Friday, September 7, 2018

EL ESTABLISHMENT EN PANICO

Algunas personas creen que el Presidente Trump debería ignorar las últimas arremetidas orquestadas en su contra por el establishment en forma de un libro, un artículo anónimo y una diatriba de Obama y centrarse en destacar los logros espectaculares logrados en menos de dos años por su gobierno.
Quizás tengan razón, pero siempre que Trump tuviese otro temperamento como el del Presidente Galo Plaza del Ecuador, por ejemplo, que cuando el semanario Combate del grupo CFP que comandaba Guevara Moreno se quedó sin papel, ordenó a una dependencia oficial que les proporcione unas resmas para que puedan seguir insultándolo.
Trump, que de seguro se habría llevado divinamente bien con Plaza, tiene otra personalidad y otra forma de reaccionar frente a quienes lo insultan y arguyen con premisas falsas. No le molestan las críticas sino las falsedades  y las distorsiones. De ahí que ha tildado a la mayoría de medios que lo atacan como "fake news" (noticias falsas), porque manipulan mentiras.
El diario The New York Times acaba de publicar en sus páginas de opinión un artículo de autor anónimo, identificado como alto funcionario de la Casa Blanca y miembro oculto de la "Resistencia", movimiento creado para anular al Presidente mediante el impeachment u otro medio. La publicación de un anónimo en tales circunstancias es condenable para cualquier medio escrito.
Se justificaría omitir nombres de denunciantes de un delito, solo si su vida corre riesgo si se los desenmascara. Pero es inaceptable que un diario ampare a un funcionario de un Presidente para que anónimamente lo denigre por actos y conducta que ni siquiera especifica y continúe como empleado. Tanto el diario como el anónimo autor son igualmente responsables de un delito de fraude y traición que deberían purgar.
Es contradictorio que el artículo alabe los logros del gobierno de Trump por la reducción de impuestos, la eliminación de regulaciones que obstruían la inversión, por la mejora de la economía y aumento del empleo y que, pese a  ello, diga que el Presidente es un loco de atar al que hay que vigilar hasta que renuncie o sea destituido. 
Paralelamente se han divulgado acápites del libro "Miedo" del periodista Bob Woodward, dedicado como el artículo anónimo a pretender demostrar que la Casa Blanca es una casa de locos y que a Trump nadie lo puede soportar porque nadie lo entiende ni él jamás sabe lo que hace. Woodward ha hecho negocio con su pluma con libros parecidos sobre Bush y Obama, luego del que publicó sobre Watergate sobre Nixon. Son libros que han terminado en el tacho de basura.
Algún comentarista dijo que si Trump es un loco y despistado y gobierna en medio del caos, bienvenido el loco y el caos pues la nación nunca ha experimentado una recuperación tan acelerada en tan corto tiempo, con 4.2 % de crecimiento anual, 4 millones de nuevos empleos, las más altas tasas de empleo para mujeres, negros, jóvenes y latinos en décadas y la recuperación del prestigio militar y político en lo internacional.
Aparte de la andanada de directas e indirectas que los oradores del funeral del senador John McCain profirieron contra Trump, a la arremetida del establishment acaba de sumarse Obama, quien entre otras cosas le censuró al Presidente que haya conminado al Fiscal General a que actúe con mayor energía para investigar a Hillary Clinton y a altos funcionarios del FBI por conducta indebida. 
Lo dice Obama, que está involucrado en la conspiración fraguada en el 2016 para invalidar la victoria de Trump en los comicios del 8 de noviembre de ese año. Hay documentos que prueban cómo se armó una torpe trama entre el FBI de entonces, Hillary y un ex espía británico para idear una presunta colisión rusa para llevar a Trump a la Casa Blanca.
La supuesta conspiración originó una investigación a cargo de Bob Mueller, ex director del FBI que ha durado casi dos años y que, ayudado por 13 abogados demócratas latisueldos, no ha arrojado ninguna evidencia de colisión. En cambio, ha trascendido la colusión de Hillary con los rusos y otros manejos turbios para intentar desestabilizar a Trump, que se conocerán en detalla una vez que el Presidente finalmente dicte una orden para desclasificar los documentos pertinentes.
Según últimas noticias, provenientes de dos de los 12 miembros de la Cámara de Representantes que acaban de exigir la desclasificación, esa acción es cuestión inminente. ¿Será esa la explicación por la catarata de ataques del establishment de los últimos días? ¿Han entrado en pánico?

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