Una última encuesta de opinión revela que la mayoría de ecuatorianos votará por el Si en la consulta para convocar a una asamblea constituyente, aunque no saben ni entienden cuáles son sus objetivos ni qué es una constituyente o para qué sirve una Constitución.
La inmadurez cultural y política de la población explica por qué el líder populista Rafael Correa tiene una aceptación de casi el 80% de los encuestados, pese a sus constantes violaciones de la Constitución y las layes y los epítetos injuriosos con que trata de humillar a quienes discrepan con él.
La realidad es descorazonadora e induce a mirar con pesimismo el futuro de la nación. Aparentemente ya nada ni nadie detendrá a Correa y la consulta le será favorable por amplio porcentaje. Seguirá luego una campaña del régimen para forzar a que se elija como asambleístas a gente que le complazca en su cruzada por destruir la frágil democracia ecuatoriana e implantar su “revolución chavista”.
Tan seguro está de ello que Correa ya está gobernando dictatorialmente. Sin esperar a que se le consagre dictador “constitucional” está aplicando los decretos leyes de emergencia para los más variados fines, desde reparación de ferrocarriles, hasta educación y construcción vial a mano de los militares.
Con dichos decretos está exento de llamara a licitación de contratos y así puede repartir los dineros fiscales sin control. Claro que teóricamente la ley exige a los gobernantes rendir cuentas posteriores, pero dado que ya tiene un Congreso dócil en proceso de extinción y luego tendrá su propia asamblea, las cuentas o no serán revisadas o la fiscalización será una comedia.
Se ha adelantado, también, para escarnecer a los empresarios y en general a los que tienen dinero, advirtiendo una fuerza de choque tributaria hollará en las cuentas de las empresas para hacerles devolver millones y millones de dólares que, según el ministro de Finanzas, adeudan al fisco por evasión.
No cesa de insultar a los medios de comunicación y a los periodistas acusándoles de cómplices de desastre nacional e integrantes de una mafia de corruptos. No señala casos específicos, por lo cual la acusación es general y acaso por ello no ha generado una formal protesta colectiva de los medios.
Arguye que puesto que rige la libre expresión del pensamiento, él también tiene derecho a expresar lo que piensa sobre el periodismo ecuatoriano en sus propios términos. Es una falacia, pues como gobernante está impedido de vituperar a los medios, porque ello es precisamente un caso de flagrante violación del derecho constitucional a discrepar de la voz oficial.
El talante autoritario de Correa, que se agudizará con el paso del tiempo y sobre todo con el Si a la consulta y luego la Asamblea, se manifiesta en innumerables otras formas. Una de ellas es su propósito de dividir a la provincia del Guayas, o la de decidir que la asamblea se realice en Montecristi donde no hay ni dotación suficiente de agua potable, o que construirá una refinería en Manabí contra toda lógica de conveniencia geográfica para ello.
Fomenta la desarmonía y el odio entre clases al reclamar contra el predominio de los blancos en las empresas y en las cámaras de la producción. Aboga porque sean reemplazados por individuos de apellidos indígenas, en una clara posición racista, pero en sentido inverso a la tradicional.
Correa es lo opuesto a la concepción de un líder que gobierna para tratar de unir y armonizar. Pero aunque la suerte parece estar echada, quienes analizan con claridad el peligro del correismo/chavismo que se avecina deberían adoptar al menos una actitud de honestidad y gallardía para rechazar a Correa de manera frontal, aún cuando se vislumbre una derrota.
El Movimiento Libertario ha tomado la iniciativa, lo cual es laudable. Pero a ese esfuerzo deberían sumarse unánimemente los medios de comunicación escritos y audiovisuales, no solo porque han sido vejados repetidamente sino porque el peligro del autócrata es real y perjudicará a todos.
El caso de Venezuela, que Correa imita en todos los puntos aunque quemando etapas, es demasiado elocuente para que pase desapercibido por los medios y los empresarios, que serán los primeros afectados si la avalancha correista se concreta. En suma, una campaña abrasiva e infatigable debería despegar sin tardanza para que la gente despierte a la realidad y vote por el NO a la Consulta. Si a la postre la consulta es afirmativa como predicen las encuesta, quedará al menos para la historia el consuelo de que hubo gente honesta que se opuso con altivez.
De otro modo Ecuador quedará “venezolanizado” sin remedio.
1 comment:
Señor Jervis.
Toda la razón.
Los ecuatorianos sensatos debemos votar NO, es un No contra el autoritarismo del eje Chavez- Correa.
No contra los comunistas reciclados detrás de Correa.
No contra el racismo y la división de ecuatorianos.
No al extremismo.
Eduardo R Montesinos M
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