar no es la dictadura comunista controlada por Moscú sino un islamismo medieval desde Teherán que busca convertir o exterminar a los infieles del mundo occidental, de cultura judeocristiana.
La descripción parecería loca o utópica, pero las acciones cometidas a su nombre no lo son. Allí están los atentados de Hezbolla en Buenos Aires en 1992 y 1994 link . Luego otros dos atentados terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York, la masacre a los soldados de Estados Unidos en el Líbano, Yemén, Indonesia y sucesivamente otros asesinatos colectivos en Madrid, Alemania, Londres, Marruecos...
El foco de acción terrorista se ha centrado ahora en el Irak. Son irrefutables las pruebas del apoyo de Irán al terrorismo en Irak. No existe allí una guerra civil entre tribus, hay la infiltración terrorista fundamentalista de los jeques de Siria a Irán para impedir que un gobierno y un sistema democrática se fortalezca en esa nación que sufrió la dictadura de Saddam Hussein por casi 30 años.
Evo Morales intercambiará embajadores con Irán, Venezuela ya lo ha hecho link e igual lo hará Humberto Ortega en Nicaragua. El Ecuador, lo anunció Correa en Nueva York, iniciará el proceso de aproximación con Irán mediante la apertura en Quito y en Teherán de “oficinas comerciales”.
¿Conoce el ecuatoriano común lo que significan el Ayatola, Ahmadinejad y el islamismo fundamentalista? Con seguridad no, de otro modo la votación de mañana debería ser totalmente opuesta al trasnochado Correa, cuyo odio a los Estados Unidos acaso solo se explique porque en este país encarcelaron a su padre por tráfico de drogas.
Trauma triste, si, pero que no justifica aversión desproporcionada e irrazonada contra la nación que ha basado su grandeza en un sistema de convivencia en libertad económica y política y que ha permanecido estable, sin interrupciones cismáticas, por casi 300 años.
¿Y conoce el ecuatoriano común lo que en realidad son los Estados Unidos, cómo surgieron, cómo se forjó su nacionalidad y cultura, cuál fue la experiencia alucinante de la Guerra Civil, la participación que tuvieron en dos guerras mundiales, en la de Corea y Vietnam? Quizá lo sepan pero a través de clisés y prejuicios de quienes distorsionan la historia, como el quinteto de “ideólogos” comandado desde Cuba por Fidel Castro, la momia que escribe en Granma, ese “gran periódico” que jamás insulta ni contraviene al “gran líder”…tal como lo quisiera Correa en el Ecuador.
Si los resultados le favorecen, como predicen los sondeos, la ruta hacia el paraíso está abierta para el país bajo la sabia conducción del mini führer costeño.
Saturday, September 29, 2007
Sunday, September 23, 2007
LAS ANDANZAS DE UN LÍDER POPULISTA
Aparte de las mentiras habituales y distorsiones de la verdad, el presidente del Ecuador Rafael Correa, en sus distintas entrevistas de prensa ante los medios de comunicación de Miami reveló algo que se intuía en él, pero que era preciso que lo confirmase: su profunda aversión a los Estados Unidos y su simpatía por quienes comparten ese criterio.
En un canal de TV en español, muy popular entre los exiliados cubanos, eludió por ejemplo criticar a Fidel Castro por sus casi 50 años como dictador absoluto en la Isla y virtualmente lo justificó aduciendo que la culpa la tenían y tienen los Estados Unidos por el “bloqueo” a Cuba.
Así razonan quienes veneran a Castro y detestan a EE. UU. Bloqueo no equivale a embargo, que es lo que se aplica a la Isla. La figura de bloqueo es no solo comercial sino militar e implica imponer un cerco por tierra, mar y aire para evitar cualquier contacto desde el exterior con el país afectado.
El embargo llegó luego de que Castro incautó propiedades norteamericanas en Cuba, principalmente azucareras y refinerías. El propósito era y es impedir que empresarios de este país comercien o inviertan en la Isla mientras perdure un régimen absolutista y confiscatorio, que es el que ha regido por casi ya media centuria.
Pero el embargo no involucra a otras naciones que quieran comerciar e invertir en Cuba. México nunca cortó esas relaciones con la Isla y Ecuador lo hace desde hace mucho tiempo. Ni qué decir de España y otras naciones de Europa que han invertido considerables sumas de capital en la industria sobre todo del turismo, controlada férreamente por Castro.
Casi al cierre de la entrevista con el canal de TV, el entrevistador le comentó que no había escuchado de parte de él ninguna alusión amable acerca de los Estados Unidos. Correa, incómodo con la pregunta, respondió a secas que estuvo en este 4 años hasta graduarse de economista.
En otras declaraciones en otros medios, Correa repitió mentiras ya conocidas, con pequeñas variantes. Cuando todavía regía la prohibición de encuestas exit poll para las próximas elecciones de asambleístas, el Presidente dijo que ello era asunto que competía exclusivamente a la función electoral, que respetaba.
Horas más tarde afirmó que pediría “comedidamente” que el TSE rectifique su decisión, para evitar las suspicacias de fraude. Todos en el Ecuador saben que el vocablo “comedimiento” no está en el léxico de Correa. Lo que hubo es una contraorden, a la orden que él mismo dictó, para que no haya esas encuestas que pudieran bloquear intentos de fraude si los resultados no le son del todo favorables.
Correa volvió a tratar de halagar a los ecuatorianos que han emigrado a los Estados Unidos y les confirmó que ha creado un ministerio para que vele por sus intereses y también un banco, que administraría los envíos de dinero que hacen a sus familiares. La respuesta a su demagogia sin embargo ha encontrado resistencia en Miami y Nueva York.
En esta última ciudad, no están felices con la presencia de Correa. Dicen que los ha insultado al insultar a los Estados Unidos, país que escogieron por voluntad propia y por un sistema de vida que consideran superior al existente en el país de origen y el de otros países alternativos. En Miami, la Asociación Ecuatoriano Norteamericana de Comercio, el Club de Leones y otros organismos hicieron público su rechazo al mandatario.
Cuando un ecuatoriano emigra, sea cual fuere la motivación, automáticamente se desvincula de la sociedad política en la que nació y creció, para iniciar su acomodo en la sociedad huésped. Por cierto que perdurarán los vínculos de familia, amistad y nostalgia cultural. Pero ello no le confiere derecho a intervenir en los asuntos políticos del Ecuador que dejaron, sobre todo mediante el voto.
Igualmente, la pretensión de Correa de crear un ministerio para proteger los intereses de los emigrantes en USA, Europa o cualquier otra región es insulsa, pues ello constituiría una ingerencia en los asuntos internos de otros países. El inmigrante está obligado a acatar las leyes y sistemas de vida de la nación huésped, incluso el idioma, o desertar y retornar. Las leyes del país de origen no tienen validez sino dentro de ese país
El presidente mexicano Calderón se enojó porque el proyecto de reformas a la ley de inmigración propuesto por el presidente Bush fracasó en el Congreso. Y presionó para que se lo apruebe, para así beneficiar a casi 20 millones de mexicanos que han huido como en el Ecuador de la corrupción e inoperancia del sistema. Nada dijo, claro, del trato inhumano que México da a los inmigrantes ilegales llegados inclusive de países vecinos de la misma etnia.
La idea de crear un banco intermediario del envío de remesas es impensable en cualquier líder, menos en alguien con un doctorado en economía. ¿Acaso piensa que el flujo de la emigración seguirá constante? Debe saber que la remisión de remesas va en declinación por parte de un mismo remitente, con el paso de los años.
Si la emigración de ecuatorianos puede reducirse por esas razones o porque se va a concretar una repatriación porque con Correa “la Patria ya es de todos”, entonces el banco quebrará por reducción de los aportes de remesas. ¿Y cómo capitalizar al banco entendido que las remesas van del contribuyente al familiar, teóricamente sin tiempo apreciable de depósito? ¿O pedirá en otra limosna supletoria de petrodólares a Chávez para sostener al nuevo banco?
Otra muestra del ingenio del mandatario es su afirmación de que el Ecuador ya no será el país de 4 regiones geográficas sino que se extenderá a 5, siendo la quinta la de los emigrantes. ¿Qué disparate es éste? ¿Los emigrantes de qué sitios? ¿De Australia, Japón, España, Italia, los Estados Unidos, Chile, Rusia? ¿Estarán de acuerdo estas naciones en ceder una pizca de sus territorios para crear la quinta región geográfica ecuatoriana que quiere este demagogo?
Hay más mentiras. Según él, la disolución del Congreso por corrupto, no es un atentado contra la Constitución ni la democracia “pues lo mismo se hizo en Colombia” y no hubo tanto barullo. Dijo que la supresión la decidirá la próxima Asamblea Constituyente.
Puede ser que ello ocurra, pero si lo hace la Asamblea estaría rompiendo la Constitución en vigencia y quebrando la democracia. En Colombia todo se hizo con sujeción a las reglas constitucionales. En el Ecuador la asamblea si bien se ha convocado de modo irregular, tiene una condición no derogada: que la nueva Constitución que apruebe estará sujeta a ratificación popular por referendo.
Lo cual quiere decir que la Constitución actual está vigente y, por tanto, que la Asamblea no puede disolver el Congreso como lo ordena Correa, sin violar la Constitución y el sistema democrático.
Pero esto al parecer le tiene sin cuidado al hombre con el 80% de respaldo popular.
En un canal de TV en español, muy popular entre los exiliados cubanos, eludió por ejemplo criticar a Fidel Castro por sus casi 50 años como dictador absoluto en la Isla y virtualmente lo justificó aduciendo que la culpa la tenían y tienen los Estados Unidos por el “bloqueo” a Cuba.
Así razonan quienes veneran a Castro y detestan a EE. UU. Bloqueo no equivale a embargo, que es lo que se aplica a la Isla. La figura de bloqueo es no solo comercial sino militar e implica imponer un cerco por tierra, mar y aire para evitar cualquier contacto desde el exterior con el país afectado.
El embargo llegó luego de que Castro incautó propiedades norteamericanas en Cuba, principalmente azucareras y refinerías. El propósito era y es impedir que empresarios de este país comercien o inviertan en la Isla mientras perdure un régimen absolutista y confiscatorio, que es el que ha regido por casi ya media centuria.
Pero el embargo no involucra a otras naciones que quieran comerciar e invertir en Cuba. México nunca cortó esas relaciones con la Isla y Ecuador lo hace desde hace mucho tiempo. Ni qué decir de España y otras naciones de Europa que han invertido considerables sumas de capital en la industria sobre todo del turismo, controlada férreamente por Castro.
Casi al cierre de la entrevista con el canal de TV, el entrevistador le comentó que no había escuchado de parte de él ninguna alusión amable acerca de los Estados Unidos. Correa, incómodo con la pregunta, respondió a secas que estuvo en este 4 años hasta graduarse de economista.
En otras declaraciones en otros medios, Correa repitió mentiras ya conocidas, con pequeñas variantes. Cuando todavía regía la prohibición de encuestas exit poll para las próximas elecciones de asambleístas, el Presidente dijo que ello era asunto que competía exclusivamente a la función electoral, que respetaba.
