Wednesday, December 28, 2016

TRUMP Y AMÉRICA LATINA

Ni un solo columnista en el Ecuador, de la vieja o nueva guardia, ha escrito un solo comentario objetivo sobre el candidato presidencial republicano y ahora Presidente Electo, Donald Trump.
Algunos son expertos en asuntos económicos, como Walter Spurrier, pero comete errores al describir el programa de creación de empleos de Trump. Otro, Rodrigo Borja, enciclopedista y ex Presidente, si bien predijo su triunfo, dijo disparates al explicar las causas de la victoria.
Respetables analistas políticos como Hernán Pérez, el banquero Abelardo Pachano, veteranos como Jorge Ribadeneira, también yerrran en los enfoques y se alinean con el clisé de que Trump es un bufón, un populista, alguien que atrajo “los más bajos instintos” del pueblo norteamericano.
Quizás hubo dirigentes políticos que se hayan expresado de modo distinto, pero sus declaraciones han sido difíciles de detectar a la distancia. No se esperaba ni de unos ni de otros elogios para el candidato, pero si objetividad en los análisis. En suma: apego a la verdad.
No es esa la virtud, todos lo saben, de Rafael Correa. Él está alineado con la moribunda, contradictoria y estúpida doctrina del Socialismo del Siglo XXI, la receta preparada por los hermanos Castro para extender el sistema centralista/socialista de su gobierno por América Latina.
La implantación de la fórmula ha empobrecido y despoblado a Cuba y en todos los países que la han imitado, la respuesta ha sido la catástrofe. En Venezuela uno mira absorto los resultados de Chávez/Maduro e igual es escalofriante la corrupción y miseria que afloran en Ecuador, Argentina, Bolivia o Nicaragua.
Los comentaristas de Trump han vaticinado que las relaciones de Estados Unidos con la América Latina se harán más conflictivas con Trump. Correa afirmó que servirá para “unir más” a la región contra el “imperio”. Pero hay individuos centrados, como el estudioso José Anzel de la Universidad de Miami, que creen todo lo contrario.
Según él, es probable que Estados Unidos y América Latina entren en un período de intercambio pragmático y por tanto benéfico para ambas partes, tanto desde el punto de vista económico como político y cultural. Hasta la fecha y sobre todo a raíz de Fidel, dice el autor, los latinoamericanos se han sentido “víctimas” del “imperialismo yanqui”.
A ese imperialismo y no a otra causa han atribuído la falta de desarrollo regional, con el agravante de que Washington ha caído en la trampa y ha creado sistemas de “ayuda”, como la Alianza para el Progreso, que poco o nada lograron ya que la ayuda se canalizó a través de gobiernos y sistemas que son la causa del atraso en la región.
Cuando desaparezca el mito de la “victimización” y se extinga ese otro mito que el autor llama “colectivización” (es decir socialización o fidelismo siglo XXI), las cosas mejorarán. El sentido empresarial en América Latina se expandirá libremente, fluirán las inversiones de capital interno y externo, el comercio se multiplicará, habrá más empleo, menos pobres y más ricos.
Algo parecido se propone Trump con los ciudadanos negros e hispanos de este país, a quienes los demócratas/progresistas siguen considerándolos ciudadanos de segunda clase, a los cuales hay que dar tratos especiales, subsidios, cuotas preferenciales en empleos y universidades, etc.
Los negros, como los latinoamericanos, son ciudadanos a los que no se debe menospreciar sino darles oportunidades para que, en un marco de libertad, desarrollen sus cualidades de inventiva en todo orden y nivel de la actividad humana. La actitud protectiva es humillante y opresiva.

A continuación se transcribe el artículo de José Anzel, publicado ayer por El Nuevo Herald, de Miami:


Con Fidel Castro muerto, Trump puede salvar a Latinoamérica del colectivismo

José Anzel

La intención del presidente electo Donald Trump de renegociar acuerdos comerciales, construir un muro en la frontera sur y deportar masivamente inmigrantes ilegales ha hecho convencional el criterio de que su administración tendrá una relación antagónica con Latinoamérica. Pero, de hecho, ahora existe una oportunidad excepcional para su administración de redefinir positivamente la relación de Estados Unidos con sus vecinos del sur.
Durante casi 60 años Estados Unidos intentó sin éxito redefinir su relación político-económica con América Latina, fundamentalmente con la Alianza para el Progreso del presidente John F Kennedy en 1961, y con el discurso del presidente Ronald Reagan en 1982 ante la Organización de Estados Americanos anunciando su Iniciativa de la Cuenca del Caribe. En la práctica esas políticas terminaron siendo no mucho más que éxitos de relaciones públicas de corta duración. En particular, la Alianza para el Progreso fue una suerte de respuesta fallida de EEUU a la revolución cubana.

Entre paréntesis, una evaluación de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe fue el tema de mi disertación doctoral en 1988 sobre la formulación de la política económica exterior de EEUU.
Desde comienzos de los años 1960, trabajando intelectualmente contra los esfuerzos políticos de EEUU en América Latina, estaban los discípulos de la “teoría de la dependencia” que culpaba al “imperialismo” de Estados Unidos de todos los males del continente. El libro Dependencia y desarrollo en América Latina, escrito en 1965 por los sociólogos Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, se convirtió en el texto teórico de la izquierda para el desarrollo económico. Era lectura obligatoria en las universidades latinoamericanas. Un Cardoso más sabio fue posteriormente presidente de Brasil (1995-2002) y reconoció lo poco que sabía sobre economía cuando escribió Dependencia y desarrollo.
Pero, más importante, fue la revolución cubana y la imagen de Robin Hood de Fidel Castro y su voluntad de confrontar a Estados Unidos, lo que dio contexto práctico a la postura antiyanqui de América Latina inspirada por la teoría de la dependencia.
Desde 1959 Fidel Castro fue no solo inspiración para la izquierda latinoamericana, sino su líder continental de facto. Con su muerte la izquierda latinoamericana perdió su campeón. Y con el abismal fracaso de su modelo económico la izquierda latinoamericana perdió también su rumbo estratégico.

No hay nadie hoy en América Latina con carisma y credenciales revolucionarias para reemplazar a Fidel Castro en el papel que jugó en el continente. Y el fracaso universal de los modelos de economía planificada centralizada deja a la región sin un paradigma político-económico viable. La izquierda latinoamericana es actualmente un huérfano político-económico.
Esta confluencia de eventos presenta en Estados Unidos la mejor oportunidad en sesenta años para redefinir positivamente su relación con el hemisferio sobre valores de gobernanza democrática, gobierno limitado, y mercados libres.
La política de EEUU hacia América Latina se ha movido históricamente de la negligencia a la participación paternalista. La administración entrante entiende que una América Latina emprendedora, próspera y orientada al libre mercado responde al interés de Estados Unidos en múltiples frentes: limita la influencia en la región de poderes hostiles como Irán y Rusia; comienza a afrontar las causas económicas en la raíz del problema migratorio; amplía los mercados y oportunidades para compañías americanas; y promueve gobiernos democráticos.

El presidente electo Trump reconoce que no necesariamente coinciden siempre los intereses nacionales de EEUU y Latinoamérica. Y ninguna nación, sea Estados Unidos o cualquier otra de América Latina, debería culparse por defender sus intereses nacionales. Los retos fundamentales de seguridad para EEUU en el hemisferio no son militares ni económicos; son retos incrustados en una fracasada ideología de colectivismo hostil que ahora puede ser arrancada de raíz.
Entender esto abre las puertas al diseño de políticas creativas que reconozcan que una relación productiva no es siempre una relación feliz. Con Fidel Castro muerto, y su ideología económica desacreditada, la administración Trump tiene una oportunidad de sacar a Latinoamérica del campo colectivista. Para ello necesita implementar políticas que permitan a los latinoamericanos percibir que resulta en su mejor interés escoger el lado de la innovación, emprendimiento y mercados libres. Que resulta, evidentemente, el lado de la prosperidad y la libertad.


