Las elecciones a medio período presidencial (midterm) que tanta expectativa despertaron se cumplieron ayer en el país y tanto los republicanos como los demócratas se atribuyen para si la victoria.
Los demócratas porque recuperaron la mayoría en la Cámara Baja o de Representantes, que la habían perdido hace ocho años durante la presidencia de Barack Hussein Obama.
Los republicanos, porque expandieron la mayoría en el Senado de 51 a quizás 54 o 55 de total de 100 legisladores, la más alta para su partido en más de cien años.
El Presidente Donald Trump, en la conferencia de prensa de hoy dijo que la victoria es del GOP, pues al reafirmar el dominio en el Senado se facilitará el nombramiento de más jueces que juzguen y no legislen.
En la última treintena de años los jueces de la Corte Suprema de Justicia y de los juzgados federales y menores han sido casi en su totaldiad de ideología "progresista", esto es, de la izquierda socialista que cree que la Constitución de 1778 es obsoleta.
Ese documento, arguyen, tiene que adaptarse al cambio y ceder al Ejecutivo y a las comisiones burocráticas de expertos la capacidad de legislar y regular para redistribuir con mayor rapidez la riqueza y lograr la "justicia social", por sobre el poder privativo de legislar del Congreso.
Trump se ha empeñado en frenar esa tendencia "progresista" y aparte de abolir regulaciones ha logrado el nombramiento de dos jueces constitucionalistas para la Corte Suprema, así como de decenas de jueces de creencia afines para las restantes cortes superiores del país.
En las elecciones de ayer, Trump protagonizó una febril campaña de rallies en Estados clave donde se disputaba la elección de legisladores del GOP. En 9 de los 11 visitados, su objetivo se cumplió destruyendo el mito de que todos los gobiernos pierden senadores en las elecciones midterm.
El Presidente prefirió no poner mayor énfasis en alterar los resultados relativos a la Cámara de Representantes, que se pronosticaba iba a caer en manos demócratas. No obstante, la "oleada azul" demócrata arrasadora no se dio y la ganancia de 31 nuevos diputados más bien fue magra.
También se elegían gobernadores y legisladores estatales y otros dignatarios de elección popular. Si bien la extrema radical demócrata ganó con Alexandria Ocasio Cortez como diputada por Nueva York, en cambio perdió en la Florida con el candidato a gobernador Andrew Gillum, en Georgia con la candidata a gobernadora Stacey Abrams y en Texas con el candidato a senador Beto O´Rourke.
Los cuatro líderes eran favoritos de los radicales y prometían la medicina y la educación gratuita en todos los niveles para todos y, al menos Stacey Abrams, la abolición del capitalismo por ser causante de todos los males en la sociedad.
La nueva Cámara, con el cambio de poder, ha prometido hacer la vida imposible a Trump, dedicándose a hurgar todas sus cuentas personales y de sus allegados para encontrar supuestos fraudes con los cuales justificar un impeachment o interpelación, como paso previo a la destitución.
Aunque la potencial nueva presidenta de la Cámara, la veterana Nancy Pelosi, ha oferecido cooperar para sacar adelante proyectos bipartidistas con el GOP y el Presidente, las probabilidades son frágiles, dada la iracundia y rencor de la mayoría de los nuevos representantes demócratas hacia Trump.
Casi con certeza serán dos años de constantes peleas y ataques que estanquen las gestiones legislativas originarias de la Cámara Baja, como las relativas a impuestos y asuntos presupuestarios y financieros. En cuanto a las amenzas de enjuiciamientos o interpelaciones al mandatario, aún de darse se detendrían en el Senado con mayoría republicana y con el Presidente.
Mientras tanto, proseguirán los nombramientos clave de jueces, sobre todo de los dos o tres que muy pronto ocurrirán en la Corte Suprema, con lo que cual se consolidaría por muchos años una mayoría republicana apegada a lo que dice originalmente la Constitución americana.
Paralelamente y en contraste con las maniobras que se proponen perpetrar los demócratas en la Cámara de Representantes, Trump anunció hoy que una vez concluídas las eleciones hará públicos los documentos hasta ahora secretos del FBI y la CIA sobre la conspiración de Obama y funcionarios de esos organismos para boicotear al candidato y luego Presidente Trump, en favor de Hillary Clinton.
El primer paso se ha dado con la cancelación del Fiscal General Jeff Sessions que se mostrró inepto para evitar y sancionar la corrupción de los organismos de Inteligencia, incluída la comisión nombrada para investigar la supuesta intromisión de Vladimir Putin en las elecciones del 2016 para perjudicar a Hillary y llevar a Trump a la Casa Blanca.
Han transcurrido casi dos años de investigaciones dirigidas por Bob Moeller y millonadas de dólares y hasta la fecha no hay un solo indicio de culpa. Con el nuevo fiscal encargado, Matthew Whitaker, se espera que se dará por terminado prontamente este engorroso asunto.
A la vuelta de dos años, en el 2020, cuando Trump se aliste para la reelección, la victoria de las midterm resultarán pírricas para los demos por la corrupción del partido demócrata que saldrá a la luz, por la inutilidad de los ataques al Presidente desde el Congreso y por la fortaleza creciente de la economía y el consecuente liderazgo del mandatario.
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