A poco de asumir el mando en el 2009 la gente se decepcionó con Barack Hussein Obama. Se creía que con él se borrarían los vestigios del racismo, dado que era el primer presidente negro (mulato) y que con ello advendría una era de unidad y prosperidad sin precedentes.
Pero fue todo lo contrario. Acentuó el resentimiento no solo de los negros en contra de los blancos, sino del pueblo en contra de la clase empresarial privada, a la que acusó de ser culpable de la desigualdad en la distribución de la riqueza.
Se propuso, consecuentemente, propiciar la igualación de los ingresos mediante la implantación de un sistema “progresista” que a la postre implica un modelo controlador de la sociedad desde el ejecutivo, más allá del modelo diseñado en la Constitución por los fundadores de este país en 1787.
Mucha gente que votó por él en el 2008, se arrepintió. Comprendió que el propósito de Obama era, como lo prometió en su discurso inaugural, llegar a la transformación profunda del país, no a corregir defectos. En el otro lado del espectro político surgieron activistas como los del Tea Party, que dijeron “ésto no puede ir más allá”.
La demostración de descontento fue contundente a dos años del gobierno de Obama, en las elecciones de medio término para renovar las cámaras legislativas y otros cargos. La oposición logró una aplastante victoria en el 2010, recuperó el control en la Cámara de Representantes y se impuso en la mayoría de gobernaciones estatales.
Eran los resultados esperados. Obama no asimiló la lección en cuanto a corregir el rumbo y la doctrina de su gobierno. Más bien la acentuó. Pese a la oposición del 64% de los ciudadanos, aplicó toda maniobra legal e ilegal a su alcance para que el Congreso aprobara una ley de protección médica estatal, tan mal estructurada que no la pudo aplicar.
Pero la puso en vigencia por partes, en abierta violación de la Constitución. En ello se vió respaldado por la Corte Suprema de Justicia que protegió esa quiebra constitucional con argumentos que un lego en jurisprudencia se habría ruborizado en esgrimir. En lo económico, la inversión privada se estancó al tiempo que se magnificó el gasto público y la deuda, cercana a los 18 trillones de dólares.
Pese al “estímulo” de casi mil millones de dólares al inicio del régimen, la economía no se estimuló, el desempleo se mantuvo bordeando el 10%, los períodos laborales se redujeron a la mitad para contrarrestar el costo del Obamacare y los desempleados no tuvieron mas opción que aceptar el humillante bono de los food stamps.
En esas condiciones nadie imaginaba que Obama soñase con reelegirse, ya que se lo comparaba con Jimmy Carter, el presidente demócrata que llevó al país al 13% de inflación y que fue impotente para liberar a los rehenes de Teherán. Pero Obama no solo que se presentó a la reeleción, sino que la ganó. Y el Senado siguió en manos demócratas.
¿Qué ocurrió? Los estrategas de la mafia de Chicago, que escogieron a Obama y lo llevaron a la Casa Blanca, decidieron aplastar a la oposción en todos los frentes. Al Tea Party, cuya motivación era reclamar respeto a la Constitución, se lo persiguió y calumnió, con aquiescencia de los mayores medios de comunicación.
Inclusive se lo acalló utilizando inconstitucionalmente al IRS, la agencia recaudadora de impuestos, con falsas alegaciones. La Cámara de Representantes todavía no logra ninguna sanción contra los responsables. Paralelamente el comando electoral de Obama se dedicó a una campaña publicitaria de calumnias contra los candidatos y declaraciones del GOP.
Los efectos fueron devastadores, tanto más cuanto que los estrategas del partido republicano aconsejaron tener mesura en las respuestas y las críticas de los rivales demócratas, por temor a herir susceptibilidades de tipo racial que pudieran distanciar a los “independientes” y perder sus potenciales votos.
Obama fue reelecto cuando se esperaban resultados similares e inclusive mayormente negativos para su gestión que en el 2010. Ciertamente que el candidato republicano que pretendía sustituirlo, Mitt Romney, era muy débil sobre todo porque no puso énfasis en los errores garrafales del rival, como el caso Benghazi, el desempleo, IRS, el operativo de fronteras y otros.
Esa debilidad, según los analistas, forzó a muchos ciudadanos no simpatizantes de Obama a quedarse en casa y no votar. Muchos habrían preferido que el candidato fuese frontal y directo no solo en esos temas, sino en otros como el matrimonio tradicional y la defensa de la vida, que los estrategas del GOP aconsejaron no mencionar.
