Thursday, October 30, 2014

EL VOTO AQUÍ Y EN OTRAS PARTES


Faltan pocas horas para que los ciudadanos vuelvan a las urnas en este país el póximo martes, de forma voluntaria, para determinar si se rectifica o no el rumbo estatista que le ha imprimido a la nación el gobernante demócrata Barack Hussein Obama. 
Por cierto, no se lo va a reemplazar. Ello ocurrirá el 2016. Pero en esta ocasión los republicanos podrían reasumir el control del Senado y confirmar la mayoría en la Cámara de Representantes, con lo cual habría chance de mejorar la imagen negativa que ha adquirida el Congreso con este régimen.
Los analistas partidarios de Obama, frente al derrumbe del líder en las encuestas, han pretendido consolarse y consolar a sus coidearios diciendo que la popularidad del Congreso “es todavía peor”. Si lo es, ha sido gracias a la hostilidad de Obama que ha preferido gobernar en base a “decretos ejecutivos”, en lugar de negociar con los legisladores.
El líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, un mormón del estado de Nevada, ha obstruído sistemáticamente un total de 356 proyectos de ley venidos de la Cámara de Representantes, de los cuales el 98% se aprobó con el voto de demócratas y republicanos, 200 por unanimidad y el 75% con apoyo de los demócratas.
Cuando los votantes acudan el martes a expresar su voluntad de sufragio en las máquinas electrónicas (algunas abiertas con tres y cuatro semanas de anticipación para votos adelantados y en las cuales se han comprobado fraudes), deberían reflexionar acerca del significado de su acción. Porque frecuentemente hay confusión de principios. 
En muchas partes se considera que el acto del sufragio es una concesión graciosa del gobernante. Especialmente cuando los gobernantes asumen funciones que van más allá de las que están específicamente señaladas en las leyes, y en la ley mayor, la Constitución. Ello ha ocurrido con mucha frecuencia en naciones de democracias débiles, pero se está registrando también en los Estados Unidos.
La fuente del poder está en el pueblo, no emana del Ejecutivo. Cuando los Estados Unidos se fundaron en el siglo XVIII, las 13 Colonias decidieron aglutinarse, establecer su doctrina en la Declaración de Independencia y regularla en el cuerpo escueto de una Constitución de siete artículos originales, a los que se sumaron con el tiempo 27 enmiendas.
Para el funcionamiento armónico de la sociedad, se determinó que haya una delegación temporal del poder popular en tres ramas de gobierno que se equilibren entre si, para impedir los excesos tiránicos de un poder único sin control. Una legislatura para crear leyes, otra para ejecutarlas y otra para juzgar y sancionar a quienes las contravengan.
La interacción e interrelación entre el Congreso y la Legislatura, según la Constitución, es muy estrecha. En lo económico, es únicamente la Cámara de Representantes la encargada de proponer proyectos de ley para la creación, reducción o aumento de impuestos, que tienen que ser revisados y aprobados, negados o enmendados por el Senado. Luego el Presidente puede ejecutarlos o vetarlos. 
¿Cuántos proyectos de carácter económico permanecen archivados por el senador Reid en su escritorio? También el Presidente puede ser coautor de leyes de cualquier tipo, cuando propone proyectos al Congreso. Lo que no puede es negarse a aplicar una ley aprobada por el Congreso y por él, o  modificarla, o aplicarla parcialmente, o diferirla.
Es lo que Obama ha hecho con su Obamacare. El líder de la Cámara de Representantes, el republicano  John Boehner, ha planteado una demanda contra el Ejecutivo por esta infracción inconstitucional ante las cortes ordinarias, pero el proceso llevará años hasta conocerla y ejecutarla. Obama dice que decretará la amnistía para los ilegales, lo cual es privativo del Congreso.
El Ejecutivo está autorizado a nombrar a sus ministros, pero previa la autorización del Senado. Para eludir esa regulación, Obama ha optado por nombrar a una veintena de “zares” (el último es el “zar” del Ebola), que tienen la calidad, funciones y sueldos de ministros, mas no sus responsabilidades.
Obama, de otro lado, sigue empeñado en seguir edificando el “estado de bienestar”, que ni se especifica ni insinua en parte alguna de la Constitución. No es misión del gobierno redistribuir la riqueza, ni fijar sueldos mínimos ni máximos, ni inmiscuirse en la educación. Su misión es cumplir y hacer las leyes y velar por la seguridad interna y externa de la nación.
Desde Bismarck al nacer la Alemania industrial, pasando luego por Marx, Lenin y Stalin, más tarde con Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson, Franklin D. Roosevelt hasta más recientemente Lyndon B. Johnson y demás presidentes demócratas, sin descontar la Europa de posguerra, el concepto del “estado de bienestar” está quebrando las economías.
Cuando los líderes del Ejecutivo, con arrogancia aún cuando fuere fruto de buenas intenciones, intentan rebasar sus funciones para erigirse en mesías capaces de transformar la condición humana, generan catástrofes. La ley natural no puede ser manipulada para generar utopías. Eso lo entendieron los fundadores de la Unión Americana, que nunca hablaron, como Johnson en su discurso sobre la Gran Sociedad de que aquí en la tierra, “en la ciudad del hombre”, se hallaría la felicidad.
Lo que ellos propusieron fue una Unión que favoreciera de modo perpetuo la “búsqueda” de la felicidad para un número cada vez creciente de ciudadanos. Y a través del ejercicio de la libertad para idear, inventar, comerciar, crear y distribuir la riqueza. Con un gobierno que garantizara esa libertad, no que la obstruyera.
En un artículo que se difunde hoy, el ex-juez Andrew Napolitano, que frecuentemente se presenta como panelista en la TV, dice en una parte (sigue la versión libre en español):

In the years following the adoption of the Constitution, before he was Secretary of State under President Thomas Jefferson and then president himself, James Madison, who wrote the Constitution, was a member of the House of Representatives. During that period of his life, he gave illuminating speeches and wrote elegant essays and letters about human freedom.