Investigador Senior en ICCAS de UM, y autor del libro Mañana in Cuba.

Tuesday, December 27, 2016

"PROGRESISTAS" AL DESCUBIERTO

La victoria de Donald Trump tuvo el efecto espectacular de confirmar lo que la mayoría de la población presentía: que esta nación estaba siendo conducida hacia el “progresismo” por una reducida  minoría adueñada del poder, de los medios de comunicación y de la educación.
“Progresismo”, desde luego, es el calificativo tras el cual se ocultan los que piensan que la sociedad tiene que ser gobernada y regulada por una elite de intelectuales y administradores no por la voluntad del pueblo expresada en las urnas en cada uno de los 50 Estados.  
Para ellos, los demócratas/liberals/izquierdistas/socialistas, la Constitución de los Estados Unidos de 1776, que estipula precisamente ese precepto, tiene que ser actualizada porque si se la sigue aplicando no será posible alcanzar el sueño de la “justicia social” y la “redistribución del ingreso” que ellos predican.
Por cierto la justicia no es ni social ni antisocial, es solo eso: justicia. Pero lo que en realidad quieren decir es que la sociedad democrático capitalista que ha surgido con la Constitución es injusta, porque hay pobres y porque hay una “injusta distribución de los ingresos”. Proponen, entonces, igualar los resultados, lo que no puede obtenerse sino por la fuerza.
Si se recurre a la fuerza, se suprimen las libertades. El “progresismo” por  ende, es una regresión histórica anterior a la Revolución Americana que independizó a las 13 Colonias de la monarquía británica de Joge III en 1776 e impuso un gobierno con un poder no nacido de la divinidad ni la conquista, sino de la voluntad popular.
En base a ese esquema, que considera a todos los ciudadanos con iguales derechos a la libertad sin importar raza ni credo para seleccionar las opciones que desee en búqueda de su felicidad, los Estados Unidos se han convertido en la potencia mayor de la Historia, con sujeción a las leyes inspiradas en la Constitución y la Declaración de la Independencia.
Pero el ilusionismo utópico de la igualación de resultados en sustitución de la necesidad de la igualación de oportunidades (que reduzca el número de pobres en lugar de reducir el número de ricos), comandado por la facción demócrata/progresista desde hace una centuria, ha hecho flaquear al sistema democrático, especialmente en los últimos decenios.
Barack Hussein Obama radicalizó la tendencia y estuvo seguro de que se perpetuaría con la elección de Hillary Clinton, cuya candidatura apoyó con todo el peso de la Casa Blanca y la cooperación anti profesional de casi todos los medios audivisuales y escritos de comunicación, encabezados por The New York Times, The Washington Post y cadenas de TV como ABC, MSNBC y otras.
Hasta último momento Obama, Hillary y sus seguidores, incluídos varios columnistas seudo independientes, vaticinaron que Trump sería derrotado por amplia mayoría. Dada la avalancha informativa en su contra, muy pocos analistas predijeron que los resultados serían otros.
Quienes no se perturbaron en lo más mínimo con la campaña anti Trump fueron sus partidarios, que lo eligieron por amplia mayoría de votos en la mayoría de Estados: Donald J. Trump obtuvo 306 Votos Electorales y Hillary Clinton 232.
Los resultados dejaron perplejos a Obama y los demócratas. No atinaron ni  atinan a explicarse las razones. Unos dicen, con razón, que Hillary no era una buena candidata. Obama acaba de declarar, con modestia muy propia de él, que si hubiese habido una tercera elección, habría barrido, echando al tacho de basura a Hillary.
Un grupo intentó “algo” al pedir un recuento de votos en tres Estados del Norte pero en los que se pudo verificar, Trump obtuvo votos adicionales y se anularon votos excesivos para Hillary. También se desató una campaña intensa para tratar de persuadir a los Electores a que el 19 de noviembre voten por Hillary y no por Trump, pero el fracaso fue rotundo.
Argüían que Hillary ganó más “votos populares” (unos 3 millones) que su rival y aunque perdió los Votos de los Electores, era la Presidenta legítima. Argumento sin sustento, pues en los Estados Unidos la Presidencia se gana en cada uno de los 50 Estados y en esos estados el voto es tan “popular” como en California, Texas o Nueva York donde Hillary sacó más sufragios.
Mientras tanto, Trump se ha dedicado a armar su equipo de expertos con los cuales emprenderá la tarea de rectificar el rumbo por el cual este país estaba erróneamente encaminándose. Los elegidos son de calidad óptima en su especialidad, al punto que se lo ha calificado como el “dream team” de Trump, al igual que el equipo de basket que barrió en España en la Olimpiada de Barcelona de 1992.
La tarea será ardua pero fascinante y con resonancia mundial, tanto en lo interno como en lo externo. Deberá anular los decretos ejecutivos de Obama que crearon leyes con presciendencia del Congreso para obstruir la inversión privada y la libre competencia. Tendrá que enviar proyectos de leyes al Congreso para reducir impuestos y estimular la inversión.
Otro asunto prioritario en lo externo será deshacer el daño hecho por Obama en contra de Israel, en su confrontación con la Palestina terrorista. La resolución del Consejo de Seguridad, no vetada por Estados Unidos, da la oportunidad a Trump de concluir con la idea de crear un estado paralelo palestino junto a Israel.
La idea implicaba nuevas cesiones de tierra por parte de Israel, pero ahora la resolución afirma que los asentamientos al Este de Jerusalem, en Gaza y Golan, son ilegales. Por tanto, Israel no tendría territorios para negociar. Pero fundamentalmente Palestina no quiere negociar, pues su meta y la de sus mentores como Irán, es que Israel desaparezca.
Israel es parte del conflicto de Medio Oriente, que Obama deja agravado, como era su propósito aún antes de posesionarse en el 2008. En uno de sus discursos de campaña se lamentó del desequilibrio de fuerzas en la región en favor de Israel (con arsenal nuclear) y prometió rectificarlo si llegaba a la presidencia.
Así lo hizo. Logró, sin oposición del Congreso, levantar las sanciones contra Irán para que continúe el desarrollo de su industria bélica y nuclear y le restituyó 1.700 millones de dólares retenidos por sanciones de Naciones Unidos, 400 millones de los cuales fueron entregados en dinero contante.
Hay quienes afirman que Obama nunca ha dejado de ser musulmán, credo adquirido en Indonesia hasta su adolescencia y juventud. Aunque ahora pasa por cristiano, los hechos prueban su afinidad con el Islam. Tiene asesores de la Hermandad Musulmana, ha autorizado el ingreso ilimitado de musulmanes durante todo su gobierno, se niega a hablar del radicalismo islámico, libera a los más peligrosos asesinos talibanes de Guantánamo...
¿Oculta Obama deliberadamente su verdadera religión? Hay otros detalles de su vida que ha ocultado, como los relativos a su partida de nacimiento, sus récords en colegios y universidades, sus pasaportes, su certificado de seguro social. Quizás algún día se sepa la verdad. Pero lo que si se conoce es que el Islam autoriza la mentira cuando ello favorece a la causa del Islam.
¿Es el Islam una religión de paz? Así lo dijo George W. Bush luego del ataque del 9/11. Pero cabe preguntarse ¿por qué el Islam no tiene misioneros como lo tienen los católicos y los cristianos en general? Ellos, los misioneros, buscan persuadir. El Islam, comenzando por el Profeta, lo que tiene es guerreros para conquistar y convertir por la fuerza al infiel, no por la persuasión.
Ahora los guerreros están camuflados de refugiados, a los que acogen los musulmanes camuflados o no, como Angela Merkel. La conquista de Europa por los musulmanes es casi un hecho, a menos que el Brexit florezca y sea imitado por otros países europeos. La toma de los Estados Unidos la inició Obama, pero la victoria de Donald Trump se ha interpuesto para ponerle freno, al igual que al globalismo y al progresismo en general.




