Wednesday, December 13, 2017

¿REFERENDO SOBRE TRUMP?

Los que siguen sin poder aceptar la realidad de que Donald J. Trump ganó con amplia y límpida mayoría las pasadas elecciones presidenciales de noviembre del 2016, están delirantes de alegría con la pérdida en Alabama del candidato republicano a senador, frente al demócrata.
Alabama es un Estado notoriamente conservador, que le dio a Trump 28 puntos de ventaja en los últimos comicios y que no había elegido a un demócrata en más de 25 años. Sin embargo, anoche ganó con décimas el demócrata Doug Jones, derrotando a Roy Moore, quien fue presidente de la Corte Suprema de Justicia del Estado.
Trump dudaba que Moore pudiese ganar las elecciones especiales que se habían convocado para llenar la vacancia dejada por el senador Jeff Sessions,  que aceptó ser Director del Departamento de Justicia. Por ello, en las primarias, apoyó al senador temporal Luther Strange, que apoyó firmemente sus propuestas en el Congreso.
Pero en las primarias ganó Moore y a última hora Trump lo respaldó, pues juzgó preferible conservar con un republicano la mayoría de 52 senadores que perderla con un demócrata, que además siempre se mostró partidario de la más extrema defensa del aborto, el matrimonio gay y otras tesis contrarias a la posición conservadora de Alabama.
Su visión, pues, quedó confirmada. Hay quienes especulan que si Strange era postulado en las primarias republicanas, arrasaba en las elecciones de ayer frente a Jones. Eso podrá comprobarse en el 2020, cuando Jones pretenda ser reelecto. Si los republicanos aciertan en escoger a un líder sin tacha, no habrá sorpresas desagradables como la de anoche. 
Los demócratas “progresistas”, a quienes fastidia por “obsoleta” la vigencia de la Constitución de 1788 y la victoria de Trump, se sienten estimulados con el “referendo” de anoche en su objetivo de forzar de alguna manera a que el Presidente cese en sus funciones por renuncia o por destitución del Congreso. Primero intentaron probar fraude en las votaciones y fallaron cuando con los primeros recuentos los resultados más bien aumentaban los votos de Trump.
Luego fantasearon acerca de una supuesta conspiración de Vladimir Putin, el autoritario presidente de Rusia, para intervenir en las elecciones y en la opinión pública norteamericana en favor del billonario de Manhattan en perjuicio de la “progresista”/socialista Hillary Clinton, pero a medida que las investigaciones avanzaron, la pretendida colusión se descubrió que existía más bien en favor de Hillary.
Ahora quieren dar largas al tema “colusión”, por falta de pruebas y se les ha ocurrido autoflagelarse con el tema del “acoso sexual” de parte de algunos de sus dirigentes y afiliados, como pretexto para blandir la misma acusación a Trump, a fin de que el Congreso investigue su pasado y, a la postre, lo interpele y destituya por motivos sexuales.
Parecería que dijeran: en Alabama el republicano Moore perdió debido a la acusación (sin pruebas) de que abusó hace más de 40 años de menores y perdió. En senador Al Franken, demócrata, hostigó sexualmente a varias mujeres y nuestro partido no lo apoyó, obligándolo a renunciar. Y así otros ejemplos. Es hora, pues, dicen, de que parecida suerte recaiga sobre Trump y para ello  resucitan denuncias de mujeres supuestamente por él asediadas. 
Una de ellas dice que sufrió una crisis de nervios porque en alguna ocasión el magnate le pidió su número telefónico. Las denuncias carecen de sustento, ya fueron refutadas. Solo faltaría  que algunas se remonten a la época de Donald en el kindergarten. Fueron presentadas y negadas en la campaña y los ciudadanos votaron por él mayoritariamente y lo harían nuevamente sin vacilación.
¿En qué consisten los acosos o asedios sexuales? No se dan detalles y no se permite el recurso legal de confortación entre acusador y  acusado. Las denunciantes son todas “feministas”, que consideran que hombres y mujeres son iguales. Pero por las denuncias se diría que todas eran y son de alfeñique, incapacitadas para decir no a los devaneos de seducción que sucitan sus naturales encantos.
En un programa de radio, una dama que dijo ser profesional afirmó que en su carrera estuvo varias veces al borde de parecidos acosos pero siempre optó por decir no, marcharse y cerrar la puerta. Añadió que otras mujeres voluntariamente o no cedieron a la tentación por debilidad, para escalar posiciones o por chantaje. Si hubiera procedido igual, ahora tendría mucho dinero, confesó.
Claro, son distintos los casos de empleo de la violencia y acoso a menores de edad. Pero en situaciones normales, la líbido masculina se activa en mayor o menor grado según sea la respuesta tácita o expresa de la contraparte femenina (o del mismo sexo, dirían los homosexuales). De lo cual se desprende que la teatralización de los demócratas sobre el acoso sexual, desatada en los últimos días, es solo eso: tetralización urdida con fines políticos.
Tan traída de los cabellos, como lo han sido las frustradas intenciones de causar el naufragio de Trump por supuestos fraudes en las votaciones, la colusión rusa, o la obstrucción de la justicia. Si ese no fuera el caso ¿por qué la Bolsa de Valores sigue batiendo récords al alza, cae el desempleo y cada  vez hay más confianza para invertir y crear empleos?

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