In one of his essays, Madison noted that freedom came about in Europe when the people rose up and cast off or intimidated tyrants, who reluctantly granted the people the freedoms they sought. That was, in Madison's words, "power granting liberty." The American experience was the opposite, he argued. After we seceded from Great Britain, the free people of the 13 independent states voluntarily came together and through the states delegated discrete amounts of power to a central government. That was, in Madison's words, "liberty granting power," especially since the people reserved to themselves the liberties they did not delegate away.
Much of the political class of the founding generation, unlike our own, viewed the Constitution as restraining, not unleashing, the government. They recognized along with Madison and Jefferson that natural rights -- areas of human behavior for which we do not need a government permission slip -- are truly inalienable. An inalienable right, like speech, worship, travel, self-defense and privacy for example, is one that cannot be taken away by majority vote or by legislation or by executive command. It can only be taken away after the behavior of the person whose restraint the government seeks has been found by a jury to have violated another's natural rights.
This process and these guarantees are known today as the presumption of liberty. Stated differently, because of our recognition of natural rights, and our history, values and written constitutional guarantees, we in America are self-directed and free to make our own choices. In fact, the constitutional guarantee of due process mandates that because our individual liberty is natural to us, it is always presumed; thus, it is always the government's obligation to demonstrate our unworthiness of freedom to a judge and jury before it can curtail that freedom. It is not the other way around.
Until now
(Traducción)
(En los años que siguieron a la adopción de la Constitución, antes de que fuera Secretario de Estado del Presidente Thomas Jefferson y más tarde Presidenre él mismo, James Madison, que escribió la Constitución, fue miemro de la Cámara de Representantes. Durante este período de su vida, dio discursos luminosos y escribió ensayos y cartas elegantes acerca de las libertades humanas.
En uno de sus ensayos, Madison destacó que la libertad advino en Europa cuando el pueblo se leventó y expulsó o intimidó a los tiranos, quienes a regañadientes concedieron al pueblo las libertades que buscaban. Eso era, en palabras de Madison, “la libertad otorgada por el poder”. La experiencia americana fue lo opuesto, arguyó. Luego de separarnos de la Gran Bretaña, los pueblos libres de los 13 estados independientes se unieron voluntariamente y a través de sus estados delegaron discretas ciertas czantidades de poder al gobierno central. Eso fue, en palabras de Madison, “el poder otorgado por la libertad”, especialmente cuando el pueblo se reservó a si mismo las libertades que no delegó a nadie.
Muchos de la clase política de la generación de los fundadores, a diferencia de la actual, miró a la Constitución como restrictiva, no liberadora, del gobierno. Reconocían, con Madison y Jefferson, que los derechos naturales -áreas de la conducta humana para las cuales no necesitamos permiso del gobierno- son verdaderamente inalienables. Un derecho inalienable, como el derecho de expresión, credo, movilización, defensa propia y privacidad, por ejemplo, es algo que de ninguna manera puede ser eliminado por una mayoría de votos, o por la legislatura o por una orden ejecutiva. Un derecho inalienable solo puede ser eliminado si un jurado encuentra que la persona acusada ha violado los derechos naturales de otra persona. 
Este proceso y estas garantías se conocen hoy como la presunción de libertad. Dicho de otrro modo, debido a nuestro reconocimiento de los derechos naturales y de nuestra historia, valores y garantías constitucionales escritas, aquí los norteamericanos somo libres para auto determinarnos y tomar nuestras propias decisiones. )
El Ejecutivo, en el caso de Obama, se ha aliado inconstitucionalmente con los jueces más radicales del sistema judicial, para ejercer lo que se conoce como “activismo” en contra de la voluntad del poder popular. En la mayoría de los Estados, el pueblo ha votado en contra del matrimonio gay pero los jueces han invalidado esa decisión porque ellos la consideran contraria a la Constitución.
La Corte Suprema, hace pocas semanas, prefirió desconocer una apelación contra esa decisión y ello se ha interpretado como un fallo a favor del matrimonio gay, algo que va en contra de la ley y el derecho naturales. Igual sucede desde 1973 con el aborto, que desde su vigencia ha ocasionado la muerte de 57 millones de seres humanos. La Constitución de la República garantiza el derecho a la vida, como una ley natural.
Está en manos del votante ratificar, o comenzar a frenar, esta tendencia de una minoría de la población opuesta a los fundamentos cardinales de esta nación, resumidas hace más de dos siglos en la Declaración de Independencia y en la Constitución de la República. El resultado de estas elecciones, aunque de medio período, tendrán resonancia universal.

Monday, October 27, 2014

EL ENIGMA ELECTORAL


No consuela saber que Dilma Rousseff fuera reelegida presidenta del Brasil con una diferencia de solo el 3%. Lo penoso es que de todos modos más de la mitad del pueblo brasileño haya peferido continuar en la marcha hacia atrás que la impuso su predecesor, el populista Lula da Silva.
Lula recibió una economía pujante que hacia fines del siglo pasado llevó al Brasil a colocarse en quinto lugar entre las mayores potencias del planeta. La inversión y el empleo crecieron gracias a una apertura del mercado y al respeto a las libertades de comercio, tanto internas como internacionales.