Horas más tarde afirmó que pediría “comedidamente” que el TSE rectifique su decisión, para evitar las suspicacias de fraude. Todos en el Ecuador saben que el vocablo “comedimiento” no está en el léxico de Correa. Lo que hubo es una contraorden, a la orden que él mismo dictó, para que no haya esas encuestas que pudieran bloquear intentos de fraude si los resultados no le son del todo favorables.
Correa volvió a tratar de halagar a los ecuatorianos que han emigrado a los Estados Unidos y les confirmó que ha creado un ministerio para que vele por sus intereses y también un banco, que administraría los envíos de dinero que hacen a sus familiares. La respuesta a su demagogia sin embargo ha encontrado resistencia en Miami y Nueva York.
En esta última ciudad, no están felices con la presencia de Correa. Dicen que los ha insultado al insultar a los Estados Unidos, país que escogieron por voluntad propia y por un sistema de vida que consideran superior al existente en el país de origen y el de otros países alternativos. En Miami, la Asociación Ecuatoriano Norteamericana de Comercio, el Club de Leones y otros organismos hicieron público su rechazo al mandatario.
Cuando un ecuatoriano emigra, sea cual fuere la motivación, automáticamente se desvincula de la sociedad política en la que nació y creció, para iniciar su acomodo en la sociedad huésped. Por cierto que perdurarán los vínculos de familia, amistad y nostalgia cultural. Pero ello no le confiere derecho a intervenir en los asuntos políticos del Ecuador que dejaron, sobre todo mediante el voto.
Igualmente, la pretensión de Correa de crear un ministerio para proteger los intereses de los emigrantes en USA, Europa o cualquier otra región es insulsa, pues ello constituiría una ingerencia en los asuntos internos de otros países. El inmigrante está obligado a acatar las leyes y sistemas de vida de la nación huésped, incluso el idioma, o desertar y retornar. Las leyes del país de origen no tienen validez sino dentro de ese país
El presidente mexicano Calderón se enojó porque el proyecto de reformas a la ley de inmigración propuesto por el presidente Bush fracasó en el Congreso. Y presionó para que se lo apruebe, para así beneficiar a casi 20 millones de mexicanos que han huido como en el Ecuador de la corrupción e inoperancia del sistema. Nada dijo, claro, del trato inhumano que México da a los inmigrantes ilegales llegados inclusive de países vecinos de la misma etnia.
La idea de crear un banco intermediario del envío de remesas es impensable en cualquier líder, menos en alguien con un doctorado en economía. ¿Acaso piensa que el flujo de la emigración seguirá constante? Debe saber que la remisión de remesas va en declinación por parte de un mismo remitente, con el paso de los años.
Si la emigración de ecuatorianos puede reducirse por esas razones o porque se va a concretar una repatriación porque con Correa “la Patria ya es de todos”, entonces el banco quebrará por reducción de los aportes de remesas. ¿Y cómo capitalizar al banco entendido que las remesas van del contribuyente al familiar, teóricamente sin tiempo apreciable de depósito? ¿O pedirá en otra limosna supletoria de petrodólares a Chávez para sostener al nuevo banco?
Otra muestra del ingenio del mandatario es su afirmación de que el Ecuador ya no será el país de 4 regiones geográficas sino que se extenderá a 5, siendo la quinta la de los emigrantes. ¿Qué disparate es éste? ¿Los emigrantes de qué sitios? ¿De Australia, Japón, España, Italia, los Estados Unidos, Chile, Rusia? ¿Estarán de acuerdo estas naciones en ceder una pizca de sus territorios para crear la quinta región geográfica ecuatoriana que quiere este demagogo?
Hay más mentiras. Según él, la disolución del Congreso por corrupto, no es un atentado contra la Constitución ni la democracia “pues lo mismo se hizo en Colombia” y no hubo tanto barullo. Dijo que la supresión la decidirá la próxima Asamblea Constituyente.
Puede ser que ello ocurra, pero si lo hace la Asamblea estaría rompiendo la Constitución en vigencia y quebrando la democracia. En Colombia todo se hizo con sujeción a las reglas constitucionales. En el Ecuador la asamblea si bien se ha convocado de modo irregular, tiene una condición no derogada: que la nueva Constitución que apruebe estará sujeta a ratificación popular por referendo.
Lo cual quiere decir que la Constitución actual está vigente y, por tanto, que la Asamblea no puede disolver el Congreso como lo ordena Correa, sin violar la Constitución y el sistema democrático.
Pero esto al parecer le tiene sin cuidado al hombre con el 80% de respaldo popular.
Friday, September 21, 2007
CITA CUMBRE EN LA SIMA
Rafael Correa, presidente del Ecuador, estará de visita en los Estados Unidos durante una semana a partir de mañana. Tendrá tiempo suficiente para anunciar a los “gringos”, en su propia tierra a la que tanto odia, que los días del “imperio” están contados.
De Miami irá a Nueva York para asistir y seguramente hablar ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Sería una magnífica oportunidad para que los notorios tres jerarcas de la lucha antiimperialista se junten: él, Ahmadinejad y Chávez. (¿Por qué no van entrelazados a depositar ofrendas en el lugar de las torres derruidas?)
Las ofrendas que los tres depositen estarían dedicadas, claro, no a la memoria de los casi 3.000 seres inocentes que fueron sacrificados en el holocausto del 11 de septiembre del 2001, sino a los “mártires” musulmanes que condujeron a la nave suicida en esa fecha y que ahora moran en el paraíso de las 11.000 o más vírgenes.
A Correa se lo ve en las fotografías con una camisa adornada con figurines y símbolos indígenas, a los cuales él es tan afecto. Bien podrían trocarse esos figurines por la cruz gamada. Una reserva de tales camisas le podría servir para el intercambio protocolario de regalos con sus coidearios reunidos en Nueva York.
Correa seguramente piensa como pensaron algunos comentaristas del Ecuador con el ataque S/11: los Estados Unidos lo tenían merecido dada su arrogancia imperialista con la que pretenden dominar al mundo. Los pilotos que organizaron el operativo suicida eran consecuentemente, para ellos, héroes. En Estados Unidos fue donde el padre de Correa fue apresado por narcotraficante y eso él no lo puede olvidar ni perdonar.
Chávez y Correa marchan coordinadamente hacia regímenes fundamentalistas con la inspiración del líder iraní y por supuesto de “la momia que escribe” desde un sepulcro impenetrable de La Habana. Para Correa todos los escollos parecen hasta aquí superados y ad-portas tiene la elección de una asamblea que le dará la Constitución y los poderes “que a él le den la gana”.
Se multiplican los arrepentidos que votaron por él, vacilantes frente a la opción del bananero Noboa. El arrepentimiento es quizás tardío porque Correa tiene asegurada la mayoría para la Asamblea, con o sin los votos suficientes. Tal como ocurrió con Chávez en su última reelección presidencial cuando ganó con un fraude avalado por el demócrata Jimmy Carter.
Al parecer la quedan algunas dudas a Correa sobre los resultados electorales del domingo 30 de este mes. De ahí que haya ordenado al Tribunal Electoral prohibir la realización de encuestas tipo exit poll o “a boca de urna” diciendo que podrían distorsionar la verdad (si la verdad le es contraria en los resultados, habría que añadir).
Las encuestas, ideadas en los Estados Unidos para aprovechar el adelanto tecnológico de las comunicaciones y la computación, se limitan a preguntar a los votantes que salen de las urnas acerca de por cuáles candidatos votaron. Luego las encuestadoras hacen las proyecciones técnicas para predecir tendencias.
En otras palabras, no hay interferencia en las mesas mismas de votación ni en el conteo que sucede al cierre del acto electoral. La prohibición de los exit poll, en consecuencia, es simplemente otro atentado contra la libre expresión, que tanto molesta al mandatario. ¿Con qué derecho el gobierno me impide a mi y o a usted comentar sobre la forma en que votamos, a quien “nos de la gana”?
Las razones para la medida prohibitiva de Correa son obvias. Cuando Chávez observó que los primeros resultados de los últimos comicios no le favorecían como pensaba, ordenó suspender el conteo por muchas horas. Nadie supo qué pasó en ese lapso, salvo que las nuevas cifras que comenzaron a darse tenían un giro chavista absolutamente sospechoso.
La oposición protestó, pidió revisión de urnas, actas, cuentas y dio pruebas del fraude. Cuando aún se discutía la petición anti Chávez, surgió Carter y declaró a Venezuela y al mundo que la victoria del líder era legítima e incontrastable y la protesta por el fraude se archivó.
Correa, con esa lección cívica de Chávez, ha tomado previsiones. Pero lo más probable es que no las necesite, pues todas las encuestas revelan que él sigue en goce de amplia mayoría. Y por anticipado ha negociado una alianza con otros grupos para consolidar una mayoría en la Asamblea.
¿Cómo gobernará Correa con plenos poderes, si ahora gobierna como si los tuviera? En Santa Rosa, provincia de Los Ríos, dijo “aquí se necesita un buen aeropuerto” y llamó a los militares para que lo construyan. Sin licitación, sin estudios. Protegido por un decreto ley de emergencia, les asignó 26 millones de dólares para el proyecto, sin protesta de nadie.
Eso está ocurriendo ahora. Los 26 millones de dólares se suman a los 300 millones de dólares que ya puso en manos de los militares para obras viales, portuarias y de otra índole. Nadie le tomará cuentas de la justificación y uso de los fondos en un estado de emergencia que no existe. No hay Congreso. Y pronto habrá una asamblea y una comisión legislativa que le serán por completo dóciles.
En Argentina Correa no cesó en la campaña electoral permanente en la que ha estado en el Ecuador desde que se posesionó. Solo que allí trabajó a favor de Cristina Fernández, la Hillary de ese país. (¿Por qué Rafael oculta a su cónyuge belga y jamás la exhibe en actos oficiales o no oficiales? ¿Tiene algún defecto físico o él es “mucho macho”?)
El mandatario ecuatoriano aprovechó de la euforia de su auditorio para revelar lo que ya se sospechaba: que es un admirador del “Che” Guevara (que asesinó a miles dentro y fuera de Cuba) y de Perón (que asesinó a la Argentina, una de las naciones más prósperas de las Américas hasta que él llegó).
También prometió en su visita continuar en el empeño de “borrar por completo la noche del neoliberalismo” de la memoria de América Latina. Y con aplauso de quienes lo oían “que hay que impulsar una nueva arquitectura regional que no dependa de la arquitectura financiera internacional”. Traducción: no al Banco Mundial, no al Fondo Monetario Internacional, no al capitalismo occidental.
El trámite para el tratado de libre comercio con los Estados Unidos fue archivado por Correa y pronto terminará el acuerdo de preferencias arancelarias entre los dos países. Correa ofrece dar subsidios a los que se perjudiquen, aunque no explica de dónde seguirá sacando más subsidios que hasta ahora suman, según cifras oficiales, 3.909 millones de dólares.
Chile, gracias al tratado con USA, tuvo un aumento de exportaciones entre el 2003 y el 2006 del 167%, mientras que las de USA a ese país fueron del 123%. El volumen de comercio bilateral se expandió en 148%. Pasó de 7.950 millones de dólares en el 2004 a 11.430 millones de dólares el 2005 y a 14.840 millones de dólares en el 2006.