Friday, December 16, 2016

DEMÓCRATAS POCO DEMÓCRATAS

Es contradictorio que los afiliados al partido demócrata de los Estados Unidos se llamen demócratas, pues con el transcursos de los últimos años y sobre todo con el régimen de Barack Hussein Obama, que está por expirar, han demostrado ser muy poco demócratas.
Paulatinamente el partido ha ido cayendo bajo el influjo del izquierdismo radical, que aquí se lo califica como “progresista” o “liberal”, dos vocablos que igualmente expresan una concepción política muy distinta a la que sus actuales usuarios promueven.
Algo parecido ocurre con el distintivo “gay” que se da a los homosexuales. El término antaño era aplicable a alegría, gozo, rogocijo pero lo más probable es que la gente con inclinaciones homosexuales, hombres o mujeres, sean uno de los estratos más tristes de la sociedad.
Los demócratas denotan su poco apega a la democracia tratando hoy de cuestionar los resultados de las recientes elecciones presidenciales. Se resisten a aceptar la victoria del republicano Donald D. Trump, acaso porque tenían todo listo para “coronar” a Hillary Clinton: el respaldo de Obama, los medios, el establishment de los dos partidos y las mayores fortunas del país.
Para camuflar que todo estaba previsto, aceptaron que apareciesen varios supuestos retadores de Hillary en las primarias. Como adorno. Pero uno de ellos, el más radical, casi escapa del control de la dirigencia del DNC. Bernie Sanders, marxista un confeso, comenzó a ganar votos y a hacer peligrar la nominación de la escogida.
John Podesta, el maestro mayor de la campaña y sus áulicos comenzaron a sabotear a Sanders para debilitarlo. Fue entonces que se divulgaron los emails de la confabulación, vía WeakiLeaks cortesía de Julian Assange, el asilado australiano de la embajada del Ecuador en Londres. La cascada de emails produjo conmoción.
La jefa del DNC, Debbie Wasserman, fue cancelada y otros dirigentes y periodistas que habían hecho equipo con Hillary para fenar a Sanders y asegurar la “coronación” el 8 de noviembre, quedaron al descubierto. Pero la principal razón de la derrota de Clinton fue el cúmulo de sus deficiencias como candidata y su larga trayectoria de corrupción.
Los demócratas/liberales/progresistas/marxistas quedaron desconcertados y anonados con la noticia de su fracaso al amanecer del 9 de noviembre y desde ese momento comenzar a especular para atribuir a alguien o a algo y no a si mismos y su miopía, las causas de la “catástrofe”.
Aunque Hillary y Obama admitieron que Trump había ganado la contienda límpida y democráticamente, pocos días más tarde se desdijeron y ahora Obama acusa abiertamente a Rusia de haber intervenido en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos para perjudicar a Hillary y favorecer a Trump.
¿En qué habría consistido esa intervención? No hay otra “evidencia” que los emails de Podesta. Assange niega que los recibió de Rusia y si bien protege a su informante, da a entender que los datos los suministró un agente de la CIA disgustado por la protección a Hillary por el manejo ilegal de información secreta, que incluye la destrucción de 33.000 emails del Departamento de Estado.
Putin, su ministro de Relaciones Exteriores y otros portavoces de Moscú se mofan de la acusación de ser los “hackeadores” para ayudar a Trump. Pero aún si ello fuese verdad ¿de qué arma se valió Putin para logar el objetivo de llevar a la Casa Blanca a un archi millonario? ¿La divulgación de los emails de Podesta?
Sería poco. Después de todo, Putin era director de la KGB cuando la URSS estaba en su esplendor y como tal debió haber sido maestro en el espionaje y contraespionaje, sublevaciones, cohersión, chantaje, pagos a agentes encubiertos del gobierno y los medios, etc. ¿Qué contenían los emails, que ni siquiera eran fraguados?
Ninguno de sus autores ha negado serlo. Ninguno de los emails habla de patrañas para debilitar a Trump. Todos se refieren a cómo desprestigiar a Sanders (que pasó su luna de miel en Moscú). Uno de los emails de intercambio incluye más bien quejas contra Hillary por su ausencia de liderazgo, nada contra Trump.
Es una coincidencia que el diario The New York Times, entregado 100% a la causa “liberal” pro Hillary, publique que en un día como hoy, en 1950, el presidente Truman haya declarado formalmente la guerra contra el “imperialismo comunista”, convencido de que constituía una amenaza contra el mundo libre, sus instituciones democráticas y la estabilidad global.
Hillary Clinton hizo en 1969 su tesis de grado sobre Saul Alinsky, un marxista que recomendaba como aprovecharse del sistema democrático para cambiarlo y transformarlo paulatinamente en un estado socialista. Los que piensan como ella se han multiplicado como hongos, captaron el poder con Obama y querían perpetuarse con Hillary. Trump detuvo esa racha.
La ofensiva antidemocrática con la apostilla del hackeo ruso no hará sino ridiculizar más a los demócratas. Tampoco les resultará el amedrentar a los Electores para la Convención del lunes próximo, en la que confirmarán la elección de Trump. Son 538 y los demócratas amenazan a algunos para que se abstengan de votar por Trump para reducir el número de sus votos  a menos del mínimo requerido de 270, votos de los 306 que obtuvo.
Si tal se diera, la decisión la tomaría la Cámara de Representantes que está dominada por los republicanos. La maniobra, pues, fracasaría en toda forma. Arguyen todavía que las elecciones las ganó Hillary por mayoría de votos populares, una ventaja de casi 2 millones. Pero en Electores ella perdió, 232 frente a 306, lo que econsideran “no democrático”.
Argumento sin sentido. En los Estados Unidos los presidentes deben ganar en cada uno de los 50 Estados, porque este país es un Estado Federal, no unitario. La Constitución garantiza igualdad de derechos tanto a los grandes Estados como Californa o Nueva York que a los pequeños como Maine o Delaware.
Cuando Obama ganó las elecciones, no una sino dos veces, no hubo  llantos ni convulsiones en la oposición. Ni siquiera cuando fue reelecto, pese al mal manejo de sus políticas internas y externas. Obama frustró las expectativas, pero esos son los riesgos de la democracia. Que se corrigen solo con más democracia.

Monday, December 12, 2016

¿ASÍ QUE PUTIN ES "TRUMPISTA"?

