Thursday, August 11, 2016

TRUMP INDETENIBLE

Fue una experiencia singular asistir personalmente a una reunión con el candidato republicano Donald Trump, en un hermoso y amplio estadio cubierto en la ciudad de Sunrise, condado de Broward, al sur de la Florida.
La presencia del candidato estaba prevista para las siete de la noche, pero su arribo tardó más de una hora. Alguien bromeaba, impaciente, que había que sugerir que entre las promesas de campaña se incluya el slogan sobre “Let’s make America punctual again”.
Pero la espera valió la pena pues debido a las medidas de seguridad el recinto tardó en llenarse y cuando Trump finalmente arribó, había pocos sitios claros. Su entrada fue apoteósica, electrizante, con la gente de pie aplaudiéndolo y él saludando y devolviendo los aplausos.
Los anti Trump califican a sus simpatizantes como poco ilustrados, lo que resulta insultante. Entre los asistentes había gran variedad de etnias y  edades, quizás con predominio de gente de la clase media y alta. Por cierto, no había muchos negros, fruto del prejuicio divisionista impuesto por Obama.
El atractivo de la oratoria de Trump no se basa en su demagogia sino en la exposición de hechos expuestos de manera clara y directa. La innovación anoche fue el uso de cuadros con gráficas demostrativas de cómo Obama ha aumentado la deuda pública de 10 trillones a 20 trillones de dólares en sus ocho años de gobierno.
Ese solo factor bastaría para execrarlo. Pero exhibió otros cuadros en los que se observa cómo 93 millones de ciudadanos están sin empleo, cómo ha subido el déficit comercial, cómo ha caído la productividad industrial, cómo se ha duplicado el ingreso indiscriminado de refugiados.
La “bomba” soltada anoche (para los anti Trump), fue acusar a Obama de ser el fundador del ISIS y a Hillary Clinton, su Secretaria de Estado y ahora candidata demócrata a la Presidencia, de ser la cofundadora. Como diría ésta, se trata de una “old news”, noticia vieja, pero los antitrompistas dicen que es un escándalo.
Cuando en el 2011 los terroristas islámicos habían sido vencidos en el Irak con el operativo del general David Petraeus, Obama ordenó el retiro de las tropas norteamericanas dejando atrás sus armas y pertrechos. A poco, los jihadistas se reagruparon y apertrecharon, creando el Califato y un ejército de 50.000 hombres para iniciar el terror por la región y el orbe.
Bajo la conducción de Hillary, Ghadafi fue derrocado en Libia y ese aliado de Estados Unidos fue sustituido por la anarquía y el jihadismo. Fue ahí, en Benghazi, que Hillary y el embajador Stevens planeaban el envío de armas a Al Qaeda en Siria para derrocar al Presidente Bashar al-Assad. El operativo fracasó con la masacre terrorista del embajador y tres funcionarios.
Los seguidores creen en Trump cuando promete rescatar los principios en los que se basa la cultura de los Estados Unidos. El “progresismo”, cuyos baluartes de hoy son Obama/Hillary/Sanders deploran la Constitución de 1778 y consideran que la división de poderes debilita al Ejecutivo en su misión de establecer la “justicia social” y la “redistribución del ingreso”.
Trump, por el contrario, juzga que la propiedad privada está garantizada por las leyes y que al Ejecutivo le toca velar por ella, no intrervenirla para redistribuirla. La expedición de leyes es privativa del Congreso, no del Ejecutivo ni menos de las Cortes, que ahora lo hacen por presión de los gobernantes “progresistas” de uno y otro partido.
Hillary está sobreprotegida por Obama porque confía que ella continuará su política “progresista”. Esa la razón por la cual ordenó a la Fiscal General Loretta Lynch que la exculpe por los delitos contra la seguridad nacional por el uso indebido de emails y que ignore el pedido del Director del FBI para que investigue los fraudes cometidos por la Clinton Family (Crime) Foundation, mientras ella era su Secretaria de Estado.
Los partidarios de Hillary no pueden hacer campaña en favor de Hillary  ni en favor de Obama, porque nada positivo pueden ofrecer de ninguno de los dos, ni en lo doméstico ni en el manejo de política externa. Ello explica que en tal campaña no haya promoción de la candidata, sino solo intentos de demolición del contrincante.
Pero al parecer, la estrategia no tiene el efecto deseado, pese a que en los empeños colaboran la mayoría de los medios audiovisuales y los políticos no solo demócratas, sino de los republicanos “globalistas” o “progresistas” que se aterran frente a un Trump que no quiere sujetarse a sus dictados.
Ante la falta de argumentos pro Hillary, las frases de Trump se distorsionan para darle otro sentido. Si dice que hay que evitar que entren libremente los ilegales, entonces Trump es enemigo de la inmigración. Si afirma que desde México pueden filtrarse violadores y delincuentes, pues para Trump todos los mexicanos son violadores.
Luego de los atentados terroristas aquí, en Europa y otras regiones, Trump pidió que haya mayor estrictez en el ingreso de refugiados que proceden de países terroristas, inclusive con preohibición temporal. Ello indujo a los clintonianos a sostener que Trump es enemigo del Islam. Igual cuando dijo que hay que revisar los tratados de comercio que no benefician al país. Es un retrógado aislacionista, afirmaron.

Sin duda será en extremo interesante observar los tres debates que habrá entre Trump y Hillary, con anterioridad a los comicios del 8 de noviembre. ¿Cómo se comportará Hillary sin teleprompter, sin asesores, sin reporteros que lo escuden? ¿Sola frente a un Trump cargado de información y datos, histriónico, agresivo y sin “pelos en la lengua”? 

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