El padre del presidente ecuatoriano Rafael Correa, que tiene su mismo nombre, fue apresado en 1970 en los Estados Unidos por tráfico de droga y sentenciado a tres años de prisión. Parece ser que luego de quedar libre no regresó al Ecuador y falleció, no se sabe dónde, hace 13 años.
Esta información se tuvo horas antes de la realización de la Consulta acerca de la convocatoria a asamblea constituyente y proviene no de un elemental interés periodístico de investigación, sino de labios del propio Correa al reaccionar con su retórica virulenta a la mención que sobre el tema había hecho un diputado de oposición.
En este BLOG repetidamente se planteaba la pregunta sobre los antecedentes familiares de Correa, como un factor que podría contribuir a entender mejor a este conflictivo personaje. Nunca ningún medio de comunicación se preocupó de ello, en otra demostración de su incompetencia periodística.
Están pendientes todavía muchos detalles adicionales. Si el periodismo en el Ecuador fuera más eficiente y menos comprometido, ya se habría preocupado ayer mismo, tras la revelación hecha por Correa en su discurso radial de los sábados, para buscar noticias complementarias para llenar vacíos pendientes.
Rafal Correa señala la fecha del incidente, 1970, pero falta por saber dónde fue detenido, si cumplió toda la pena y en qué cárcel, qué hizo luego de quedar libre, en qué ciudades vivió y trabajó. Correa dice que su madre los mantuvo, que ella cocinaba y él vendía las viandas a la salida de la escuela.
Su madre les ocultó a sus hijos la verdadera causa de la ausencia del padre, diciéndoles que trabajaba en los Estados Unidos. La verdad fue revelada cuando Rafael tenía 16 o 17 años, según su propio relato. Se deduce, pues, que el padre nunca regresó ni envió las remesas que hasta los más humildes suelen enviar a sus familiares cuando se ven forzados a emigrar.
Correa se defiende del diputado opositor que afirma que su familia dependió del narcotráfico para subsistir. Por ello relata las anécdotas sobre la venta de viandas, la penosa y dura infancia por falta de apoyo paternal. Qué culpa tengo yo, ha dicho, de lo que mi padre hizo cuando yo era un niño de 4 o 5 años de edad.
Tiene razón. Está libre de culpa. Nadie aquí en los Estados Unidos culparía al presidente Bill Clinton porque su padre era un alcohólico que también abandonó a su hogar. Pero en lo que si es culpable Correa es en tratar de justificar a su padre por el tráfico ilícito de drogas, arguyendo que fue víctima del “sistema”, que lo mantenía desempleado no dejándole otro recurso que ése para ayudar a su familia empobrecida.
El tráfico de estupefacientes no es un delito menor, es un delito horrendo que afecta por igual a todos los estratos sociales en los 4 puntos cardinales, pobres, ricos, jóvenes y niños. Está sancionado y penado universalmente. Los daños que el comercio y el consumo ilícito de alucinógenos generan son virtualmente irreversibles y son muy contados los casos de excepción, si el tratamiento de desintoxicación comienza temprana y rápidamente.
Correa dice sentir compasión por los pobres y desempleados que a juicio suyo no tienen como escapar del “sistema” si no a través del tráfico “de unos pocos gramos” de droga. Su discurso radial, incompleto por falta de preguntas, deja la sensación de que es partidario de la despenalización de la producción, uso y consumo de estupefacientes.
Lo cual sería extremadamente grave e imperdonable, puesto que se trata de un jefe de Estado. La noticia al respecto apareció anoche en el Internet divulgada por una agencia francesa de noticias. En los websites de los diarios de hoy en el Ecuador, solo Hoy menciona el caso, aunque omite el detalle de la posición del presidente sobre el narcotráfico.
Cuando este BLOG insistía en averiguar el pasado familiar del gobernante, no era por simple curiosidad periodística, sino fundamentalmente para tratar de esclarecer el porqué de muchas de sus motivaciones y reacciones emocionales. La respuesta la da la triste historia de su padre, que tras ser capturado en los Estados Unidos nunca regreesó.
Intentar persuadir de que traficar droga no es mayor delito cuando alguien está sin empleo por culpa del sistema capitalista, es una barbaridad. En ningún caso la opción delictiva es perdonable, cualesquiera que fueren los motivos, acaso con la excepción de acciones violentas en defensa propia. No cabe discusión al respecto.
