Para los demócratas y “progresistas”, entre los que se cuentan varios que todavía se autoclasifican republicanos, la realidad de la victoria de Donald J. Trump no acaba de convencerles y creen que pueden impedir que siga en la Casa Blanca con motines, libelos y gimoteos.
No son solo los políticos los que protestan sino los propietarios y actores de los principales medios de comunicación audiovisual, lo que contribuye a crear la impresión de que la resistencia a Trump es significativa. Pero no lo es, según revelan las estadísticas.
Se están repitiendo las contradicciones tan evidentes durante las campañas de las primarias presidenciales y las previas a la elección general, en la cual la mayoría de encuestadoras y columnistas presagió la victoria de la demócrata Hillary Clinton sobre el republicano Trump.
En uno y otro caso, los analistas deambularon fuera de la realidad. Por ejemplo, frente a la celeridad con la cual Trump ha actuado en los primeros siete días de su gobierno, poniendo en ejecución las primeras promesas de campaña, los detractores de Trump lo han denigrado acusándolo de haber actuado con precipitación irresponsable.
El sábado pasado puso en vigencia una moratoria de 90 días al ingreso de refugiados de siete países árabes, hasta que se revisen y modifiquen los métodos de admisión para evitar la infiltración de terroristas. Los críticos de inmediato dijeron que había desatado el caos en los aeorpuertos del mundo con una acción inhumana y antiamericana.
Los siete países, incluída Siria, habían sido seleccionados por Obama. ¿La razón? Que eran y son un semillero de terroristas por lo cual el escrutinio o “vetting” de los potenciales refugiados, era complejo por la carencia de datos. Este sábado hubo 325.000 personas que llegaron a los Estados Unidos y solo a 109 se las detuvo para ahondar el interrogatorio porque venían de alguno de esos siete país.
A 12 se los retuvo y hoy se informó que todos quedaron libres. En 1965, el entonces Presidente Bill Clinton anunció al Congreso que había que actuar con más estrictez en los permisos de ingreso a refugiados e igual en el 2011 Obama suspendió el visado a los iraquíes por seis meses. Es clara la ley al atribuír al Presidente esa prerrogativa por razones de seguridad.
El senador demócrata por Nueva York, Chuck Schumer, judío, lloró ante las cámaras de TV por la rigidez de la medida de Trump en favor de un mejor escrutinio de los árabes migrantes. Es hipócrita su actitud, pues debe estar enterado de la severidad del registro de ingreso a Israel de todo visitante y de la existencia allí de un muro, que redujo a cero el ataque terrorista de los palestinos por la la frontera antes desprotegida.
Las imágenes de la TV y los comentarios y entrevistas divulgados 24/7 por los canales adeptos y adictos a la causa liberal progresista, así como los artículos y crónicas sesgadas de diarios tan importantes como The New York Times, The Washington Post e incluso The Wall Street Journal, harían suponer que, en efecto, existe una reacción masiva contra Trump.
Pero las encuestas revelan que el 66% de la población lo apoya en la última medida. Como ya lo apoyó en esta y otras porpuestas durante la campaña de las primarias con 17 precandidatos y cuando se enfrentó a Hillary. Lo seguirá apoyando para abolir las regulaciones que frenan la inversión y el empleo, para construir el muro en la frontera, para fortalecer a las fuerzas armadas.
La oposición mediática continuará. Trump no busca, como los caudillos del tercer mundo o los regímenes totalitarios de todos los tiempos, silenciar a los medios o chantajearlos. Quiere inducirlos a que desempeñen su trabajo basados en la verdad, no en la distorsión ni la mentira. En esos términos, la crítica será bienvenida. Caso contrario, seguirá usando el Twitter para aclarar lo que es falso.
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