Mientras el Presidente Donald J. Trump continúa su primera gira, ahora por El Vaticano y Bruselas para culminar en Taormina, Sicilia, la oposición de los demócratas y la “gran prensa” persisten en su intento por demostrar que fue Putin quien llevó al billonario a la Casa Blanca.
Llamaron a comparecer ante el Congreso al ex-Director de la CIA, John Brennan, para que confirme que los rusos intervenieron en las elecciones del año pasado para favorecer a Trump, en perjuicio de la demócrata Hillary Clinton. Desde el verano del 2016 lo sospechamos y pedimos a los rusos que no lo hagan, dijo Brennan.
Cuando un senador republicano le preguntó si había alguna evidencia de “colusión” entre agentes rusos y Trump o miembros de su campaña para el sabotaje, Brennan ratificó lo que había dicho con anterioridad: ninguna. Pero “quizás aparezca” en el curso de la investigación, añadió. Investigación que ya lleva ocho meses.
Si la CIA a su mando, en el gobierno de Obama, había detectado intención de interferencia en las elecciones por parte de los rusos, el impedirlo debió ser su responsabilidad. La advertencia que si hubo fue la del FBI, que pidió al GOP y a los demócratas blindar las computadoras para evitar el hackeo. Los demos nada hicieron salvo hacer público el “password” o clave secreta que decía: password.
Las evidencias no existen y no se encontrarán. Si las hubiere, por mínimas que fueren, ya habrían saltado a las primeras planas del The New York Times y The Washington Post, hallando eco 24/7 en CNN, MSNBC y ABC y demás fieles parlantes del progresismo demócrata. No obstante, la mentira y la distorsión persisten con el objetivo de desestabilizar a Trump.
Mucha gente tiene una visión errada del partido demócrata. En su origen fue un defensor de la esclavitud y prefirió la secesión del Sur para perpetuarla. La resistencia se quebró con la Guerra Civil comandada por un republicano, Abraham Lincoln, con el sacrificio de 600.000 vidas humanas y pérdidas económicas incomensurables.
Tras la victoria y abolición de la esclavitud, Lincoln quiso restaurar la unidad, evitando las retaliaciones contra los vencidos y garantizando los derechos ciudadanos a los negros, incuído el del voto. Pero a poco un asesino demócrata acabó con su vida, frustrando los anhelos del lider por ver una nación finalmente ajustada a plenitud a la Constitución.
Por influjo y prevalancia de los demócratas la segregación racial prevaleció en todos los órdenes, incluído el de la votación para los negros y su acceso a establecimientos educativos, medios de transporte, hoteles y demás sitios públicos, como restaurantes y salas de espectáculos. El Presidente Woodrow Wilson (1913-1921), virtual padre del “progresismo”, fue uno de los más radicales segregacionistas
Paralelamente, los demócratas impedían por la fuerza cualquier intento de atenuar la segregación, mediante grupos como el Ku-Klux-Klan, quienes ocultos en sus cucuruchos incendiaban y linchaban o ahorcaban a negros supuestamente infractores de las leyes de la supremacía blanca. También fueron tenaces opositores a conceder el voto a la mujer.
La situación varió con la aprobación de la Ley de Derechos Civiles que abolía lo que ya quedó abolido con la Guerra Civil: la discriminación racial. La propusieron los republicanos y pese a la tenaz oposición demócrata, fue aprobada por el Congreso en tiempos de Lyndon Johnson, Presidente demócrata, segregacionista convencido.
Pero Johnson, de sagacidad sin paralelo, se apropió de la ley y vió en ella una fuente inagotable de provisión de votos para el partido demócrata con la artimaña de convertir a los negros en “víctimas” de un sistema injusto que ellos históricamente contribuyeron a consolidar desde el nacimiento de la República. De verdugos pasaron ellos a convertirse en salvadores de los negros.
Una profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Vanderbilt, Carol Swain, negra, explica con claridad la realidad histórica del partido demócrata, al cual son tan adictos los de su raza, jóvenes y más personas ajenas a la Historia. El clip de pocos minutos se halla en este enlace.
Hay otras características que se pasan por alto sobre el partido demócrata. No solo la Guerra Civil no tuvo la culminación deseable. Otras guerras se desviaron por falta de liderazgo de los gobernantes demócratas de turno. Tras la II Guerra Mundial, FDR permitió el florecimiento de la URSS como imperio de hegemonía mundial, pese a las advertencias de Churchill.
La URSS erigió una “cortina de hierro” alrededor de las naciones súbditas y quiso ampliar su dominio más allá de ella. Primero en Corea, luego en Vietnam y en Cuba. Estados Unidos comandó las tropas de las Naciones Unidas para repeler las agresiones en Corea y Vietnam, pero faltó la voluntad política para alcanzar la victoria.
Los invasores chinos en Corea estaban derrotados y el general MacArthur estaba listo para aplastarlos, cuando ya los soviéticos retiraban su apoyo. Pero el demócrata Truman prefirió destituir al general y conceder a los invasores el armisticio, dividiendo a la península con el paraleo 38. Al norte quedó una mazmorra comunista que subsiste con armas nucleares y un régimen despótico, frente a un Sur capitalista y próspero.
Algo peor ocurrió en Vietnam. La mentalidad demócrata/progresista no pudo enfentar a la “gran prensa” y a los muchachos que no querían ir a la guerra a combatir a los agresores sino/soviéticos. El Congreso congeló los fondos para las fuerzas de combate. Estados Unidos, por primera vez, perdía una guerra que la tenía ganada si hubiese habida la decisión de ganarla.
Con Cuba la historia es igualmente deprimente. Fidel Castro “había salido del closet” y entregado por completo a la URSS. No habría ocurrido ello si el demócrata John F. Kennedy cumplía el plan del republicano Eisehhower para derrocar a Fidel con la invasión por Bahía de Cochinos. A última hora ordenó que no se envíe la aviación de respaldo y Fidel ganó. La dictadura continúa en la Isla, como en Corea del Norte.
Parece que los hermanos Kennedy se arrepintieron y tramaron deshacerse de Fidel luego de la crisis de los misiles. Pero días antes del golpe, la mafia lo asesinó en Texas, la misma mafia que le ayudó a derrotar a Nixon en las elecciones a pedido del padre Joseph Kennedy y que luego se sintió traicionada cuando el Procurador Robert los persiguió.
¿Más casos de guerras perdidas o inconclusas? Irak y Afganistán. Estados Unidos lleva dieciseis años en una pelea sinfin, esta vez por culpa de Obama que pudo terminarla cuando de todas maneras George W. Bush había rectificado sus errores, antes de entregarle el mando. Al contrario, lo que logró Obama es la expansión y robustecimiento del terrorismo islámico.
Donald J. Trump está precisamente en diálogo con los aliados en su gira internacional para formar una coalición con el fin de pulverizar al terrorismo en sus orígenes. Si lo logra, sobrepasaría con mucho a sus predecesores demócratas en la Casa Blanca.
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