Los demócratas y “liberals” (izquierdistas) de este país, con Obama a la cabeza, siguen golpeándose esta extremidad de sus cuerpos contra las paredes tratando de ingeniarse alguna manera para impedir que Donald Trump se posesione como Presidente el 20 de enero próximo. 
Unos lloran, otros se desgañitan, los “anchors” o guías de los programas de TV de los domingos se afanan por tratar de desfigurar la verdad y hacer aparecer al Presidente Electo como alguien que no es, pero sus esfuerzos se estrellan contra la realidad de lo ocurrido el 8 de noviembre pasado.
En esa fecha, la mayoría del pueblo norteamericano desoyó a los medios y a los dirigentes de las elites de los dos mayores partidos políticos que se inclinaron por Hillary Clinton y votó por Trump, que prometió crear empleo y recuperar los valores tradicionales de esta nación democrática.
Los perdedores aún no se recuperan del impacto. Pretenden ahora acusar a Putin, el líder ruso, de ser el responsable de haber “hackeado” al partido demócrata para entregar a Julián Assange los emails para que divulgue la podredumbre que empleó su dirigencia para manipular las elecciones en favor de Hillary.
En favor de Hillary y en contra de su rival de partido, Bernie Sanders, quien escogió a la URSS para su luna de miel en 1960. Todo ello, según la denuncia, para tratar de persuadir a los votantes de gringolandia a que voten por...Trump, el magnate billonario quintaesencia del capitalismo, que tienen regados sus negocios por todo el planeta.
Como lo dijo el propio Trump, la denuncia y la orden de investigación dispuesta por Obama sobre el “hackeo”, es algo “ridículo”. Primero porque según propio testimonio, hay la presunción pero no la prueba del “hackeo” y segundo porque es extemporáneo e imposible de ser aceptado por contrapuesto al sentido común.
Vladimir Putin fue Director de la KGB, la Central de Inteligencia de la URSS similar a la CIA, que alguna vez dirigió George WH Bush. Aunque el ruso ha dado pruebas de haberse alejado del credo y práctica marxista, que asiste regularmente a la iglesia ortodoxa, aborrece al islamismo extremista, al aborto y ha dado otras señales pro Occidente, por sus raíces se diría que debió inclinado más por Hillary/Sanders que por Trump en las recientes elecciones de este país.
Pero los seguidores de Hillary están desesperados y no descartan recurso alguno para perpetuarse en un mundo irreal, por “ridículo” que sea, pese a que ello podría afectar al prestigio y credibilidad de los servicios de inteligencia de USA. ¿Cuán irresponsable es lanzar acusación de ese volumen, con una simple presunción, sin pruebas? ¿Cuán bajo ha caído la calidad profesional de los periodistas, que se hacen eco de esa patraña sin buscar documentos probatorios?
Lo elemental, desde el punto de vista periodístico, sería enviar a Moscú a un reportero para entrevistar a Putin sobre el tema, habida cuenta que él siempre está dispuesto a ello. Y a otros para que investiguen sobre el tema a profundidad, de modo independiente y sin la tutela del gobierno.
De esa manera reflotaría la verdad que ya surgió y que ahora se oculta: que Assange recibió los emails por filtración de agentes de la CIA disgustados por la manipulación de Obama y la Fiscalía General, no de manos de un hacking ruso. Se prefiere no comentar que lo importante es el contenido pretendiendo concentrar la atención solo en el hacking, que es práctica de espionaje cibernético utilizada por todos incluídos los Estados Unidos y no solo contra los rivales, sino con países amigos (Alemania).  
Sea como fuere, la verdad quedará expuesta. Obama y quienes lo apoyan como los senadores republicanos McCain y Graham, fracasarán en su intento de probar que Putin perjudicó a Hillary para que triunfe Trump con los emails del Comité Demócrata. El país de Obama quedará ridiculizado. ¿Qué otra maniobra planean los demos?
Se quejan de la calidad de los nominados hasta ahora por Trump para su Gabinete ministerial. Que son muy “ricos” o que hay muchos generales. El Presidente Electo ha contestado que quiere que lo ayuden los que han demostrado eficiencia en sus vidas, que han sido “ganadores”, no “perdedores” (loosers). Es con ellos con los que se labra la riqueza social, creadora de bienestar y empleo en un marco de libertad.
La idea de implantar “justicia social” que quieren los “liberals”, es en el fondo querer “redistribuir la riqueza”, lo que significa igualar la pobreza, la miseria y la pérdida de las libertades. Trump busca lo opuesto: con un Gabinete eficaz, abrir el horizonte de las oportunides para multiplicar la riqueza, no obstruirla con más de 7.000 regulaciones inconstitucionales como lo ha hecho Obama.
La obsesión de los utopistas de alcanzar una sociedad con “igualación de resultados” es dañina y corruptora y requiere de autócratas que se creen escogidos para dictar normas de conducta a los demás. “Ningún hombre es lo suficientemente bueno para gobernar a otro sin su consentimiento” lo dijo Abraham Lincoln y eso está traducido en la Constitución y Declaración de la Independencia de los Estados Unidos.
El mismo mandatario advirtió que “todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son”. Cada uno nace, en verdad, con talentos, virtudes y ambiciones diversas con la potencialidad de desarrollarse en libertad a fin de alcanzar la felicidad, como lo estipula la Declaración de la Independencia y lo estatuye la Constitución.

Cualquier intento por alterar o suprimir esa aspiración es contrario a la Ley Natural y ha degenerado en tiranías, hambrunas, genocidio y exilios. Hay que reorganizar al país, parece decirlo Trump, valorando al ser humano en todo su esplendor, como lo quisieron sus Fundadores en el siglo XVIII, gracias a lo cual este país ha llegado a ser y quiere seguir siendo la mayor potencia de la Historia.