7.675 productos chilenos ingresan ahora al mercado de los Estados Unidos sin gravámenes arancelarios, lo que representa el 95.6% del total de los ítems que exporta. Para el 2015 el arancel desaparecerá en un 100%.
Si Correa, consolidado con la Asamblea, continuará con su ideal de forjar esa arquitectura financiera regional, para aislarse de la internacional. Aún cuando parece un juego de palabras, refleja su aversión a la historia. La economía se globaliza de modo irreversible y quienes pretenden sustraerse a la corriente, en lugar de adaptarse, están condenados a mantener a sus pueblos estancados y míseramente pobres.
Eso ocurrió con Albania, está ocurriendo con Corea del Norte, puede ocurrirle a Irán y también a Venezuela. Las naciones que lograron salir de estos iluminados se han abierto al mercado libre y competitivo interior y exterior y han prosperado de manera espectacular. En ese camino van no solo Chile sino Colombia y Perú en la región.
¿Se sumará alguna vez el Ecuador?
De Miami irá a Nueva York para asistir y seguramente hablar ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Sería una magnífica oportunidad para que los notorios tres jerarcas de la lucha antiimperialista se junten: él, Ahmadinejad y Chávez. (¿Por qué no van entrelazados a depositar ofrendas en el lugar de las torres derruidas?)
Las ofrendas que los tres depositen estarían dedicadas, claro, no a la memoria de los casi 3.000 seres inocentes que fueron sacrificados en el holocausto del 11 de septiembre del 2001, sino a los “mártires” musulmanes que condujeron a la nave suicida en esa fecha y que ahora moran en el paraíso de las 11.000 o más vírgenes.
A Correa se lo ve en las fotografías con una camisa adornada con figurines y símbolos indígenas, a los cuales él es tan afecto. Bien podrían trocarse esos figurines por la cruz gamada. Una reserva de tales camisas le podría servir para el intercambio protocolario de regalos con sus coidearios reunidos en Nueva York.
Correa seguramente piensa como pensaron algunos comentaristas del Ecuador con el ataque S/11: los Estados Unidos lo tenían merecido dada su arrogancia imperialista con la que pretenden dominar al mundo. Los pilotos que organizaron el operativo suicida eran consecuentemente, para ellos, héroes. En Estados Unidos fue donde el padre de Correa fue apresado por narcotraficante y eso él no lo puede olvidar ni perdonar.
Chávez y Correa marchan coordinadamente hacia regímenes fundamentalistas con la inspiración del líder iraní y por supuesto de “la momia que escribe” desde un sepulcro impenetrable de La Habana. Para Correa todos los escollos parecen hasta aquí superados y ad-portas tiene la elección de una asamblea que le dará la Constitución y los poderes “que a él le den la gana”.
Se multiplican los arrepentidos que votaron por él, vacilantes frente a la opción del bananero Noboa. El arrepentimiento es quizás tardío porque Correa tiene asegurada la mayoría para la Asamblea, con o sin los votos suficientes. Tal como ocurrió con Chávez en su última reelección presidencial cuando ganó con un fraude avalado por el demócrata Jimmy Carter.
Al parecer la quedan algunas dudas a Correa sobre los resultados electorales del domingo 30 de este mes. De ahí que haya ordenado al Tribunal Electoral prohibir la realización de encuestas tipo exit poll o “a boca de urna” diciendo que podrían distorsionar la verdad (si la verdad le es contraria en los resultados, habría que añadir).
Las encuestas, ideadas en los Estados Unidos para aprovechar el adelanto tecnológico de las comunicaciones y la computación, se limitan a preguntar a los votantes que salen de las urnas acerca de por cuáles candidatos votaron. Luego las encuestadoras hacen las proyecciones técnicas para predecir tendencias.
En otras palabras, no hay interferencia en las mesas mismas de votación ni en el conteo que sucede al cierre del acto electoral. La prohibición de los exit poll, en consecuencia, es simplemente otro atentado contra la libre expresión, que tanto molesta al mandatario. ¿Con qué derecho el gobierno me impide a mi y o a usted comentar sobre la forma en que votamos, a quien “nos de la gana”?
Las razones para la medida prohibitiva de Correa son obvias. Cuando Chávez observó que los primeros resultados de los últimos comicios no le favorecían como pensaba, ordenó suspender el conteo por muchas horas. Nadie supo qué pasó en ese lapso, salvo que las nuevas cifras que comenzaron a darse tenían un giro chavista absolutamente sospechoso.
La oposición protestó, pidió revisión de urnas, actas, cuentas y dio pruebas del fraude. Cuando aún se discutía la petición anti Chávez, surgió Carter y declaró a Venezuela y al mundo que la victoria del líder era legítima e incontrastable y la protesta por el fraude se archivó.
Correa, con esa lección cívica de Chávez, ha tomado previsiones. Pero lo más probable es que no las necesite, pues todas las encuestas revelan que él sigue en goce de amplia mayoría. Y por anticipado ha negociado una alianza con otros grupos para consolidar una mayoría en la Asamblea.
¿Cómo gobernará Correa con plenos poderes, si ahora gobierna como si los tuviera? En Santa Rosa, provincia de Los Ríos, dijo “aquí se necesita un buen aeropuerto” y llamó a los militares para que lo construyan. Sin licitación, sin estudios. Protegido por un decreto ley de emergencia, les asignó 26 millones de dólares para el proyecto, sin protesta de nadie.
Eso está ocurriendo ahora. Los 26 millones de dólares se suman a los 300 millones de dólares que ya puso en manos de los militares para obras viales, portuarias y de otra índole. Nadie le tomará cuentas de la justificación y uso de los fondos en un estado de emergencia que no existe. No hay Congreso. Y pronto habrá una asamblea y una comisión legislativa que le serán por completo dóciles.
En Argentina Correa no cesó en la campaña electoral permanente en la que ha estado en el Ecuador desde que se posesionó. Solo que allí trabajó a favor de Cristina Fernández, la Hillary de ese país. (¿Por qué Rafael oculta a su cónyuge belga y jamás la exhibe en actos oficiales o no oficiales? ¿Tiene algún defecto físico o él es “mucho macho”?)
El mandatario ecuatoriano aprovechó de la euforia de su auditorio para revelar lo que ya se sospechaba: que es un admirador del “Che” Guevara (que asesinó a miles dentro y fuera de Cuba) y de Perón (que asesinó a la Argentina, una de las naciones más prósperas de las Américas hasta que él llegó).
También prometió en su visita continuar en el empeño de “borrar por completo la noche del neoliberalismo” de la memoria de América Latina. Y con aplauso de quienes lo oían “que hay que impulsar una nueva arquitectura regional que no dependa de la arquitectura financiera internacional”. Traducción: no al Banco Mundial, no al Fondo Monetario Internacional, no al capitalismo occidental.
El trámite para el tratado de libre comercio con los Estados Unidos fue archivado por Correa y pronto terminará el acuerdo de preferencias arancelarias entre los dos países. Correa ofrece dar subsidios a los que se perjudiquen, aunque no explica de dónde seguirá sacando más subsidios que hasta ahora suman, según cifras oficiales, 3.909 millones de dólares.
Chile, gracias al tratado con USA, tuvo un aumento de exportaciones entre el 2003 y el 2006 del 167%, mientras que las de USA a ese país fueron del 123%. El volumen de comercio bilateral se expandió en 148%. Pasó de 7.950 millones de dólares en el 2004 a 11.430 millones de dólares el 2005 y a 14.840 millones de dólares en el 2006.
7.675 productos chilenos ingresan ahora al mercado de los Estados Unidos sin gravámenes arancelarios, lo que representa el 95.6% del total de los ítems que exporta. Para el 2015 el arancel desaparecerá en un 100%.
Si Correa, consolidado con la Asamblea, continuará con su ideal de forjar esa arquitectura financiera regional, para aislarse de la internacional. Aún cuando parece un juego de palabras, refleja su aversión a la historia. La economía se globaliza de modo irreversible y quienes pretenden sustraerse a la corriente, en lugar de adaptarse, están condenados a mantener a sus pueblos estancados y míseramente pobres.
Eso ocurrió con Albania, está ocurriendo con Corea del Norte, puede ocurrirle a Irán y también a Venezuela. Las naciones que lograron salir de estos iluminados se han abierto al mercado libre y competitivo interior y exterior y han prosperado de manera espectacular. En ese camino van no solo Chile sino Colombia y Perú en la región.
¿Se sumará alguna vez el Ecuador?
Monday, September 17, 2007
COMPLEJO DE SERVILIDAD
En menos de dos semanas los ecuatorianos irán a las urnas para elegir a los 130 integrantes de la Asamblea Constituyente, por la que tanto ha clamado el actual gobernante Rafael Correa para “transformar” a la nación.
El objetivo de Correa es claro. No será la asamblea la que “transforme” al país sino él, cuando los asambleístas se reúnan y acaten sus dictados orientados a otorgarle poderes plenos para gobernar.
De hecho Correa está gobernando por sobre la ley, pero evidentemente aspira a borrar escollos que aún subsisten en la Constitución teóricamente en vigencia y en otras leyes, regulaciones y tribunales secundarios.
Una última encuesta indica que el gobierno obtendrá una notable mayoría, superior al 40% o quizás hasta el 50% del total de los escaños. Correa cree que el porcentaje será mayor, cercano al 70%.
Es probable que esté en lo cierto. De todos modos, aún si no tiene los 2/3 del total de delegados sumisos, no hay que descartar su habilidad de maniobra para forzar a los no sumisos e indecisos a sumarse a la mayoría oficialista. No se olvide que tiene dos excelentes asesores para ello: Fidel Castro y Hugo Chávez. Con éste probablemente se comunica a diario y varias veces.
Rafael Correa, por su personalidad impositiva y altanera, no podría tolerar una derrota precisamente cuando ha arrasado con todo escollo que ha brotado para cuestionar el capricho de “su” Asamblea.
Dividió al Congreso y lo aniquiló, anulando su papel de ser una de tres ramas de mutuo control en el sistema democrático, junto con la legislativa y ejecutiva. Con igual brutalidad destrozó a los tribunales Constitucional, Electoral, al Banco Central y a otras instituciones similares.
Correa, de hecho, gobierna de modo autoritario y toda crítica contra él recibe una respuesta humillante y canallesca contra el o los autores. En el vendaval de insultos ha involucrado con especial veneno a los medios de comunicación audiovisuales y escritos, sin excepciones expresas.
Quiere que “su” asamblea regule a dichos medios. No adelanta cómo y no hace falta. Se entiende que quiere acallar toda voz de disentimiento y oposición y para ello gente como él tiene muchos recursos directos e indirectos para hacerlo.
En su conferencia radial del sábado pasado, Correa citó como justificativo una supuesta manipulación del presidente Bush con los medios de Estados Unidos para inducir al pueblo norteamericano a aceptar como verdad que Hussein fue quien planeó y ordenó desde Irak la destrucción de las torres gemelas de Nueva York.
Es una mentira colosal, como tantas que Correa profiere de modo rutinario. La verdad, que está al alcance de cualquier persona medianamente informada, fue otra. Bush nunca involucró a Hussein en la masacre del S-11. La mayoría de medios escritos y de la TV, además, eran y son fieros opositores del actual mandatario.
