Algo grave está ocurriendo en el Ecuador. Su alma está enferma. Ello explicaría el nivel ínfimo al que ha llegado su sentido de autoestima. No hay reacción notable, se acepta sumisamente cualquier imposición, cualquier ruta a seguir. Sin protestas, sin cuestionamientos, sin energía palpable.
El artífice de este milagro negativo es, por cierto, el actual presidente Rafael Correa. Marcha desafiante e impune por cualquier camino que quiera seguir y todos lo secundan como rebaño, dócilmente, sin contrariar sus decisiones ni afirmaciones, por absurdas e incoherentes que fueren.
Desde los días en que actuaba como ministro de Finanzas, en su primera función pública, se declaró abierto enemigo de los Estados Unidos en los planos: político, económico y cultural. Durante la campaña que lo llevó a la presidencia, tan solo omitió revelar de modo claro sus convicciones sobre el tema por cálculo electoral.
Pero una vez posesionado, su hostilidad hacia los Estados Unidos ha sido abierta. Junto con Chávez, el invitado de honor a la ceremonia de posesión fue Mahmud Ahmadinejad, quien está en guerra declarada contra Occidente, principalmente los Estados Unidos. Luego anunció que establecería relaciones comerciales con Irán lo cual se concretará con la apertura de oficinas en Quito y Teherán.
Nadie ha objetado en el Ecuador la decisión del gobernante ecuatoriano de alinearse con quienes están en guerra con los Estados Unidos, que es el caso de Irán y Venezuela. ¿Los ecuatorianos están de acuerdo con ese giro en la política externa? Se diría que si, pues las votaciones últimas respaldan al gobernante en un 80%.
No solo no hay protestas, hay nuevas muestras de respaldo. Como preludio a la apertura de oficinas comerciales, Correa y Ahmadinejad han promovido la visita de 25 empresarios ecuatorianos a Teherán y la comitiva viajará en estos días. Que Correa ignore que Irán es un país vetado por las Naciones Unidas se podría entender, por su postura antinorteamericana.
Pero ¿acaso los empresarios piensan también como él que no hay conflicto moral ni ético en intentar hacer negocios con un régimen que el Consejo de Seguridad ha sancionado por sus violaciones a los derechos humanos dentro de Irán y por su desembozado apoyo financiero, táctico y militar a organismos terroristas internacionales como Al Qaida, Hezbolla y otros, que asesinan a diario a seres inocentes en cualquier país en cualquier instante?
Irán está sancionado, además, por negarse a suspender el desarrollo de armas nucleares, que las usaría para aniquilar a Israel, como así amenaza su líder en toda oportunidad propicia. Si ahora la amenaza del terrorismo internacional patrocinado por Irán causa destrucción inenarrable ¿cuál sería el nivel de daño y muerte que ocasionaría con armas nucleares?
Correa hace ostensible su repudio a los Estados Unidos al negarse a entrevistarse con el Presidente Bush. En Nueva York devolvió la invitación al banquete que el mandatario ofrece todos los años en esa ciudad con motivo de la reunión de la Asamblea General. Y, desde luego, cuenta los días para expulsar a la misión militar norteamericana en Manta, lo que ocurrirá en el 2009 cuando expire el contrato para sus operaciones antinarcóticos.
A juicio suyo la base militar en Manta equivale a una ocupación militar. Sarcásticamente ha dicho que renovaría el contrato si los Estados Unidos permiten al Ecuador instalar una base similar en la Florida. Nadie en el Ecuador, ningún periodista en entrevistas con el mandatario (¿las hay o son todas amañadas? Es la impresión que se tiene pues nadie osa preguntar ni re preguntar a Correa sobre este o cualquier otro tema) ha planteado que esta comparación es inaceptable por absurda.
Algunos columnistas continúan firmes en sus objeciones al comportamiento dictatorial de Correa, pero muchos creen ingenuamente que esa tendencia a acumular todos los poderes amaine con la Asamblea. Ocurrirá lo contrario, pues en la Asamblea se hará lo que Correa ordene y todo será ratificado luego en un referéndum por el 80% o más de los votantes.
Se creía que otros periodistas permanecerían si no abiertamente objetores de Correa, al menos conservando una áurea de independencia. Tal el caso de Walter Spurrier. En su artículo de hoy en El Universo alaba la resolución de Correa de reingresar a la OPEP y exalta su “liderazgo, su conocimiento e ideas”. Se complace del retorno al ente petrolero y confía en que con Correa el país sacará “amplio provecho” de la decisión.
No explica los provechos que podría obtener el país de la OPEP. Cita su cobertura periodística de la salida del Ecuador en 1992, en Viena y recuerda que entonces vaticinó que el país no tardaría mucho en regresar a la organización. Acertó pero, como él mismo lo señala, el retorno se hizo muy tardíamente, lo que lamenta.
Spurrier, asistió a otras conferencias de la OPEP y a una triministerial. Quien esto escribe laboró casi seis meses en el organismo en Viena. Y constató que la sola razón de la existencia del organismo es calibrar las fluctuaciones de la oferta y la demanda del crudo en el mercado internacional para fijar conjuntamente las cuotas de producción para mantener los precios establemente altos.