Dilma, como Lula, tiene un pasado guerrillero/terrorista opuesto a toda concepción democrático/capitalista, porque comparte la ideología de que la pobreza y la miseria se originan en la explotación ocasionada por ese sistema. La sola opción de cambio, para los que así piensan, es la redistribución de la riqueza bajo control de un gobierno concentrador de los poderes.
Dilma y Lula, al igual que Chávez, Correa, Fernández o antes los Castro,  siguen aferrados a la utopía de que el gobierno resolverá los defectos del ser humano y las sociedades que han conformado a través de los siglos. No es el individuo y sus libertades las que forjan el progreso, sino la sabiduría y magnanimidad de quien está al mando de un gobierno fuerte e infalible.
No bastaron los argumentos del rival de Dilma, Aecio Neves, que probaban lo absurdo de la conducción de la economía con cifras, datos y referencias puntuales de corrupción, como en el caso de Petrobras. Prevaleció el discurso populista/izquierdista que ofrecía continuar con las políticas no de estímulo a la inversión y el empleo, sino de subsidios a la pobreza.
La analista Anastasia O´Grady lo dice todo en su corto pero como siempre brillante artículo de análisis de lo ocurrido ayer en el Brasil (se lo puede leer en español en este enlace). Pocas esperanzas hay de que Dilma rectifique la dirección de sus políticas populistas como resultado del estrecho margen de victoria. Lo previsible, más bien, es que las acentuará.
Es lo que se ha observado en otros países que siguen la misma línea como Venezuela, ahora en el despeñadero con Maduro. Y Argentina con la señora Fernández. Correa está “acorralado” con su altísima deuda pública debido a la caída en los precios del crudo. Ha ido a Qatar a pedir plata y ha enviado a Estados Unidos a más emisarios para intentar mejorar su negativa imagen crediticia.
(En Qatar supo que una ecuatoriana residente en Israel fue asesinada por un terrorista del Hamas. Se lamentó y condenó ese acto de terror. En la reciente guerra Israel/Gaza Correa respaldó al Hamas causante de la guerra y condenó a Israel. ¿No sabía que Qatar, a cuyos sultanes pide dinero, financia (con otros países árabes, además de Turquía e Irán, a esa horda de musulmanes?) 
Hernando de Soto, que iluminó al Perú, América Latina y al mundo con su libro de análisis acerca de las verdaderas trabas burocráticas que impiden el desarrollo del capitalismo democrático en su país (Perú), escribe en el mismo diario de O´Grady, The Wall Street Journal, otro artículo/ensayo de formidable importancia para entender mejor a la economía y el utopismo.
Luego de dos años de investigación en Egipto, ha llegado a constatar que en la primavera árabe las convulsiones y los suicidios no se originaron en móviles políticos ni religiosos, sino económicos. Como en el Perú, a la época del Sendero Luminoso, cuando Hernando de Soto formaba parte del gobierno de entonces. 
De Soto sostiene que lo que la gente busca es mejorar sus condiciones de vida por propio esfuerzo, pero se ve impedida por las barreras burocráticas que estimulan la corrupción. Los suicidios en Egipto y otros países de Medio Oriente, dice De Soto o el aumento de guerrillas en el caso peruano, tienen su origen en la frustración de la gente por no poder ahorrar, invertir, comerciar y progresar con libertad.
El autor peruano, en consecuencia, cree que la solución para acabar con el terrorismo musulmán no es exclusivamente militar, sino económico en la medida de facilitar condiciones para que florezca en esas sociedades una atmósfera propicia al sistema capitalista de libre mercado. Se diría, en esa línea de pensamiento, que la libertad individual para crear una empresa es una ley natural.
Cuando se atenta contra una ley natural sobrevienen las distorsiones y la catástrofe. Ningún régimen estatista/utópico, de izquierda o derecha, más o menos dictatorial, ha hecho la felicidad de los pueblos. Ni en Cuba, ni en la Alemania nazi, ni en la URSS, ni en Corea del Norte. En utopismos menos obvios la declinación sin embargo es evidente: Europa, Estados Unidos, Argentina.
Estados Unidos tiene alguna esperanza de comenzar a rectificar rumbos en pro de la ley natural con las elecciones del próximo martes, cuando el partido republicano pudiera recuperar el control del Senado para afianzar la posibilidad de retomar la Casa Blanca en el 2016. Como en Brasil, aquí también han abundado pruebas de que la doctrina “progresista” de Obama es en realidad “regresiva” e igualmente contraproducente.
Pese a lo cual, no hay seguridad de una victoria republicana. Desconciertan, por ejemplo, desvergonzadas declaraciones como la del jueves pasado de Hillary Clinton, que aspira a reemplazar a Barack Hussein Obama. No se fíen, dijo a quienes oían uno de sus discursos por los que recibe más de 200.000 dólares, de quienes les cuenten que las empresas crean empleo: esa es una gran mentira...
Si las empresas no crean empleos ¿quiénes o qué los crean? ¿Qué es una empresa? Evidentemente lo que quiso decir es que los únicos empleos válidos son los del Estado, pues los del sector privado son una explotación del pobre por el rico. Su afirmación cae dentro de la retórica demonizadora del sector empresarial privado.
Que es la que quieren oir los votantes que reciben subsidios a la pobreza. Y los radicales utopistas  y la mayoría de negros. No reflexionan que los gobiernos no crean por si mismos ninguna riqueza, sino que la extraen del sector privado mediante confiscación e impuestos. O la emisión de dinero sin respaldo oro, desde los tiempos de Nixon, lo que ha generado una inflación mundial desbocada. 
La pregunta aún sin respuesta es si se repetirá o no en los Estados Unidos el mismo fracaso de insensatez y falta de sentido común que en el Brasil, este próximo martes. Aunque las encuestas parecen inclinarse en favor del sentido común, aún resuenan los resultados del 2012 cuando Obama fue reelecto contra todos los pronósticos... y el “sentido común”.