Thursday, December 8, 2016

PEARL HARBOR Y EL JIHAD

Ayer se conmmemoró el 75 aniversario del ataque japonés a Pearl Harbor en Hawaii, que ocasionó la muerte de 2.403 soldados y 1.178 heridos, a más de la destrucción de navíos y aviones y construcciones civiles y militares.
Al día siguiente, un lunes 8 de diciembre de 1941, el Presidente Franklin D. Roosevelt se dirigió al Congreso en Pleno para declarar la guerra al Japón y su petición fue aprobada por unanimidad por ambas cámaras, con la sola excepción de un voto. 
Cuatro años más tarde, el 15 de agosto de 1945, el agresor japonés se rindió y el 2 de septiembre firmó su capitulación incondicional. Previamente Alemania y antes Italia, integrantes del Eje nazifascista, habían sido derrotados por los aliados al comando de los Estados Unidos.
Mark Stein, un británico americano que ocasionalmente reemplaza a Rush Limbaugh en su habitual programa radial (se diría que con ventaja, pues nunca dudó ni se mofó de Trump, como Rush), destacó el contraste entre lo ocurrido en Pearl Harbor y la guerra actual contra el terrorismo.
Mientras que a los Estados Unidos le bastaron cuatro años para vencer por completo a Japón y al Eje, en cambio hasta hoy es impotente para destruir al extremismo musulmán, que hace 15 años, el 11 de sptiembre del 2001,  atacó a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono.
La agresión causó casi 3.000 muertos e innumerables heridos, mortandad mayor que la de Pearl Harbor. El ataque, como en el caso del de Hawai, pudo haber sido evitado pero no lo fue debido a fallas de coordinación y de mutua credibilidad y confianza de los servicios de ineligencia.
A diferencia de FDR, el presidente George W. Bush no pidió autorización al Congreso para declarar formalmente la guerra al terrorismo islámico, pero si permiso para atacar en retaliación a Afganistán e Irak. Pero no hubo la voluntad de vencer o lograr que el enemigo capitule, sino de contemporizar con él.
Su sucesor, Barack Hussein Obama, optó por una táctica peor. Decidió el retiro de tropas en Irak el 2011 y elló fomentó al terrorismo islámico que se vigorizó con armamento norteamericano, recursos petroleros y ayuda del Irán, con lo que formó el Califato ISIS en el Medio Oriente. Desde allí, su influjo se ha extendido por la región, Europa y los Estados Unidos.
Con Donald Trump, esa tendencia derrotista marcada por el propio Truman al retirar su apoyo a MacArthur en Corea, imitada luego en Vietnam, va a terminar. Lo demuestran sus recientes nombramientos para el gabinete. En Defensa estará el general James Mattis, despedido por Obama cuando pedía autorización para actuar con rigor militar para terminar por vencer a los enemigos en Irak y Afganistán.
Como lo quería Douglas MacArthur en Corea. No un armisticio, consuelo buscado por los exhaustos invasores chinos. En la guerra de 15 años en el Medio Oriente, ha dicho Trump, se han perdido centenares de vidas de militares voluntarios y 6 trillones de dólares. Pero la victoria no ha llegado.
Es impensable que la primera potencia mundial militar, económica, cultural  y tecnológica del planeta sea incapaz de pulverizar a un enemigo primitivo. La única explicación posible es el vacío de liderazgo o, mejor, la presencia de un liderazgo que desprecia el sistema creado hace 240 años para vivir en libertad y no lo quiere ver triunfar sobre el enemigo.
Trump cree que mediante la libertad, incluída la libertad de mercado y la de expresión, inversión, inventiva y comercio, los individuos y la sociedad florecen, respetando a las leyes elaboradas y aplicadas como mandan la Constitución y la matriz doctrinaria de la que surgió, la Declaración de la Independencia de 1776.
Según un análisis, los ministros nombrados hasta ahora por Trump tienen una fortuna conjunta de 14.500 milllones de dólares, sin contar la del Presidente. El mandatario electo está dispuesto, por lo visto, a exaltar y no a denigrar a los hombres y mujeres que han triunfado como empresarios confiándoles puestos clave, para que con su experiencia sirvan mejor a la colectividad.
Carlos Marx estaría incrédulo en su tumba observando lo que está sucediendo con Trump, como lo están sus seguidores. ¿Un billonario rodeado de millonarios y billonarios, respaldado por los obreros, va a redimir a los obreros? ¿Cómo es posible que vaya a crear más empleos sin “robar” a los ricos y más bien reduciendo impuestos para los “ricos” y no solo para los “pobres”?
Los izquierdistas/progresistas no creen que la pobreza se reduce mediante la facilitación de las oportunidades, sino solo con la igualación de los resultados. Este método, quimérico, degenera en tiranía y generalización de la miseria, aparte de que la mínima riqueza no distribuída queda en manos de la élite, como en Cuba.
Muchos de los civiles nominados para el gabinete de Trump labraron su fortuna desde niveles inferiores y parecido es el caso de las carreras exitosas de los generales escogidos para Home Land Security y otros puestos a más de Defensa. La prioridad del Presidente Electo no es la aristocracia como en las monarquías ni la hermandad Fidel/Raúl Castro. Es la meritocracia.

Esta es la virtud de las sociedades abiertas y libres, en las que cualquier ciudadano puede aspirar a la grandeza en uso de sus talentos y esfuerzo, no por dictado y regulaciones de gobiernos autoritarios como el que los “progresistas” han intentado y aún intentan implantar en esta nación. La visión será otra a partir del 20 de enero próximo, fecha en la que Donald Trump se iniciará como Presidente.

Monday, December 5, 2016

CHINA, TAIWAN, TRUMP

Ya no es novedad que cada vez que el Presidente electo Donald Trump hace o dice algo no convencional, pero cierto, los medios y los políticos que no terminan por comprenderlo lo acosen de inepto e irresponsable.
Lo último se refiere a Taiwan. Trump recibió una llamada telefónica de la presidenta electa de la Isla para congratularlo por su victoria y él reciprocó el gesto felicitándola también por el triunfo que ella alcanzó en límpidas elecciones democráticas a comienzos de este año.
Algunos dijeron que la “imprudencia” o “desliz” del futuro Comandante en Jefe podría desatar la III Guerrra Mundial, porque evidentemente no había consultado previamente para establecer ese diálogo ni con Beijing ni con los expertos del Departamento de Estado.
A Donald Trump se lo eligió precisamente por su promesa de romper con las ataduras del “establishment” de Washington, orientado a disminuir la preeminencia de los Estados Unidos en el ámbito internacional y a ceder en su perjuicio en lo militar y con la suscripción de tratados comerciales negativos.
¿Por qué había que consultar con China para hablar con la légitima líder de una nación democrática de 23 millones de habitantes? El establishment nada dijo, eso si, cuando Obama buscó al dictador Fidel Castro para apoyar a su languideciente y sangrienta dictadura de casi 60 años.
¿Y con los expertos del Departamento de Estado? Casi la totalidad está integrada por demócratas que siguen la línea anti USA y que concuerdan con Beijing en considerar a Taiwan un territorio rebelde que hay que anexar a la China roja, aún al costo de una guerra.
Con el nuevo régimen estos expertos del Departamento de Estado tendrán que ser fumigados y reemplazados por personal pro USA. En cuanto a China, el miedo y lo puramente mercantil, deberán también ceder paso a otro enfoque que impida que inversores y consumidores de los Estados Unidos sigan apuntalando a un sistema totalitario.
El gran error táctico nació con el general George Marshall, que en el curso de la II Guerra Mundial presionó para que los Estados Unidos retire su apoyo al general Chiang Kai-shek en la guerra civil que se libraba en China con Mao Zedong. Mao operaba bajo total control y subsidios de Stalin y se alió furtivamente con los invasores japoneses para debilitar a su rival. 
Por razones tácticas, Marshal prefirió a Mao sobre Chiang, pese a que éste era autónomo y pro occidental y Japón, obviamente, era parte del Eje. En tales circunstancias, Chiang Kai-Shec se vió superado por Mao por el apoyo bélico y financiero soviético y tuvo que refugiarse en la isla de Taiwan, donde con el paso de los años floreció una democracia estable, comparable con la británica Hong Kong que luego fue anexada a Beijing. 
Mao, una vez con los poderes absolutos, impuso una de las tiranías más atroces para generar genocidios, hambrunas, prisiones, terror, muertes incluso a nonatos, por cientos de millones. Para los interesados en la verdad, se recomienda la biografía de los autores Jung Chang y Jon Hallday, fácilmente obtenible en Amazon (2005).
Los errores frente a Mao continuaron. Richard Nixon, aunque Mao no lo pidió, buscó apaciguarse con el tirano y restableció relaciones diplomáticas con Beijing, asesorado por el germano norteamericano Henry Kissinger, que aún vive con 93 años de edad. Se capituló ante Mao, se expulsó a Chiang de las Naciones Unidas y se lo reemplazó por un chino rojo.
Stalin y Mao se unieron en el propósito de expandir el comunismo por el globo luego de la II Guerra Mundial. Lo hicieron por la vía armada, la infiltración y la ayuda a insurgentes. Es lo que ocurrió en la península de Corea donde fueron repelidos inicialmente por tropas de Naciones Unidas al mando del General Douglas MacArthur. 
Pero cuando MacArthur quiso dar la estocada final a los invasores que se batían en retirada, Truman capituló, destituyó al general y optó por el arministicio que dividió a la península. Al norte, una Corea hambrada por el comunismo absolutista pero con armas nucleares a la sombra de China y al sur, una Corea democrática que se ha industralizado y es próspera.
La dupleta sino/soviética se aventuró luego en Vietnam y a la postre salió aventajada porque los Estados Unidos pefirió no asirse de la victoria, como en Corea y optó por fugar, en vergonzosa derrota. La historia luego da otro giro favorable a China, con la avalancha de capitales y tecnología norteamericanos, que transformaron su economía.
La economía cambió, pero no su sistema político. Grandes corporaciones de Estados Unidos (y algunos países industrializados) comienzan a invertir en China donde la mano de obra es eficiente y barata y donde todo está bajo control del Estado. El negocio es pingüe, pues en los Estados Unidos los impuestos a las corporaciones suben al 35%, se multiplican viralmente las regulaciones restricttvas y los producrtos terminados en China ingresan al mercado norteamericano sin impuestos.
La periferia de China ebulle con rascacielos, autopistas, espectáculos que deslumbran. Pero no hay libertades políticas ni religiosas y en las zonas marginales la miseria continua como en los tiempos de Mao, cuya efigie se venera todavía en el papel moneda. Muchos de los planes diseñados fracasan por irreales, crece el despilafarro, la deuda pública es inmensa y la manipulación cambiaria es algo de todos los días. 
La disidencia no se tolera. Liu Xiabo intentó divulgar una protesta contra el régimen con su publicación Charter 2008. Fue confinado y luego condenado a once años de pirisión por “incitar a la subversión”. En el 2010  recibió el Premio Nobel de la Paz. Su mujer está cinco años bajo arresto domiciliario, con guardia permanente en su domicilio.
Cuando el ex-presidente ecuatoriano Rodrigo Borja visitó a China, dijo a su regreso que estaba muy impresionado porque a su entender ese era el sistema hacia el cual debía marchar la humanidad: porque lo que encontró era el justo equilibrio entre el capitalismo y el comunismo.
Ahora acaba de recordar lo que supuestamente le había contestado a Fidel Castro, cuándo éste le preguntó : ¿y tu, muchacho, por qué no te haces marxista? No lo soy, respondió, porque el marxismo no es para ángeles. Extraña distorsión de una cita de James Madison en Federalista 51, cuando se debatía la Constitución de los Estados Unidos de 1776/78.
Lo que Madison (quien con Alexander Hamilton fueron principales artífices de esos maravillosos ensayos de Ciencia Política) quería decir es que en una democracia, si los hombres fueran ángeles los gobiernos no serían necesarios. El marxismo no es democracia. Es privación de libertades para lograr igualación de resultados. Es abolición del  hombre como lo vaticinó C.S. Lewis y Aldous Huxley en su Brave New World.

