Sunday, November 14, 2010

EL IZQUIERDISMO COMO ENFERMEDAD

El presidente Barack Hussein Obama afirma que la paliza (“shellacking” en inglés) que le propinaron los norteamericanos el pasado 2 de noviembre a él, a su grupo y al partido demócrata, no estaba en realidad dirigida contra ellos sino contra el desempleo.

Por cierto él no figuraba como candidato en las elecciones de medio tiempo de su mandato, sino legisladores, gobernadores y otros funcionarios de elección popular. Pero es un disparate insinuar que en los comicios el derrotado fue un ente abstracto llamado Desempleo y no Obama y sus políticas.

El mandatario cree que su agenda izquierdista, que busca una cada vez mayor intervención estatal en el sector privado, cuenta con el respaldo del pueblo, por lo que ha advertido que continuará en su misión de forzar su aplicación en los pocos días que le faltan al Congreso para renovarse con la nueva mayoría republicana, en enero próximo.

Obama no está solo en su manera de pensar, tan alejada de los hechos. Sus adeptos repiten sus mismas palabras como cajas de resonancia, tal como lo acaba de hacer la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, masacrada como él en los comicios.

La alternativa de una transacción en puntos clave entre los dos bandos políticos es cada vez más incierta debido a la obsecación de Obama y su team. Han dado a entender en entrevistas y declaraciones que irían a un acuerdo con el bando opuesto solo si éstos aceptan consolidar conjuntamente la agenda izquierdista.

Tal hipótesis o condicionamiento es un absurdo. Porque el resultado de las elecciones fue una rotunda negativa precisamente a que se prosiga con la agenda y más bien se la frene y se la deroguen los puntos forzadamente aprobados en salud, banca, energía y política exterior.

Los votantes republicanos, además de independientes y demócratas arrepentidos, expresaron si su rechazo al estado de la economía con su enorme déficit, endeudamiento y desempleo. Pero el culpable no es un candidato abastracto llamado Desempleo, sino Obama. Él es el responsable de que la crisis que heredó no hay mejorado sino empeorado en grado extremo.

El desafío, de proyección impredecible, es observar cómo los republicanos vencedores enfrentan el empecinamiento obamista. No pueden ni deben ceder a las pretensiones de Obama, pues significaría traicionar la voluntad de la mayoría de los ciudadanos. Sobre ellos recae la responsabilidad de manejar la victoria en beneficio de los vencedores, sin claudicar ante los vencidos. La transacción será válida solo si los derrotados acatan el mandato popular mayoritario.

La pelea será reñida. La manera de pensar de Obama y sus adeptos es típica del izquierdismo radical, que ha existido siempre no únicamente en este pais sino en todo el orbe. Conforman una minoría de utopistas intolerante que en el siglo pasado condujo a formas de gobierno dictatoriales nazi fascistas y comunistas.

En los Estados Unidos los radicales izquierdistas o “liberals”, como se los conoce aquí, nunca antes como hoy se habían tomado el poder por la vía de los votos. Los máximos niveles de influjo los tenían en los medios de comunicación, el Departamento de Estado, los sindicatos de colegios y escuelas, en las cátedras universitarias y en sindicatos de algunas grandes corporaciones industriales.

Un conocido escritor y comentarista de radio, Michael Savage (cuya audiencia sería mayor si no fuera tan brusco), escribió una obra titulada “Liberalism Is a Mental Disease”. Cree firmemente que los izquierdistas (como Obama y su team) padecen de una enfermedad mental.

Hace algunas semanas unos científicos británicos parecerían respaldar esta tesis cuando sostienen luego de investigaciones que el izquierdismo radical es un mal genético en el hombre. Que es en algunos casos incurable por falta de maduración cerebral y emocional.

El izquierdismo es común en los adolescentes. Cuando despiertan al mundo y lo encuentran lleno de injusticias, creen en la utopía de un mundo nuevo que las borrará para siempre al suprimir las guerras, los odios, las diferencias de clases e ingresos. Es un mundo mítico, poblado de ángeles, pero no de seres humanos.

En un proceso normal de maduración, el adolescente, con los años, comienza a entender que la humanidad estará por siempre inmersa en un conflicto entre el bien y el mal. Que siempre existirá la lucha entre las dos fuerzas y que el tratar de abolirlas (no aplacarlas y controlarlas) es imposible pues siempre los recursos dictatoriales que se emplean para lograrlo desembocan en el caos.

La alternativa para una buena y realista convivencia humana, entenderán los adolescentes normales, es una democracia en la cual el poder termporalmente delegado a los gobiernos, sea alternativo y responsable. Lo penoso y lamentable es que muchas personas no maduran y ya inclusive octogenarios, como Fidel Castro, continúan en una adolescencia mental que oprime y asfixia a los cubanos.

El actual presidente de los Estados Unidos está padeciendo un fenómeno de inmadurez parecido. Luego de dos años de fracasar con sus teorías en USA y de recibir una “paliza” electoral según su misma expresión, rehusa enfrentar la realidad y quiere obtusamentre insistir en hacer lo que el pueblo no quiere que haga.

Los radicales son impermeables a la constatación de los hechos y al diálogo. Se aislan y piensan que su verdad es única y certera. Que los que disienten es porque están mal informados o tienen problemas mentales para entender y aceptar “su verdad”. Por tanto hay que imponerles la verdad por la fuerza.

En Estados Unidos esa pretensión utopista nunca antes se transformó en gobierno. La mayoría prefiere un gobierno limitado para garantizar la más amplia libertad individual para opinar, ahorrar, invertir, crear empresas, comerciar. Todos intento por alterar ese consenso ha fracasado.

Es probable que Obama no hubiese triunfado en las elecciones presidenciales si su “agenda” izquierdista no se mantenia oculta. Él se presentó como centrista y ganó con amplitud ayudado por un contendor republicano excesivamente condescendiente e impreciso en sus principios.

Pero una vez al descubierto, Obama se derrumbó y su agenda no pasará. Su visión es obtusa y por anti democrática, anti norteamericana. Si se empecina en seguir desdeñando la voluntad popular, se estrellará contra la valla republicana y la de muchos independientes, demócratas arrepentidos y de la opinión mayoritaria de los ciudadanos.

La reelección en el 2012 quedará descartada.

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