Correa propala rumores, falsedades y distorsiones y éstos son recibidos con beneplácito por la mayoría de quienes lo escuchan y ven por TV. Es obvio que quienes así reciben y aceptan sus mensajes se resisten al análisis y contraste de sus asertos con la realidad.
La mayoría correista es aún del 60% o más según encuestas. Aparentemente quienes lo siguen no leen o no influye en ellos lo que leen en análisis y críticas al mandatario que aparecen en los principales diarios del país y del exterior. Están embobados o embrutecidos, no hay otra explicación.
¿Será que en el subconsciente colectivo prevalece una inclinación servil por los regímenes autoritarios, en reminiscencia del sistema hacendario que España implantó sin dificultades mayores en estas regiones andinas, cuyas poblaciones indígenas habían sido subyugadas previamente por el invasor inca?
La teoría no es descabellada, si se hace un rápido recuento de la historia del Ecuador en su era poscolonial. Para no ahondar en el pasado, baste recordar que por 5 ocasiones el pueblo eligió a un autócrata, José María Velasco Ibarra, pese a que tras cada uno de sus 5 gobiernos dejó un país peor.
JMVI dejó una impronta indeleble en el “alma colectiva” ecuatoriana y su estilo demagógico ha seguido siendo imitado en mayor o menor grado por todos los líderes que le han sucedido. El actual, Correa, es uno más de ellos. A JMVI le bastaba un balcón en cada pueblo para convencer. Con Correa es igual, pero el balcón es ahora cualquier pueblo conectado a la radio, la TV y el Internet.
El Diario El Comercio decía, desesperanzado, que la asamblea será de Correa y que sobrevendrá un caos purificador que podría conducir a mejores vías para la implantación de una verdadera democracia en el país. Lo penoso es advertir que ya ha habido repetidos fracasos y caos sin la subsecuente salida del túnel de las tinieblas hacia la luz.
Se saldrá de esta encrucijada, si. Pero para ello será menester el aparecimiento de un líder de condiciones contrapuestas a las vigentes en los líderes populistas, que sea firme en sus convicciones y que tenga dotes oratorias comparables pero no para la demagogia, sino para la persuasión de la verdad.
¿No es tiempo para surjan en el Ecuador líderes mejores y pragmáticos como un Felipe González o un José María Aznar de España? La cita es intencional pues ambos ni son anglosajones ni suecos, sino hispanos como cualquiera nacido en tierras con ancestro español, como el Ecuador.
El objetivo de Correa es claro. No será la asamblea la que “transforme” al país sino él, cuando los asambleístas se reúnan y acaten sus dictados orientados a otorgarle poderes plenos para gobernar.
De hecho Correa está gobernando por sobre la ley, pero evidentemente aspira a borrar escollos que aún subsisten en la Constitución teóricamente en vigencia y en otras leyes, regulaciones y tribunales secundarios.
Una última encuesta indica que el gobierno obtendrá una notable mayoría, superior al 40% o quizás hasta el 50% del total de los escaños. Correa cree que el porcentaje será mayor, cercano al 70%.
Es probable que esté en lo cierto. De todos modos, aún si no tiene los 2/3 del total de delegados sumisos, no hay que descartar su habilidad de maniobra para forzar a los no sumisos e indecisos a sumarse a la mayoría oficialista. No se olvide que tiene dos excelentes asesores para ello: Fidel Castro y Hugo Chávez. Con éste probablemente se comunica a diario y varias veces.
Rafael Correa, por su personalidad impositiva y altanera, no podría tolerar una derrota precisamente cuando ha arrasado con todo escollo que ha brotado para cuestionar el capricho de “su” Asamblea.
Dividió al Congreso y lo aniquiló, anulando su papel de ser una de tres ramas de mutuo control en el sistema democrático, junto con la legislativa y ejecutiva. Con igual brutalidad destrozó a los tribunales Constitucional, Electoral, al Banco Central y a otras instituciones similares.
Correa, de hecho, gobierna de modo autoritario y toda crítica contra él recibe una respuesta humillante y canallesca contra el o los autores. En el vendaval de insultos ha involucrado con especial veneno a los medios de comunicación audiovisuales y escritos, sin excepciones expresas.
Quiere que “su” asamblea regule a dichos medios. No adelanta cómo y no hace falta. Se entiende que quiere acallar toda voz de disentimiento y oposición y para ello gente como él tiene muchos recursos directos e indirectos para hacerlo.
En su conferencia radial del sábado pasado, Correa citó como justificativo una supuesta manipulación del presidente Bush con los medios de Estados Unidos para inducir al pueblo norteamericano a aceptar como verdad que Hussein fue quien planeó y ordenó desde Irak la destrucción de las torres gemelas de Nueva York.
Es una mentira colosal, como tantas que Correa profiere de modo rutinario. La verdad, que está al alcance de cualquier persona medianamente informada, fue otra. Bush nunca involucró a Hussein en la masacre del S-11. La mayoría de medios escritos y de la TV, además, eran y son fieros opositores del actual mandatario.
Correa propala rumores, falsedades y distorsiones y éstos son recibidos con beneplácito por la mayoría de quienes lo escuchan y ven por TV. Es obvio que quienes así reciben y aceptan sus mensajes se resisten al análisis y contraste de sus asertos con la realidad.
La mayoría correista es aún del 60% o más según encuestas. Aparentemente quienes lo siguen no leen o no influye en ellos lo que leen en análisis y críticas al mandatario que aparecen en los principales diarios del país y del exterior. Están embobados o embrutecidos, no hay otra explicación.
¿Será que en el subconsciente colectivo prevalece una inclinación servil por los regímenes autoritarios, en reminiscencia del sistema hacendario que España implantó sin dificultades mayores en estas regiones andinas, cuyas poblaciones indígenas habían sido subyugadas previamente por el invasor inca?
La teoría no es descabellada, si se hace un rápido recuento de la historia del Ecuador en su era poscolonial. Para no ahondar en el pasado, baste recordar que por 5 ocasiones el pueblo eligió a un autócrata, José María Velasco Ibarra, pese a que tras cada uno de sus 5 gobiernos dejó un país peor.
JMVI dejó una impronta indeleble en el “alma colectiva” ecuatoriana y su estilo demagógico ha seguido siendo imitado en mayor o menor grado por todos los líderes que le han sucedido. El actual, Correa, es uno más de ellos. A JMVI le bastaba un balcón en cada pueblo para convencer. Con Correa es igual, pero el balcón es ahora cualquier pueblo conectado a la radio, la TV y el Internet.
El Diario El Comercio decía, desesperanzado, que la asamblea será de Correa y que sobrevendrá un caos purificador que podría conducir a mejores vías para la implantación de una verdadera democracia en el país. Lo penoso es advertir que ya ha habido repetidos fracasos y caos sin la subsecuente salida del túnel de las tinieblas hacia la luz.
Se saldrá de esta encrucijada, si. Pero para ello será menester el aparecimiento de un líder de condiciones contrapuestas a las vigentes en los líderes populistas, que sea firme en sus convicciones y que tenga dotes oratorias comparables pero no para la demagogia, sino para la persuasión de la verdad.
¿No es tiempo para surjan en el Ecuador líderes mejores y pragmáticos como un Felipe González o un José María Aznar de España? La cita es intencional pues ambos ni son anglosajones ni suecos, sino hispanos como cualquiera nacido en tierras con ancestro español, como el Ecuador.
Sunday, September 9, 2007
CONTINÚAN LOS ARREPENTIDOS
Conmueve pero desalienta que el número de seres inteligentes arrepentidos por haber votado por Rafal Correa para presidente del Ecuador, crezca con el paso de los días: aceptan ahora haberse equivocado pensando que él era un hombre bueno y no lo ha sido.
Lo lamentable es que esas reacciones sean tardías, acaso demasiado tardías ya que al parecer la suerte está echada y la consolidación del líder con todos los poderes parece inevitable una vez que se instale la asamblea constituyente a elegirse en este mes.
Y lamentable también porque nada de lo que Rafael Correa dice ahora y ninguna de sus acciones y promesas es algo nuevo. Su personalidad y objetivos estaban ya claramente definidos antes de las elecciones presidenciales, a la luz de sus primeras actuaciones y declaraciones como funcionario público en el gobierno de Alfredo Palacio.
Desde entonces ya se pronunció en contra de los Estados Unidos y su sistema de vida y de gobierno y, consecuentemente, contra todas las instituciones alineadas y creadas por esa nación, como el Fondo Monetario Internacional y similares.
Correa, una vez depuesto como ministro de Finanzas de Palacio, inició una campaña para captar la presidencia de la república. A la lid se sumaron ideólogos de la misma catadura como Alberto Acosta y muchos advenedizos que han servido a gobiernos y a causas de todas las ideología, con el común denominador del populismo.
En la campaña de la primera ronda presidencial, Correa ocupó el segundo lugar frente a Álvaro Noboa, heredero del imperio bananero de su padre. Que Correa hubiera podido acceder a la segunda ronda sorprendió a muchos, dado el discurso radical de este líder educado en universidades de Bélgica y los Estados Unidos.
Para la segunda ronda Correa cambió de táctica y astutamente se mostró moderado. Y barrió en las elecciones definitorias, frente a un rival al que se le hostigó principalmente por su fortuna y por sus contactos y amistades con dirigentes internacionales de la industria, la banca y el comercio.
Jamás dijo Correa en la campaña que su meta sería imponer en el país el “socialismo del siglo XXI” patentado por Hugo Chávez de Venezuela e inspirado por la misteriosa momia del Caribe. Si lo hubiera dicho abiertamente es probable que la votación en su favor no hubiese sido tan alta (¿o lo contrario…?)
La afinidad de Correa con Chávez se hizo evidente desde el instante mismo en que se hizo cargo de una función pública. Y no cesa de demostrarlo ahora. Le imita inclusive en el uso de los epítetos. En la alocución radial de ayer desde Otavalo empleó el mismo tono y el mismo vocablo para predecir que a la “partidocracia” recibirá “una paliza” en la elección de asambleístas. Es lo que dijo Chávez sobre el referéndum pendiente para ratificar la nueva constitución en Venezuela.
(Chávez está de mediador entre los asesinos de la FARC y el presidente de Colombia. Ayer Correa dijo que también se sumaría gustoso a esa misión, si alguien se lo pide. No hay que olvidar que Correa se niega a calificar de terroristas a los de la FARC, que tan solo ayer accedieron a devolver a la Cruz Roja los cadáveres de 11 congresistas por ellos ejecutados sin piedad semanas atrás)
La marcha hacia la absorción dictatorial de poderes ha sido coherente en Correa desde un principio. No presentó candidatos a Congreso y una vez ungido presidente, terminó por destrozarlo. Lo mismo ha hecho con otras instituciones e igual y peor hará cuando una dócil asamblea obedezca sus designios.
En esa marcha, Correa no descuida ningún flanco. Uno de los clave es el militar y para ello cercenó a la cúpula de comandantes sin dar explicaciones y sin protestas. Más aún, a los militares de las tres ramas les ha inundado de dinero otorgándoles contratos sin licitaciones para las más variadas obras públicas que deberían ser ejecutados por la empresa privada.
Dada su identidad con Chávez, Correa debe tener en carpeta otros cambios en el campo militar para asegurarse no solamente su respaldo para no caer, sino para perpetuarse en el poder aplastando a la oposición. Eso es lo que hará Chávez en Venezuela, como lo analiza el diario francés Le Monde (diario no precisamente pro yanqui), que un artículo que reproduce hoy Expreso de Guayaquil, en una versión en español.
