El presidente Rafael Correa, que ha superado a Abdalá Bucaram como el peor charlatán en la larga historia de gobernantes del Ecuador, acaba de rectificarse y advertir que la crisis global de la economía también afectará a esa nación bananera/petrolera.
Correa tiene un doctorado en Economía en una respetable universidad de los Estados Unidos, pero sus conocimientos académicos sobre la materia no parecen superiores a los de un abacero de barrio. Cuando se produjo el colapso en el mercado hipotecario de los Estados Unidos, casi pareció alegrarse suponiendo que ello solo afectaría “a los gringos”.
Me importa un comino lo que les pase a ellos, dijo, puesto que nosotros en el Ecuador “estamos blindados” para evitar cualquier impacto de ese problema. Como en tantas otras de sus predicciones y sentencias sobre economía, esta vez también falló. El mal manejo de la política de concesión de hipotecas, por influjo de los gobiernos demócratas, hizo tambalear no solo a la economía y finanzas de los Estados Unidos, sino de todo el mundo.
Una de las consecuencias del descalabro, que no se sabe cuando terminará ni cuando comenzará a superarse, fue el desplome de los precios del petróleo de 140 dólares por barril a menos de 30 dólares, que bajan a 20 dólares para el crudo del Ecuador. Los emigrantes ecuatorianos en USA y Europa, además, están reduciendo drásticamente los envíos de dinero a sus familiares en el Ecuador.
Esos dos rubros, petróleo y remesas, generaban la bonanza fiscal de Correa que le permitió apuntalar su forma altanera e insultante de gobernar. En base a ese poder económico ficticio, descuartizó la estructura institucional democrática del país, acrecentó el gasto público de manera descomunal e irrresponsable, absorbió el control total de la economía y con ello desalentó la inversión nacional y extranjera, aumentando el desempleo y la pobreza.
Ahora se ve en aprietos por el impacto del fenómeno mundial “que ha ido más allá de nuestras expectativas”. Pero lejos de pedir excusas por las evidentes muestras de su incapacidad como estadista, se lanza en nuevos insultos contra banqueros, empresarios, periodistas a los que acusa de “pelucones” corruptos acostumbrados a “mangonear” del país.
Un dato estadístico señala que su su administración de 2 años hubo un ingreso imprevisto de 17.000 millones de dólares por las ventas petroleras, debido al incremento igualmente inesperado de los precios en el mercado mundial. En lugar de crear un fondo de reserva para afrontar posibles contratiempos no planeados en la economía, como Noruega lo ha hecho de modo ejemplar, Correa forró sus discursos con una expansión insolente de la burocracia, los ministerios, la concesión de contratos sin licitación ni control, los viajes innecesarios, las compras inútiles de aviones y más equipos.
Para halagar y silenciar a las fuerzas armadas, ahora se conoce que Correa duplicó a 631 millones de dólares las compras de armamentos hechas por sus 3 predecesores juntos. Cada una de las ramas recibió jugosos contratos para obras públicas, hecho que no se repetía desde las últimas dictaduras militares. La Marina se hizo cargo de Petroecuador, por añadidura.
El dinero fácil le permitió continuar en su arrogante actitud frente a las empresas de inversión extranjeras, como las del petróleo u otras como las brasileñas. Y le indujo a decidir unilateralmente el no pago de parte de la deuda externa, casi la mitad de 12.000 millones de dólares, lo que traerá como consecuencia el cierre del crédito externo y el planteamiento de juicios por parte de las aseguradoras de esos créditos en mora.
En su obsesión antinorteamericana, resolvió poco antes de la crisis mundial volver a adherirse a la OPEP, en la creencia de que era otro sindicato anti yanqui. Con la baja de los precios, ese organismo acude otra vez a la rebaja colectiva de la producción para sostener dichos precios y el Ecuador, lo dice Correa, acatará el acuerdo en la cuota porcentual. No cabe duda, Ecuador terminará nuevamente por desafiliarse y ahora tampoco podrá pagar la millonaria cuota de asociación.
Humillación tras humillación. Como plazuela de barrio, se irritó por una falla de construcción de la hidroeléctrica San Francisco y decidió expulsar a la constructora brasileña y no pagar el crédito de un banco estatal de ese país. El presidente Lula frenó al gangster y ahora, tras dialogar con él en Brasil, Correa terminó por aceptar pagar lo que debe pagar.
