Sunday, October 12, 2008

PELIGRO DE UN "CORREAZO" EN USA

La candidatura presidencial del republicano John McCain se ha desplomado y se especula, con base a las encuestas, que su rival demócrata Barak Hussein Obama podría ganar las elecciones del 4 de noviembre próximo por avalancha de votos.
El derrumbe se inició con la detección de la crisis bancaria y financiera que aún no se resuelve y que se originó en el mal manejo de la concesión de préstamos hipotecarios a prestatarios que carecían del debido respaldo para cumplir con las obligaciones crediticias.
Los bancos prestamistas se vieron forzados a esa política irresponsable por regulaciones o desregulaciones populistas de los regímenes demócratas de Jimmy Carter, primero y de Bill Clinton después. El propósito fue facilitar acceso a gente con escasos recursos o ninguno para que contaran con vivienda propia. Para cubrir los riesgos se creó una agencia gubernamental para compra y recompra de hipotecas, lo que desembocó en una burbuja que ha estallado más tarde que temprano.
Hubo quienes advirtieron que el asunto era peligroso, que había que regular y revisar cuentas para impedir una catástrofe. El Presidente George W Bush lo dijo a poco de posesionarse en el 2001 y más tarde fue el ahora candidato John McCain quien lo reiteró por escrito y con respaldo de 12 legisladores.
Los demócratas bloquearon los pedidos de auditoría y control y la debacle se hizo inevitable y ahora se trata de amainarla con el estratosférico salvataje a la banca por 700.000 millones de dólares que tardará en aplicarse y que hasta la fecha no logra disipar la desconfianza, ni en los Estados Unidos ni en el resto del mundo.
Se entendía que el presidente Bush no haya querido referirse a los orígenes del problema económico, porque su propósito ha sido poner en práctica de modo urgente y global una operación de rescate en la que todos cooperan, tanto dentro como fuera de la nación.
Igual se presumía inicialmente de McCain, quien interrumpió su campaña para involucrarse directamente en el proyecto de salvataje en Washington con los congresistas. Pero el proyecto a la postre se aprobó con apoyo bipartidista y no se comprende por qué McCain no se ha decidido ahora a explotar en su favor la verdadera historia del descalabro en su favor.
Se esperaba que lo hiciera en el segundo debate que tuvo con Obama el martes pasado. Se refirió al hecho solo tangencialmente y no aprovechó la oportunidad para referirse a otras debilidades de su contendor, como el hecho de que su vida política se inició e impulsó con un terrorista confeso y que luego tuvo el respaldo moral por más de 20 años de un pastor antinorteamericano.
Por cierto que Bush no queda exento de culpa en la crisis económica, pues si supo de la situación caótica del mercado hipotecario, debió ejercer su autoridad para forzar a cambiar el rumbo. En ese sentido, también McCain y sus colegas republicanos del Congreso son susceptibles de reproche. Pero la causa principal es la ideología proteccionista y populista de los demócratas.
No obstante se supone que McCain quiere derrotar a su rival el 4 de noviembre y para ello debería utilizar todo instrumento legítimo a su alcance para tratar de debilitarlo y anularlo. Aparentemente no lo desea y ha preferido una conducta de contemporización con Obama, que ha desmoralizado a sus simpatizantes, entre las que se cuenta Sarah Palin, la brillante gobernadora de Alaska que él mismo escogió como su candidata a la vicepresidencia.
El problema de la personalidad de McCain, conocido como un Maverick, es la pretensión de nadar a dos aguas y de aparecer independiente en asuntos que él considera correctos, aunque su partido discrepe. Pero ha llegado al extremo de aparecer rojo (republicano) y azul (demócrata) al mismo tiempo, equivalente a no ser ni lo uno ni lo otro.