El manejo retórico de Correa es obviamente maligno y con cualidades que al parecer están anulando la capacidad de respuesta no solo de los políticos de oposición, sino de los periodistas que vierten en sus columnas sus temores por los desafueros del mandatario.
Una muestra la dio ayer en Otavalo. Frente a la crítica general de que sea él quien genere una exagerada expectativa por los resultados de la próxima asamblea constituyente, en el sentido de que traerá felicidad y prosperidad a la patria nueva, Correa manipuló la idea trastrocando la acusación.
Frente a un auditorio con indígenas, dijo que los pelucones plutócratas han ofrecido (¿cuándo, quiénes?) disminuir los impuestos con la asamblea, a la que inicialmente se opusieron. “A ver, usted” preguntó Correa a una humilde campesina, “dígame, la asamblea va a aprobar una nueva constitución o va a bajar los impuestos?” La primera opción fue la respuesta. “Entonces” le conminó, “vaya y dígales eso a los Noboa. Eran los dueños del país ¿porqué no bajaron entonces los impuestos?”
Por desgracia tanto en Venezuela como en el Ecuador, esa retórica demagógica y populista prende en muchos ante la frustración y ante la carencia de un líder que comande y diga claramente que el país va al despeñadero por esa ruta que guían los Chávez, Correas, Ortegas y Castros y que la rectificación a tiempo urge para evitar el desastre.
Ese líder tendría que actuar y pensar como un Felipe González de España, que a nombre del socialismo que representaba y que le dio el triunfo tras la era franquista, sepultó al socialismo e implantó un sistema de gobierno basado en la sensatez y el sentido común. Su sucesor José María Aznar de derecha, siguió en la misma línea y reafirmó el tránsito de su país hacia la libertad y el progreso.
Ambos líderes estarán en Guayaquil en los próximos días para dictar conferencias separadas sobre política. Lo que digan será iluminador para los ecuatorianos en estos momentos de un colectivo retroceso mental político. ¿No sería factible que las charlas se den en amplios estadios o se difundan por todos los medios audiovisuales y escritos que tanto escozor causan a Correa?
x-x-x-x-x
(En los Estados Unidos, la oposición demócrata pugna por impedir que el gobierno del presidente Bush monitoree los mensajes que se intercambian los terroristas entre si y con sus células infiltradas en USA. Aducen que viola la privacidad. En Alemania los servicios de seguridad acaban de develar un complot terrorista que se proponía causar muerte y daños en instalaciones norteamericanas, en bares y otros sitios frecuentados por soldados de esa nación. La acción evitó masacres mayores que las que ocurrieron en Londres y Madrid. Ahora la seguridad alemana revela que todo fue fruto de mensajes interceptados en Pakistán por la inteligencia yanqui y transmitidas a la inteligencia alemana. Sobran comentarios)
Lo lamentable es que esas reacciones sean tardías, acaso demasiado tardías ya que al parecer la suerte está echada y la consolidación del líder con todos los poderes parece inevitable una vez que se instale la asamblea constituyente a elegirse en este mes.
Y lamentable también porque nada de lo que Rafael Correa dice ahora y ninguna de sus acciones y promesas es algo nuevo. Su personalidad y objetivos estaban ya claramente definidos antes de las elecciones presidenciales, a la luz de sus primeras actuaciones y declaraciones como funcionario público en el gobierno de Alfredo Palacio.
Desde entonces ya se pronunció en contra de los Estados Unidos y su sistema de vida y de gobierno y, consecuentemente, contra todas las instituciones alineadas y creadas por esa nación, como el Fondo Monetario Internacional y similares.
Correa, una vez depuesto como ministro de Finanzas de Palacio, inició una campaña para captar la presidencia de la república. A la lid se sumaron ideólogos de la misma catadura como Alberto Acosta y muchos advenedizos que han servido a gobiernos y a causas de todas las ideología, con el común denominador del populismo.
En la campaña de la primera ronda presidencial, Correa ocupó el segundo lugar frente a Álvaro Noboa, heredero del imperio bananero de su padre. Que Correa hubiera podido acceder a la segunda ronda sorprendió a muchos, dado el discurso radical de este líder educado en universidades de Bélgica y los Estados Unidos.
Para la segunda ronda Correa cambió de táctica y astutamente se mostró moderado. Y barrió en las elecciones definitorias, frente a un rival al que se le hostigó principalmente por su fortuna y por sus contactos y amistades con dirigentes internacionales de la industria, la banca y el comercio.
Jamás dijo Correa en la campaña que su meta sería imponer en el país el “socialismo del siglo XXI” patentado por Hugo Chávez de Venezuela e inspirado por la misteriosa momia del Caribe. Si lo hubiera dicho abiertamente es probable que la votación en su favor no hubiese sido tan alta (¿o lo contrario…?)
La afinidad de Correa con Chávez se hizo evidente desde el instante mismo en que se hizo cargo de una función pública. Y no cesa de demostrarlo ahora. Le imita inclusive en el uso de los epítetos. En la alocución radial de ayer desde Otavalo empleó el mismo tono y el mismo vocablo para predecir que a la “partidocracia” recibirá “una paliza” en la elección de asambleístas. Es lo que dijo Chávez sobre el referéndum pendiente para ratificar la nueva constitución en Venezuela.
(Chávez está de mediador entre los asesinos de la FARC y el presidente de Colombia. Ayer Correa dijo que también se sumaría gustoso a esa misión, si alguien se lo pide. No hay que olvidar que Correa se niega a calificar de terroristas a los de la FARC, que tan solo ayer accedieron a devolver a la Cruz Roja los cadáveres de 11 congresistas por ellos ejecutados sin piedad semanas atrás)
La marcha hacia la absorción dictatorial de poderes ha sido coherente en Correa desde un principio. No presentó candidatos a Congreso y una vez ungido presidente, terminó por destrozarlo. Lo mismo ha hecho con otras instituciones e igual y peor hará cuando una dócil asamblea obedezca sus designios.
En esa marcha, Correa no descuida ningún flanco. Uno de los clave es el militar y para ello cercenó a la cúpula de comandantes sin dar explicaciones y sin protestas. Más aún, a los militares de las tres ramas les ha inundado de dinero otorgándoles contratos sin licitaciones para las más variadas obras públicas que deberían ser ejecutados por la empresa privada.
Dada su identidad con Chávez, Correa debe tener en carpeta otros cambios en el campo militar para asegurarse no solamente su respaldo para no caer, sino para perpetuarse en el poder aplastando a la oposición. Eso es lo que hará Chávez en Venezuela, como lo analiza el diario francés Le Monde (diario no precisamente pro yanqui), que un artículo que reproduce hoy Expreso de Guayaquil, en una versión en español.
El manejo retórico de Correa es obviamente maligno y con cualidades que al parecer están anulando la capacidad de respuesta no solo de los políticos de oposición, sino de los periodistas que vierten en sus columnas sus temores por los desafueros del mandatario.
Una muestra la dio ayer en Otavalo. Frente a la crítica general de que sea él quien genere una exagerada expectativa por los resultados de la próxima asamblea constituyente, en el sentido de que traerá felicidad y prosperidad a la patria nueva, Correa manipuló la idea trastrocando la acusación.
Frente a un auditorio con indígenas, dijo que los pelucones plutócratas han ofrecido (¿cuándo, quiénes?) disminuir los impuestos con la asamblea, a la que inicialmente se opusieron. “A ver, usted” preguntó Correa a una humilde campesina, “dígame, la asamblea va a aprobar una nueva constitución o va a bajar los impuestos?” La primera opción fue la respuesta. “Entonces” le conminó, “vaya y dígales eso a los Noboa. Eran los dueños del país ¿porqué no bajaron entonces los impuestos?”
Por desgracia tanto en Venezuela como en el Ecuador, esa retórica demagógica y populista prende en muchos ante la frustración y ante la carencia de un líder que comande y diga claramente que el país va al despeñadero por esa ruta que guían los Chávez, Correas, Ortegas y Castros y que la rectificación a tiempo urge para evitar el desastre.
Ese líder tendría que actuar y pensar como un Felipe González de España, que a nombre del socialismo que representaba y que le dio el triunfo tras la era franquista, sepultó al socialismo e implantó un sistema de gobierno basado en la sensatez y el sentido común. Su sucesor José María Aznar de derecha, siguió en la misma línea y reafirmó el tránsito de su país hacia la libertad y el progreso.
Ambos líderes estarán en Guayaquil en los próximos días para dictar conferencias separadas sobre política. Lo que digan será iluminador para los ecuatorianos en estos momentos de un colectivo retroceso mental político. ¿No sería factible que las charlas se den en amplios estadios o se difundan por todos los medios audiovisuales y escritos que tanto escozor causan a Correa?
x-x-x-x-x
(En los Estados Unidos, la oposición demócrata pugna por impedir que el gobierno del presidente Bush monitoree los mensajes que se intercambian los terroristas entre si y con sus células infiltradas en USA. Aducen que viola la privacidad. En Alemania los servicios de seguridad acaban de develar un complot terrorista que se proponía causar muerte y daños en instalaciones norteamericanas, en bares y otros sitios frecuentados por soldados de esa nación. La acción evitó masacres mayores que las que ocurrieron en Londres y Madrid. Ahora la seguridad alemana revela que todo fue fruto de mensajes interceptados en Pakistán por la inteligencia yanqui y transmitidas a la inteligencia alemana. Sobran comentarios)
Friday, September 7, 2007
¿LA SUERTE ESTÁ ECHADA EN ECUADOR?
El presidente Rafael Correa acaba de reconfirmar que si no tiene mayoría en “su” asamblea constituyente, cuyas elecciones se realizarán a fines de este mes, se marchará del cargo sin ninguna vacilación.
Aparentemente esta opción permitiría al país una alternativa pacífica para deshacerse de este individuo que desde un principio ha tratado de concentrar todos los poderes en si mismo y que lo está consiguiendo hasta la fecha sin mayor tropiezo.
Podría argumentarse que la hipótesis de que una renuncia en esas condiciones no está contemplada ni permitida en la Constitución. Pero esa preocupación tendría poca importancia pues la Constitución es un documento que, con Correa, no ha servido para nada, menos para respetarla.
En la campaña presidencial, el ahora presidente no presentó candidatos al Congreso. Dijo que esta institución era detestable y tenía que desaparecer. Una vez en funciones, destituyó a 57 de los 100 congresistas y los sustituyó por otros en violación de la Constitución. Y no pasó nada.
En toda ocasión en que el fracturado Congreso le ha contradicho, su reacción ha sido ignorar sus decisiones y recomendaciones, en violación de la Constitución. Peor aún, tiene ofrecido eliminar al Congreso una vez instalada “su” Asamblea para sustituirla por una comisión legislativa que le sea sumisa como lo es el congreso venezolano de su inspirador Hugo Chávez.
Ha interferido con las libertades de expresión en todas sus formas, lo cual viola la Constitución. Ordenó la prisión y expulsión de un asesor extranjero contratado para el control de la pesca ilícita de tiburones, quebrantando la ley y aunque revocó su decisión, la violación quedó impune.
