Desde que surgió la acusación de los demócratas/progresistas de que Putin había manipulado las elecciones del 2016 en favor de Donad J. Trump para perjudicar a la candidata Hillary Clinton que ellos apoyaban, la reacción fue de incredulidad.
¿Cómo explicarse que Vladimir Putin, ex-Director de la KGB de la URSS, pudo inclinarse en favor del multibillonario de Manhattan y no de Hillary o de su rival independiente Bernie Sanders, abiertamente socialista y tanto que su luna de miel la pasó en Moscú en el apogeo del imperio soviético del decenio de 1960?
Claro que Putin es ahora otro ideológicamente, aunque su presidencia la esté ejerciendo casi a perpetuidad. Pero es creyente cristiano ortodoxo, asiste regularmente a la Iglesia, respalda el matrimonio tradicional y aborrece del aborto y el extremismo islámico. Comparativamente sus principos son hoy más afines a los del Occidente clásico que a los de Obama y sus seguidores.
Pero Putin debe continuar en la memoria de los demócratas unido a la URSS
que con tanto ahinco defendieron en las batallas libradas por el senador Joseph McCarthy para desenmascarar a los agentes abiertos y encubiertos del comunismo de Moscú en los Estados Unidos en los años 1950 y sucesivos. El senador probó con documentos la infiltración comunista pero la guerra contra él fue implacable hasta que lograron destruirlo.
Fue la época en que, paralelamente, florecieron las canciones pro paz y anti guerra (la de Vietnam), las misiones mediadoras con el enemigo como la de Jane Fonda en Hanoi o de John Kerry en París. Ser pro URSS y pro Vietcong era lo "in" y humano y pronunciarse contra McCarthy y el imperialismo yanqui la consecuencia lógica del pacifismo "en defensa de la humanidad".
¿Por qué entonces ahora esos demócratas/progresistas olvidan su pasado reciente pro URSS, pro Moscú y pro KGB y tratan de persuadirnos de que el líder ruso se convirtió al "trumpismo" y decidió ayudar al Superburgués para encajarlo en la Casa Blanca? La respuesta que surge es por la pérdida de Hillary en noviembre del 2016, que les dejó anonadados y aparentemente con daños cerebrales tan graves que no tuvieron otra opción que fantasear sobre la "colusión" rusa como causal de la pérdida.
Pero el Informe del Inspector General del Departamento de Justicia, Michael Horowitz, acaba de echar por tierra esa fantasía. En el informe de 500 páginas, divulgado el jueves pasado, queda en claro que no hay asomo de colusión y que el ex-Director del FBI James Comey y otros altos jerarcas de Inteligencia se confabularon para intentar por todos los medios impedir que se confirmara la victoria de Trump, primero y luego que se la descalificara y condujera al Presidente a un "impeachment" previa a su expulsión por el Congreso.
El lenguaje del Inspector es técnico pero concluyente. Aún cuando en ningún documento encontrado se dice que los altos jefes de la CIA y el FBI de Obama pactaron para actuar contra la Constitución, hay otros documentos probatorios de que inclusive antes de las elecciones la intención era prejuiciada en contra de Trump y en favor de Hillary, la escogida de Obama.
El caso mayor de corrupción de todo el proceso develado por Horowitz es la exculpación de James Comey en julio del 2016 a Hillary por el uso indebido de emails y servidores privados cuando era Secretaria de Estado de Obama. Sin tener autoridad alguna y sin participar de ello a su superior, la Fiscal General de entonces Loretta Lynch, Comey dijo que Hillary había actuado muy mal (en contra de la seguridad nacional) pero que no había lugar a juicio porque lo hizo "sin malas intenciones".
El delito de Comey no es no haber consultado con Lynch (que con seguridad sabía de la maniobra) sino el exculpar a Hillary sin tener autoridad para ello. Ese crimen debió apartarla de la campaña electoral ipso facto, para ir a parar tras de rejas luego de un juicio. Ninguno de estos detalles y conexos habrían salido a la luz si triunfaba Hillary, de lo cual estaban convencidos todos incluso medios como el The New York Times.
Ahora se los conoce y seguirán conociéndose más a medida que el Congreso llame a los implicados a declarar y al Inspector General a ampliar y precisar detalles y nombres. Las audiencias comenzarán el próximo lunes y martes. Urge que los culpables salgan a flote y sean castigados conforme a la ley, para restaurar la credibilidad en el FBI y la CIA.
Mientras tanto, han trasncurrido casi dos años de fatigosas intrigas contra el Presidente constitucional y la pérdida de tiempo y recursos (casi 20 millones de dólares) en investigaciones por parte de tres comisiones legislativas y de la Fiscalía General, ninguna de las cuales arrojó evidencia alguna de colusión rusa en las elecciones en favor de Trump. Al contrario, las investigaciones revelaron múltiples actos ilícitos de los demócratas, que se irán probando con el avance de las indagaciones en el Congreso Federal.
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