El presidente Rafael Correa continúa en su plan de destruir al Ecuador en todos sus flancos.
En lo político ha destrozado y corroído el sistema institucional democrático basado en el mecanismo universalmente aceptado de controlar los excesos de poder, dividiéndolo en tres ramas que se vigilen mutuamente.
Ahora nadie puede prevenir ni sancionar los excesos de una de las tres ramas, la del Ejecutivo, en manos del presidente Correa. No hay ni Congreso ni Función Judicial ni Contraloría que puedan frenar sus abusos y corrupción.
Una de las tantas muestras de abuso las dio Correa al intervenir personalmente en Petroecuador para que se revoque la concesión legalmente otorgada a una empresa minera norteamericana y cederla a otra petrolera representada por su hermano mayor.
La compañía afectada ha presentado una querella ante una corte de Colorado. Probablemente la gane y el país, con o sin Correa, tendrá que pagar las consencuencias. Mientras tanto el mandatario protege a su hermano en lo interno y trata de bloquear cualquier investigación interna amenazando que si se procede, renunciará.
En política exterior, no hay Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores o Congreso para le apruebe o no sus arriesgadas decisiones, como la de insistir en la ruptura diplomática con Colombia o indisponerse con Brasil.
Tampoco nadie le ha objetado que continúe distanciándose de la Unión Europea y los Estados Unidos al estrechar lazos con Irán, que está condenado por las Naciones Unidas por su negativa a aceptar la inspección que compruebe si sus programas nucleares están o no encaminados a fabricar bombas.
Peor aún, Correa ha dicho lo que no ha dicho ningún otro jefe de Estado, ni el propio fundamentalista iraní Ahmadenajad: que nadie puede negarle el derecho a Irán de contar con su propio arsenal nuclear.
Cuando los Estados Unidos fabricó y utilizó las primeras bombas atómicas, como último recurso para derrotar al Japón y terminar la II Guerra Mundial sin más víctimas norteamericanas y aliadas, propuso al mundo que no se fabriquen más bombas y que la energía atómica sirva solo para fines pacíficos.
La Unión Soviética se opuso, como se opuso a integrar el Plan Marshall para la reconstrucción europea. Luego se entendió por qué y para qué. Hurtó la fórmula a los Estados Unidos y desarrolló no solo la bomba atómica sino también luego la de hidrógeno. Con ello amedrentó a Occidente para expandir su imperio ideológico por todo el orbe.
Correa quiere que Irán se sume al club nuclear ¿para qué si nadie quiere invadir a ese país? La respuesta la ha dado el mismo Ahmadenajad en repetidas oportunidades: el propósito es liderar al fundamentalismo musulmán para borrar del mapa a Israel y atacar a los Estados Unidos y sus aliados de Occidente, como ya lo ha hecho antes y después del 9/11, pero con mayor fuerza destructiva.
Para tan radical giro en la política exterior del Ecuador, Correa está rodeado no de consejeros ni analistas, sino de esbirros. La ejecutora directa de sus caprichos, la Canciller María Teresa Salvador, es una que ahora se retira del cargo “con la misión cumplida”.
Los militares no opinan nada. Su silencio está al parecer comprado con los contratos asignados a dedo por Correa para que ejecuten obras públicas que nadie fiscaliza o para administrar mal empresas estatales como Petroecuador.
Las escuelas y viviendas contratadas con orden suya, sin concursos de licitación, se caen por mal construídas y la vialidad nueva y las obras de mantenimiento no aparecen mientras los caminos están más intransitables que nunca.
En lo económico, borró la independencia del Banco Central y de la Superintendencia de Bancos y ha castrado a la banca privada, al extremo que tres importantes bancos se han ofrecido en venta al gobierno. Estaciones de TV y al menos un diario nacional han sido confiscados y nada que critique al mandatario se permite divulgar o comentar.
En uno de sus peores gestos de matón, expulsó a la empresa brasileña Odebrecht y decidió no pagar el préstamo brasileño para construir la central hidcroelétrica San Francisco (sin licitación). Acto continuo decidió declararse en mora en el pago de deuda externa e intereses que juzga “ilegales” y que constituyen el 40% del total de más de 12.000 millones de dólares de deuda.
La resolución coincide con la baja en los precios del petróleo y con el debilitamiento de la economía global, que ha reducido las remesas de los inmigrantes que buscaron refugio de trabajo en otros lares.
Las ventas del crudo y esas remeses representan los mayores ingresos del fisco, esto es, de la chequera no auditable del dictador “constitucional” Correa. Si siguen a la baja, como todos predicen, la charlatanería obscena del líder no bastará para sufragar sueldos ni para afrontar el boicot financiero internacional que sobrevendrá por el no pago unilateral de la deuda.
Sobrevendrá la inflación, tendrá que desaparecer el escudo de la dolarización y el país entrará en crisis total que afectará, como siempre y principalmente, a los sectores más desprotegidos de la población.
Segmento que, irónicamente, es el que le sigue apoyando beatífica y masoquistamente con cerca del 70%, según las últimas encuestas de opinión.
1 comment:
Uno de sus artículos más contundentes, amigo Santiago. Un resumen ciertamente certero de los últimos movimientos de la Revolución Ciudadana. Ciertamente interesante la reflexión que indica que la "amenaza" de reununcia, la famosa "Renuncia con Piola" del compañerito Correa, si se llega a demostrar corrupción en el caso Ivanhoe, tiene por objeto, precísamente, que nadie investigue en Ecuador el hecho. Fue como el asunto de Angostura, cuando dijo exactamente lo mismo (renunciaría si se demostraba vinculación del su partido con las FARC, y luego quiso acusar nada menos que de TRAICIÓN A LA PATRIA a unos diputados de Sociedad Patriótica que decidieron investigar el tema en Colombia. Parece que la distancia le sirve para tener una visión ciertamente clara del panorama. Felicitaciones.
Post a Comment