Uno de los asesores del ex ministro Patiño ha enjuiciado al presidente porque lo calumnió tras hacer públicos unos videos que revelaban la corrupción de su ex jefe y la respuesta fue encarcelarlo. La víctima goza de inmunidad como candidato a la asamblea y como tal plantea el habeas corpus a la alcaldía de Quito. Su petición es negada.
La alcaldesa encargada explica que el acusado, Pazmiño, ya tenía orden de prisión legalizada. ¿No se creó el habeas corpus precisamente para impedir prisiones indebidas de la autoridad? Es deplorable que el alcalde titular haya rehuido su responsabilidad. ¿Dónde se ocultó? Tal acción sería reprochable en un civil. En un general del ejército, héroe del Cenepa, la actitud es doblemente repudiable, por cobarde.
Correa se ufana en decir que si no hubiese destrozado a la “partidocracia”, es decir, a los partidos políticos formales, éstos “ya lo habrían tumbado”. No le falta razón. Sin partidos políticos cohesionados, la oposición no va más allá de las tertulias entre amigos, en cocteles o reflejada en los medios de comunicación y en las opiniones de los columnistas. Pero no trasciende a las calles ni conmueve a las instituciones.
(Es estimulante observar que los diarios más importantes del Ecuador han mantenido últimamente una línea de firme crítica contra los desafueros verbales y atropellos legales del mandatario. El Comercio ha cambiado de manera significativa su página de opinión y los análisis y comentarios son ahora más claros y sin circunloquios. Hoy y El Universo, entre otros de mayor influjo, mantienen similar posición)
La percepción que se tiene a la distancia sobre la falta de respuesta y acción se ha visto corroborada por el editorial que publica hoy El Comercio. A juicio del autor, la oposición “marcha al acantilado” y vaticina que la asamblea caerá bajo las riendas de Correa. Con ello, dice, sobrevendrá un caudillismo desembozado acaso tan inevitable como necesario, para que de las cenizas de la democracia destrozada brote como ave fénix un sistema de libertad estable y permanente.
Por desgracia, la receta de la inmolación de una democracia imperfecta para que advenga un modelo mejor no parece tener sustento en la historia, ni del Ecuador ni de otras naciones del mundo.
¿Cuántas revoluciones, asonadas, golpes de estado civiles y militares han azotado al Ecuador en su historia republicana? ¿Qué ha brotado después? Alfaro y su revolución terminaron en la “hoguera bárbara”. Todas las anteriores y sucesivas interrupciones al proceso institucional no han hecho sino debilitar a las instituciones y aplazar la búsqueda de estabilidad democrática.
Thomas Jefferson, una de las mentalidades más brillantes de la formación de los Estados Unidos, cayó en una desconcertante contradicción cuando aceptó los excesos de la revolución francesa y dijo que los baños de sangre eran materia fértil necesaria para renovar los sistemas de gobierno.
Otros “fundadores” de la gran nación, como Alexander Hamilton o John Adams por fortuna pensaban diferente. Si bien la república federal con las 13 colonias originales era revolucionaria en su concepción, se fundamentó en lo mejor de la tradición legal de la Gran Bretaña y ello determinó, hasta la fecha, que el sistema democrático norteamericano sea el más estable y libre de la historia.
(Francia, en contraste, soportó el terror tras la revolución, a Napoleón y sus guerras, la restauración de las monarquías y, a la postre, la fundación de cinco repúblicas en un tránsito de inestabilidad nada envidiable)
El caso actual del Ecuador es distinto. Si por alguna circunstancia que por ahora no se vislumbra y que de hecho El Comercio descarta, el pueblo elige para la asamblea a una mayoría de ciudadanos que se resistan a prosternarse ante el caudillo Correa, habría entonces que exigirle a éste que se marche junto con su Lenín a otra parte, como lo ha prometido.
Por cierto que ello pudiera interpretarse como contrario a la Constitución y leyes en vigencia, pero ¿están realmente en vigencia? La salida de Correa y su equipo no vulnerarían la institucionalidad. Por el contrario, respondería a la necesidad de restablecerla para perfeccionarla. El axioma de que un mal no se corrige con otro mal, esta vez por excepción no debería aplicarse.
La urgencia de una medida como la de la hipótesis se refuerza con la lectura de los indicadores económicos oficiales. El PIB, con este régimen, crecerá al 3.4%, frente al 7.3% de Perú, 6.8% de Colombia o 6% de Chile. La economía en el primer trimestre de este año creció al 0.08%, la más baja desde la crisis del 2000. Y el gasto público aumentó en 675 millones de dólares para situarse en el 31%, al tiempo que se anuncia la confiscación de tierras de propiedad privada “improductivas” para rematarlas, ¿a quiénes y a qué precio?
Paralelamente, el economista presidente va a echar mano de los fondos de ahorro del IESS para inversiones por más de 4.000 millones de dólares en hidroeléctricas y en la refinería de Esmeraldas, aunque el obediente director del Instituto diga que los ahorros solo llegan a 1.000 millones de dólares. Cuando el ahorro nacional es tan magro lo cuerdo sería invitar al inversionista extranjero a suplir la carencia de capital interno.
También insiste en aumentar los subsidios para importar más gas ahora para los taxistas y en importar trigo para los molineros. El “socialismo del siglo XXI” es, pues, eso: más y más gasto fiscal, más impuestos, más subsidios y desinversión en todos los sectores. El “acantilado” para la economía nacional está, también, “ad portas”, junto con la vulneración de las libertades ciudadanas.
x-x-x-x
(El diario The Wall Street Journal publica hoy un análisis que podría ser de interés para los que leen en inglés)
Aparentemente esta opción permitiría al país una alternativa pacífica para deshacerse de este individuo que desde un principio ha tratado de concentrar todos los poderes en si mismo y que lo está consiguiendo hasta la fecha sin mayor tropiezo.
Podría argumentarse que la hipótesis de que una renuncia en esas condiciones no está contemplada ni permitida en la Constitución. Pero esa preocupación tendría poca importancia pues la Constitución es un documento que, con Correa, no ha servido para nada, menos para respetarla.
En la campaña presidencial, el ahora presidente no presentó candidatos al Congreso. Dijo que esta institución era detestable y tenía que desaparecer. Una vez en funciones, destituyó a 57 de los 100 congresistas y los sustituyó por otros en violación de la Constitución. Y no pasó nada.
En toda ocasión en que el fracturado Congreso le ha contradicho, su reacción ha sido ignorar sus decisiones y recomendaciones, en violación de la Constitución. Peor aún, tiene ofrecido eliminar al Congreso una vez instalada “su” Asamblea para sustituirla por una comisión legislativa que le sea sumisa como lo es el congreso venezolano de su inspirador Hugo Chávez.
Ha interferido con las libertades de expresión en todas sus formas, lo cual viola la Constitución. Ordenó la prisión y expulsión de un asesor extranjero contratado para el control de la pesca ilícita de tiburones, quebrantando la ley y aunque revocó su decisión, la violación quedó impune.
Uno de los asesores del ex ministro Patiño ha enjuiciado al presidente porque lo calumnió tras hacer públicos unos videos que revelaban la corrupción de su ex jefe y la respuesta fue encarcelarlo. La víctima goza de inmunidad como candidato a la asamblea y como tal plantea el habeas corpus a la alcaldía de Quito. Su petición es negada.
La alcaldesa encargada explica que el acusado, Pazmiño, ya tenía orden de prisión legalizada. ¿No se creó el habeas corpus precisamente para impedir prisiones indebidas de la autoridad? Es deplorable que el alcalde titular haya rehuido su responsabilidad. ¿Dónde se ocultó? Tal acción sería reprochable en un civil. En un general del ejército, héroe del Cenepa, la actitud es doblemente repudiable, por cobarde.
Correa se ufana en decir que si no hubiese destrozado a la “partidocracia”, es decir, a los partidos políticos formales, éstos “ya lo habrían tumbado”. No le falta razón. Sin partidos políticos cohesionados, la oposición no va más allá de las tertulias entre amigos, en cocteles o reflejada en los medios de comunicación y en las opiniones de los columnistas. Pero no trasciende a las calles ni conmueve a las instituciones.
(Es estimulante observar que los diarios más importantes del Ecuador han mantenido últimamente una línea de firme crítica contra los desafueros verbales y atropellos legales del mandatario. El Comercio ha cambiado de manera significativa su página de opinión y los análisis y comentarios son ahora más claros y sin circunloquios. Hoy y El Universo, entre otros de mayor influjo, mantienen similar posición)
La percepción que se tiene a la distancia sobre la falta de respuesta y acción se ha visto corroborada por el editorial que publica hoy El Comercio. A juicio del autor, la oposición “marcha al acantilado” y vaticina que la asamblea caerá bajo las riendas de Correa. Con ello, dice, sobrevendrá un caudillismo desembozado acaso tan inevitable como necesario, para que de las cenizas de la democracia destrozada brote como ave fénix un sistema de libertad estable y permanente.
Por desgracia, la receta de la inmolación de una democracia imperfecta para que advenga un modelo mejor no parece tener sustento en la historia, ni del Ecuador ni de otras naciones del mundo.
¿Cuántas revoluciones, asonadas, golpes de estado civiles y militares han azotado al Ecuador en su historia republicana? ¿Qué ha brotado después? Alfaro y su revolución terminaron en la “hoguera bárbara”. Todas las anteriores y sucesivas interrupciones al proceso institucional no han hecho sino debilitar a las instituciones y aplazar la búsqueda de estabilidad democrática.
Thomas Jefferson, una de las mentalidades más brillantes de la formación de los Estados Unidos, cayó en una desconcertante contradicción cuando aceptó los excesos de la revolución francesa y dijo que los baños de sangre eran materia fértil necesaria para renovar los sistemas de gobierno.
Otros “fundadores” de la gran nación, como Alexander Hamilton o John Adams por fortuna pensaban diferente. Si bien la república federal con las 13 colonias originales era revolucionaria en su concepción, se fundamentó en lo mejor de la tradición legal de la Gran Bretaña y ello determinó, hasta la fecha, que el sistema democrático norteamericano sea el más estable y libre de la historia.
(Francia, en contraste, soportó el terror tras la revolución, a Napoleón y sus guerras, la restauración de las monarquías y, a la postre, la fundación de cinco repúblicas en un tránsito de inestabilidad nada envidiable)
El caso actual del Ecuador es distinto. Si por alguna circunstancia que por ahora no se vislumbra y que de hecho El Comercio descarta, el pueblo elige para la asamblea a una mayoría de ciudadanos que se resistan a prosternarse ante el caudillo Correa, habría entonces que exigirle a éste que se marche junto con su Lenín a otra parte, como lo ha prometido.
Por cierto que ello pudiera interpretarse como contrario a la Constitución y leyes en vigencia, pero ¿están realmente en vigencia? La salida de Correa y su equipo no vulnerarían la institucionalidad. Por el contrario, respondería a la necesidad de restablecerla para perfeccionarla. El axioma de que un mal no se corrige con otro mal, esta vez por excepción no debería aplicarse.