Wednesday, October 22, 2014

ELECCIONES MISTERIOSAS


A poco de asumir el mando en el 2009 la gente se decepcionó con Barack Hussein Obama. Se creía que con él se borrarían los vestigios del racismo, dado que era el primer presidente negro (mulato) y que con ello advendría una era de unidad y prosperidad sin precedentes.
Pero fue todo lo contrario. Acentuó el resentimiento no solo de los negros en contra de los blancos, sino del pueblo en contra de la clase empresarial privada, a la que acusó de ser culpable de la desigualdad en la distribución de la riqueza.
Se propuso, consecuentemente, propiciar la igualación de los ingresos mediante la implantación de un sistema “progresista” que a la postre implica un modelo controlador de la sociedad desde el ejecutivo, más allá del modelo diseñado en la Constitución por los fundadores de este país en 1787.
Mucha gente que votó por él en el 2008, se arrepintió. Comprendió que el propósito de Obama era, como lo prometió en su discurso inaugural, llegar a la transformación profunda del país, no a corregir defectos. En el otro lado del espectro político surgieron activistas como los del Tea Party, que dijeron “ésto no puede ir más allá”.
La demostración de descontento fue contundente a dos años del gobierno de Obama, en las elecciones de medio término para renovar las cámaras legislativas y otros cargos. La oposición logró una aplastante victoria en el 2010, recuperó el control en la Cámara de Representantes y se impuso en la mayoría de gobernaciones estatales.
Eran los resultados esperados. Obama no asimiló la lección en cuanto a corregir el rumbo y la doctrina de su gobierno. Más bien la acentuó. Pese a la oposición del 64% de los ciudadanos, aplicó toda maniobra legal e ilegal a su alcance para que el Congreso aprobara una ley de protección médica estatal, tan mal estructurada que no la pudo aplicar.
Pero la puso en vigencia por partes, en abierta violación de la Constitución. En ello se vió respaldado por la Corte Suprema de Justicia que protegió esa quiebra constitucional con argumentos que un lego en jurisprudencia se habría ruborizado en esgrimir. En lo económico, la inversión privada se estancó al tiempo que se magnificó el gasto público y la deuda, cercana a los 18 trillones de dólares.
Pese al “estímulo” de casi mil millones de dólares al inicio del régimen, la economía no se estimuló, el desempleo se mantuvo bordeando el 10%, los períodos laborales se redujeron a la mitad para contrarrestar el costo del Obamacare y los desempleados no tuvieron mas opción que aceptar el humillante bono de los food stamps.
En esas condiciones nadie imaginaba que Obama soñase con reelegirse, ya que se lo comparaba con Jimmy Carter, el presidente demócrata que llevó al país al 13% de inflación y que fue impotente para liberar a los rehenes de Teherán. Pero Obama no solo que se presentó a la reeleción, sino que la ganó. Y el Senado siguió en manos demócratas.
¿Qué ocurrió? Los estrategas de la mafia de Chicago, que escogieron a Obama y lo llevaron a la Casa Blanca, decidieron aplastar a la oposción en todos los frentes. Al Tea Party, cuya motivación era reclamar respeto a la Constitución, se lo persiguió y calumnió, con aquiescencia de los mayores medios de comunicación.
Inclusive se lo acalló utilizando inconstitucionalmente al IRS, la agencia recaudadora de impuestos, con falsas alegaciones. La Cámara de Representantes todavía no logra ninguna sanción contra los responsables. Paralelamente el comando electoral de Obama se dedicó a una campaña publicitaria de calumnias contra los candidatos y declaraciones del GOP.
Los efectos fueron devastadores, tanto más cuanto que los estrategas del partido republicano aconsejaron tener mesura en las respuestas y las críticas de los rivales demócratas, por temor a herir susceptibilidades de tipo racial que pudieran distanciar a los “independientes” y perder sus potenciales votos. 
Obama fue reelecto cuando se esperaban resultados similares e inclusive mayormente negativos para su gestión que en el 2010. Ciertamente que el candidato republicano que pretendía sustituirlo, Mitt Romney, era muy débil   sobre todo porque no puso énfasis en los errores garrafales del rival, como el caso Benghazi, el desempleo, IRS, el operativo de fronteras y otros.
Esa debilidad, según los analistas, forzó a muchos ciudadanos no simpatizantes de Obama a quedarse en casa y no votar. Muchos habrían preferido que el candidato fuese frontal y directo no solo en esos temas, sino en otros como el matrimonio tradicional y la defensa de la vida, que los estrategas del GOP aconsejaron no mencionar.
Pero existe otro fenómeno subyacente que podría explicar el fracaso del sentido común y las victorias consecutivas del ala radical de izquierda del partido demócrata. Es la desinformación creciente del electorado. Cada vez, según encuestas esporádicas que se realizan, se comprueba que la mayoría de la gente no está enterada correctamente de lo que ocurre en su entorno, ni de lo que ha sido la historia de este país.
El fenómeno, que comenzó en la “academia”, esto es, a nivel universitario, se ha regado ahora al nivel parvulario. Los profesores universitarios están infestados, desde la rebelión contra la guerra de Vietnam en el decenio de 1960, con la noción viral de que el sistema capitalista y de libre mercado es la causa de las guerras y la explotación en el mundo.
Con inspiradores como Saul Alinsky (y sus discípulos Obama, Bill Ayerst y Hillary Clinton) creen que al esquema capitalista hay que cambiarlo por uno progresista, en el cual la Constitución se subordine al Ejecutivo y no al revés. Los mentalizadores del progresismo, Ted Roosevelt y Woodrow  Wilson, si bien querían vigorizar al Ejecutivo, nunca pretendieron salirse del   marco constitucional.
Se afirma que Obama era ayudante de cátedra de Derecho Constitucional en la Universidad de Chicago. Si lo fue (todo su pasado es un misterio), era con seguridad para aprender a buscar caminos más seguros para burlarla de manera “progresista”. En su administración, los ejemplos de violación de la Constitución son múltiples. Pero interpelarlo y censurarlo, a más de improbable, sería estéril.
La universidad y la visión “progresista” de la historia de los Estados Unidos prepara profesores para escuelas y colegios, así como periodistas para los medios de comunicación audiovisual y escritos. Ello explica, con las excepciones del caso, el por qué de la contaminación en la educación, la información y la opinión reinantes en este país.
La crisis se complica con el círculo vicioso que malignamente se ha creado entre el partido demócrata y los sindicatos obreros y de profesores. En el caso de escuelas y colegios, los maestros se afilian de facto a los sindicatos. No todos los profesores son demócratas, pero si lo son sus dirigentes. Por ley los sindicatos están facultados a hacer donaciones de carácter político a candidatos y cabilderos.
Más del 90%, en algunos casos hasta el 97% de las donaciones, va al partido demócrata. Igual ocurre con los sindicatos obreros, pero la situación se agrava con los maestros, pues sus sueldos provienen de los  impuestos. Para la campaña de medio término de este 4 de noviembre, se afirma que los sindicatos han dado a Obama y los demócratas más de 40 millones de dólares.
En las escuelas y colegios se enseña que Estados Unidos no es la primera potencia del mundo libre, sino la primera potencia explotadora que nació con el exterminio de los indios y la esclavitud de los negros. Washington y Jefferson son condenables por esclavistas y la II Guerra Mundial la ganó realmente la Unión Soviética.
La distorsión, el pesimismo, la incredulidad en los valores de la nación se han difundido de manera tal, que urge una revisión del pensum. Pero ello no es dable ya que ninguna reforma cabe sin la venia de los sindicatos, respaldos por el gobierno de Obama y su ministerio de Educación.
Agréguese a la desinformación el prejuicio del votante negro que cree que tiene que votar por Obama por solidaridad de raza. Es un absurdo, si se considera que la situación de los negros ha empeorado con Obama en todos los planos, tanto de empleo como de educación y más aún de auto estima.
Seguidamente se incluyen varios links o enlaces, en inglés, que prueban las aseveraciones anteriores. Uno de ellos es un video en el que se revelan maniobras de fraude en Colorado. ¿Cuántos casos más habrá habido en el 2012 y habrá dentro de dos semanas, para garantizar la perpetuidad de la doctrina “progresista” de los demócratas en este país?  
http://www.washingtontimes.com/news/2014/oct/21/ballot-harvesting-by-colorado-campaign-workers-rai/
https://www.youtube.com/watch?v=C_uHDjk3fSc&feature=youtu.be