Igual sucederá con las petroleras cuyas instalaciones fueron confiscadas y, con el paso del tiempo, con las empresas de la familia Isaías, incluídas las estaciones de TV. A la banca privada la ha acosado verbal y jurídicamente y cuando ellos, en un comunicado de la Asociación, le piden cordura porque los malos tiempos se avecinan, los amenaza con encarcelarlos si osan nuevamente “propalar falsos rumores”.
Para paliar la crisis, auncia más impuestos. Promete limitar el gasto, pero deja sin precisiones esa tarea a los 30 y más ministerios. Se sabe que nada significativo ocurrirá en el corto plazo. Pero reitera que los subsidios y el “gasto social” no se reducirán. ¿Cómo hacerlo? Lo dice con todo descaro: tomando del IESS 2.200 millones de dólares.
Su razonamiento de economista con PhD es “claro”. ¿Por qué vamos a regalar esa plata a los gringos, colocándola al 0.98% de interés, cuando aquí podemos usar ese dinero al 5 % o 6%%? El dirigente del IESS, esbirro colocado por Correa, dice estar listo a ayudar al Gobierno, como ha sido costumbre con gobiernos anteriores...
Velasco Ibarra era adicto a echar mano de los fondos del IESS cuando le venía en gana. Correa lo hará y en todos los casos lo que ocurrirá es que esos fondos nunca regresan y pasan a alimentar la deuda eterna del sector público con esa institución, a la que aportan los trabajadores y empresarios del sector privado.
Algo parecido sucedió recientemente en Argentina, aunque de modo mucho más radical. No debe sorprender si ese primer manotazo de Correa termina en algo parecido en el Ecuador. Cuán distinto sería si la seguridad social buscara el canal privado para capitalizarse, como en Chile y que, en lugar de que los ahorros sean poco productivos o caigan en manos de gobiernos irresponsables, alimenten el ahorro social para fines productivos a través de la empresa privada.
Correa sigue impertérrito en su voluntad de entrar en moratoria del pago de la deuda “ilícita”. Ignora que los préstamos externos se conceden no a los titulares de los gobiernos del momento, sino a los gobiernos representativos de los Estados soberanos. Si se detectaran irregularidades de cualquier tipo en la concertación de los empréstitos, se los podría volver a examinar, pero con la venia de las partes. No unilateralmente. Eso viola la ética y las regulaciones internacionales sobre materia..
Pero Correa dice que si seguirá pagando las deudas al BID, a la CAF y a otras institucionaes crediticias regionales “porque son nuestras”. ¿O sea que si “no son nuestros” no paga? Por lo que se conoce el principal accionista del BID es los Estados Unidos (cuando se fundó aportó 15 de los 40 millones de capital, ahora tiene 991 millones de dólares de los 2.902 milllones y en el presupuesto de operaciones especiales su aporte es de 100 millones de dólares del total de 150 millones de dólares).
Con menos dinero del petróleo y de las remeses de los emigrantes, la economía ecuatoriana se desploma. Las medidas correctivas no servirán para nada, pues en nada se alterará la actitud obstructiva del gobernante en contra de la actividad privada empresarial, nacional y extranjera. Con más impuestos a las importaciones y más restricciones al ingreso y egreso de capitales, habrá menos inversión.
Muchos analistas hay en el Ecuador que están preocupados por esta marcha al vacío del presidente Correa y piden que reflexione. Lo que consiguen es más insultos y más amenazas de crear mordazas a la libre expresión del pensamiento a través de la radio, la prensa y la TV. Pero los gremios no reaccionan aun en debida forma.
Uno de los afectados es Carlos Vera, considerado (sobre todo por él mismo) como la superestrella de la televisión ecuatoriana. Vera fue un ardiente defensor y propulsor de Correa en la campaña presidencia y sucesivas. Pero últimamente ha denunciado algunas cosillas impropias del caudillo, como viviendas mal construídas con fondos públicos en su tierra natal de Manabí.
La respuesta de la maquinaria propagandística del gobierno ha sido furibunda contra Vera. Y éste se queja (en entrevista concedida a Ecuador Inmediato), no de Correa en general, sino de su inconsistencia e ingratitud, pues le recuerda que siempre le ha sido fiel y que si volviera a presentarse la disyuntiva entre Correa y Álvaro Noboa, volvería a votar con los ojos cerrados por Correa.