Lo que hace Donald Trump en es tratar de poner un alto a las mentiras históricas de esta y otras especies. La verdad terminará por aflorar. Obama ha favorecido a las tiranías de Irán, Cuba y ha soslayado la realidad del problema China/Taiwan. Y Trump no quiere ser “políticamente correcto” como los del establuishment, los medios y la burocracia del Departamento de Estado. Para eso y por eso se lo eligió. 

SAN FIDEL CASTRO



(Se reproduce a continuación un artículo de interés para los adoradores de Fidel Castro, que acaba de morir en Cuba. Lo escribe la especialista en asuntos latinoamericanos del diario The Wall Street Journal, Maria Anastasia O´Grady en la edición en español de hoy:)

Dejando de lado las celebraciones en las calles de Miami, la reacción más generalizada entre los cubanos a la muerte de Fidel Castro, dentro y fuera de la isla, parece ser el alivio. Uno de los mayores narcisistas de la historia, padre de casi 60 años de tormento nacional, ha regresado al polvo del que vino. Eso es un consuelo.
Castro dejó a una otrora tierra próspera y prometedora en una pobreza abyecta. Pero su legado es mucho peor que la ruina material de un país. Su apetito insaciable de poder absoluto quedó demostrado en una obsesión con cazar hasta el último inconforme, quitándole a la población su dignidad humana.
Vale la pena recordar esta realidad en momentos en que el mundo ofrece retrospectivas sobre la vida de Castro, casi siempre agregando que el tirano le dio a Cuba un gran sistema de salud. Si eso fuera cierto no justificaría su brutalidad. Y no es cierto, como descubrimos en 2007, cuando los doctores cubanos cometieron errores en su tratamiento por diverticulitis y un especialista español tuvo que viajar para salvarlo. La verdad es que al régimen la vida humana le importa un comino.
A Castro lo propulsaba una ambición maniática de poseer y dominar el alma cubana. No hay lugar donde se aprecien más las consecuencias que en las altísimas tasas de aborto del país. En un artículo del 22 de noviembre para el sitio Cubanet, el periodista independiente Eliseo Matos citó un estudio de abortos realizado por los doctores cubanos Luisa Álvarez Vásquez y Nelli Salomón Avich. Hallaron que desde 1980, un tercio de los embarazos cubanos han sido interrumpidos.
Igualmente perturbador es que las tasas de aborto son altas entre las adolescentes y a menudo son exigidas por el Estado. No hay que ser religioso para ver esto como una crisis existencial nacional, una reflejo de una sociedad que lucha contra el nihilismo.
Esto no sucedió de la noche a la mañana. Es el resultado de décadas de vivir bajo una dictadura que exige la total sumisión a la voluntad de una persona. En una entrevista de 1986 con Los Angeles Times, Armando Valladares, quien fue prisionero de Castro durante 22 años, describió el uso por parte del régimen de “celdas cajón” en sus mazmorras. Cinco o seis prisioneros eran confinados por días en estos estrechos espacios de 1,8 metros de largo. “Tenían que sentarse con las rodillas contra sus cuerpos. No había espacio para moverse; los prisioneros tenían que orinar y defecar ahí”, explicó Valladares.
Todo tipo de tortura era usada con el fin de “romper la resistencia del prisionero”, dijo Valladares. Si un prisionero decía que “estaba equivocado, negaba sus creencias religiosas, asegurando que provenían de la edad obscura y si admitía que ahora entendía que el comunismo era la solución para los problemas de la humanidad y deseaba la oportunidad de reingresar a la nueva sociedad comunista, entonces podía salir de la celda y pasar a una granja de reeducación”.
No podía haber un mayor poder, nadie más adorado que Fidel. Dios era un problema, así que los sacerdotes y monjas fueron apresados y exiliados, la religión fue prohibida y el régimen hizo todo lo posible para destruir a la familia cubana.
En 1997, la navidad fue legalizada y las iglesias católica y protestante lentamente han ganado cierto espacio. Pero esto fue permitido siempre y cuando las enseñanzas sobre lo sacro de la vida humana no interfieran con el control del régimen. Por lo tanto, el cardenal Ortega de La Habana se distancia del grupo disidente de mujeres católicas conocido como las Damas de Blanco, pese a que frecuentemente son golpeadas en las calles.
En un sistema en el que todos deben someterse al Estado, no es una sorpresa que las tasas de aborto sean particularmente altas entre las adolescentes. Los niños aprenden sobre sexualidad humana de sus maestros comunistas, en términos puramente mecánicos, por supuesto. Generaciones de adolescentes han sido alejadas de sus familias y enviadas a campos de trabajo como parte de su adoctrinamiento.
Como Valladares escribió en The Wall Street Journal en mayo de 2000, “lejos de toda supervisión paterna por nueve meses, los niños sufren de enfermedades venéreas, así como embarazos adolescentes, que inevitablemente terminan en abortos forzados”. Otra razón de las altas tasas de abortos adolescentes es que prostitutas adolescentes ahora ocupan las calles de La Habana, trabajando para ganan divisas extranjeras de los turistas.
El aborto también es una herramienta clave del régimen para su “salud”. Cualquier embarazo considerado como riesgoso es terminado inmediatamente, una decisión que toma el Estado. Esto reduce la tasa de mortalidad infantil, la cual es usada por Cuba para impresionar al mundo con su “progreso”.
Sin embargo, Cuba no ha logrado nada especial respecto de la mortalidad infantil. En una entrada de blog del 1 de diciembre en el sitio web HumanProgress del Instituto Cato, Marian Tupy señaló que entre 1963 y 2015, la mortalidad infantil en Cuba cayó en 90%, mientras en Chile bajó en 94%. En Latinoamérica y el Caribe en general ha caído 86%.
El único logro singular de Fidel Castro fueron 57 años de represión que buscaron exterminar cualquier significado de la vida de aquellos que vivían bajo su yugo.