Monday, October 20, 2014

CÓMO DESHACERSE DE CORREA


Los artículos del Pájaro Febres Cordero que se publican en el El Universo de Guayaquil son siempre una delicia de leer, por su fina ironía y por el sarcasmo con el cual vapulea al dictócrata Rafael Correa. Es quizás uno de los pocos periodistas que desde el comienzo del régimen, hace ya siete años, fue un frontal opositor.
Ha habido otros también, por cierto, pero han sido silenciados por Correa de diversas maneras. Carlos Vera, aunque converso, Jorge Ortiz y algunos más, paulatinamente fueron desapareciendo de la TV y de las páginas de los diarios donde escribían críticas que no agradaban al líder.
Parecida suerte corrió otro columnista, Emilio Palacio. Por decir la verdad sobre lo ocurrido entre Correa y la Policía en septiembre del 2012, cuando ordenó el asalto a un hospital que ocasionó muertos y heridos, fue juzgado y sentenciado a millonarias multas y a prisión. Buscó asilo en Miami desde donde escribe un blog contra Correa.
Pero ni los seductores escritos de Francisco Febres Cordero, ni los buenos y sesudos artículos que todavía se leen en algunos diarios, sumisos pero aún independientes, como tampoco el blog de Emilio, harán mella en la estructura mental impermeable de Correa. Si de todos modos alguien se excediera de los límites por él fijados, entraría en acción la Ley Mordaza.
La ley regula la expresión hablada y escrita de la gente y constituye la peor aberración y afrenta contra las libertades individuales, fraguada dentro de un supuesto esquema democrático de división de poderes que, con Correa no son tres, sino cinco. Los cuales cinco en realidad son uno, él. 
Burócratas nombrados a dedo por Correa juzgan lo que está bien y lo que está mal dicho o escrito y no únicamente en diarios y revistas o en TV y la radio. El escrutinio va más allá de la información y la opinión: se adentra en los campos del entretenimiento. Los jueces pueden dictaminar que una telenovela o un sainete es discriminatorio o atrevido y sancionar a actores y autores con multas (se estudia si habrá prisión).
Si los escasos espacios de libre opinión no causan impacto popular debido al reducido círculo de audiencia, peores son las perspectivas de diálogos en radio y TV con periodistas independientes y calificados y el  Presidente o sus ministros y autoridades. Las ruedas de prensa esporádicas son una farsa y las “sabatinas” un insulto a la moral y las buenas costumbres.
Ha habido algunas manifestaciones callejeras de trabajadores, estudiantes e indígenas, pero han sido sofocadas ipso facto como “actos terroristas”. Las madres de los alumnos apresados han tenido que postrarse de rodillas ante el “líder” en busca de perdón. Cuando al fin lo obtuvieron, a los hijos los sometieron a “ortigamiento” por haber ofendido al benefactor.
En efecto, muchos ven en Correa al gran benefactor. Les da gratis el bono de la pobreza, les mantiene subsidios para gas, gasolina, vivienda, les construye caminos y carreteras, escuelas y colegios. Es gente a la que no le importa esas conversaciones abstractas sobre libertad, ni manejos presupuestarios, défict o superavit. Están contentos con él y lo respaldan.
Emilio Palacio, en su blog de hoy, reproduce al inicio un párrafo que resume la personalidad, la doctrina y probablemente el destino que tendrá Correa, ojalá antes de que cumpla con su amenza de aceptar el “sacrificio” de lanzarse a una reelección, que viola la Constitución que él mismo la diseñó y ordenó aprobar a la Asamblea de Montecristi.
El párrafo dice: EL JUEVES, EL PRESIDENTE RAFAEL CORREA CONFESÓ QUE NO LE PREOCUPA EN ABSOLUTO EL PRECIO DEL PETRÓLEO. "Si cae mucho el petróleo, si hay recesión, o si cae la recaudación de impuestos, nuestra variable de ajuste será la inversión; o sea, en vez de construir 200 escuelas, construiremos 100; eso no nos perjudica a nosotros, perjudica al pueblo", le dijo a un grupo de periodistas en Quito.
Como se observa, hay un link que conecta con el diario oficial El Telégrafo y la entrevista a Correa con un grupo de reporteros que por las preguntas que plantean, parecen empleados públicos del régimen. Allí el líder dice textualmente que la baja en los precios del petróleo no le afectará a él ni a su gobierno sino al pueblo, por lo cual nadie debe preocuparse.
Podría aducirse que fue un lapsus del gran comunicador, que no dijo lo que realmente quería decir. No obstante, ese concepto es clave puesto que revela con nitidez la concepción política del mandatario (L´etat c´est moi). El gobierno es él, no el pueblo. Pero ocurre que en una democracia, el pueblo delega su poder temporal al mandatario. Pero el mandatario Correa parece haber olvidado que él solo es un mandatario del pueblo, no un mandamás indefinido. 
La arrogancia de Correa se explica por el petróleo. Con los excedentes del precio, en lugar de dosificar el gasto y destinar una suma al ahorro para tiempos adversos (de lo que hace mofa en el diálogo con sus súbditos), lo duplicó en siete años, multiplicó subidios, aumentó burocracia, incrementó las inversiones en obra pública (sin licitaciones ni auditoría) y se endeudó sin límite.
Los gastos de “capital” crecieron, pero fueron gastos del petróleo, del fisco, no del sector privado. Las verdaderas inversiones provienen del sector privado, son las que proveen estabilidad, ahorro, empleo,  competencia con el frente externo. La “inversión” pública, sin la contraparte privada, es gasto que se esfuma, es gasto corriente, es deuda.
El fenómeno no es nuevo. El más destacado es el de Franklin D Roosevelt que asumió la presidencia de Estados Unidos en 1933 con la Gran Depresión. De la mano de Keynes quiso sacar al país de la recesión con gasto público, para que crezca la demanda, el consumo y la producción. No fue así.
Pese a las obras públicas y el empleo temporal, producción y empleo continuaron estancados y de ello acusó a los empresarios. Pero a ellos tuvo que recurrir para poner la maquinaria industrial en marcha, a fin de unirse a Churchill en la guerra contra la Alemania nazi. Fue el inicio de la prosperidad económica sin paralelo de la Unión. 
Sin la guerra, FDR habría sido un fracaso. Pero tuvo la guerra que lo salvó y sublimizó. A Correa se la está acabando el petróleo y con él, su poder. Ha silenciado a los medios de comunicación, ha humillado a periodistas, a estudiantes y trabajadores rebeldes, tiene comprometidas a las fuerzas armadas y a la policía, destruídos a los partidos políticos.
Todas esas esclusas se destaparán sin los petrodólares. El petróleo seguirá a la baja y los pronósticos en contrario que Correa hace, son tan brillantes como sus manejos en economía. Ahí está el endeudamiento más caro con China, el retorno a la Bolsa de Nueva York a costos más altos, la venta del oro del Banco Central y tantos otros casos, como la disimulada devaluación a través de la emisión electrónica de dinero.
La baja en los precios del crudo en el mercado mundial no se detendrá. Lo sabe Arabia Saudita (quizás mejor que el “economista” Correa) que ha sido por décadas el jefe absoluto de la OPEP, ahora en disolución. Lo sabe el mercado, porque el petróleo de los esquistos de Estados Unidos e incluso de lugares tan impensados como Israel, ha comenzado a fluir sin pedir el consentimiento del oscuro líder del ex-miembro de la Opep.
Claro que la baja del crudo perjudicará al pueblo. Correa tiene en eso  la razón. Pero no la tiene cuando dice que no afectará al gobierno, pues gobierno y pueblo son una misma cosa. Muchos predicen que el precio podrá bajar a 40 dólares por barril para el próximo año. Modelos de gobierno concentradores como el de Correa, sin petróleo, se hundirán, como ya está ocurriendo con Venezuela.
La alternativa frente a la catástrofe fiscal, para el caso Correa, no podrá ser ni más endeudamiento, ni más impuestos. Porque las dos opciones  ya están agotadas. La única salida esperanzadora debería ser que Correa se hunda junto con el petróleo y que al gobierno llegue alguien  con sentido común. 
Que no se empecine en repetir los errores del pasado y entienda que la solución es convivir en libertad para que los individuos hagan uso pleno de sus potencialidades a fin de crear y multiplicar la riqueza, generar empleo y el bienestar real. El “bienestar” de Correa es ilusorio pues proviene no del esfuerzo nacional, sino de un agente externo que ahora se deprecia.