Pero existe otro fenómeno subyacente que podría explicar el fracaso del sentido común y las victorias consecutivas del ala radical de izquierda del partido demócrata. Es la desinformación creciente del electorado. Cada vez, según encuestas esporádicas que se realizan, se comprueba que la mayoría de la gente no está enterada correctamente de lo que ocurre en su entorno, ni de lo que ha sido la historia de este país.
El fenómeno, que comenzó en la “academia”, esto es, a nivel universitario, se ha regado ahora al nivel parvulario. Los profesores universitarios están infestados, desde la rebelión contra la guerra de Vietnam en el decenio de 1960, con la noción viral de que el sistema capitalista y de libre mercado es la causa de las guerras y la explotación en el mundo.
Con inspiradores como Saul Alinsky (y sus discípulos Obama, Bill Ayerst y Hillary Clinton) creen que al esquema capitalista hay que cambiarlo por uno progresista, en el cual la Constitución se subordine al Ejecutivo y no al revés. Los mentalizadores del progresismo, Ted Roosevelt y Woodrow Wilson, si bien querían vigorizar al Ejecutivo, nunca pretendieron salirse del marco constitucional.
Se afirma que Obama era ayudante de cátedra de Derecho Constitucional en la Universidad de Chicago. Si lo fue (todo su pasado es un misterio), era con seguridad para aprender a buscar caminos más seguros para burlarla de manera “progresista”. En su administración, los ejemplos de violación de la Constitución son múltiples. Pero interpelarlo y censurarlo, a más de improbable, sería estéril.
La universidad y la visión “progresista” de la historia de los Estados Unidos prepara profesores para escuelas y colegios, así como periodistas para los medios de comunicación audiovisual y escritos. Ello explica, con las excepciones del caso, el por qué de la contaminación en la educación, la información y la opinión reinantes en este país.
La crisis se complica con el círculo vicioso que malignamente se ha creado entre el partido demócrata y los sindicatos obreros y de profesores. En el caso de escuelas y colegios, los maestros se afilian de facto a los sindicatos. No todos los profesores son demócratas, pero si lo son sus dirigentes. Por ley los sindicatos están facultados a hacer donaciones de carácter político a candidatos y cabilderos.
Más del 90%, en algunos casos hasta el 97% de las donaciones, va al partido demócrata. Igual ocurre con los sindicatos obreros, pero la situación se agrava con los maestros, pues sus sueldos provienen de los impuestos. Para la campaña de medio término de este 4 de noviembre, se afirma que los sindicatos han dado a Obama y los demócratas más de 40 millones de dólares.
En las escuelas y colegios se enseña que Estados Unidos no es la primera potencia del mundo libre, sino la primera potencia explotadora que nació con el exterminio de los indios y la esclavitud de los negros. Washington y Jefferson son condenables por esclavistas y la II Guerra Mundial la ganó realmente la Unión Soviética.
La distorsión, el pesimismo, la incredulidad en los valores de la nación se han difundido de manera tal, que urge una revisión del pensum. Pero ello no es dable ya que ninguna reforma cabe sin la venia de los sindicatos, respaldos por el gobierno de Obama y su ministerio de Educación.
Agréguese a la desinformación el prejuicio del votante negro que cree que tiene que votar por Obama por solidaridad de raza. Es un absurdo, si se considera que la situación de los negros ha empeorado con Obama en todos los planos, tanto de empleo como de educación y más aún de auto estima.
Seguidamente se incluyen varios links o enlaces, en inglés, que prueban las aseveraciones anteriores. Uno de ellos es un video en el que se revelan maniobras de fraude en Colorado. ¿Cuántos casos más habrá habido en el 2012 y habrá dentro de dos semanas, para garantizar la perpetuidad de la doctrina “progresista” de los demócratas en este país?
http://www.washingtontimes.com/news/2014/oct/21/ballot-harvesting-by-colorado-campaign-workers-rai/
https://www.youtube.com/watch?v=C_uHDjk3fSc&feature=youtu.be
http://www.washingtontimes.com/news/2014/oct/21/ballot-harvesting-by-colorado-campaign-workers-rai/
https://www.youtube.com/watch?v=C_uHDjk3fSc&feature=youtu.be
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