La urgencia de una medida como la de la hipótesis se refuerza con la lectura de los indicadores económicos oficiales. El PIB, con este régimen, crecerá al 3.4%, frente al 7.3% de Perú, 6.8% de Colombia o 6% de Chile. La economía en el primer trimestre de este año creció al 0.08%, la más baja desde la crisis del 2000. Y el gasto público aumentó en 675 millones de dólares para situarse en el 31%, al tiempo que se anuncia la confiscación de tierras de propiedad privada “improductivas” para rematarlas, ¿a quiénes y a qué precio?
Paralelamente, el economista presidente va a echar mano de los fondos de ahorro del IESS para inversiones por más de 4.000 millones de dólares en hidroeléctricas y en la refinería de Esmeraldas, aunque el obediente director del Instituto diga que los ahorros solo llegan a 1.000 millones de dólares. Cuando el ahorro nacional es tan magro lo cuerdo sería invitar al inversionista extranjero a suplir la carencia de capital interno.
También insiste en aumentar los subsidios para importar más gas ahora para los taxistas y en importar trigo para los molineros. El “socialismo del siglo XXI” es, pues, eso: más y más gasto fiscal, más impuestos, más subsidios y desinversión en todos los sectores. El “acantilado” para la economía nacional está, también, “ad portas”, junto con la vulneración de las libertades ciudadanas.
x-x-x-x
(El diario The Wall Street Journal publica hoy un análisis que podría ser de interés para los que leen en inglés)
Sunday, September 2, 2007
NOTAS DISPERSAS
Tanto a Chávez como a Correa se les pasó por alto referirse a dos fechas importantes coincidentes con sus maratónicos e indigestos discursos de este último fin de semana, en que como siempre se afanan y ufanan de atacar a los sistemas democráticos de corte liberal/capitalista.
Los dos tienen como mentor a Fidel Castro, perpetuado en el poder en Cuba desde hace casi media centuria. Y ambos quieren aplicar en Venezuela y Ecuador y quizás en América Latina un sistema sustitutivo de gobierno al que llaman “socialismo del siglo XXI”, sin que ninguno de los dos pueda todavía definirlo.
El inspirador de la nueva doctrina es un alemán radicado en México, Heinz Dietrich. Ha escrito un librito sobre el tema, que va camino de convertirse en el Libro Rojo para los dos líderes y otros que pudieren brotar en el futuro en la región. Dietrich ha estado de visita en el Ecuador y tampoco ha podido definir a su propuesta, aduciendo que “está aún en formación”.
Llega a conclusiones disparatadas como las de proponer que los salarios y los precios deben fijarse no por la fuerza del mercado de la oferta y la demanda, sino por las horas que se han empleado en el trabajo y en la producción. Así un médico, o un “filósofo” como él, no tienen porqué ganar más que cualquier trabajador con iguales horas de labor.
Son bufonadas que se estrellan contra la realidad. Pero se ajustan como anillo al dedo a la mente de quienes creen (como Castro, Chávez y Correa) que el objetivo social debe ser igualación de resultados, no igualación de las oportunidades. Según tal teoría, la sociedad quedaría igualada con el denominador común de la pobreza, como en Cuba, con la eliminación de todo incentivo para crear, competir y progresar.
Explicado así el “socialismo del siglo XXI”, es otra aventura caudillista más en la historia de la humanidad y particularmente en Latinoamérica. La consecución de la utopía igualitarista exige inevitablemente la privación de libertades económicas y políticas. Nadie que haya logrado niveles de confort aceptará sin resistencia que se le priven de sus riquezas y se las distribuya entre los pobres. El gobierno, el caudillo, deberá aplicar la fuerza para imponerse.
Pero el atraco por parte del Estado no implica necesariamente el traspaso automático de tales recursos a los sectores empobrecidos. El Estado se apropia de la mayor parte de los fondos para fortalecer la represión. Paralelamente la supresión de la competencia en el mercado y de las inversiones y reinversiones nacionales y extranjeras genera la descapitalización de la sociedad y la empobrecen más.
El problema medular de los socialismos en sus diversas modulaciones radica en que pretenden mejorar las condiciones de vida de los segmentos menos favorecidos con una mayor intervención estatal. En ese sentido los socialismos de todas las tendencias se confunden, tanto de derecha como de izquierda.
Adolfo Hitler creía en el nacionalsocialismo como ahora Castro/Chávez/Correa creen en el socialismo del siglo XXI, como Lenín y Stalin creyeron en el socialismo comunista. Todos ellos en el fondo abogaban por lo mismo, con variables que no alteran la esencia. La bonanza y la riqueza se esparcirán de manera igualitaria y como maná por toda la sociedad con un gobierno autoritario, que liquide a la oposición, controle el aparato de producción y coordine, supervise y racione la distribución de todo bien y servicio, incluidos los valores culturales.
Las utopías tienen adeptos y muchos, en determinadas etapas de la historia. Ello fue evidente tras la decadencia del zarismo en Rusia y los estragos de la I Guerra Mundial en 1917. Y poco más tarde en la Alemania derrotada y humillada por esa guerra. El utopista del decenio de 1930 fue el austriaco Hitler y cuando sus peroratas delirantes en pro del nacionalsocialismo infestaron la mente colectiva, le fue fácil obtener una aplastante victoria electoral y convertirse en dictador. Ello ocurrió hace algo más de 70 años y su consolidación en el poder desató la II Guerra Mundial.
Chávez está en pleno proceso de absorber todos los poderes para hacer de Venezuela el ejemplo de una utopía parecida, en que todo lo controle el dictador. Su proceso ha demorado algunos años pero ahora cuenta con un respaldo popular que le garantiza multiplicar su poder en las urnas sin el empleo directo de fuerzas represivas. Correa quema etapas y va hacia las mismas metas con similar respaldo popular.
Correa tampoco aparentemente va a lanzar milicianos en su ruta hacia la dominación. Le bastan los votos de los descontentos, de los que se aferran a utopías para superar las deficiencias de una democracia aplicada a medias. Desde antes de su posesión y ya en el gobierno, su preocupación obsesiva ha sido la asamblea constituyente que se elegirá a fines de este mes.
Con la asamblea Correa busca una Constitución que se acomode a su propuesta de aplicar en el país el socialismo del siglo XXI. Una comisión de testaferros se encarga de elaborar el proyecto de nueva Carta Política, la número XX. Acaba de hacer públicos algunos artículos terminados. Hay por lo menos uno que es indicio de la nueva filosofía en marcha.
Se refiere a aquel en que se estipula que el Estado garantizará la propiedad privada pero “siempre y cuando ésta cumpla su función social”. El articulista de El Comercio Gonzalo Maldonado tiene en la edición de este fin de semana un comentario certero y oportuno al respecto. El añadido de la “función social” de la propiedad privada es una típica muestra del pensamiento socialista e intervencionista de regímenes totalitarios de derecha e izquierda.
Cita el autor el caso de Stalin que eliminó la propiedad privada en el sector agrario en 1928, porque no cumplían la función social. Lo que olvidó decir es que no todos los propietarios grandes, medianos y pequeños aceptaron sumisamente la orden del nuevo zar. Hubo resistencia que se demolió con destierros, cárcel y asesinatos ocasionando la muerte de 20 millones de seres humanos por esas tres razones, más la hambruna por falta de cosechas y sembríos.
Iguales procedimientos orientados a la eliminación de libertades para la igualación de resultados determinaron la muerte de 65 millones de personas en China, 2 millones en Corea del Norte, 2 millones en Camboya, 1.7 millones en África, 1.5 millones en Afganistán, 1 millón en Vietnam y 1 millón en la Europa Oriental comunista. En total más de 90 millones de muertes, cifra superior a todas las plagas, desastres naturales y crímenes políticos de otras ideologías combinadas.
Hay otras muestras inquietantes y corroborativas de la nueva ideología que se viene al Ecuador –si algo no ocurre para detenerla-. En su alocución de ayer, Correa ha dicho que no se opone al uso del gas en taxis, pese a la prohibición existente. Quiere más bien que se estimule ese consumo y que a la final el gas llegue a sustituir del todo a las gasolinas. También da sabios consejos a los dueños de autos viejos: véndanlos a los interesados en chatarra y reemplácenlos con nuevos. Con criterio ecologista, dice que el uso de gas y carros nuevos contaminará menos el ambiente…
Pero el Ecuador, país petrolero, no industrializa el gas y tiene que importarlo para uso doméstico. Dado el alto costo lo subsidia y en ello invierte, junto con otros derivados, unos 2.700 millones de dólares al año. Esta cifra se elevará si se generaliza el cambio de uso de gas por gasolina, otra utopía. Ecuador no produce automotores, ensambla partes importadas. ¿Talvez Correa insinúa subsidiar a los taxistas para que compren autos nuevos hechos (ensamblados) en el país y compren menos autos extranjeros con cero arancel?
El caso de los harineros también es decidor. El Estado comprará harina a Argentina y la venderá a los harineros a precio subsidiado por el Estado, para que no suba el precio del pan, en estas semanas previas a las elecciones de la Asamblea. También ha dicho que sacará de su bolsillo (del fisco) todos los millones de dólares necesarios para subsidiar a los empresarios que no pudieran seguir exportando sus productos a los Estados Unidos con tasas preferenciales, una vez que el acuerdo fenezca en pocos meses más. No quiere nada con los Estados Unidos, pero si mucho con Venezuela e Irán.
Chávez sigue políticas parecidas de subsidio y derroche de dineros fiscales, pero tiene el respaldo de los enormes recursos de los precios altos del crudo. La situación del Ecuador difiere, porque sus reservas de crudo son ínfimas comparativamente y la producción tiende a la baja. Paralelamente, el ritmo de producción nacional se debilita, al tiempo que el gasto fiscal crecerá sin financiamiento en 710 millones para el próximo año.
En uno y otro casos el colapso económico y político sobrevendrá, aunque en tiempos y con consecuencias diferentes. Es el destino de los autócratas y utopistas sus variadas estirpes. Si Hitler ascendió al poder dictatorial con enorme respaldo popular y la debacle mundial iniciada el 1 de septiembre de 1938, la locura de su idea se extinguió 7 años más tarde con la capitulación de su último aliado, el Japón, en otro día de septiembre, 2, de 1945.
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Los precandidatos demócratas a la presidencia de los Estados Unidos han ofrecido, si llegan a la Casa Blanca, hacer gestiones inmediatas para recuperar el prestigio de los Estados Unidos en el mundo, según ellos venido a menos con el actual mandatario WG Bush.
Mencionan como causa fundamental del rechazo a USA la guerra iniciada hace cinco años contra el terrorismo musulmán, que se libra principalmente en Irak y Afganistán. Tan pronto ellos gobiernen, dicen, terminará esa guerra.
No obstante y luego de reiterar a diario que esa guerra fue forjada y que está perdida, ahora varían de criterio y creen que hay señales de avances en los dos países y que el retiro de tropas inmediato sería un desatino porque se perdería lo ganado y favorecería el avance terrorista.
Por otro lado, se ignora hacia qué países importantes estaría orientada la estrategia de recuperar el aprecio perdido por los Estados Unidos. En Alemania la primera ministra Angela Merkel es abierta partidaria no solo de USA sino de WG Bush. Igual acaba de suceder en Francia con el cambio de Chirac por Nicolás Sarkozy, que inclusive acaba de veranear en tierras del “imperio”.
