Friday, March 1, 2013

NOTAS DISPERSAS


Ni en las democracias aparentes, como algunas del tercer mundo, se da el caso de que los gobiernos con el membrete de democráticos gobiernen sin un presupuesto aprobado por un Congreso, con o sin mayoría de oposición.
Pero es lo que está ocurriendo en los Estados Unidos desde que el demócrata Barack Hussein Obama está en la Casa Blanca a partir del 2009 y donde permanecerá cuatro años más, porque así lo quiso la mayoría del 51% de votantes norteamericanos.
Las proformas por él pesentadas han sido sistemáticamente negadas por el Congreso, que no es enteramente de oposición. En el Senado subsiste  una amplia ventaja demócrata, en tanto que en la Cámara Baja disminuyó la mayoría republicana en las elecciones de noviembre pasado. La última proforma se negó con 0 votos demócratas a favor de la propuesta de Obama.
Si el gobernante hubiese sido republicano, esta evidente monstruosidad financiera habría sido analizada y condenada a diario por los medios de comunicación audiovisuales. Pero ahora están silenciados, porque casi todos ellos (exceptuados ciertas radios, FoxNews y The Wall Street Journal) protegen a Obama, no importa cuantas veces mienta, yerre y viole la ley.

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La razón básica para negar las proformas es que Obama no quiere reducir el gasto, que ha elevado la deuda pública a la suma de 16.4 trillones de dólares, más que el total de la riqueza nacional o PNB (si alguien se propusiera leer en voz alta la cifra un número cada segundo, tardaría mas de 570 años en terminar de contarla, dijo el neurocirujano Ben Carson).
La deuda, por cierto, si no se la reduce llevará al país a la quiebra. Obama aparentemente está consciente de ello, pero para lograrlo quiere elevar la deuda creando más impuestos sobre todo a los “ricos”. Cree que el gasto público es inversión, que genera empleo, gasto en consumo, impuestos y por ende más renta fiscal.
Es una creencia peligrosamente pueril, que se ha probado es errónea no solo en Europa Occidental sino en su mismo gobierno. Al iniciarlo en el 2009 recibió 890 mil millones de dólares para que gaste o “invierta” a su antojo, pero en cuatro años los resultados han sido un desastre. No bajó la tasa de desempleo que se mantuvo en el 8%, con más de 24 millones de parados y la deuda pasó de 12 a 16 trillones de dólares, con el aporte a la deuda de casi 4 trillones de Obama.
Pese a esa realidad, que ignoran los medios, el actual misterioso gobernante insiste en forzar al Congreso a que aprueba más impuestos para gastar más. Para ello se ingenió la maniobra “secuestro” según la cual si el Congreso era indócil con los impuestos, él impondría un recorte fiscal de 89 mil millones de dólares,  que sobre todo afectaría a algo que aborrece, las fuerzas armadas.
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Los republicanos y los que no están obcecados por Obama, no creen que la solución sea continuar el mismo ritmo de gasto o acelerarlo y peor crear más impuestos en momentos de crisis (la producción creció el 0.1% en el último trimestre, el ingreso llegó a su nivel más bajo en 20 años). La  Cámara de Representantes, donde se originan los impuestos, ha presentado dos alternativas a las proformas de Obama, preo ambas  han sido negadas por el Senado demócrata.
No se oponen a aumentar recursos fiscales, mas no con tributos sino con una revisión de la ley y aplicación tributaria para evitar subsidios que no se justifican y evasiones seudo legales de grandes corporaciones. El ideal es el impuesto único del 10% o flat tax, sustitutivo del impuesto a la renta, pero ello sigue siendo una quimera que obstruyen los intereses creados.
Para intimidar al Congreso y a los ciudadanos, Obama emprendió en una campaña de exageraciones mentirosas insinuando que si se aplican los recortes del “secuestro”, van a sufrir niños, ancianos, enfermos, mililtares, controladores de vuelos, policías. Nada de eso es verdad y al parecer los republicanos están resueltos a no ceder hoy, como lo han hecho en ocasiones anteriores.
El recorte es insignificante frente a los 16.4 trillones de dólares y en todo caso no sería sino una leve reducción del ritmo del gasto. El GOP reclama discutir primero un presupuesto aceptable en que se contemplen reducciones de gasto responsables y factibles, es decir freno a tanto despilfarro. Y luego la cuestión tributaria. El dilema está por dilucidarse en las próximas horas.

