Los demócratas y “liberals” (izquierdistas) de este país, con Obama a la cabeza, siguen golpeándose esta extremidad de sus cuerpos contra las paredes tratando de ingeniarse alguna manera para impedir que Donald Trump se posesione como Presidente el 20 de enero próximo.
Unos lloran, otros se desgañitan, los “anchors” o guías de los programas de TV de los domingos se afanan por tratar de desfigurar la verdad y hacer aparecer al Presidente Electo como alguien que no es, pero sus esfuerzos se estrellan contra la realidad de lo ocurrido el 8 de noviembre pasado.
En esa fecha, la mayoría del pueblo norteamericano desoyó a los medios y a los dirigentes de las elites de los dos mayores partidos políticos que se inclinaron por Hillary Clinton y votó por Trump, que prometió crear empleo y recuperar los valores tradicionales de esta nación democrática.
Los perdedores aún no se recuperan del impacto. Pretenden ahora acusar a Putin, el líder ruso, de ser el responsable de haber “hackeado” al partido demócrata para entregar a Julián Assange los emails para que divulgue la podredumbre que empleó su dirigencia para manipular las elecciones en favor de Hillary.
En favor de Hillary y en contra de su rival de partido, Bernie Sanders, quien escogió a la URSS para su luna de miel en 1960. Todo ello, según la denuncia, para tratar de persuadir a los votantes de gringolandia a que voten por...Trump, el magnate billonario quintaesencia del capitalismo, que tienen regados sus negocios por todo el planeta.
Como lo dijo el propio Trump, la denuncia y la orden de investigación dispuesta por Obama sobre el “hackeo”, es algo “ridículo”. Primero porque según propio testimonio, hay la presunción pero no la prueba del “hackeo” y segundo porque es extemporáneo e imposible de ser aceptado por contrapuesto al sentido común.
Vladimir Putin fue Director de la KGB, la Central de Inteligencia de la URSS similar a la CIA, que alguna vez dirigió George WH Bush. Aunque el ruso ha dado pruebas de haberse alejado del credo y práctica marxista, que asiste regularmente a la iglesia ortodoxa, aborrece al islamismo extremista, al aborto y ha dado otras señales pro Occidente, por sus raíces se diría que debió inclinado más por Hillary/Sanders que por Trump en las recientes elecciones de este país.
Pero los seguidores de Hillary están desesperados y no descartan recurso alguno para perpetuarse en un mundo irreal, por “ridículo” que sea, pese a que ello podría afectar al prestigio y credibilidad de los servicios de inteligencia de USA. ¿Cuán irresponsable es lanzar acusación de ese volumen, con una simple presunción, sin pruebas? ¿Cuán bajo ha caído la calidad profesional de los periodistas, que se hacen eco de esa patraña sin buscar documentos probatorios?
Lo elemental, desde el punto de vista periodístico, sería enviar a Moscú a un reportero para entrevistar a Putin sobre el tema, habida cuenta que él siempre está dispuesto a ello. Y a otros para que investiguen sobre el tema a profundidad, de modo independiente y sin la tutela del gobierno.
De esa manera reflotaría la verdad que ya surgió y que ahora se oculta: que Assange recibió los emails por filtración de agentes de la CIA disgustados por la manipulación de Obama y la Fiscalía General, no de manos de un hacking ruso. Se prefiere no comentar que lo importante es el contenido pretendiendo concentrar la atención solo en el hacking, que es práctica de espionaje cibernético utilizada por todos incluídos los Estados Unidos y no solo contra los rivales, sino con países amigos (Alemania).
Sea como fuere, la verdad quedará expuesta. Obama y quienes lo apoyan como los senadores republicanos McCain y Graham, fracasarán en su intento de probar que Putin perjudicó a Hillary para que triunfe Trump con los emails del Comité Demócrata. El país de Obama quedará ridiculizado. ¿Qué otra maniobra planean los demos?
Se quejan de la calidad de los nominados hasta ahora por Trump para su Gabinete ministerial. Que son muy “ricos” o que hay muchos generales. El Presidente Electo ha contestado que quiere que lo ayuden los que han demostrado eficiencia en sus vidas, que han sido “ganadores”, no “perdedores” (loosers). Es con ellos con los que se labra la riqueza social, creadora de bienestar y empleo en un marco de libertad.
La idea de implantar “justicia social” que quieren los “liberals”, es en el fondo querer “redistribuir la riqueza”, lo que significa igualar la pobreza, la miseria y la pérdida de las libertades. Trump busca lo opuesto: con un Gabinete eficaz, abrir el horizonte de las oportunides para multiplicar la riqueza, no obstruirla con más de 7.000 regulaciones inconstitucionales como lo ha hecho Obama.
La obsesión de los utopistas de alcanzar una sociedad con “igualación de resultados” es dañina y corruptora y requiere de autócratas que se creen escogidos para dictar normas de conducta a los demás. “Ningún hombre es lo suficientemente bueno para gobernar a otro sin su consentimiento” lo dijo Abraham Lincoln y eso está traducido en la Constitución y Declaración de la Independencia de los Estados Unidos.
El mismo mandatario advirtió que “todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son”. Cada uno nace, en verdad, con talentos, virtudes y ambiciones diversas con la potencialidad de desarrollarse en libertad a fin de alcanzar la felicidad, como lo estipula la Declaración de la Independencia y lo estatuye la Constitución.
Cualquier intento por alterar o suprimir esa aspiración es contrario a la Ley Natural y ha degenerado en tiranías, hambrunas, genocidio y exilios. Hay que reorganizar al país, parece decirlo Trump, valorando al ser humano en todo su esplendor, como lo quisieron sus Fundadores en el siglo XVIII, gracias a lo cual este país ha llegado a ser y quiere seguir siendo la mayor potencia de la Historia.
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