Gran Bretaña tiene un nuevo primer ministro, Gordon Brown, que si bien difiere en algunos enfoques de su predecesor Tony Blair, en lo básico sigue firmemente aliado a los Estados Unidos. Ni qué decir del PM australiano John Howard, invariable en su solidaridad con Norteamérica. En cuanto al actual PM de Canadá, Stephen Harper, a veces parece ser un republicano fiel al mandatario del sur.
¿Hacia dónde dirigirían entonces sus mimos los demócratas si ganan la presidencia? Por un momento podría pensarse en Fidel Castro, pero éste ya ha demostrado sus simpatías por la probable candidata Hillary Clinton y ha reiterado su amor por Jimmy Carter, el demócrata que consagró ganador a Chávez antes de terminar los escrutinios en Venezuela. ¿A Correa? Sería tiempo perdido…
¿Entonces?
Los dos tienen como mentor a Fidel Castro, perpetuado en el poder en Cuba desde hace casi media centuria. Y ambos quieren aplicar en Venezuela y Ecuador y quizás en América Latina un sistema sustitutivo de gobierno al que llaman “socialismo del siglo XXI”, sin que ninguno de los dos pueda todavía definirlo.
El inspirador de la nueva doctrina es un alemán radicado en México, Heinz Dietrich. Ha escrito un librito sobre el tema, que va camino de convertirse en el Libro Rojo para los dos líderes y otros que pudieren brotar en el futuro en la región. Dietrich ha estado de visita en el Ecuador y tampoco ha podido definir a su propuesta, aduciendo que “está aún en formación”.
Llega a conclusiones disparatadas como las de proponer que los salarios y los precios deben fijarse no por la fuerza del mercado de la oferta y la demanda, sino por las horas que se han empleado en el trabajo y en la producción. Así un médico, o un “filósofo” como él, no tienen porqué ganar más que cualquier trabajador con iguales horas de labor.
Son bufonadas que se estrellan contra la realidad. Pero se ajustan como anillo al dedo a la mente de quienes creen (como Castro, Chávez y Correa) que el objetivo social debe ser igualación de resultados, no igualación de las oportunidades. Según tal teoría, la sociedad quedaría igualada con el denominador común de la pobreza, como en Cuba, con la eliminación de todo incentivo para crear, competir y progresar.
Explicado así el “socialismo del siglo XXI”, es otra aventura caudillista más en la historia de la humanidad y particularmente en Latinoamérica. La consecución de la utopía igualitarista exige inevitablemente la privación de libertades económicas y políticas. Nadie que haya logrado niveles de confort aceptará sin resistencia que se le priven de sus riquezas y se las distribuya entre los pobres. El gobierno, el caudillo, deberá aplicar la fuerza para imponerse.
Pero el atraco por parte del Estado no implica necesariamente el traspaso automático de tales recursos a los sectores empobrecidos. El Estado se apropia de la mayor parte de los fondos para fortalecer la represión. Paralelamente la supresión de la competencia en el mercado y de las inversiones y reinversiones nacionales y extranjeras genera la descapitalización de la sociedad y la empobrecen más.
El problema medular de los socialismos en sus diversas modulaciones radica en que pretenden mejorar las condiciones de vida de los segmentos menos favorecidos con una mayor intervención estatal. En ese sentido los socialismos de todas las tendencias se confunden, tanto de derecha como de izquierda.
Adolfo Hitler creía en el nacionalsocialismo como ahora Castro/Chávez/Correa creen en el socialismo del siglo XXI, como Lenín y Stalin creyeron en el socialismo comunista. Todos ellos en el fondo abogaban por lo mismo, con variables que no alteran la esencia. La bonanza y la riqueza se esparcirán de manera igualitaria y como maná por toda la sociedad con un gobierno autoritario, que liquide a la oposición, controle el aparato de producción y coordine, supervise y racione la distribución de todo bien y servicio, incluidos los valores culturales.
Las utopías tienen adeptos y muchos, en determinadas etapas de la historia. Ello fue evidente tras la decadencia del zarismo en Rusia y los estragos de la I Guerra Mundial en 1917. Y poco más tarde en la Alemania derrotada y humillada por esa guerra. El utopista del decenio de 1930 fue el austriaco Hitler y cuando sus peroratas delirantes en pro del nacionalsocialismo infestaron la mente colectiva, le fue fácil obtener una aplastante victoria electoral y convertirse en dictador. Ello ocurrió hace algo más de 70 años y su consolidación en el poder desató la II Guerra Mundial.
Chávez está en pleno proceso de absorber todos los poderes para hacer de Venezuela el ejemplo de una utopía parecida, en que todo lo controle el dictador. Su proceso ha demorado algunos años pero ahora cuenta con un respaldo popular que le garantiza multiplicar su poder en las urnas sin el empleo directo de fuerzas represivas. Correa quema etapas y va hacia las mismas metas con similar respaldo popular.
Correa tampoco aparentemente va a lanzar milicianos en su ruta hacia la dominación. Le bastan los votos de los descontentos, de los que se aferran a utopías para superar las deficiencias de una democracia aplicada a medias. Desde antes de su posesión y ya en el gobierno, su preocupación obsesiva ha sido la asamblea constituyente que se elegirá a fines de este mes.
Con la asamblea Correa busca una Constitución que se acomode a su propuesta de aplicar en el país el socialismo del siglo XXI. Una comisión de testaferros se encarga de elaborar el proyecto de nueva Carta Política, la número XX. Acaba de hacer públicos algunos artículos terminados. Hay por lo menos uno que es indicio de la nueva filosofía en marcha.
Se refiere a aquel en que se estipula que el Estado garantizará la propiedad privada pero “siempre y cuando ésta cumpla su función social”. El articulista de El Comercio Gonzalo Maldonado tiene en la edición de este fin de semana un comentario certero y oportuno al respecto. El añadido de la “función social” de la propiedad privada es una típica muestra del pensamiento socialista e intervencionista de regímenes totalitarios de derecha e izquierda.
Cita el autor el caso de Stalin que eliminó la propiedad privada en el sector agrario en 1928, porque no cumplían la función social. Lo que olvidó decir es que no todos los propietarios grandes, medianos y pequeños aceptaron sumisamente la orden del nuevo zar. Hubo resistencia que se demolió con destierros, cárcel y asesinatos ocasionando la muerte de 20 millones de seres humanos por esas tres razones, más la hambruna por falta de cosechas y sembríos.
Iguales procedimientos orientados a la eliminación de libertades para la igualación de resultados determinaron la muerte de 65 millones de personas en China, 2 millones en Corea del Norte, 2 millones en Camboya, 1.7 millones en África, 1.5 millones en Afganistán, 1 millón en Vietnam y 1 millón en la Europa Oriental comunista. En total más de 90 millones de muertes, cifra superior a todas las plagas, desastres naturales y crímenes políticos de otras ideologías combinadas.
Hay otras muestras inquietantes y corroborativas de la nueva ideología que se viene al Ecuador –si algo no ocurre para detenerla-. En su alocución de ayer, Correa ha dicho que no se opone al uso del gas en taxis, pese a la prohibición existente. Quiere más bien que se estimule ese consumo y que a la final el gas llegue a sustituir del todo a las gasolinas. También da sabios consejos a los dueños de autos viejos: véndanlos a los interesados en chatarra y reemplácenlos con nuevos. Con criterio ecologista, dice que el uso de gas y carros nuevos contaminará menos el ambiente…
Pero el Ecuador, país petrolero, no industrializa el gas y tiene que importarlo para uso doméstico. Dado el alto costo lo subsidia y en ello invierte, junto con otros derivados, unos 2.700 millones de dólares al año. Esta cifra se elevará si se generaliza el cambio de uso de gas por gasolina, otra utopía. Ecuador no produce automotores, ensambla partes importadas. ¿Talvez Correa insinúa subsidiar a los taxistas para que compren autos nuevos hechos (ensamblados) en el país y compren menos autos extranjeros con cero arancel?
El caso de los harineros también es decidor. El Estado comprará harina a Argentina y la venderá a los harineros a precio subsidiado por el Estado, para que no suba el precio del pan, en estas semanas previas a las elecciones de la Asamblea. También ha dicho que sacará de su bolsillo (del fisco) todos los millones de dólares necesarios para subsidiar a los empresarios que no pudieran seguir exportando sus productos a los Estados Unidos con tasas preferenciales, una vez que el acuerdo fenezca en pocos meses más. No quiere nada con los Estados Unidos, pero si mucho con Venezuela e Irán.
Chávez sigue políticas parecidas de subsidio y derroche de dineros fiscales, pero tiene el respaldo de los enormes recursos de los precios altos del crudo. La situación del Ecuador difiere, porque sus reservas de crudo son ínfimas comparativamente y la producción tiende a la baja. Paralelamente, el ritmo de producción nacional se debilita, al tiempo que el gasto fiscal crecerá sin financiamiento en 710 millones para el próximo año.
En uno y otro casos el colapso económico y político sobrevendrá, aunque en tiempos y con consecuencias diferentes. Es el destino de los autócratas y utopistas sus variadas estirpes. Si Hitler ascendió al poder dictatorial con enorme respaldo popular y la debacle mundial iniciada el 1 de septiembre de 1938, la locura de su idea se extinguió 7 años más tarde con la capitulación de su último aliado, el Japón, en otro día de septiembre, 2, de 1945.
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Los precandidatos demócratas a la presidencia de los Estados Unidos han ofrecido, si llegan a la Casa Blanca, hacer gestiones inmediatas para recuperar el prestigio de los Estados Unidos en el mundo, según ellos venido a menos con el actual mandatario WG Bush.
Mencionan como causa fundamental del rechazo a USA la guerra iniciada hace cinco años contra el terrorismo musulmán, que se libra principalmente en Irak y Afganistán. Tan pronto ellos gobiernen, dicen, terminará esa guerra.
No obstante y luego de reiterar a diario que esa guerra fue forjada y que está perdida, ahora varían de criterio y creen que hay señales de avances en los dos países y que el retiro de tropas inmediato sería un desatino porque se perdería lo ganado y favorecería el avance terrorista.
Por otro lado, se ignora hacia qué países importantes estaría orientada la estrategia de recuperar el aprecio perdido por los Estados Unidos. En Alemania la primera ministra Angela Merkel es abierta partidaria no solo de USA sino de WG Bush. Igual acaba de suceder en Francia con el cambio de Chirac por Nicolás Sarkozy, que inclusive acaba de veranear en tierras del “imperio”.
Gran Bretaña tiene un nuevo primer ministro, Gordon Brown, que si bien difiere en algunos enfoques de su predecesor Tony Blair, en lo básico sigue firmemente aliado a los Estados Unidos. Ni qué decir del PM australiano John Howard, invariable en su solidaridad con Norteamérica. En cuanto al actual PM de Canadá, Stephen Harper, a veces parece ser un republicano fiel al mandatario del sur.
¿Hacia dónde dirigirían entonces sus mimos los demócratas si ganan la presidencia? Por un momento podría pensarse en Fidel Castro, pero éste ya ha demostrado sus simpatías por la probable candidata Hillary Clinton y ha reiterado su amor por Jimmy Carter, el demócrata que consagró ganador a Chávez antes de terminar los escrutinios en Venezuela. ¿A Correa? Sería tiempo perdido…
¿Entonces?
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