Un jugador profesional de fútbol americano, que seguramante gana millones de dólares por hacerlo, acaba de manifestar su protesta contra el Himno Nacional de los Estados Unidos permaneciendo sentado mientras se lo entonaba al inicio de uno de los partidos.
Lo hizo porque, siendo mulato, se considera más negro que blanco y cree que el Himno es un emblema de la sociedad blanca opresora de los negros y dice que seguirá manteniendo esa actitud mientras su “raza” no sea reivindicada con más igualdad de oportunidades.
Kolin Koepernick es el nombre de este ciudadano, que por añadidura ha sido criado como adoptivo de una pareja blanca. Su etnia y su cosmovisión coincide con la de Obama, cuyo padre negro era originario de Kenia, su madre blanca de Kansas y en gran parte fue cuidado por sus abuelos blancos.
El futbolista denota ignorancia o desinformación e ingratitud. La esclavitud es un hecho histórico que no se puede negar ni editar, pero tampoco puede negarse que para abolirla hubo una Guerra Civil protagonizada por blancos a un costo de 600.000 vidas, algo sin precedentes en la humanidad.
La historia está plagada de guerras de conquista. Los vencederos esclavizaban a los vencidos, los cuales contribuían a engrandecer la economía y la arquitectura de los imperios. La misma palabra “esclavo” proviene de eslavo, término con el que se calificaba a los prisioneres sometidos por los conquistadores nórdicos.
La esclavitud no exceptuaba a ninguna raza. En África las etnias negras no eran ni son uniformes ni iguales y las batallas entre si eran y aún lo son, continuas y culminaban con esclavismo de los vencidos. Igual ocurría con los árabes, con los romanos y los griegos. La necesidad del esclavismo por razones económicos solo declinó con el industrialismo.
Durante cuatro centurarias, desde el siglo XVI, uno de los negocios más lucrativos fue capturar negros del África para venderlos a Europa y sobre todo a América, donde se había descubierto la gran fuente de riqueza de la caña de azúcar para producir el edulcorante y el ron y, más tarde, para cultivar el tabaco y el algodón.
En un reciente programa de 60 Minutes se confirma con documentos que la captura de los negros en África no la hacían los blancos sino los negros, que recibían por cada uno unos 600 dólares (10 o 12.000 dólres al cambio actual). El barco, al mando de la tripulación blanca, aguardaba acoderado en el puerto en espera de la mercancía.
El transporte en condiciones infrahumanas podía demorar meses y en el trayecto fallecían muchos negros. Pero el viaje reportaba pingües ganancias de compra/venta, por lo que continuó por siglos. Es un misterio que en tan grande lapso la noticia de tan hórridos secuestros no se regara por el continente africano y generara una rebelión.
Llegados a América (a las tres Américas) los esclavos fueron sometidos a la más estricta vigilancia para evitar una insurrección. La Declaración de la Independencia de los Estados Unidos de 1776 estatuyó que “todos” los ciudadanos eran iguales ante la ley, pero la esclavitud siguió siendo el generador de riqueza de la clase dominante, especialmente del Sur.
Fue un líder blanco, no negro, quien decidió aplicar la Constitución basada en la Declaración para terminar con la esclavitud. A Abraham Lincoln le fue imposible hacerlo por la vía legal: no pudo evitar la guerra fratricida para doblegar al partido demócrata pro estatus quo, pro esclavista del Sur. Su obra, sin embargo, quedó inconclusa con su asesinato.
Los demócratas si bien se vieron forzados a liberar a sus esclavos se negaron a otorgarles los derechos de todo ciudadano al voto, al acceso a la educación, los espacios públicos. Persistió la segregación y para aplicarla, a más de la ley Jim Crow se creó el brazo armado del Ku Klux Klan que subsistió hasta avanzado el siglo XX.
Martin Luther King Jr. abogó no por un trato especial de “víctimas” para los de su raza, sino por un trato “igual” como lo consagran la Declaración de la Independencia y la Constitución de los Estados Unidos. Fue asesinado por las mismas fuerzas segregacionistas de antaño, pero a la postre los postulados republicanos de Lincoln se impusieron.
Los demócratas han querido apropiarse de la causa negra y de la causa en favor de sus derechos civiles, pretendiendo ocultar su posición original en favor del esclavismo, la ley segregacionista Jim Crow y el Ku Klux Klan para mimetizar su supuesta compasión por los negros con la idea de que son “víctimas” de la Historia, víctimas de la opresión blanca.
Su intención es perpetuar la dependencia negra del amo esclavista, del hacendado de otrora convertido en gobierno impositivo que ofrece dádivas, food stamps, subsidios a cambio de votos. Donald Trump lo denunció, pero la batalla de desbloqueo mental será ardua porque en la Casa Blanca está Obama, el gran divisionista empeñado en convencer a los de su raza que son minusválidos que necesitan de una falsa sobreprotección.
¿Ha reflexionado Koepernick sobre las raíces de la esclavitud? Si su tesis de reivindicación prevalecieran ¿iría al África para reclamar a una parte de sus antecesores que no se rebelaron contra el mercado esclavista? ¿Qué mensaje tiene para la mayoría de ciudadanos no negros que votó no una sino dos veces por un negro (o mulato como él) para la Casa Blanca? ¿Y no se le viene a la memoria el gran sacrificio de la Guerra Civil?
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