Thursday, October 16, 2014

LA DEPRESIÓN AD PORTAS


Los Estados Unidos, al mando del ultra radical Barack Hussein Obama, se está precipitando en un despeñadero de incertidumbres no solo en lo atinente a su economía, sino sobre todo moral. El líder mulato por quien votaron dos veces ciudadanos de todas las razas, ha decepcionado en todos los frentes.
El impacto de su impericia se ha reflejado en todo el orbe y la explicación del fracaso de su gestión es por haber aplicado un modelo de gobierno absorbedor de poderes, el cual a lo largo de la historia, con sus variantes más o menos dictatoriales, siempre han determinado la ruina de las naciones.
Obama,  como “community organizer” (agitador social) en su juventud, por lo visto no tuvo tiempo para revisar la historia de este país y el mundo. Si lo hubiera hecho no habría aplicado ese modelo controlador que puso en marcha para salir de la crisis económica en el 2009. Esa crisis, que heredó de George W Bush, reclamaba precisamente otro modelo.
Uno de los factores acelerantes de la crisis de entonces fue la intervención estatal en el mercado hipotecario. Por presión demócrata, se dispuso que la banca otorgue préstamos para la vivienda a los pobres, sin respaldo de pago. Se obligaba al gobierno a asumir las deudas de préstamos impagos y ello desató la hectombe.
La cual se regó por Europa otros países. Obama, lejos de componer lo que estaba mal, forzó a que se apruebe un gasto de casi mil millones de dólares para “reactivar” la economía. Han transcurrido seis años y el fruto de esa loca aventura es más desempleo, menos inversión en el sector privado, más burocracia, más subsidios, más desconfianza.
Estados Unidos ha tenido recesiones y depresiones en otras épocas de su historia y los orígenes han sido similares, en el siglo XIX, en el XX y en el actual. Cuando las leyes del mercado se distorsionan, sea para anular la competencia, manipular precios o imponer presiones como en el caso de las hipotecas, el esquema se resquebraja.
Cuando Franklin D. Roosevelt llegó a Presidente por primera vez en 1933, el país se hallaba en escombros con la Gran Depresión de 1929. En ese entonces el economista de moda era el británico John Maynard Keynes y de él tomó la receta “milagrosa” para salir de la recesión: incrementar el gasto público, en la creencia de que así demanda y el consumo crecían y por ende la producción.
Receta muy parecida a la de Obama. Con la diferencia de que al menos FDR si dejó obra pública visible y el consiguiente empleo, aunque efímero. Pero el paso de Roosevelt por la Casa Blanca no había resuelto los problemas de fondo, que se refieren a una real creación de riqueza, con la consiguiente estabilidad y aumento constante del empleo. 
Así lo entendió Roosevelt en sus discursos en vivo y en sus célebres alocuciones por la radio, cuando achacaba a los “ricos” como causantes de que la crisis persistiera. Es la misma retórica “liberal” de Obama, con la diferencia, también, de que FDR pertenecía a la alta aristocracia a la que acusaba de un culpa que no tenían.
El advenimiento de la II Guerra Mundial salvó a FDR y a su gobierno. En lo económico, inclusive antes de Pearl Harbor, Roosevelt se comprometió con Churchill a dotarle de armamento y municiones, en la lucha desigual que Gran Bretaña sostenía contra Hitler. Ese solo gesto ya le ubicaba a FDR entre los grandes de la Historia.
Pero para cumplir son el compromiso, Roosevelt tuvo que archivar su retórica antiempresarial. Convocó a los empresarios “perversos”, los instó a sumarse en la cruzada y solo entonces la portentosa potencialidad industrial de esta nación comenzó a funcionar libremente, aunque esta vez con fines militares.
La participación abierta de los Estados Unidos en el Guerra tras el asalto a Pearl Harbor en diciembre de 1941, fue decisiva para la victoria final de los aliados en 1945. Roosevelt, no obstante su parálisis, manejó con firmeza su gobierno. El pueblo, terminada la recesión, lo idealizó y reeligió cuatro veces (y acaso más si no fallecía en el último término).
El auge económico continuó en los Estados Unidos hasta convertir a esta nación en la primera potencia mundial. El eje central de su poderío fue la libertad política y la libertad comercial y empresarial. Pero fue a raíz de la guerra de Vietnam en el decenio de 1960 que este sistema democrártico comenzó a cuestionarse y no desde Moscú sino desde adentro, por parte de una izquierda radical.  
A Obama también fue idealizado en el 2008. Por los negros que hasta 1863 eran esclavos en este país y por los blancos que veían en él a un redentor que los liberaría del peso de los pecados cometidos contra la negritud por sus antepasados. Y por los radicales de izquierda, “progresistas” que creen que solo un gobierno concentrador de poderes es garantía para la felicidad de los pobres.
Los negros son hoy más pobres y los pobres son más pobres con la política de concentración de poderes de Obama. El terrorismo musulmán se expande por todo el Medio Oriente y el Norte de África y en lugar de enviar tropas al frente de batalla, Obama prefiere mandar al legendario Escuadrón 101 a los países de África Occidental para pelear con un enemigo para el cual no están preparados para pelear: el ébola, virus con el cual saldrán contaminados, es decir, derrotados.
El gasto público, que comenzó con los casi 1.000 millones de dólares de subsidio, ha llegado ya en conjunto a los 17.7 trillones (en inglés) de dólares. Europa está desconcertada, los precios del petróleo se cotizan a menos de 80 dólares por barril y siguen a la baja. Obama pide más y más dinero para cada nuevo problema y escollo.¿De dónde sacar ese dinero?
Ni a FDR ni a Keynes les preocupaba la pregunta, porque aparentemenre la respuesta la tenían a flor de labios: para eso estaba la maquinita de imprimir dinero y...más y más impuestos a los ricos “depravados”. Después de todo, a quienes piensan como Obama redistribuir la riqueza por acción directa o imposición de gravámenes (con FDR el de la renta era del 90%) es una fórmula moral y justa.
Las consecuencias, se lo sabe por la historia, nada tienen de moral ni de justas. Allí está, por ejemplo, el caso de Cuba. Ángel Carromero es un joven espñol idealista que conducía el auto de La Habana a Santiago, cuando intencionalmente fue chocado por agentes secretos de Fidel. Él fue arrestado y encarcelado, al igual que el líder cubano Osvaldo Payá, más tarde asesinado.
En una entrevista por TV de promoción de su libro, narra aspectos hórridos de la vida cómun en la Isla. Miseria, caminos intransitables, edificios derruídos, vigilancia permanente de los agentes, angustia y hambre, deseo de fugar. Carromero se libró de la muerte por un acuerdo especial entre el gobierno español y el cubano y vive ahora en Madrid.
Pese a la bancarrota de Cuba, los Castro tienen enorme influjo en  América Latina. A poca distancia está Venezuela. Su policía secreta se ha infiltrado en ese país desde Chávez y ahora Maduro es un títere. Otrora una potencia petrolera, Venezuela pasa hambre y miseria como en Cuba y sin embargo tiene apologistas en Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Argentina. 
El nazismo fue derrotado en la II Guerra Mundial. En Alemania hay tropas de ocupación y la doctrina nazi está prohibida. El caso del comunismo y la URSS es distinto. Moscú fue aliado. La dictadura de Stalin y sucesores fue tan cruenta como la de Hitler pero el imperio rojo se expandió por el orbe, incluyendo a Cuba, en medio de una guerra que en su mayor parte fue fría.
La doctrina comunista, por tanto, no está prohibida. Está fresca en la misma Europa con distintas tonalidades, como la social democracia de la posguerra o el progresismo de los demócratas radicales en Estados Unidos. Saul Alinsky y Bill Ayerst son sus notorios profetas en estas tierras y entre sus más célebres discípulas figuran Obama y su Canciller Hillary Clinton, que aspira a reemplazarlo en el 2016.
Un atinado artículo de opinión del Wall Street Journal dice que lo único que podría salvar de su marasmo moral y económico a los Estados Unidos es un liderazgo político de la envergadura de un Ronald Reagan. Inobjetable. ¿Pero, dónde está esa figura? Dentro de tres semanas habrá lo que se llaman elecciones de medio término para renovar cámaras legislativas, alcaldes y otras funciones como gobernadores estatales. Lo lógico sería que la oposición arrase en los comicios. Pero el ambiente está tan podrido con seis años de Obama que cualquier sorpresa no cabe ser descartada. 
En cuanto a las presidenciales del 2016 la perspectiva de que Hillary sea elegida es escalofriante. Hay quienes la consideran menos talentosa que Obama (fue visible en los debates con él en el 2008 y lo demuestra hoy) pero más a la izquierda. Si llega a la Casa Blanca ¿pueden imaginarse a Bill de Primer Caballero como asesor, en momentos en que no tenga algún lío de faldas?
Sería catastrófico, no solo para este país sino para el mundo libre. Queda la esperanza de que algún líder de la oposición logre consolidarse hasta el 2016, con suficiente o por lo menos con cercana fuerza a la que tuvo Ronald Reagan.
(En el siguiente link, en inglés, se puede escuchar y ver la entrevista hecha a Dick Cheney, quien ha dedicado la mayor parte de sus 73 años de vida al servicio público como legislador, consejero, ministro y finalmente como vicepresidente con George W Bush. La entrevista es fluída y denota a más de la prodigiosa memoria de Cheney, la consistencia total de su modo de pensar, analizar y ver el mundo)

