El avance del fascismo en el mundo occidental, entendiendo al fascismo como el sistema que subyuga al individuo y sus libertades a las decisiones autoritarias de los gobiernos, se sustenta en el odio y el miedo.
Líderes como Hugo Chávez, Rafael Correa y otros de América Latina e inclusive Barack Hussein Obama en los Estados Unidos, afianzan su poder y control estimulando el odio de clases y el miedo a la represión.
Obama, cuyo pasado es tan oscuro que ni siquiera ha podido exhibir su partida de nacimiento en los Estados Unidos (Sara Obama, la mujer de su abuelo asegura que estuvo presente en su nacimiento en Mombassa, Kenya, tierra de su progenitor), hostiga sin cesar valores y principios que han hecho de esta nación la mayor potencia militar, cultural y libre de todos los tiempos.
Al igual que Chávez, Correa y otros, cree que el capitalismo democrático es injusto y tiene que ser sustituido por un sistema centralizado de corte fascista/socialista, en el cual el trabajo, ahorro e inversión de los individuos debe ser regulado en todas sus formas por el gobierno.
En menos de seis meses de gestión ha comenzado a aplicar su agenda con celeridad pasmosa. Intervino por la fuerza en los mayores bancos privados, cancelando y reemplazando ejecutivos e igual ha hecho con corporaciones paradigma como la General Motors.
En sus propósitos ha tenido el respaldo incondicional de la mayoría de los medios impresos y audiovisuales, de tendencia izquierdista, que lo han ensalzado y le siguen ensalzando sin el menor esfuerzo analítico desde los tiermpos de campaña.
Su retórica apela a los sentimientos subterráneos de los resentidos, de los envidiosos, de los frustrados. El sistema vigente, dice, es malo porque los de abajo no han triunfado: hay, por tanto, que nivelar los resultados pues los ganadores lo son no por sus méritos sino porque han explotado a los más débiles, porque han violado la ley.
Los enemigos primarios de este socialismo/fascismo son la cultura judeo cristiana de Occidente, cuyo bastión es los Estados Unidos e Israel en el Medio Oriente. Obama está convencido de ello y en sus giras por la Europa socializada de posguerra y en El Cairo ha denigrado al país que representa y ha pedido perdón por los errores cometidos por sus políticas imperialistas (como la “invasión” a Normandía en 1944, seguramente).
Es un extraño fenómeno sociológico y cultural el que se ha fraguado en los Estados Unidos tras la derrota que por su intervención se infligió al Eje en la II Guerra Mundial. El país aún estaba sumergido en la Gran Depresión de los años de 1930 y corría peligro de ahondarse con las políticas de corte estatista/socialista del presidente F. D. Roosevelt, cuando estalló la guerra.
Con la guerra comenzó a salir del marasmo. Todo el aparato productivo se reactivó con la industria para la guerra y tras el triunfo en 1945 advino una era de prosperidad sin precedentes. A los veteranos se les ofreció becas para que opten por carreras universitarias y eso incrementó el ritmo y la calidad de la producción en todas las áreas.
El problema surgió con los baby boomers, hijos de los veteranos. La era del racionamiento y la pobreza de la Depresión y los tiempos de guerra se acabó y a las nuevas generaciones todo les vino demasiado fácil. El resultado fue una crisis generacional: los niños mimados con disfrute casi sin esfuerzo propio de la prosperidad, comenzaron a rebelarse contra las generaciones precedentes en búsqueda de identidad.
La “contestación” a los valores tradicionales se propagó en el plano de la política, del arte, el sexo, de la historia. Si querías aparecer independiente y liberal, tenías que reprobar el establishment y tanto mejor si te ayudabas con drogas, comenzando por la marihuana. Se distorsionó la idea original del movimiento feminista y éste cedió paso al de la “liberación” de la mujer para el sexo sin compromiso y con opción al aborto.
Esta nueva filosofía de la vida (los interesados en profundizar sobre el tema pueden consultar el libro ya clásico de Robert Bork titulado "Slouching Towards Gomorrah") se instaló en lo académico con profesores que desde el decenio de 1960 se dedicaron a la tarea que no termina de adoctrinar a los estudiantes con el axioma de “Blame America first” para explicar que todos los males del mundo se deben a los Estados Unidos.
En esa escuela se educó Obama (y Correa a su paso como universitario en este país). Durante 20 años fue adicto al pastor Jeremiah Wright, que lo casó con Michelle y bautizó a sus dos hijas. Wright es un emponzoñado enemigo de los Estados Unidos y furibundo antisemita.
Hay quienes creen que el actual presidente comenzó a recibir ese adoctrinamiento temprano en un colegio de Los Angeles donde se habría educado como becario extranjero (igual que Correa). Pero los documentos probatorios por el momento será imposible recuperarlos.
