Al depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya evidentemente le falló la lectura del instructivo que Hugo Chávez distribuye para transformar una democracia por el “socialismo del siglo XXI” sin disparar un solo tiro y con la sola manipulación de las debilidades del propio sistema.
Rafael Correa si captó bien las directrices de Chávez (que las recibió a su vez de Fidel Castro y este de Mao Zedong). Tan pronto triunfó en las elecciones del Ecuador, uno de sus primeros cometidos fue anular a las Fuerzas Armadas como garantes del sistema democrático y constitucional del país.
Aduló a los altos mandos, les cedió contratos sin licitación ni control para que ejecuten obras públicas, les encargó el manejo de empresas estatales, todo en violación de las leyes vigentes y sin oposición de importancia en la indolente sociedad ecuatoriana.
A renglón seguido, con las FF. AA. silentes y cómplices, procedió a anular a las dos ramas que equilibran el poder en un sistema democrático: por un lado el Congreso Nacional, al que lo quebró de un tajo y luego a las Cortes en las cuales intervino y sustituyó a jueces a su antojo.
El Congreso y las cortes intervenidas protestaron, hubo políticos aislados que también lo hicieron así como varios medios de comunicación y ciertos periodistas con agallas y sentido de independencia. Pero esa oposición fue inútil y a poco, Correa convocó a elecciones para sustituir en el Congreso a los legisladores que él descalificó y expulsó. Con los nuevos elegidos, el Congreso le fue incondicional.
Todo le vino fácil sucesivamente. Su orden de convocar a una asamblea para dictar una nueva constitución a su medida fue acatada sin chistar por el Congreso y la Asamblea, con similar servilismo, la aprobó sin reflexión ni vigorosa oposición. Desde entonces el gobierno autocrático de Correa se ha acentuado con una reelección presidencial que pudiera ser indefinida.
Esa misma ruta intentó seguirla Zelaya, pero su descuido en controlar a las fuerzas armadas de su país le ha costado el cargo. En Honduras como en el Ecuador el Congreso objetó por inconstitucional su pedido de convocar a un referendo, que debía realizarse hoy, para autorizar a una asamblea el diseño de una nueva constitución siguiendo el modelo de Venezuela y Ecuador.
Zelaya ignoró al Congreso y ordenó al máximo oficial militar que comience a distribuir papeletas y urnas para el referendo de hoy, como es la misión que las leyes allá y en el Ecuador asignan a la institución militar. Pero el oficial se negó a hacerlo y fue destituido. La Corte Suprema juzgó el caso y ordenó a Zelaya restituirlo en el cargo al militar y suspender el referendo. El presidente (encargado de cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes) insistió en su rebeldía.
Esta madrugada y por disposición de la Corte Suprema, los militares han apresado y exiliado a Zelaya. Chávez y su rebaño han protestado y dicen que la OEA y la Casa Blanca deben armar un barullo para evitar que se quiebre la democracia en Honduras con el “golpe de Estado” militar.
Correa ha viajado hoy a Nicaragua para unirse para discutir como “salvar” a la democracia hondureña.
¿No es cantinflesca esta actitud? Quien quebró la constitución y las leyes en Hondura y atentó contra la democracia fue Zelaya. Es lo que debieron haber hecho los militares en el Ecuador cuando Correa violó la democracia al destruir a los congresistas y violar la función judicial y, peor aún, cuando se alió y protegió a las FARC en acto de traición a la Patria.
Pero en el Ecuador las fuerzas armadas están chantajeadas y, según una reforma de la Constitución, carecen incluso de la misión tradicional de garantizar la estabilidad de la democracia. ¿Quienes la garantizan ahora? Puesto que no hay separación de poderes, ya que las ramas tradicionales de equilibrio dejaron de ser tales y todos los poderes están concentrados en Correa, el único garante de la democracia es Correa. Pero según como él entiende a esa democracia.