Friday, December 2, 2016

LA COHERENCIA DE TRUMP

A tres semanas de ganar las elecciones presidenciales, Donald Trump continua demostrando una coherencia que sigue dejando desconcertados a sus opositores, entre los que se cuentan demócratas, los analistas de los medios y algunos dirigentes republicanos.
En el discurso que ponunció anoche en Ohio, el primero después de ser electo el 8 de noviembre, resumió los objetivos de su campaña que la inició el 15 de julio del 2015 y que se abrevian en el slogan “Let´s make America Great again”, o sea, volvamos a enaltecer a los Estados Unidos.
Previamente estuvo en Indianapolis, Indiana, junto a Mike Pence, quien fue allí gobernador y ahora es su Vicepresidente electo. El motivo de la visita era ratificar una de sus promesas de campaña, aún sin posesionarse de la Presidencia el 20 de enero próximo.
Trump había reiterado que suscribir tratados comerciales internacionales es aceptable, siempre que no perjudiquen a los intereses nacionales. Pero algunos lo son, como NAFTA y dijo que hay que revisarlos o anularlos pues generan fuga de inversiones y pérdida de empleo, tal el caso de la fábrica Carrier de Indianapolis, de máquinas de enfriamiento.
Muchas empresas norteamericanas han emigrado a México, China y otros países porque allí la mano de obra es más barata y porque no pesa sobre ellas el impuesto a las corporaciones del 35%, uno de los más altos del mundo. Los productos así fabricados con ahorro para los inversionistas, llegan al mercado norteamericano libres de impuestos.
Naciones con sistemas políticos rígidos como China han florecido con ese sistema en lo económico y los obreros de las fábricas que emigraron se han quedado aquí sin empleo. Por esa y causas como el Obamacare, hay 95 millones de desempleados en el país y muchos sobreviven con dos o más empleos a medio tiempo, con una deuda pública que ha llegado a la cifra surreal de los 20 trillones de dólares.
La empresa Carrier había planeado trasladar sus instalaciones a México hace un año y medio y había realizado iniversiones. Pero Trump, ya electo, llamó a la dirigiencia matriz y le pidió suspender el proyecto, anunciando que con su gobierno estimulará y facilitará la inversión en el país, así como el regreso de capitales calculados en por lo menos 3 trillones de dólares.
Carrier archivó el proyecto, absorberá la pérdida de la inversión inicial y los 1.100 trabajadores que iban a quedar sin empleo celebrarán la próxima Navidad con alegría y optimismo. El gobierno estatal, en la misma tónica que Trump, dijo que otorgará un subsidio a la compañía de exención de 7 millones de dólares en impuestos.
Donald Trump, quintaesencia del capitalismo, va camino de convertirse en el líder que podría acabar con el mito de la izquierda marxista de que los empresarios son perversos, que el capitalismo humilla y explota, que el antagonismo obrero/patronal es insuperable, que el libre mercado conlleva miseria y debe ser sustituido por el Estado redistribuidor de la riqueza.
Fidel Castro era uno de los que pensaba así, al igual que sus admiradores. Los resultados son inocultables. La redistribución forzada se la hace con privación de las libertades. Los Castro asumieron poderes absolutos por 57 años. La riqueza se esfumó, salvo para el círculo de poder y lo que se generalizó es la miseria y la indignidad.
El camino hacia la prosperidad es otro, el que quiere retomar Trump con el apoyo de la mayoría de votantes y que se delinea en la Declaración de la Independencia y la Constitución de los Estados Unidos: rechazo a toda forma de tiranía y perpetuación en el poder, gobierno por consenso y para ello equibrio y mutuo control entre las tres ramas de la administración.
El Presidente Electo es claro y coherente en su visión constitucional de lo que será su gobierno. Los cambios que propone se adoptarán con el Congreso, lo que no hizo Obama, siendo el caso saliente el Obamacare que se adoptó sin un solo voto republicano. Con el nuevo régimen será rechazado y sustituído ipso facto, con los legisladores de ambos partidos.
Obama debilitó el sistema constitucional, soslayando al Congreso para legislar con Decretos Ejecutivos sobre temas ambientales y de todo orden, lo que ha desalentado a inversionistas grandes y medianos. La mayoría de esos decretos será anulada por la misma vía de Decretos Ejecutivos por Trump, quien reveló que los empresarios le dijeron que muchos emigran más que por el peso de los impuestos, por este tipo de regulaciones.
Anoche reiteró Trump que no descuidará otras áreas primordiales para revitalizar a la sociedad norteamericana. En educación, nombró a Betsy DeVos, una millonaria dedicada desde hace muchos años a presionar por la reforma del sistema educativo público, monopolizado por los sindicatos de profesores que frenan toda reforma y ahondan un aprendizaje dedicado a demonizar a los Estados Unidos.
En finanzas y comercio estarán otros millonarios, Steve Mnuchin y Wilbur Ross, respectivamente, que se dedicarán por igual a revisar tratados y a eliminar trabas a la inversión para favorecer las inversiones, el desarrollo y por ende el empleo y la riqueza. ¿Por qué millonarios? le han criticado a Trump. Y él contesta: porque saben cómo crear riqueza...
Algunos han comentado en el pasado: ¿cuándo se ha visto que un “homeless” cree empleos? ¿preferirían los izquierdistas a un “community organizer” (agitador social) como Obama para Secretario del Tesoro? ¿o a uno de los rebeldes anti Wall Street o acaso un miembro del The Black Lives Matter?
La seguridad interna y externa seguirá siendo clave para Trump. Ha designado al senador Jeff Sessions como Fiscal General, de trayectoria impecable y como Director de la CIA a Mike Pompeo, de credenciales igualmente cristalinas. Su ministro de Defensa será el general James Mattis, a quien lo ha comparado con los legendarios generales George S. Patton y Douglas MacArthur.

Sigue pendiente la decisión de Trump acerca del nominado para Secretario de Estado, o Ministro de Relaciones Exteriores, considerado el principal del gabinete y primero en la sucesión presidencial, en caso de catástrofe. Se barajan algunos nombres y opciones, motivo de especulación. Pero se espera que el seleccionado estará a la altura de los que ya ha escogido.

