El Presidente Trump dijo en uno de sus recientes "rallys" o apariciones públicas que realiza en enormes estadios repletos de simpatizantes, que si no fuera por el influjo negativo de la mayoría de los medios de prensa, los demócratas no lograrían ni el 5% de los votos que consiguen.
Acaso la cifra sea exagerada, pero al mandatario no le falta razón en su crítica a la obstrucción a su labor de casi dos años en el gobierno, desplegada por las grandes cadenas de TV como CNN, ABC, MSNBC y diarios de la talla del The New York Times y The Washington Times, que sirven de fuente informativa a millares de otros medios menores.
Dichos medios de comunicación ignoran o minimizan conquistas evidentes en el campo de la economía como el salto al 4.2 del PNB del menos del 2.0 con Obama, la creación de cuatro millones de nuevos empleos, el retorno de capitales de inversión fruto del corte tributario y la anulación de regulaciones restrictivas del anterior régimen.
Los medios han ocultado las verdaderas razones que motivan la revisión de los tratados de comercio internacional con China, la Unión Europea, México y Canadá, acusándolo de aislacionista cuando en realidad su propósito es lograr resultados equitativos y de mutuo beneficio para las partes. El caso patético mayor es el de China, país que ha crecido a expensas de Estados Unidos y de su tecnología asida a zarpazos.
Se niegan también a darle crédito por la transformación radical en las relaciones con Corea del Norte, que estaban al borde de una guerra nuclear. Cesaron las pruebas balísticas, está en proceso la reunificación de las dos Coreas, todo en base a las sanciones impuestas por Trump al régimen de Kim Jon-Un para llegar a la total desnuclearización de la Península.
(Trump ha calificado a los medios que practican este periodismo fraudulento como "enemigos del pueblo", reclamando no elogios sino veracidad en la transmisión de las noticias, sin distorsiones ni omisiones como tampoco mezcla de noticia con opinión. Las críticas negativas o positivas tienen su espacio garantizado por la Constitución en las áreas pre fijadas)
La hostilidad de los medios se refleja también en el intento por inclinar a la opinión pública en favor de una saboteadora de última hora de la nominación del nuevo juez de la Corte Suprema de Justicia, Brett Kavanaugh. Cuando ya la audiencia del Comité del Senado había concluidó el interrogatorio de más de 30 horas al candidato, surgió una denuncia en su contra por abuso sexual.
La denunciante, Christine Blasey Ford, alega que cuando tenía 15 años de edad, Kavanaugh de 17 años la manoseó y quiso abusar de ella en un aparte de un fiesta colegial. Dice que no se acuerda la fecha, ni el sitio, ni quienes la acompañaban en un dormitorio, aunque cita el nombre de alguien que fue clave para que la violación o un crimen mayor no se consumaran.
La denuncia llegó a manos de la senadora demócrata Dianne Feinstein en julio, pero ésta no la mencionó en las audiencias ni la hizo pública sino hasta la semana pasada. Con infinita paciencia el Comité de mayoría republicana ha aceptado escuchar a Ford el jueves próximo, pese a que el hecho supuestamente ocurrió hace casi cuatro decenios, no hay pruebas y que el juez Kavanaugh lo ha negado de plano.
En el Libro del Año de la época colegial de Christine Blakey, ya retirado del Internet, se relatan los excesos de alcohol y sexo de las frecuentes fiestas de los colegiales. Lo más probable es que ella se embriagó a tal punto, pese a su corta edad, que no recuerda cómo llegó a la fiesta, cómo llegó a su casa, ni en qué momento tuvo o no el percance de agresión sexual.
Trump se pregunta, en un tweet y con él tantísima gente, cómo es que un menor de 15 años, si es que en verdad fue víctima sexual, no lo denunció a sus padres y éstos a la Policía. O miente ella, o se confunde de victimario. En todo caso, el Senado no puede seguir posponiendo el nombramiento por capricho de esta nueva coartada demócrata.
La intención demócrata progresista es clara. Con la pérdida de Hillary Clinton en el 2016, están perdiendo también el control de la Corte Suprema, a la que habían recurrido para implantar en la nación reformas radicales que no podían ni podrían lograr por la vía demócratica ordinaria del voto y las leyes en los congresos estatales y Federal.
Con la adición de Kavanaugh, la CSJ tendrá mayoría de jueces que no harán uso de la atribución inconstitucional de legislar por ejemplo, que las madres tienen derecho a sacrificar a sus hijos con el aborto, que son iguales los matrimonios homosexuales y heterosexuales, o aprobar el Obamacare. Estas y similares decisiones deberán ser revertidas, como lo fue la Dred Scott de 1857 en favor de la esclavitud.
El caso Kavanaugh, como el caso de la corrupción de la alta dirigencia del FBI con la complicidad de la mayoría de medios son parte de la conspiración
para frenar y destruir a Trump que se ha erigido en el gran campeón para la defensa de la Constitución de los Estados Unidos y su inspiración, que está simpre vigente, la Declaración de la Independencia de 1776.
Los progresistas quieren un Ejecutivo que se imponga a las dos otras ramas en que se ha dividido el poder popular, para así adelantar sus consignas de "justicia social" con "redistribución de los ingresos", que no se obtienen sino con la supresión de las libertades individuales: lo cual es, claramente, un retroceso al absolutismo que abolió la Revolución Americana, que ahora se lo quiere resucitar con tintes globalistas, fascistas, socialistas.
La conspiración anti Constitución y anti Trump está en vías de sucumbir con la descladificación de documentos clave de Inteligencia ordenada de manera irreversible por el mandatario.
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