Esa misión le era más fácil años atrás, cuando al OPEP controlaba más del 60% de la oferta. En la actualidad ese porcentaje ha bajado al 40% pero su influjo en el mercado es mucho menor debido también a otros factores como el alza en la demanda mundial y la restricción en la capacidad de refinación en el mundo.
Los mismos jeques de la OPEP acaban de declarar que los precios del crudo, que se aproximan a los 100 dólares por barril, no van a frenarse ni reducirse aún si las cuotas de producción del organismo se ampliaran. La fractura en el mercado está en la refinación. En los Estados Unidos muchas refinerías proyectadas no se construyeron, por oposición de los ambientalistas, que también boicotearon la creación de fuentes alternas de energía, principalmente la nuclear.
Esas obstrucciones obligadamente tienen que desaparecer. Se multiplicarán las refinerías y las plantas nucleares, de contaminación 0 y se emplearán otras fuentes alternas de energía con lo cual los precios comenzarán paulatinamente a declinar al igual que la dependencia de los proveedores árabes, iraníes, venezolanos o del liliputense Ecuador. Por cierto que el proceso será lento y siempre se necesitará de los derivados para la petroquímica.
Pero la OPEP, contrariamente a la idea insinuada por Correa y de la que se hace eco Spurrier, de ninguna manera es una institución ni filantrópica de mutua ayuda financiera o técnica. Es una burocracia dorada dominada por árabes, que se agita y trabaja únicamente cuando se produce una conferencia de jeques. El resto de días y horas el pensamiento de los burócratas se concentra en cómo pasarla bien en Viena y en cómo ahorrar de la copiosa suma de chelines que reciben como jornal. Los funcionarios de la OPEP pueden acceder a una cómoda jubilación a los 8 años de asociación.
Cuando los productores de un bien o un servicio se confabulan para fijar los precios, en violación con las leyes del libre comercio y competencia, hay sanciones internas e internacionales. En el caso de la OPEP, clara muestra de cartel condenada por la Organización Mundial del Comercio, nada pasa porque nadie pretendería agitar el cotarro debido a la inmensa dependencia que tiene la economía en el petróleo.
Resta, pues, un segundo artículo de Spurrier para que explique a sus lectores el provecho que el Ecuador va a sacar con su vuelta a la OPEP. Él mismo cita que el país deberá pagar anualmente 1.7 millones de dólares por membresía y 5.7 millones de dólares adicionales por cuotas atrasadas. Excelente negocio pero no para el Ecuador, sino para un organismo que se ahoga en dólares. ¿Quiere el Ecuador acceder a nuevas tecnologías de la industria petrolera o a mejor información sobre el mercado internacional del crudo? Puede lograrlo por otras vías, sin ese despilfarro.
En algún análisis se trataba de explicar la decisión de Correa sosteniendo que Chávez quiere amigos dentro de la OPEP para cercarle a Arabia Saudita, el mayor productor aliado a los Estados Unidos en el combate al terrorismo internacional que fomentan Irán y Siria. El objetivo de debilitar a Arabia es remoto, acaso imposible. Pero en el extremo de la hipótesis, si Arabia no pudiese evitar el boicot, abandonaría la OPEP y ese sería el fin del organismo para bien del comercio internacional.
(Cuando Benjamín Ortiz renunció a la independencia como periodista profesional y comenzó a alabar al presidente de entonces, Jamil Mahuad, al poco tiempo se supo la causa: fue nombrado Canciller. Igual ocurrió con Javier Ponce. Súbitamente sus artículos se volvieron elogiosos de Correa. Ahora es su asesor personal en Carondelet. ¿Spurrier tiene preparada una sorpresa parecida?)
No se ha leído en los medios del Ecuador reparo a otro rompimiento de las costumbres: Correa ignora por completo a su mujer, de origen belga. Tradicionalmente, los cónyuges acompañan a los jefes de Estado o de gobierno en actos oficiales y no oficiales, protocolarios y no protocolarios. A la señora de Correa no se la ve, no se la conoce, no se la siente. Se diría que el Ecuador de pronto se volvió árabe. ¿Es una muestra más de su machismo, que brota a dentelladas en sus ofensivos discursos? La “primera dama” tiene que salir a la luz y ello no vulnera necesariamente su privacidad.
El partido comunista de Chile ha organizado una cumbre paralela de presidentes en Santiago. Se realiza al mismo tiempo que la tradicional Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno (la XVII) y se la llama Cumbre de los Pueblos. El objetivo es exaltar a Cuba y condenar a los Estados Unidos. Lula de Brasil, Kichner de Argentina y Vásquez de Uruguay han rechazado la invitación. Pero estarán presentes Correa de Ecuador, Chávez de Venezuela, Morales de Bolivia, Ortega de Nicaragua y, claro, el Carlos Lage Vicepresidente de Cuba.
Nada sorprendente que la Cumbre de los Pueblos culmine con una declaratoria de condena a GW Bush y de exaltación idolátrica a Salvador Allende y Fidel Castro. ¿Los ecuatorianos están también de acuerdo con esto?
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