Si los victimarios y sus instrumentos (llamados “mulas”) en el sórdido mundo de la droga pasan a ser víctimas, como lucubra Correa, entonces se entiende con más claridad porqué se opone a la base de control del narcotráfico desde la base de Manta, operada por una unidad militar especializada de los Estados Unidos.
Y se entiende también porqué su posición complaciente frente a la narcoguerrilla colombiana y su promesa de proteger como refugiados políticos a los terroristas que huyan de ese país al Ecuador para evitar la represalia del presidente Uribe. Y, por cierto, se explica el porqué de su lucha contra Uribe con el pretexto de la exterminación de campos de droga con glifosato.
Peor aún, el repudio a los Estados Unidos quizás obedezca en gran parte a la frustración por haber perdido a su padre “por culpa de los gringos” que lo encarcelaron por querer ayudar a su familia transportando como mula “unos pocos gramos” de cocaína. La potencia yanqui es así culpable no solamente de todos los males colectivos del Ecuador y la América Latina, sino también de su caso familiar.
Es lamentable que Correa, hombre de talento, no haya aprovechado la lección de su historia personal para el bien. Aquí en los Estados Unidos abundan los casos de gente de humilde extracción que por sus propios medios y méritos escaló hacia posiciones clave en la comunidad, en los distintos ámbitos de la actividad humana.
Pero esos líderes exitosos no alimentaron envidia ni resentimiento ni estimularon luchas raciales o de clase. Al contrario, se proyectaron como modelos para demostrar que en un ámbito de libertad, oportunidades y sujeción a la ley, todos pueden y deben aspirar a cumplir sus sueños mediante el esfuerzo propio y no con dádivas y proteccionismos discriminatorios del Estado.
Correa ha escogido el camino opuesto. El del odio, la envidia, el mesianismo, es decir todo lo que impide la armonía social que multiplique las oportunidades para que se destaquen y triunfen los más aptos y los más esforzados. En los Estados Unidos se admira y venera a los que triunfan y los que triunfan generalmente tienen más dinero. No es un pecado venial aquí el ser rico.
Lo cual no quiere decir que haya también modos ilícitos de enriquecerse. Con la venta ilícita de estupefacientes, por ejemplo, o las coimas, peculados, etc. Pero es aquí cuando interviene el aparato estatal para aplicar la ley y sancionar a los culpables con los tribunales respectivos, idealmente sin discriminación alguna.
Correa odia a los ricos y odia a las personas con apellidos de tradición. En lugar de pregonar la extinción de los ricos y sustituir los apellidos de los “blancos” por los autóctonos, debería anunciar que se propiciará el fortalecimiento de una sociedad más libre, abierta y jurídicamente justa para que cada vez haya más ciudadanos con posibilidad de acceder a mejores condiciones de vida por propia esfuerzo, discernimiento y voluntad.
La fijación de cuotas a favor de minorías para encumbrarlas a posiciones a las que no han llegado por mérito, ha constituido un fracaso en los Estados Unidos. Han sido los “liberals” demócratas los que han impulsado esas medidas como para exculpar su historia pasada contraria a la integración racial. (Abolida la esclavitud tras la Guerra Civil, la discriminación racial perduró por acción de los demócratas especialmente en el Sur)
La “affirmative action” que fija cuotas mínimas de admisión para los negros en las universidades, no ha integrado a las razas, no ha mejorado la condición de los negros. Al contrario, ha ahondado las diferencias y ha deteriorado la calidad de la educación académica, que se vio forzada a reducir niveles para llenar las cuotas con negros deficientemente preparados. En contraste, los negros que ingresaron a otras universidades por sus propios méritos, han descollado en todos los campos de igual a igual con competidores de todos los colores de piel.
El SI a la consulta va a triunfar hoy en el Ecuador, según todos los pronósticos. Luego vendrá la asamblea y una nueva Constitución que otorgue más poderes al mandatario resentido. Las perspectivas no son de cambio hacia delante, sino de estancamiento en la historia, o de franco retroceso.
Correa, antes de acudir a las urnas, asistió a misa en la Iglesia de La Dolorosa del Colegio San Gabriel. ¿Habrá escuchado allí algo parecido a una prédica en favor de ese odio que reverbera en sus entrañas…? Desde luego que no. Pero ¿hay alguien que sepa con certeza cuáles son los principios morales, éticos y religiosos de Correa?
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