La generación de los baby boomers lideró el movimiento anti militar con las guerras de Vietnam y Corea y últimamente con las de Irak y Afganistán. El origen, más que idealista, fue práctico: el servicio militar era obligatorio en los años de la guerra de Vietnam. A los muchachos cómodos de entonces no les parecía nada patriótico abandonar el placer, las drogas y el sexo fácil y sujetarse a los rigores y riesgos de la vida militar.
Vino la rebelión que se extendió por las universidades y los círculos políticos demócratas y liberales, ayudados por los medios sobre todo de TV. Cuando Walter Cronkite falseó la verdad en una de las tres únicas cadenas de TV y dijo que la guerra de Vietnam estaba perdida, el presidente Lyndon B. Johnson le creyó más que a sus mandos militares y decidió iniciar la retirada.
Cuando el Congreso congeló los fondos para la guerra, todo quedó consumado. Los Estados Unidos perdieron por primera vez una guerra y no en los campos de batalla, sino en el Congreso y en los campos de las universidades infestadas de beatniks con olor a alcohol y marihuana.
La tendencia anti militar ha recrudecido ahora con Obama. Ordenó que las tropas en Irak comiencen el éxodo el 30 de este mes, sin garantizar que la victoria antiterrorista se afiance. La violencia ha recrudecido ya ante el anuncio y Malik, el premier iraquí elegido por voto popular, dice que las consecuencias de la retirada de tropas podría desencadenar el caos.
Al propio tiempo, Obama exalta al islamismo ignorando sus excesos y su intolerancia y no citó, menos defendió, al judeo cristianismo que es la base sustantiva de la democracia occidental. Y promete que Estados Unidos se desarmará unilateralmente de sus reservas nucleares, mientras da el visto bueno a Irán para que continúe desarrollanso su propio arsenal nuclear.
Las afrentas y el menosprecio por Israel son continuos. No cabe imaginar que Obama desconozca la historia. La distorsiona a propósito. Dice que el estado de Israel nace como fruto del sentimiento de culpa por el exterminio de 6 millones de judíos en la II Guerra Mundial, pero no menciona que Judea existía como estado/nación mil años antes de la llegada de los romanos a lo que luego se llamó Palestina.
Palestina fue el nombre impuesto por los romanos para borrar a Judea de la memoria popular. Los árabes no eran palestinos, los judíos lo eran y esa identificación solo terminó con la creación de Israel en 1948. Obama yerra al equiparar el holocausto con las acciones de la defensa israelí contra las agresiones de los palestinos terroristas del Fatah, Hezbollah y Hamas, apoyados por Siria e Irán.
Israel ha suscrito varios convenios de paz con los árabes al amparo de Jimmy Carter y Bill Clinton. Los palestinos nunca se sujetaron al compromiso, jamás crearon una nación estado en los territorios cedidos por Israel y toda la ayuda internacional para ello la emplearon en armas y cohetes para bombardear a la población civil de Israel.
Israel es el único estado democrático próspero del Medio Oriente y es allí donde los árabes/israelíes tienen el más alto estándar de vida en la región. En la mente de Obama y sus seguidores Israel es genocida ¿como quizás también los Estados Unidos? Cuando Obama habla de dialogar con los ayatolas iraníes y les da el visto bueno para que prosigan en su escalada nuclear pese a la prohibición de las Naciones Unidas, está de hecho aliándose con Ahmedinejad y su juramento de borrar del mapa a Israel.
Correa, Chávez, los Castro, Ortega, Morales, todos están, como Obama, contra los Estados Unidos e Israel y todos aman a Ahmedinejad, que los ha visitado y con quien han establecido relaciones diplomáticas. Si él es o no reelecto hoy es lo de menos: el dueño del circo, el dueño de cualquiera que sea elegido premier, es el Ayatola y su política no variará ni un ápice con los resultados.
¿Y Correa? ¿Y el Ecuador? Da grima referirse a este país, tanto por él y los que le siguen como por el resto. Correa está a punto de cerrar el canal Teleamazonas, siguiendo la pauta de Chávez con Globovisión y apenas si han aparecido unas tibias notas editoriales en los diarios, no de protestas sino de ruego “para que no sea malito”. ¿En dónde está escondida la otrora pomposa AEDP?
Y Correa sigue obsesionado por el ataque a Angostura. Quiere enjuiciarle a Uribe porque mató al camarada Franklin Aisalla en el ataque certero al campamento de las FARC, el 1 de marzo del años pasado. A quien habría que enjuiciar post mortem es a Aisalla por haber actuado como agente no registrado de una organización terrorista extranjera.
Por cierto los peces gordos como Correa y Gustavo Larrea hace tiempo que debieron haber sido enjuiciados y condenados por traición a la Patria por su complicidad con las FARC. Lejos de ello, Rafael Correa fue reelecto Presidente por amplio margen y Larrea volverá a ser parte de su gabinete. Los más optimistas creen que este regímen fascista durará “solo” unos 10 años más en el poder...pero ¿por qué no otros 10 años más y otros 10?
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