Acaso el calificativo más apropiado para describir la victoria de los Patriots sobre los Falcons en el juego de anoche en la final del fútbol americano en Houston, fue “épico”. Tras perder por 21-0, los Patriotas se recuperaron y a la postre derrotaron a los Halcones por 34-28.
Fue una jornada vibrante, de emoción intensa en la que fue nítida la misión de liderazgo de Tom Brady, la estrella escarnecida sin misericordia por el pecado de no ocultar su amistad y preferencia por el Presidente de los Estados Unidos Donald J. Trump así como por profesar abiertamentre su fue religiosa.
Algunos comentaristas comparan lo ocurrido anoche en el estadio tejano con lo que sucedía la noche de las elecciones del 8 de noviembre pasado, cuando Hillary Clinton aventajaba a Trump en los primeros recuentos y ya el diario The New York Times predecía que la candidata demócrata ganaría con una ventaja del 85%.
Los resultados fueron otros, por cierto, como en la justa de ayer, acerca de la cual Donald Trump se había visto forzado a predecir los resultados. Ello ocurrió en la entrevista con Bill O´Reilly en FoxNews antes del partido. Al comienzo, el Presidente no quiso constestar, pero O´Reilly le advirtió que no lo dejaría sin antes conseguir la predicción.
Finalmente lo hizo, inclinado dijo por amistad con los Patriots aunque sin desconocer la gran calidad de los Falcons. Ganarán los Patriots, dijo. ¿Y con cuánto? le preguntó el conocido entrevistador. Con unos ocho puntos, respondió. Su vaticinio se excedió solo dos puntos con el resultado real.
Mientras la gente seguía fascinada el desarrollo del evento deportivo, en el área política continuaba y continúa pendiente el debate sobre la decisión de un juez federal de suspender una orden presidencial de ingreso de los extranjeros de siete países promotores del terrorismo, hasta precisar mejor los procesos de escrurtinio.
La acción del juez ha frenado la orden y aunque será apelada hasta un nivel superior, es probable que la decisión final vaya a manos de la Corte Suprema. Lo cual demoraría meses y talvez hasta entonces no habrá el noveno juez propuesto por Trump, con lo cual la votación de la Corte seguiría empatada entre cuatro de izquierda y cuatro de derecha.
La interferencia del juez de Seattle, Estado de Washington, James Robart, confirma la contaminación “progresista” (socialista/izquierdista) de la rama judicial, que se ha ido acentuando en los últimos años. Su influjo negativo radica en considerar inflexible a la Constitución, impropia para adaptarse a los cambios de los tiempos modernos que demandan, según ellos, una mayor y decisiva intervención gubernamental para imponer "justicia social" .
La suspensión migratoria de Trump es facultad claramente establecida en la Constitución. El juez Robart dice que causa daño a los derechos de los extranjeros afectados, lo cual viola garantías constitucionales. Pero ocurre que la Constitución de los Estados Unidos protege solo a los ciudadanos norteamericanos y solo ellos son los que tienen derecho a entrar y salir libremente del país.
El Jefe del Ejecutivo está obligado a velar por la seguridad nacional y una de las formas primarias es controlar quiénes entran y cómo. Al estallar la II Guerra Mundial, FDR prohibió el ingreso de japoneses, a los residentes en el país los internó en campos de seguridad y otras restricciones aplicó a los alemanes e italianos, porque sus países de origen pertenecían al Eje.
También ha habido restricciones para evitar enfermos de países con epidemias, como el Ebola. Durante la Guerra Fría se negaban visas a los comunistas afiliados o pro comunistas y en las postrimerías del Siglo XIX el Presidente John Adams pedía ya restringir el ingreso de “tanto irlandés” que casi sin excepción se unían a las huestes de su rival Thomas Jefferson.
La protesta contra la medida de Trump se ha extendido a las calles de varias ciudades de los Estados Unidos y de otros países. Parte de la mentira de que es “anti inmigrante” y “anti musulmán”. No es lo uno ni lo otro, sino simplemente es el deseo de verificar que quien desee llegar a este país no venga camuflado como terrorista, con identidad falsificada.
El inmigrante de cualquier región, raza o credo seguirá siendo bienvenido, siempre que lo haga legalmente y esté dispuesto a respetar las leyes y la Constitución. Trump no quiere repetir los errores de Europa, donde los árabes se aislan, irrespetan la cultura judeo cristiana, buscan imponer la ley Sharia y a la final completan una invasión que no pudieron hacerla antes con la espada.
Las protestas aparentemente son sufragadas por Soros, un billonario judío de origen húngaro y uno de los principales promotores del globalismo que Trump y Brexit han resuelto detener. Hay quienes ignoran esta versión y la comparan con las protestas contra la guerra de Vietnam. El símil no tiene validez. En el caso de hoy, Trump es pro USA, en el caso de Vietnam, el movimiento era anti USA.
El origen de la rebelión del decenio de 1960 está en el rechazo a la ley de reclutamiento obligatorio por parte de los jóvenes de entonces. Las condiciones de vida post II Guerra Mundial habían mejorado notablemente, pues los veteranos accedieron con becas a las universidades, lograron empleos bien remunerados y sus hijos gozaron de comodiades y oportunidades que nunca ellos tuvieron, inmersos en la Depresión.
La perspectiva de ir a la guerra y arriesgar sus vidas, perdía atractivo, peor si se distorsionaba el objetivo con las constantes informaciones de los medios audivisuales e impresos. Se decía que los soldados americanos eran asesinos, invasores, opresores y que la causa de los Vietcongs era la causa de los buenos y de los justos (según la actriz Jane Fonda).
La verdad era y es otra. Stalin, tras la derrota del Eje, no quiso adherirse al Plan Marshall para la recuperación de Europa ni al Programa de Átomos para la Paz. Su meta era cercar a la URSS con una “cortina de hierro” y expandir el imperio fuera de ella por todo el orbe mediante la subversión, la guerrilla y la quintacolumna. Con el robo de fórmulas construyó su propia bomba atómica e igual lo hizo Mao más tarde en China.
Estados Unidos no organizó las guerras en Corea ni Vietnam con afán de conquista. Fueron respuestas a las invasiones expansionistas de la URSS y China en las dos penínsulas y para ello hubo consenso en las Naciones Unidas. El poderío bélico al mando de USA era evidente en los dos casos, pero la debilidad política de Truman en Corea y Nixon/Johnson en Vietnam impidió que el comunismo fuera derrotado.
La URSS se desplomó en 1989, pero su ideología sigue infiltrándose en las mentes de muchos y en gobiernos como los de Cuba, Corea del Norte y de sus imitadores por doquier. Los que protestan ahora en las calles contra el control migratorio, no razonan. Su raciocinio está bloqueado y programado por la máquina de “pensar” del progresismo izquierdista/marxista.
Pero esa maquinaria da muestras de estar oxidada. Pronto quedará en desuso según avancen y consoliden los logros del gobierno de Trump y sus promesas de restaurar los principios emblemáticos de la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos, con su versión pragmática, la Constitución.
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