Cita con frecuencia a Ronald Reagan como a su héroe modelo. Pero Reagan no ganó la presidencia con una posición bipartidista, sino todo lo contrario: su visión republicana fue clara, inmutable y jamás pensó en variarla para atraer a “indecisos” independientes o a “blandos” de los otros bandos. Fue esa firmeza de liderazgo lo que le significó la victoria, lo que realmente atrajo a indecisos y no indecisos de toda la nación. Y esa fue la tónica de su gestión gubernamental.
En días pasados McCain recibió la protesta en vivo de partidarios que no están satisfechos con su actitud bipolar. Lo hicieron en distintas reuniones conocidas como “town halls”, durante las cuales gente sencilla o “gente del pueblo” tiene oportunidad de plantear preguntas directas (sin moderadores o filtros) a los candidatos.
Le reclamaron más energía para denunciar las debilidades del opositor, tanto en sus inclinaciones socialistas (cada vez mayor ingerencia del ejecutivo en las actividades privadas) como en sus relaciones del pasado y presente con gente indeseable, todo sustentado en hechos probados.
McCain desconcertó al decir que estaba en desacuerdo y que Barak Hussein Obama es un hombre decente del cual nada había que temer si llegaba a la Casa Blanca. Descalificó así automáticamente la campaña de avisos de su propio partido que ha cuestionado la personalidad de Obama y los discursos en el mismo sentido de Sarah Palin.
Irónicamente, el discurso agresivo y mordaz le ha estado rindiendo a Palin magníficos resultados. En múltiples oportunidades los organizadores de los eventos han tenido que buscar a última hora locales más amplios para alojar a multitudes de volumen mucho mayor del calculado. Sarah convoca a más gente que McCain o Joe Biden combinados. Es verdad que ella es atractiva, pero lo que más atrae es el tono de principios firmes de su oratoria.
Los asesores más próximos a McCain entrevistados por las emisoras de TV y radio no pueden ocultar su desconcierto. No atinan a defenderlo ni a superar la contradicción entre lo que ha dicho sobre Obama y la campaña para delatar al Obama real, virtualmente nacido de la nada.
El miércoles próximo se realizará el debate tercero y último entre los candidatos. Pocos seguidores de McCain creen que vaya a producirse algo que revierta la ventaja amplia de su rival. Palin, erigida como la campeona del pensamiento y la doctrina auténticamente republicana y “reaganista” después de todo no es sino candidata a la vicepresidencia. Y el principal parece haber “echado la toalla” aún antes de iniciarse el encuentro boxístico final del 4 de noviembre.
Como en el Ecuador, si gana Obama no será porque gane el mejor sino porque no hubo un rival de categoría. Rafael Correa triunfó porque a su rival Álvaro Noboa le faltaron condiciones de liderazgo. Correa no califica para jefe de Estado, pero el pueblo lo sigue respaldando. Si Obama llega a la Casa Blanca es indudable que su gestión será desastrosa.
En cuatro años habrá la oportunidad de sustituirlo. ¿Serán dos mujeres las finalistas? ¿Esto es, Hillary Clinton por los demócratas y Sarah Palin por los republicanos? Intrigante incógnita a ser despejado a muy corto plazo.

1 comment:

Juan Montalvo said...

Coincido en que la falta de opositor le sirvió a Correa, pero también es cierto que el papel de McCain era bien difícil de asumir tras 8 años de Bush. Los demócratas podrían haber puesto a un muñeco de nieve derritiéndose y aún así sus posibilidades de ganar serían tan ciertas como las de Obama.

Obama me parece un candidato muy malo, pero no deja de ser un millonario por encima de otras cosas (Correa no exhibe, de momento, casas de millones de dólares entre sus posesiones como lo hace Obama).

Además, esta receta Keynesiana de gasto público siempre crea un efécto narcótico los primeros años que se aplica y OIbama tendrá chance de ser una vez más el candidato para ser reelegido.

Palin, sin duda, me ha parecido el grna descubrimiento de esta campaña. Yo votaría incluso poor Correa si ella me lo pide...

Saludos.