Monday, October 13, 2014

EL MATRIMONIO GAY



El matrimonio no es un derecho, es una institución. En la religión Católica es un sacramento. La palabra proviene del latín matrimoniium, cuya raíz es mater, madre. No puede haber matrimonio gay. En la unión de dos hombres, no hay madre y en la unión lesbiana hay dos potenciales madres sin un potencial padre.
La etimología de matrimonio es congruente con la ley natural. Es un contrato social, usualmente sancionado por la Iglesia y la autoridad civil, que tiene el propósito de perpetuar el linaje, o sea la continuidad de la especie y con ello la propiedad, la cultura, las costumbres y valores de la comunidad de los desposados.
La institución del matrimonio se ha ido afianzando y consolidando a través de milenios, en todas las culturas. Por lo mismo que brota de la ley natural de perpetuación de las especies, las primeras uniones entre un hombre y una mujer probablemente estén esculpidas en los primeros grafitos de las cavernas y por cierto que son visibles en las pirámides de Egipto.
En Occidente, el ritual del matrimonio se remonta a los antiguos griegos y romanos, cuando los enlaces se pactaban por acuerdos entre los padres del novio y de la novia. La mujer, la mater en ciernes, siempre tuvo (hasta hace muy poco) papel secundario y era frecuente que no conociera a su cónyuge sino en la noche nupcial.
La motivación del enlace era un compromiso de carácter económico entre las partes contratantes (consuegros) y, por supuesto, la garantía de que la sucesión de bienes quedaría garantizada con la descendencia, tanto mejor si el primogénito era hombre. Se acordaba la monogamia, la fidelidad y, en casos de infertilidad, la disolución del matrimonio.
Han pasado siglos desde la época griega y romana, ha habido guerras y conquistas, influjo de nuevas culturas, el advenimiento y esparcimiento del cristianismo por Europa y el mundo y el matrimonio ha ido evolucionando, sin apartarse de la ley natural que lo originó. La mujer ganó derechos frente al estatus marital opresor y más y más matrimonios se concertaron basados en el amor, antes que en la sola motivación económica o social.
Nunca ha dejado de ser el matrimonio el núcleo de mayor importancia en la sociedad humana. Ningún otro ente, ninguna otra unión humana, ni pública ni privada, lo puede reemplazar como creadora y formadora de seres humanos. Los defensores del matrimonio gay arguyen que los hijos de estas parejas, llegados por adopción o mediante alquiler de úteros o en probetas, crecen tan  normales como los de matrimonios heterosexuales.  
La afirmación no resiste el menor análisis, por contraria a la ley natural. En la naturaleza rige el contraste (y la complementación) entre lo + y -, al igual que en lo moral hay la noción de lo bueno y lo malo y así en electricidad, en computación, etc.. Hombre y mujer difieren biológica y síquicamente, por lo que sus dos caracteres se complementan para ofrecer una óptima educación a sus descendientes. 
En años recientes han proliferado las madres solteras como resultado de las políticas asistenciales y otras de carácter moral y sexual. El efecto ha sido devastador para la sociedad, ya que los hijos se crían sin padres y el cuidado maternal es mínimo. Una mayoría de estos muchachos termina de pandillero o drogadicto. 
En matrimonios gay masculinos, por más afeminado que uno de los dos sea, no puede asumir el papel de madre. Igual entre lesbianas. Inclusive si una de ellas, por razones hormonales, deja crecer su barba como la cantante austríaca de moda, jamás será un verdadero padre para el hijo o hija que crearon en uno de sus vientres fertilizados artificialmente o por adopción.
Aunque los gays son una minoría del 3% de la población o del 2% según las autoridades de salud de los Estados Unidos, han tenido un influjo sobre los medios de comunicación increíble, a punto tal que cuestionar su pedido de equiparar el matrimonio gay con el tradicional, es poco menos que una “herejía” para su religión “liberal”. Equivale, dicen, a oponerse al matrimonio interracial.
Como secuela de la esclavitud, abolida en 1863 tras una cruenta Guerra Civil, el matrimonio entre blancos y negros estaba prohibido en este país y en algunos estados quienes lo hacían podían ir a la cárcel. Finalmente hubo una apelación ante la Corte Suprema y en 1967 el tribunal dictó que la prohibición era inconstitucional.
Pero no hay similitud entre el matrimonio gay y el interracial. En este último  la unión entre un negro, asiático, hispano o lo que fuere y un blanco, no vilola la ley natural. Prohibirlo era una aberración resultante del proceso frustrado de erradicación de la esclavitud, cuando Lincoln fue asesinado a poco de la Guerra Civil y los demócratas del Sur bloquearon la continuación de las reformas. 
De hecho, muchas parejas mixtas tuvieron descendientes mezclados en este país, antes del fallo de la Suprema. Para muestra un botón mulato: Obama. Nació, dice que en Hawaii, en 1961, seis años antes de que la CSJ se pronuncie: su padre, un negro de Kenia, su madre una blanca de Kansas. Ahora afirman que hay alrededor de un 10% de matrimonios mixtos en los Estados Unidos.
La ley natural entre las distintas razas ha operado con fluidez desde los tiempos bíblicos. Y también muy bien en la América española, donde el mestizaje ha sido incontenible. Por allí hubo alguien que quiso clasificar razas entre buenas y malas, para exaltar a una y llevar a los crematorios a otras. Su intento de depuración desató la II Guerra Mundial y el Holocausto con millones y millones de muertos.
La aspiración al matrimonio gay está englobado dentro de la cultura de la muerte, de la que habló el Papa Juan Pablo II. La unión, por ahora de dos del mismo sexo, obviamente no es para procrear, porque biológicamente ello no es posible. El aborto y los anticonceptivos, que convierten al sexo en un pasatiempo sin compromiso, al bloquear la vida se alinean también con la cultura de la muerte.
A una pareja homosexual que bien se quiere ¿por qué negarle que se case? dicen sus abogados. Si solo el amor (y no el sexo anti natural) es la motivación ¿cuál es el límite? ¿Por qué un hombre que ama a 20 hombres no puede casarse con los 20? ¿Y por qué no con 10 hembras, 20 machos, 5 niñas y 3 perros? Si el amor es la motivación y el amor no tiene límite...
En Nueva York, una dama descendiente de la dinastía Ashton dejó al morir toda su fortuna a su perro favorito. Estaba en su derecho. Si un hombre ama a un hombre, o una mujer a otra mujer, nadie puede impedirlo. Si quieren firmar contratos de posesión o de aseguradoras y herencias, háganlo ante notario público. Allá ellos. Pero no atenten contra la institución milenaria del matrimonio.
La gente así lo entiende y en cuanto tiene oportunidad, se pronuncia en favor del matrimonio tradicional, en rechazo al matrimonio gay. En no menos de 32 de los 51 estados de la Unión ha habido referendos en los que el pueblo ha dicho no al matrimonio gay. Además algunas legislaturas estatales tienen expresas prohibiciones en tal sentido. 
Pero las parejas homosexuales, alentadas por el presidente Obama, los demócratas y los medios radicales, han insistido en celebrar ceremonias civiles y religiosas gays, que han sido vetadas por las autoridades locales. Las objeciones, a la postre, han sido desechadas por “inconstitucionales” por los jueces respectivos y la Corte Suprema acaba de desoír reclamos por tal actitud.
En suma, la voluntad popular expresada en referendos y en constituciones estatales, se ha estrellado contra la voluntad de jueces de apelación “activistas”, así llamados porque se han excedido en sus funciones para asumir la de legisladores. Según la Constitución ninguna de las tres ramas de gobierno se superpone, todas son mandantes del pueblo.
Hasta 1935 la Corte Suprema de Justicia era inquilina del Capitolio, en uno de sus sótanos. Su sola misión era y es decidir en torno a discrepancias de aplicación de la la ley, no de intepretarlas ni crearlas. Esto es exclusivo del Congreso. Pero los legisladores parecen haber renunciado a su autoridad, delegando esa atribución a los jueces.
Si los Estados y sus ciudadanos votan en pro del matrimonio tradicional, que no requiere de mención constitucional, ningún juez puede oponerse a la voluntad popular. La CSJ prefirió desechar la apelación, acaso presumiendo que el asunto debe ser resuelto por los Estados, sus legisladores y sus votantes. 
En suma, los votantes deberán movilizarse para exigir a sus legisladores que revoquen a los jueces que han atentado contra la voluntad popular y en algunos casos contra las constituciones estatales. Y tener claro para las próximas elecciones que elegir a un demo liberal (o a un republicano mutado en pro gay por acomodo) es como elegir a alguien "contra natura".

Thursday, October 9, 2014

LA BARCA HACE AGUA...


