Donald J. Trump, de paso para Singapur para la cita cumbre con Kim Jong-Un, les ha confirmado a los consorcios del G7 que o modifican las condiciones desfavorables de comercio para los Estados Unidos o su gobierno pondrá en vigencia medidas equivalentes para lograr equilibrio y reciprocidad.
El propósito no es desatar una guerra comercial, como dicen sus críticos de dentro y fuera de los Estados Unidos, ni de propiciar el aislacionismo, sino de revisar los tratados comerciales que desde hace decenios se aplican con perjuicio para los intereses norteamericanos.
En esa revisión se incluyen no solo los tratados con los países del G7, o sea los siete países de mayor desarrollo industrial del mundo, con la excluída Rusia, sino con otras naciones del orbe como la vecina México o la más distante Corea del Sur.
Solo con China el déficit comercial sobrepasa los 350.000 millones de dólares sin contar con los robos de patentes que podrían sumar una cifra igual. Con Europa la balanza negativa ronda los 150.000 millones y con México los 78.000 millones y cifras parecidas las hay con Canadá y otros.
Las conversaciones para lograr reformas no han surtido resultados y ello ha obligado a Trump a amenazar con imponer tarifas para importación de acero y aluminio. Ahora en Quebec ha dicho que si no hay negociación con México y Canadá sobre NAFTA, podría negociarse por separado o no haber acuerdo ninguno.
Macron, el Presidente de Francia y Merkel, Primera Ministra de Alemania a los que en principio se sumó Trudeau, el Premier de Canadá, dijeron que si Estados Unidos quería marcharse del G7 podía hacerlo, que ellos continuarían unidos. Macron y Trudeau habían expresado previamente su desagrado por la actitud hostil de Trump con los "aliados".
En el G7 están la Alemania y Francia resucitadas con el Plan Marshall de los Estados Unidos tras la II Guerra Mundial. Y está Japón, cuyo proceso de democratización e industrialización se hizo bajo el control del general Douglas MacArthur. Esos países fueron y son aliados, como lo confirmó Trump en Quebec, pero esa no es licencia para avalar acuerdos injustos.
La economía de Estado Unidos es el doble de poderosa que la de China y es superior a la economía conjunta de la Europa Occidental. Pero ello no justifica que continúe amamantando indefinidamente a quienes causaron la II Guerra Mundial y quisieran seguir siendo tratados como víctimas en búsqueda de perenne protección.
La amistad y buena vecindad no exime a nadie de la obligatoriedad de acatar las normas de equidad y reciprocidad en los acuerdos y tratados de comercio. Si europeos y canadienses claman porque no se impongan las tarifas a las importaciones de sus productos a los Estados Unidos, comiencen por abolir las tarifas y otras trabas aduaneras existentes al comercio de productos norteamericanos que tratan de abrirse paso en sus mercados.
Trump fue puntual en citar casos concretos de desbalance comercial, para desvanecer la acusación de que su postura es aislacionista o proclive a una guerra comercial. Dijo estar siempre a favor del libre comercio, siempre que este comercio sea un "fair trade", es decir, un comercio justo, honesto y de beneficio recíproco para las partes.
No comments:
Post a Comment