Sunday, January 18, 2009

LA POSESIÓN DEL MESÍAS

Los norteamericanos de piel negra o los de piel “liberal” (o izquierdista o izquyierdosa), están extasiados con la perspectiva de la posesión de Barack Hussein Obama como Presidente de esta nación, este martes.
Obama dista de presentarse como un estadista. Ha preferido la opción de actor, al menos por el momento. Quienes lo observan con objetividad en estas horas previas a su investidura, tienen (tenemos) la impresión de que está “actuando”, esto es, está tratando de aparecer como presidente.
Ahí está la comedia de llegar en tren desde Filadelfia a Washington, como lo hiciera Abraham Linconln a mediados del siglo XIX. Ha hecho paradas en cada pueblo, ha salido a la tarima del vagón presidencial, ha extendido los brazos en alto y ha agradecido, bendecido más bien, a sus “fans”.
“I love you back”, dijo a una mujer negra que lloró como si estuviese en trance al verlo tan cerca y decirle “We love you!”. Tardó horas  en llegar a la capital pero ya antes habían comenzado los festejos con luminarias de la farándula y de Hollywood, que lo adoran.
El costo de la fiesta de cuatro días, tan prolongada como las fiestas de antaño en haciendas y pueblos del Ecuador, será de 150 millones de dólares, sin contar los costos fiscales de seguridad. Es la cifra más alta de la historia (al ser reelecto George W Bush, hace 4 años, el costo fue de 10 millones de dólares, que se cubrió con donaciones. 
Los demócratas y “liberals” condenaron con los peores adjetivos a Bush por los gastos incurridos en las ceremonias del primero y segundo términos. Hoy no solo nada censuran el alto costo con Obama, sino que lo alaban y justifican, “porque es para relievar la defensa de los principios que inspiran a esta nación (¿?)”.
Cuando Woodrow Wilson se posesionó en medio de la I Guerra Mundial no hubo ceremonia por respeto a los soldados combatientes en el frente de batalla y cuando Franklin D Roosevelt asumió por cuarta vez la presidencia en 1944, la sobriedad respetuosa se reflejó en el limitado número de invitados y en un menú con solo ensalada con presas frías de pollo.
Estados Unidos está en guerra con el terrorismo internacional y en dos frentes específicos de batalla, Irak y Afganistán. Pero eso no cuenta para Barack Hussein. Ni tampoco el hecho de que al país está afectado por una de las peores crisis económicas de su historia, con repercusiones en el mundo entero. Se trata de ungir al mesías y todo y cualquier gasto es bienvenido para los demócratas.
Lo que apena, sobre todo por los negros, es que Obama es una ficción. Obama pretende convertirse en la reencarnación de Lincoln e inclusive de Martin Luther King Jr., pero las diferencias con uno y otro son abismales. Para comenzar, Obama es un político desconocido, un improvisado. Ganó las primarias del partido demócrata porque su rival, Hillary Clinton, tenía igual o más oposición que respaldo. Y superó a John McCain por ser un candidato anodino, sin atractivo entre republicanos y demócratas. Los que votaron por él lo hicieron no porque lo apoyaban, sino en rechazo a Obama)
Adicionalmente, no es un negro norteamericano auténtico. La mayoría negra (negroes) de los Estados Unidos descende de esclavos traídos a la fuerza desde África. La mayoría, además, es negra por las vías materna y paterna. El padre de Barack Hussein fue un ciudadano libre de Kenya que libremente llegó a los Estados Unidos a estudiar en una de sus mejores universidades.
Allí conoció a una dama blanca, “hippy”, de Kansas, con quien lo procreó. Ella tiene ancestro de quienes tuvieron esclavos. Se separó, volvió a casar con un indonesio y juntos llevaron a Barack a Jakarta para que se eduque en una madrassa o escuela islámica fundamentalista.
El “afroamericano” que hoy adoran los negros en los Estados Unidos, no es, pues, un negro puro auténtico. Es mulato y tiene más de africano que de norteamericano, pues no solo que su niñez y adolescencia la pasó en el exterior, sino que no ha podido exhibir su partida de nacimiento en Hawaii: hay pruebas de que nació en Kenya. Según la Constitución, no calificaría para presidente por no ser norteamericano por nacimiento.
En cuanto a Lincoln, hay gente negra y culta que lo aborrece porque lo consideran débil frente a las retaliaciones que debió ejercer contra los blancos en compensación por sus pecados esclavistas. Pero, además, fue el líder que comandó y triunfó en una muy cruenta guerra civil para defender la unión americana y terminar con la esclavitud. Lo hizo por creer en los valores sustantivos que dieron origen a esta nación sin vacilar para ello en tomar decisiones conflictivas.
Obama repudia, o ha repudiado, las acciones militares y civiles que se han adoptado en este país para defenderlo de los ataques terroristas. Y es muy complaciente e inclinado a dialogar sin condiciones con los enemigos de esta nación, ofreciendo el desarme nuclear unilateral, aún con el claro peligro de que Irán y otros países busquen desarrollar y almacenar ese y otro tipo de armas de destrucción masiva.
