Lo trascendente en cuanto a la convivencia humana es cumplir con la ley. ¿Aceptas vivir en paz y armonía? Pues entonces no existe otra alternativa que acatar un cúmulo de leyes y regulaciones adoptadas por consenso, ya que de otro modo esa paz y esa armonía se quiebran.
Dado que las sociedades humanas no están pobladas por ángeles, como lo advirtió James Madison, uno de los co fundadores de esta nación, para los que vulneran las leyes hay que establecer policía y juzgados para aprehenderlos, juzgarlos y castigarlos. Tarea, por cierto, inacabable.
Las leyes, inspiradas en valores éticos y morales, rigen no solo para el convivir interno de las naciones sino también para el ajuste en las relaciones internacionales. Y, por cierto, moderan la conducta individual de los seres humanos capacitándoles para diferenciar ente el bien y el mal.
Si se hubiera cumplido la ley, probablemente no habría habido la masacre de Parkland, en la Florida, que causó la muerte de 17 vidas inocentes. La FBI y la Policía no hicieron caso de los 45 llamados de advertencia sobre la mentalidad enferma del asesino Nikolas Cruz, pese a que por ley debían hacerlo.
Si hubiesen rastreado a Cruz, expulsado de la escuela por violencia, no habría podido comprar el fusil A-15 semiautomático con el cual ametralló a sus ex-compañeros y al entrenador de fútbol. El policía de guardia en la escuela no ingresó al oir disparos, desobedeciendo el reglamento.
Desastres como el ocurrido no se corregirán con más leyes obstructivas a la tenencia de armas que garantiza la Constitución, sino con sancionar a quienes no cumplieron con las leyes vigentes y con adoptar medidas para que en el futuro no se las omita. Solo los estados totalitarios prohiben a sus ciudadanos el libre uso de armas de fuego.
La confusión creada por Obama con los niños que vinieron con sus padres al cruzar ilegalmente las fronteras y que los protegió de la deportación con el decreto ejecutivo DACA, tiene su origen en violaciones de la ley. El ingreso de padres e hijos fue ilegal y al amparlos Obama violó la Constitución. El Congreso aún no acuerda una vía para su legalización.
En lo internacional, la crisis de Corea del Norte no la creó Trump sino la dinastía Kim y su heredero Kim Jong-Un. Esa fracción de la Península Coreana, que quedó en manos comunistas por debilidad de Truman, violó el Acuerdo de No Proliferación de Armas Nucleares de las Naciones Unidas y desarrolló su propio arsenal nuclear con apoyo iraní y chino.
Los predecesores de Trump, demócratas y republicanos, fracasaron en sus intentos de desnuclearizar a Corea del Norte con mimos y dádivas a cambio de ofertas que nunca se cumplieron. Ahora parece que la situación podría cambiar con la aplicación de otro estilo de diplomacia que no oculta que para hacer cumplir con la ley se precisa como respaldo de la fuerza.
Los “escándalos” dentro del FBI están siendo motivados también por el irrespeto a la ley. La demócrata Hillary Clinton perdió ante Trump en las elecciones del 2016 y la ley vigente manda que hay que respetar los resultados alcanzados limpiamente. El partido de Obama resolvió no respetar ese elemental principio y forjó fantasías para impedirlo.
Comprometió a las más altas autoridades del FBI para que respaldaran una supuesta “colusión” de Putin con Trump para favorecerlo en las elecciones en perjuicio de Hillary. A casi año y medio de investigaciones de un consejero especial y de dos comisiones del Congreso, solo una se ha pronunciado porque la acusación no tiene sustento.
Pero han aflorado patrañas registradas por escrito, algo increible para profesionales del espionaje. En esas notas se trasunta un odio irrazonado contra Trump y el deseo de forjar lo que fuere para descalificarlo y destituirlo. Por lo pronto, el subdirector de la FBI, Andrew McCabe, acaba de ser destituído del cargo por pedido de un organismo interno de auditoría y se espera que será enjuiciado por perjurio.
Ante el diluvio de evidencias delatoras de las deshonestas intenciones que Obama y los seguidores de la frustrada Hillary tienen contra Trump, éste acaba de sugerir que ya no tiene sentido que el consejero especial Robert Mueller continúe desperdiciando tiempo y dinero en la búsqueda de evidencias de la colusión rusa, exhortándole a que de por cerrado el caso.
Los demócratas progresistas y sus portavoces que son la mayoría de medios de este país y del exterior, se han lanzado al unísono a condenarlo diciendo que Trump “va a cancelar” a Mueller y que la cancelación de McCabe se explica como “una obstrucción a la justicia” para impedir que salga a luz “la verdad” sobre la colusión.
La Casa Blanca tuvo que aclarar que Trump nunca ha tenido ni tendrá la intención de despedir a Mueller y que sigue firme la promesa de cooperar para cualquier gestión que requiera su misión. El cumplimiento de la ley es una acción humana estrechamente vinculada con la verdad. Los medios en este país, infectados por el virus progresista, por desgracia no dicen la verdad por haber dejado de ser independientes.
Su percepción de la realidad ha quedado circunscrita al esquema mental que les ha sido imbuído desde hace algunas décadas en escuelas, colegios y universidades por la corriente “progresista” anti Constitución que Trump pecisamente está empeñado en pulverizar y por lo cual atrae tanta resistencia.
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