Al Presidente Donald J. Trump le ha brotado un tercer “establishment” con ánimo de obstruirle su gestión. El primero, desde luego, es el de la abierta oposición del partido demócrata “progresista”, respaldado por la gran prensa y el segundo el de los “RINOs” (Repubicanos solo de nombre).
Estos últimos son los republicanos de membrete que en el fondo coinciden con los demócratas en su visión “progresista” del mundo sobre economía, medio ambiente y la necesidad de abdicar la hegemonía de los Estados Unidos en aras de un globalismo igualitario e intolerante.
El nuevo “establishment”, que acaba de aflorar, es el de los conservadores recalcitrantes, algunos conocidos columnistas, que no aceptan ninguna flexión de Trump para gobernar si de por medio surgen obstáculos propios de la realidad política y legal del momento.
El grupo ha sido leal a Trump, pero no admite que el líder, para seguir cumpliendo con sus ofertas de campaña, en ocasiones tenga que recurrir a estrategias temporales para evitar el estancamiento y el fracaso. No siempre el mejor camino para cruzar el pantano es la línea recta, dijo Lincoln.
Tal el caso, por ejemplo, del Presupuesto recientemente aprobado con un alto endeudamiento y que incluye asignación de fondos para organismos tan opuestos a la prédica republicana como el Planned Parenthood, que promueve el aborto. Trump no debíó aprobarlo, dicen los “ultra”.
Lo aprobó porque en el Senado rige la regulación del anterior gobierno de Obama de que la mayoría debe obtenerse con los 2/3 de los 100 votos y en paquete, no por partes. Trump aprobó la Proforma porque incluía 6.700 mil milllones de dólares adicionales para las Fuerza Armadas, que Obama las debilitó y desfondó.
Para aprobar la próxima Proforma, en septiembre/octubre, Trump promete no aprobar gastos impropios y ha pedido al presidente del Senado, Mitch McConnell, que deshaga lo hecho por su predecesor demócrata Harry Reid para reinstituir la simple mayoría constitucional de aprobar leyes con la simple mayoría de 51/100. Para decidirlo se necesita 51 de los 52 votos de los actuales senadores republicanos.
También los “ultra” se han quejado de que Trump no ha cumplido con la promesa de no intervenir en Siria y la reciente de retirar cuanto antes las tropas que aún quedan allí. Pero el sábado pasado se vio forzado a lanzar misiles a tres puntos concretos donde se producían, almacenaban y luego esparcían productos químicos para matar inocentes.
Ese método de muerte quedó prohibido por la Convención de Ginebra luego de las atrocidades registradas en la I Guerra Mundial. Obama dijo que Assad, el Presidente de Siria, se había deshecho de tales instalaciones, pero no fue así. El año pasado Trump ordenó el lanzamiento de un cohete de alto poder como advertencia, pero más tarde hubo decenas de víctimas por venenos químicos.
Tras una semana de investigaciones, Trump en alianza con Gran Bretaña y Francia resolvió lanzar otro ataque a dichos tres objetivos y el resultado fue de impecable efectividad. Rusia e Irán, que respaldan a Asaad, no respondieron militamente. Todos confían en que los ataques con armas químicas no se repitan.
Y que la oposición de los “tres establishments” no bloqueen al Presidentre en sus gestiones pro paz con Corea del Norte, China y Rusia, factores clave en el conflicto coreano, sirio y del Medio Oriente en general. Trump busca negociar la paz sin claudicar, pero los “progresistas” insisten en la supuesta “colusión” Putin/Trump, que podría sustituir el diálogo con las armas.
Igualmente ha habido reticencia contra Trump por su estilo para terminar con las desventajas comerciales con China y otros (casi todos) los países. Su arma negociadora ha sido la amenaza de imponer tarifas en los casos en los cuales los productos norteamericanos entran a China con altos impuestos, mientras que los productos chinos importados (por ejemplo) ingresan con aranceles 0.
En el caso de China, los resultados han sido inmediatos. Claro, porque la supuesta “guerra comercial” habría perjudicado más a ese país que a USA. China ha prometido revisar las desventajas que elevan el déficit comercial en más de 500.000 millones de dólares por año, sin tomar en cuenta los billones adicionales (se habla de 800.000 millones) por concepto de robos intelectuales de patentes y de marcas.
Similares estrategias se seguirán aplicando a otras naciones con las cuales hay desbalance comercial, como con la Unión Europea, alrededor de 150.000 milllones de dólares anuales, con México y otras. El objetivo no es ni la guerra comercial ni el aislacionismo sino la búsqueda de convenios comerciales realmente libres y de beneficio recíproco.
Cuando están de por medio asuntos de tanta trascendencia, la gran prensa se ha hecho eco con gran vocinglería del lanzamiento de un libro del ex-director del FBI, James Comey, que fue tardíamente despedido por Trump de su cargo por perjuro y filtrador de información reservada. Comey debió haber sido cancelado el 20 de enero del 2017, tan pronto se posesionó Trump de la Presidencia.
Comey perdonó a Hillary por la eliminación de más de 30.000 emails y otras infracciones mientras era Secretaria de Estado, pese a que su papel como director del FBI era investigar y entregar el informe a su superior, la Fiscal General, para que decida lo pertinente. Esa falta era motivo suficiente para que no permaneciera en su cargo.
Trump confió demasiado y ahora Comey, despedido, lanza un libro que demócratas y republicanos condenan por canallesco. Es probable que se le siga juicio porque como ex director del FBI está prohibido de opinar en un caso cuya investigación aún no concluye, la colusión y por referirse a informes reservados.
También ocupó la atención pública las confesiones ante una Comisión del Congreso del creador de Facebook, Mark Zukerberger, por supuestas censuras político doctrinarias a algunos usuarios. Zukerberger, de 29 años de edad y dueño de una fortuna de 40.000 millones de dólares, pidió disculpas a los afectados y dijo que de buena gana aceptaría regulaciones del Estado a futuro.
El usufructuario de Facebook es ultra izquierdista, ultra obamista y lo que más querría es una regulación que le permita seguir haciendo lo que ha hecho hasta ahora: borrar de la plataforma a la derecha. Una “ley mordaza” estilo ecuatoriano le vendría de perlas. Pero lo que menos se necesita es eso precisamente. Lo que se requiere es menos intrusión del gobierno y más “facebooks”, es decir, más opciones de comunicación.
Facebook es una plataforma de expresión a la que voluntariamente acude una multitud de gente. Si muchas personas hallan barreras de expresión, algún otro “zukerberger” debe surgir para diseñar medios alternativos. Y hasta que ello ocurra, debería surgir un boicot espontáneo de quienes no están de acuerdo con este tipo de censura del medio existente.
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