Martin L. King Jr. fue un apóstol del ideal de llegar algún día a contar con una sociedad en la que los ciudadanos sean apreciados y valorados, no por el color de su piel, sino por los atributos de su personalidad. Barack Hussein, en contraste, ha dicho en sus libros que la barrera racial es insuperable y ha ignorado y derspreciado, acaso por ello, la parte blanca de su ancestro. Se asoció por más de 20 años, además, a un líder religioso que abomina de los blancos y de los valores sustantivos de este país y que ha achacado al “imperio” todos los males del planeta.
Pero los “liberals” también se engañan y ya han comenzado a entenderlo. Creían que BHO cumpliría al pie de la letra sus promesas extremistas, pero ello es y será un imposible, a menos que haga algo impropio y la población no reaccione a tiempo para detenerlo (como ha ocurrido con Correa en el Ecuador).
El presidente electo dijo en la campaña que ordenará, por ejemplo, el retiro inmediato de las tropas en Irak. Hoy afirma que la fecha inicial de retirada, fijada por Bush con el premier iraquí Maliki es razonable: 16 meses, si las condiciones lo permiten. Es lo que Bush ha prometido: las tropas de la coalición, lideradas por USA abandonarán Irak así su gobierno se sienta capaz de asumir por si solo el control completo de la seguridad interna y externa del país.
Con respecto a los problemas de Abu Ghraib, la prisión para los detenidos del régimen de Saddam Hussein, BHO se hizo eco de las invectivas del mundo en contra de Washington por las supuestas torturas y adelantó que ordenará el cierre de la prisión de Guantánamo para probar que los enemigos de los Estados Unidos, incluidos los más avezados terroristas, serán tratados como delincuentes comunes protegidos por el Habeas Corpus.
Dice que cumplirá lo prometido al posesionarse. Con la aclaratoria, eso si, de que ejecutar esa orden “tomará tiempo” dada la delicadeza del tema. Ahora reflexiona que a estos terroristas, que no vacilan en sacrificar sus propias vidas o las de sus hijos para matar a inocentes pro Israel y pro USA, no cabe tratarlos como contraventores comunes que se pasan una luz roja. Y que, además, nadie los quiere de vuelta en sus países de origen ni en ninguna ciudad de USA si se clausura Guantánamo.
En lo económico el mesías es menos ambiguo: está encantado con el operativo rescate tramitado por su predecesor  y pide más para “estimular” la economía en recesión mediante aumento del gasto fiscal. No importa que 350.000 millones de dólares de rescate en manos de los bancos no hayan tenido efecto positivo, como no lo tendrán los 350.000 más del paquete de 700.000 millones de dólares que aprobó el Congreso.
Ahora Barack quiere más plata, 1 trillón, quizás más (1 millón de millones de dólares) para crear dizque, primero 2.5 millones ahora 4 millones de nuevos empleos. ¿Cómo? En obras públicas, como lo hizo su otro “ídolo”, el presidente FDR.
La fórmula equivale a echar más gasolina a una hoguera o a darle tragos a un alcohólico. Para ganarse a los republicanos, se ingenia en proponer juntamente una reducción de impuestos...pero no general, sino limitada a los ciudadanos de ingresos medios y bajos. No a los “ricos”, a los que quiere castigar con más impuestos, como Correa en el Ecuador.
Pero ocurre que quienes crean riqueza no son los pobres, sino los ricos, los burgueses a los que Correa quiere ver exiliados del Ecuador. En los Estados Unidos, pese a su economía, si se aumenta el gasto fiscal y se dificulta el ahorro y la inversión, la consecuencia será mayor recesión, mayor desempleo y mayor pobreza. Como ocurrió con FDR hasta antes de la II Guerra Mundial que movilizó realmente las fuerzas productivas de esta nación.
USA está gastando más de lo que produce, recibe y ahorra. La diferencia se está temporalmente superando con endeudamiento externo. Pero ese factor no es indefinido y cualquier momento estalla con la devaluación del dólar y y el derrumbe de toda la estructura que está detrás de ese símbolo. La única opción es una moderar el gasto con un reajuste disciplinario en las prioridades y, sobre todo, con un real estímulo al ahorro y la inversión.
El lema de BHO ha sido el cambio. Si el solo cambio que pudiera aplicar fuera en el campo tributario, con un “flat tax” o impuesto único, por ejemplo, la economía del país reflotaría y con ella la del mundo entero. Por desgracia, su objetivo, como el de Correa, es castigar a los “burgueses”, “pelucones” y ricos en general (aún cuando él esté como tanto demócrata charlatán en el nivel de la gente con más altos ingresos en este país) y aparecer caritativo con los pobres.
La ceremonia de “inmaculización” (como dice el popular analista de radio Rush Limbaugh) de Barack el mesías será este martes y no hay persona que no perciba desde ya olor a incienso por doquier. La ilusión durará poco. La “negritud” y los “liberals” no tardarán en darse cuenta que BHO, el enigma, el mito, es solo eso y nada más. Como ha ocurrido con tantas otras utopías de la izquierda en todos los tiempos y latitudes.

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