Tuesday, November 29, 2016

CULPA DE LOS ESTADOS UNIDOS

Si el Presidente Electo Donald Trump dice que cumplirá su oferta de poner orden en el ingreso y permanencia ilegal de inmigrantes, se lo acusa de ser cruel y racista.
Si advierte que continuará con el embargo económico a Cuba, instaurado a raíz de la confiscación de las inversiones norteamericanas, se afirma que es un troglodita sumergido aún en la guerra fría. 
Juan Manuel Santos, el presidente de Colombia, teme por él y anuncia que el jueves firmará el acuerdo de capitulación con las FARC, rechazado por el pueblo en el referendo del 2 de octubre pasado.
Violaría así la Constitución de su país y la voluntad mayoritaria del pueblo. En el artículo que se reproduce al final, se explica que lo estaría haciendo para justificar la entrega en Osla del Premio Nobel de la Paz, concedido por este acuerdo fallido.
Con el acuerdo, Santos exime de juicios y castigo a los criminales de más de medio siglo, les asigna curules en las dos cámaras del Congreso y les da luz verde para intervenir en política, para que de hecho lleguen al poder con las ingentes sumas de dinero del narcotráfico.
(Las negociaciones para el Acuerdo de Paz se han realizado desde hace 6 años en La Habana. Fidel Castro ha sido promotor de las FARC y desde la época de Pablo Escobar ha usufructuado personalmente con el tráfico de estupefacientes desde Colombia a Estados Unidos y Europa. Los sobrinos de Maduro están presos en USA capturados con droga de las FARC)
Santos, que fue ministro de Defensa de Álvaro Uribe quien casi doblegó a las narcoguerrillas, al llegar a la presidencia se convirtió en facilitador de la izquierda guerrillera marxista y busca hacer de Colombia otra nación del Socialismo del Siglo XXI, que ha arruinado a Venezuela y otros países.
¿Por qué emigra la gente de Cuba, Centroamérica, Sudamérica, del Medio y Lejano Oriente a los Estados Unidos? Porque sus gobiernos y sistemas son corruptos. Basta el ejemplo de Fidel Castro: confiscó bienes valuados entonces en 9.000 millones de dólares en haciendas y fincas, fábricas, azucareras, estancias y edificios.
Nacionalizó capitales estadounidenses por 6.000 millones de dólares y hoy el ingreso promedio de los cubanos es de 20 dólares por mes, con cerca de dos millones de emigrados. Los adoradores de Fidel dicen que Cuba es un paraíso por la igualación de los ingresos y uno se pregunta ¿por qué no erigieron un muro alrededor de la Isla para impedir el ingreso masivo de izquierdistas a ese paraísoterrenal?
Ejemplo demostrativo de la manipulación de las frágiles democracias de la América Latina, para corromperlas, desvirtuarlas y convertirlas a la postre en dictocracias como en Venezuela o Nicaragua, es lo que está tratando de hacer Santos en Colombia. Si sale avante en su propósito, es decir, si el Congreso avala su acuerdo de capitulación, Colombia habrá retrocedido.

Seguidamente el artículo de María Anastasia O´Grady, columnista del diario The Wall Street Journal especializada en asuntos latinoamericanos. Su nota se publicó hoy, en español:

En su intento por asegurar un acuerdo de paz con los narcoterroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Juan Manuel Santos, el presidente de Colombia, ha dado marcha atrás en varios de sus compromisos de respeto a la democracia. Pero ninguna de sus promesas rotas es tan vergonzosa como su anuncio la semana pasada de que someterá al Congreso un acuerdo final con las FARC que es casi igual —aunque eso no lo dijo— al pacto repudiado en el plebiscito nacional del 2 de octubre.
Santos argumenta que su nuevo acuerdo, firmado por las dos partes en Bogotá el jueves pasado, contiene revisiones al texto original que responden a las objeciones planteadas por la oposición. Pero el mandatario no lo someterá a una consulta popular como lo prometió en repetidas ocasiones desde 2012.
El presidente colombiano sufrió una humillación internacional cuando perdió el plebiscito. El comité del Nobel le dio de todas maneras el premio de la paz unos pocos días después, presumiblemente para restaurar su dignidad. Pero no fue de mucha ayuda. Primero, porque parecía una noticia satírica del Día de los Inocentes: “El presidente polariza a la nación con ayuda de los terroristas y gana el premio Nobel de la Paz”.
Segundo, porque los colombianos reconocieron pronto el conflicto de intereses que tenía Noruega, uno de los países garantes del acuerdo de La Habana, al tratar de impulsar el nombre de Santos. De todas formas, el 10 de diciembre, Santos estará en Oslo para la ceremonia. El mandatario no se atreve a aparecer sin un acuerdo en las manos.
Santos dijo en una columna en este diario que el nuevo acuerdo es mejor porque, por ejemplo, les pide a los miembros de las FARC que declaren sus activos y deja de lado un plan de usar jueces extranjeros en sus casos.
Pero igual que el original, libra a las FARC de penas de cárcel, les proporciona elegibilidad política a los delincuentes de las FARC y les da escaños en el congreso a representantes de sus bastiones sin que tengan que someterse a elecciones. No está claro cómo pagará el grupo guerrillero las reparaciones a sus víctimas y convierte el tráfico de drogas de las FARC —pero no de otros capos— en un delito perdonable.
El nuevo acuerdo repite al original en la creación de algo llamado “justicia transicional”, que descarta la igualdad bajo la ley y crea un sistema de justicia paralelo hecho a la medida de los intereses de las FARC. El grupo guerrillero no tiene obligación de regresar los miles de niños soldados ni de responder por quienes que murieron como sus reclutas. Las FARC mantienen el control de unas 30 emisoras de radio a través de las cuales podrán difundir su propaganda.
Tal vez lo peor de todo sea la decisión unilateral del gobierno de dar al acuerdo una base constitucional, de modo que muchas concesiones a las FARC que violan la Constitución no pueden ser desafiadas ante los tribunales.
Una constitución es tanto un pacto social como un documento legal. En la mayoría de las democracias liberales modernas, incluyendo Colombia, cambiarla requiere de una conversación nacional inclusiva y aceptada por una amplia representación del país
Si Santos respetara la democracia, le pediría al Congreso que enmendara la Constitución. Pero una acción de ese tipo requiere de ocho debates y ocho votos en las cámaras alta y baja durante dos sesiones legislativas consecutivas. El presidente prefiere el decreto ejecutivo.
Este abuso de poder alarma a Jaime Castro, un político del Partido Liberal, ex alcalde de Bogotá y ex ministro de Justicia. Castro lideró el movimiento “Mejor no”, que se oponía al acuerdo con las FARC en el plebiscito. Según la revista Semana —que publicó una entrevista con él el 19 de noviembre— “Mejor no” incluía a “muchos de los más prestigiosos juristas del país” y ganó prominencia porque no tenía “ningún vínculo político ni electoral”.
Castro le dijo a Semana que el nuevo texto contenía protecciones constitucionales para el acuerdo que no estaban en el original. Las FARC insistieron en esto, explicó, porque el partido que creen “gozará de exorbitante ventaja” y quieren certeza legal. Esta evasión a la reforma o la reescritura de la Constitución hace que el nuevo acuerdo sea peor al pacto rechazado.
En una carta del 20 de noviembre a Santos, el general Jaime Ruiz, presidente de la Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares de Colombia también se quejó del nuevo texto. El ex militar señaló que añade lenguaje que hace a los comandantes responsables de delitos cometidos por sus subordinados. Esto pone a los militares en el mismo nivel moral de los terroristas, expone al liderazgo del ejército a una guerra judicial y socava la seguridad nacional.
El ex presidente Andrés Pastrana tampoco está contento. Le escribió al presidente Santos el 20 de noviembre que el acuerdo modificado “retiene la esencia antidemocrática del pacto original”. El ex mandatario señaló que Santos “contraviene” un fallo de la Corte Constitucional que le ordena respetar el resultado de la consulta popular del 2 de octubre.
Buena parte de la rama judicial está de acuerdo. Para protestar contra las tácticas de intimidación de Santos, la presidenta de la Corte Suprema y sus salas Civil y Laboral se rehusaron a asistir a la ceremonia de firma del jueves. Es otra evidencia de que Santos ha sembrado conflicto, no paz.