Democracia para él no es la de los “gringos”. Es la teocrática de Irán, es la autoritaria de Chávez y de la ALBA, es la regresiva que está imponiendo en el Ecuador. Si durante la campaña electoral Correa hubiese propuesto una guerra frontal con los Estados Unidos y sus aliados y una alianza sustitutiva con sus enemigos, es probable que no hubiese ganado. Pero su táctica fue silenciar sus verdaderos designios, su verdadera personalidad que ahora han aflorado con toda transparencia. Si las Fuerzas Armadas no hubieran sido corrompidas por él quizás el país se hubiera librado a tiempo de Correa y su Chávez y su ALBA, como ahora parece ser el caso de Honduras con Zelaya.
Si no hay un complot internacional contra Honduras y la resistencia de sus instituciones al vasallaje de Chávez, la cruzada que éste encabeza para esparcir por América Latina la doctrina retrógrada del “socialismo del siglo XXI” habrá sufrido un duro golpe. No obstante, hay que esperar escépticos al pronunciamiento final del presidente Barack Hussein Obama de los Estados Unidos.
Su actitud ha sido nebulosa. Se niega a respaldar abiertamente a los que se están oponiendo con peligro de muerte a la tiranía teocrática del Irán y, en el caso de Honduras, dice que espera que allí se respete la democracia mediante el diálogo. El diálogo es su escudo para camuflar su protección a quienes atacan a los Estados Unidos y al sistema democrático gracias al cual accedió al mando de la mayor potencia de la historia.
El nazi fascismo fue derrotado con la intervención militar de los EE.UU. y los regimenes comunistas de Polonia y la URSS cayeron por su respaldo moral y logístico, sumado el respaldo del Papa Juan Pablo II y la Primera Minstra Margareth Thatcher del Reino Unido. No hablar con claridad y convicción en favor de los opositores a las tiranías de Irán, Venezuela o de los que buscan evitar caer en ese precipicio, como en Honduras, es ser cómplice.
¿Qué es lo que quiere Correa? Como la oveja boba del rebaño chavista fue a una reunión de las Naciones Unidas a decirlo. Fueron disparates en contra del mercado, el capitalismo, la libertad y la democracia. Nadie le hizo caso y no solo por disparatado, sino porque no había nadie en el foro. Él fue él único jefe de Estado en hablar -ni siquiera su mentor Chávez lo hizo.
En donde si estuvo presente fue en Carabobo para festejar con cánticos de guerra la adhesión del Ecuador a la ALBA. El “show” está descrito con delicia por el periodista Martín Pallares, de El Comercio. Allí la ALBA y por tanto Correa, dieron su respaldo a Ahjmedinejad y al Ayatola y condenaron a los insurgentes y al imperialismo yanqui. Como dice Gonzalo Maldonado, otro columnista del mismo diario, el Ecuador respaldó a los victimarios en contra de las víctimas.
Luego de su papelón en la ONU, Correa volvió a hacer el ridículo con sus amenazas al diario The Wall Street Journal por el artículo de uno de sus más prestigiosos columnistas, Mary A. O’Grady, especializada en asuntos latinoamericanos. Ella se limitó a decir lo que ya todos saben: que Correa y sus súbditos se aliaron a las FARC, permitieron que se asienten en territorio ecuatoriano, conversaron con su líder Raúl Reyes e hicieron todo lo posible porque se les reconozca no como terroristas, que es lo que son, sino como insurgentes. La trama se desplomó con el bombardeo al campamento de Angostura, la muerte de Reyes y otros terroristas y, sobre todo, con la captura de tres laptops y sus discos duros.
La periodista basa sus afirmaciones en los emails auténticos de Reyes en los que se documenta con fechas y detalles los vínculos de Correa con las FARC, los contactos personales de Reyes con su ministro Gustavo Larrea, de Gobierno y Seguridad y otro subalterno.
Anunció Correa que la Cancillería ha enviado una nota al WSJ para que rectifique lo dicho por O’Grady y que, si no lo hace, le demandará. Pero ¿qué quiere que rectifique si todo lo dicho es verdad, si la autenticiadad de los discos duros fue científicamente comprobada por la INTERPOL, que agrupa a un centenar de países, entre ellos el Ecuador?
En cuanto a la potencial demanda contra el Diario, qué asustado deberá estar el señor Rupert Murdock, dueño de ese y de los mayores medios audivisuales y escritos del Reino Unido, Australia y los Estados Unidos.El WSJ, como nadie lo discute, es acaso el diario más respetable del planeta. Otra posición pueril más de Correa.
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