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En medio de los debates surgió la aclaratoria del legendario periodista Bob Woodward del The Washington Post, quien con ayuda de un colega suyo desplegó una tarea de periodismo de investigación que culminó con el célebre Watergate y la renuncia del presidente republicano Richard Nixon.
Obama quiso manipular el “secuestro”. Dijo que sus autores fueron los republicanos. Woodward salió al paso y afirmó que fue Obama quien se lo ingenio para forzar al Congreso en el 2011 a crear más impuestos. La Casa Blanca buscó silenciar a Woodward amenazándolo con represalias, pero éste lo denunció y se reafirmó en su versión.
El entredicho disgustó a la “gran prensa”. Después de todo, Woodward ha sido su héroe por mucho tiempo y su resistencia a Obama, el “liberal” por excelencia, les sonó a traición. Pero ¿cuál fue la primicia periodística del héroe de Watergate? Develar que Nixon encubrió un operativo secreto para grabar las deliberaciones de los demócratas en una convención en el hotel Watergate de la ciudad de Washington.
Por cierto que Nixon actuó con torpeza imperdonable. Pero si el incidente se producía con Obama (o Clinton), el The New York Times habría relegado la noticia de un párrafo a páginas interiores y nada pasaba. Como nada ocurrió con el delito de perjurio de Clinton en el caso de Mónica Lewinsky, ni nada le ha pasado a Obama con el asesinato impune del embajador en Benghazi a manos de jijadistas.
El fenómeno Obama, reelecto pese a fracasar en el primer período, se explica en gran parte por el respaldo incondicional de los medios de comunicación de mayor cobertura. Los medios alternativos, como blogs y otros del Internet, ayudan a contrarrestar el influjo de ese medios, pero es evidente que no poseen aún fuerza suficiente.

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El caso Obama no es único. Se repite en otros países como el Ecuador, en el cual el calificativo de democracia mueve a risa. El presidente Correa, con habilidad manipuló y degradó los valores del sistema hasta atenazarlo y aherrojarlo bajo su autoritario control. Deshizo al Congreso y al sistema judicial y sustituyó a ambas ramas con títeres. Arremetió contra la prensa libre, no necesariamente de oposición y ésta calló.
En otros casos confiscó diarios, radios y estaciones de TV con pretextos de tipo fiscal u otros y ahora son portavoces de su exclusiva verdad. Los otros medios no confiscados son dóciles y algunos individuos reacios como Carlos Vera, Alfredo Palacio o Jorge Ortiz han sido expulsados de los medios, sin que éstos protestaran.
Igual que en los Estados Unidos, en el Ecuador, Venezuela y otros países de fragilidad democrática similar, las reelecciones presidenciales de estos caudillos se explican en mucho por la falta de verticalidad de los medios independientes. ¿Se imaginan a un Jorge Mantilla Ortega de El Comercio silente frente a los abusos casi diarios de Correa contra el periodismo en general?

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En el Ecuador ya está prohibido protestar. Si son índigenas que defienden su patrimonio ambiental, se los persigue y castiga por terroristas. Algunos muchachos han sido sentenciados a un año de cárcel por protestar por las políticas de Correa. Y otros, colegiales, fueron amenazados porque querían alguna reforma en el sistema educativo. Se los perdonó porque los padres de familia se humillaron e hincaron ante Correa para pedirle perdón.
Aquí Obama puso en libertad a casi 500 inmigrantes ilegales que habían cometido delitos distintos al de entrar a este país sin sujetarse a las leyes migratorias. Fue una táctica de amedrentamientro contra los republicanos, pues dijo que los presos salían libres porque no podría financiarse su encierro “si” el ´secuestro´ (por él forjado) llegaba a ejecutarse en las próximas horas.
La acción es violatoria de la ley y pone en peligro no a los republicanos sino a la sociedad toda. Es comparable a lo que Castro hizo al liberar a los delincuentes del Marielito para que infesten las calles de Miami y otras ciudades del “imperio” o lo que hizo Ceaucescu en Rumania con los países libres de la Europa Occidental.
Obama ordenó el retiro de un acorazado de vigilancia en el Golfo Pérsico, con el mismo pretexto de que “va a faltar plata” por lo del ´secuestro´. En cualquiera de los casos, las amenazas carecen de fundamento por cuanto, en el peor de los casos, puede haber reasignación de recursos para gastos impresicindibles si el secuestro en verdad se ejecutara.
Pero la cifra de 89.000 millones de dólares es cifra mínima en relación a la deuda de 16.4 trillones de dólares. El fin del mundo no vendrá con el ´secuestro´. No pasaría nada, excepto que el pueblo pudiera percatarse de que si, el recorte de gastos es factible y deseable para reducir el tamaño del  insaciable gobierno, dejando de lado la amenaza de crear más y más impuestos.

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