Y las ratas han comenzado a ponerse a buen recaudo. Una de ellas, Leon Panetta, ex director por dos años de la CIA y ex ministro de Obama por otros dos años, ha optado por salir de la nave pero henchido de dólares con la venta de un libro en que denuncia políticas fallidas de su ex jefe.
Igual hizo su predecesor Robert Gates, con el agravante de que éste era republicano y acababa de servir en esa función al presidente George W Bush. En ambos libros, de gran venta ya que los editores tienen espacios asegurados de propaganda en todas las estaciones de TV, las críticas a Obama son severas.
Otra colaboradora del mandatario, Hillary Clinton, Secretaria de Estado (equivalente a Canciller), escribió otro líbro crítico contra su ex jefe y ex rival en la campaña presidencial. También los impresores lograron una profusa propaganda pero no se vendió el número de ejemplares esperados y la autora trastabilló con su escaso talento político.
Un mayor impacto lo está consiguiendo Panetta. En su libro y entrevistas confirma lo que ya todo el mundo sabía o intuía. Por ejemplo, que Obama fue informado por su ministro Panetta, la CIA y los militares que el ataque al Consulado en Benghazi, Libia, fue perpetrado por terroristas. Murieron el embajador y tres funcionarios, pero Obama ordenó ocultar la verdad.
El suceso ocurrió en septiembre del 2012 y las votaciones para reelegirlo eran el 4 de noviembre. Dispuso que Susan Rice, embajadora ante las Naciones Unidas, vaya a los canales de TV a decir en los talk shows matinales del domingo que el ataque al consulado no era terrorista sino reacción a un video que nadie vio y que supuestamente hería al Islam. (Obama quería evitar que se desmintiera lo que dijo a raíz de la muerte de Osama Bin Laden: que Al Qaeda había sido finalmente liquidado por él)
A Panetta lo entrevistó Bill O’Really en FoxNews. Lo acorraló como a rata con sus preguntas. No pudo eludir la referente a Benghazi, como tampoco la alusiva al hecho de que Obama está llevando al país hacia una declinación de liderazgo en el mundo libre. Los enemigos y los aliados han dejado de temer y admirar a los Estados Unidos, insinuó el entrevistador, con tácito asentimiento del entrevistado.
Las declaraciones de Panetta coinciden con las noticias del avance de los terroristas en el Medio Oriente y el Norte de África. Obama se reunió ayer con la cúpula militar de las Fuerzas Armadas en el Pentágon y allí, ante los generales y almirantes, les espetó que no acepta sus consejos sobre estrategia militar, reiterando que no autorizará enviar tropas de combate en tierra.
Todo militar en servicio o en retiro ha opinado que ello es un absurdo. El Isis/Isil, con 50.000 soldados y moderno equipo militar confiscado a los militares norteamericanos, está a punto de tomarse Kobani en la frontera sirio/turca y hay indicios de que su próximo objetivo será la bíblica Aleppo. Muy pronto vendrá Bagdad, luego acaso Jordania. Libia ya cayó en manos terroristas.
Obama no quiere tropas en tierra para que no haya heridos ni muertos. Pero manda más soldados a Liberia y Africa Occidental para que luchen contra el ébola. ¿Y si se contagian y mueren? Si no quiere que los soldados se enfrenten a la muerte cierre West Point y Annapolis? Eso le complacería a su mentor e inspirador Saul Alinsky. Si los soldados no se preparan para combatir ¿para qué tenerlos?
En una sociedad capitalista como la que rige aún en los Estados Unidos, cualquier individuo con cualidades para escribir puede hacerlo y si lo hace con acierto, vender muchos libros y hacer dinero. Está muy bien, merece elogios y felicitaciones, solo es de mezquinos la envidia. No obstante, en el caso de los tres autores de esta nota, saltan dudas sobre su sentido de integridad y lealtad.
Si alguien acepta un cargo, más si es de alta responsabililidad, en el sector privado o público, es porque comparte el pensamiento y doctrina u orientación del empleador. Robert Gates sustituyó a Donald Rumsfeld y acompañó a Bush en sus dos años últimos de gobierno. Cuando aceptó ser ministro de Obama sabía de las diferencias profundas entre los dos mandatarios.
No era una aventura. Por dos años estuvo junto a Obama y diseñó con él (y con Hillary Clinton) la política exterior en el campo de la defensa. Con Obama y Panetta desde el 2011 se fraguó la “colosal” metedura de pata (como la calificó O’Reilly) de retirar las tropas de Iraq, sin las cuales el Premier Maliki fue impotente para frenar al futuro Isis/Isil, promotor del actual Califato del siglo XXI en Siria/Irak. 
Panetta es un demócrata a tiempo completo, considerado como un ícono del partido. Debió por ello haber demostrado mayor lealtad hacia Obama, quien en el 2008/2009 se convirtió en el “mesías” que transformaría al país en el nuevo paraíso terrenal. Como director de la CIA y luego ministro de Defensa, siempre estuvo en contacto íntimo con el líder y cualquier crítica al régimen, es crítica a si mismo.
Al menos era de esperarse que dentro de la perspectiva del sentido de lealtad, que parece escasea entre los demócratas, los autores hubiesen esperado a que Obama deje el poder en el 2017 para escribir sus ensayos y comenzar a llenar sus alcancías con la venta de los libros. De otro modo las denuncias, aunque espectaculares, dejan sin contestar una pregunta: si estaban en desacuerdo con Obama ¿por qué no dimitieron a tiempo?
Muchos aplauden a Panetta por su valor y entereza. Ha demostrado con las denuncias, dicen civiles y militares (en retiro), que supo anteponer su amor al país a la lealtad al partido y al líder. ¿No habría sido patriótico y honesto, más bien, que lo hubiera hecho en el momento mismo en que se producía el desacuerdo con el líder?
Hipotéticamente, por ejemplo, Panetta hubiera prestado un gran servicio a la Patria (y a la verdad) si renunciaba en protesta por las mentiras de Obama en lo relativo a Benghazi, antes de la reelección. O al momento en que se discutía y aprobaba el retiro de tropas de Irak, quizás el factor clave del caos del Medio Oriente en el momento actual



Tuesday, October 7, 2014

¿ESTAMOS ENTRAMPADOS?


Con cada día que pasa se hace más evidente que el gobierno de Barack Hussein Obama seguirá deteriorándose, hasta que finalmente sea reemplazado por alguien en enero del 2017. Faltan solo dos años y meses, pero parece demasiado tiempo para tolerarlo.
¿Qué hacer? Una interpelación y probable destitución están descartadas, aún si se contase con los votos necesarios en el Congreso. Sería como ofrecer una  tribuna a él y a los suyos para que continúen esparciendo su doctrina radical de odio al sistema norteamericano.
Además, si llegara a ser destituído, debería reemplazarlo John Biden, su vicepresidente. Él ha actuado como un bufón, un hazmerreir con sus cantinfladas y errores sobre personajes, países y hechos históricos que tiene que rectificar a poco de pronunciados sus discursos. 
Si Obama no es deseable, la perspectiva de Biden en la Casa Blanca es igual o peor. Contrista también el hecho de que otras medidas de carácter legal para tratar de frenar los excesos anticonstitucionales de Obama no han tenido ni tienen los resultados que se habrían logrado en otras circunstancias normales.
No hay manera de que el régimen restrinja el gasto, que ha generado una deuda pública de 22 trillones (ingleses) de dólares que crece sin cesar al tiempo que la gente no encuentra empleo, aumentan los subsidios, los food stamps y la burocracia. Escándalos como la masacre de Benghazi en Libia, del IRS, la entrega de armas a narcos de México siguen impunes.
Como en una conspiración contra la vigencia de la ley y la Constitución, los mayores medios de comunicación callan y protegen a Obama en casos que les ocuparía 24/7 si los protagonistas fueran republicanos. No obstante, los errores de acción y omisión de Obama son de tal dimensión que hasta algunos de sus incondicionales han comenzado a criticarlo.
Ciertos candidatos demócratas que aspiran a gobernadores o a otras funciones de votación popular, han optado por no mencionar a Obama o a presentarse como independientes para no perder votos, dado que su líder ha caído en picada en las encuestas. Si primara el sentido común, en los comicios de este noviembre la oposición debería arrasar con el oficialismo.
Pero son tiempos en los cuales lo menos que hay es sentido común. En el 2012 Obama, por sentido común, no debió ser reelecto, pero lo fué. Y el respaldo a su favor debería estar hoy bajo 0, pero aún tiene un 34%, que no incluye solo el voto racista de los negros, sino al multiracista de los radicales de izquierda.
Aún si la oposición confirmara la mayoría en la Cámara de Representantes o la aumenta y recupera la mayoría en el Senado en los comicios del 4 de noviembre venidero, no sería mucho los que se pueda lograr para desmantelar y rehacer en pro de la democracia en este país, dado que Obama seguirá en la Casa Blanca hasta el 20 de enero del 2017.
Acaso el solo recurso para reducirle a su verdadera estatura a este extraño personaje que se adueñó del poder como por arte de magia negra, sea demostrarle al país y al mundo que es una figura que surgió de la nada y creció de la mentira. Exuda mentiras por todos sus poros. Desde la partida de nacimiento que se vió forzado a exhibir y que es falsa. 
Ha mentido sobre su religión, sus relaciones familiares, sus amistades, su vida estudiantil, escritos, sus viajes con pasaportes con otro nombre que el actual. Acaso protegido por el Taqiyya musulmán, mintió en sus promesas sobre el Obamcare, sobre la desprotección militar al Irak, la supuesta guerra contra el Isis/Isil y la peste del Ebola.
Todas esas mentiras y otras están englobadas dentro del perjurio que implica su juramento de respeto a la Constitución de los Estados Unidos, que expressó al posesionarse el 20 de enero del 2009. Ese juramento no solo no lo ha cumplido, sino que ha utilizado el poder para reorientar al país en sentido opuesto a la doctrina del documento ideado sabiamente por los fundadores de esta nación.
El abogado Larry Klayman ha presentado un juicio de deportación contra Obama ante el Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security). Ninguno de los grandes medios lo menciona, pues sería “políticamente incorrecto”. Allí se demuestra, una vez más, que el presidente mintió sobre su nombre, su partida de nacimiento, pasaportes, visas, social security. 
Dadas las condiciones prevalecientes, pocas probabilidades hay de que el juicio se tramite. Barack Hussein no es un Augusto Pinochet al que un abogado español lo puede encarcelar minetras visita a Londres. Pero eso no disminuye la validez de la demanda ni la verdad de la denuncia que se respalda en documentos, algunos conocidos pero que se han quedado archivados en la memoria popular, por orden del “establishment”.
La nota en que se anuncia el juicio se la puede leer en este link y el  documento en el segundo link