¿Por qué me tratas así? parece decirle Vera a Correa, si yo he aplaudido todos tus actos buenos como el no pago de la deuda ilícita, la arremetida contra las empresas petroleras extranjeras, la reacción contra Colombia por destruir el campamente de narcoterroristas en la frontera, por el saqueo a las empresas de la familia Isaías. Todo, todo eso he aplaudido ¿y me pagas de ese modo, Rafael?
Si Vera (cuyo estrellato despuntó en uno de los canales de TV de los Isaías) y otros concuerdan con esas acciones de Correa, deberían ser entonces sus incondicionales. Las malas construcciones escolares no son sino minucias comparadas con esas aberraciones de mal gobernar, que Vera las aplaude.
Sunday, December 21, 2008
Sunday, December 14, 2008
ECUADOR EN PROCESO DE EXTINCIÓN
El presidente Rafael Correa continúa en su plan de destruir al Ecuador en todos sus flancos.
En lo político ha destrozado y corroído el sistema institucional democrático basado en el mecanismo universalmente aceptado de controlar los excesos de poder, dividiéndolo en tres ramas que se vigilen mutuamente.
Ahora nadie puede prevenir ni sancionar los excesos de una de las tres ramas, la del Ejecutivo, en manos del presidente Correa. No hay ni Congreso ni Función Judicial ni Contraloría que puedan frenar sus abusos y corrupción.
Una de las tantas muestras de abuso las dio Correa al intervenir personalmente en Petroecuador para que se revoque la concesión legalmente otorgada a una empresa minera norteamericana y cederla a otra petrolera representada por su hermano mayor.
La compañía afectada ha presentado una querella ante una corte de Colorado. Probablemente la gane y el país, con o sin Correa, tendrá que pagar las consencuencias. Mientras tanto el mandatario protege a su hermano en lo interno y trata de bloquear cualquier investigación interna amenazando que si se procede, renunciará.
En política exterior, no hay Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores o Congreso para le apruebe o no sus arriesgadas decisiones, como la de insistir en la ruptura diplomática con Colombia o indisponerse con Brasil.
Tampoco nadie le ha objetado que continúe distanciándose de la Unión Europea y los Estados Unidos al estrechar lazos con Irán, que está condenado por las Naciones Unidas por su negativa a aceptar la inspección que compruebe si sus programas nucleares están o no encaminados a fabricar bombas.
Peor aún, Correa ha dicho lo que no ha dicho ningún otro jefe de Estado, ni el propio fundamentalista iraní Ahmadenajad: que nadie puede negarle el derecho a Irán de contar con su propio arsenal nuclear.
Cuando los Estados Unidos fabricó y utilizó las primeras bombas atómicas, como último recurso para derrotar al Japón y terminar la II Guerra Mundial sin más víctimas norteamericanas y aliadas, propuso al mundo que no se fabriquen más bombas y que la energía atómica sirva solo para fines pacíficos.
La Unión Soviética se opuso, como se opuso a integrar el Plan Marshall para la reconstrucción europea. Luego se entendió por qué y para qué. Hurtó la fórmula a los Estados Unidos y desarrolló no solo la bomba atómica sino también luego la de hidrógeno. Con ello amedrentó a Occidente para expandir su imperio ideológico por todo el orbe.
Correa quiere que Irán se sume al club nuclear ¿para qué si nadie quiere invadir a ese país? La respuesta la ha dado el mismo Ahmadenajad en repetidas oportunidades: el propósito es liderar al fundamentalismo musulmán para borrar del mapa a Israel y atacar a los Estados Unidos y sus aliados de Occidente, como ya lo ha hecho antes y después del 9/11, pero con mayor fuerza destructiva.
Para tan radical giro en la política exterior del Ecuador, Correa está rodeado no de consejeros ni analistas, sino de esbirros. La ejecutora directa de sus caprichos, la Canciller María Teresa Salvador, es una que ahora se retira del cargo “con la misión cumplida”.
Los militares no opinan nada. Su silencio está al parecer comprado con los contratos asignados a dedo por Correa para que ejecuten obras públicas que nadie fiscaliza o para administrar mal empresas estatales como Petroecuador.
Las escuelas y viviendas contratadas con orden suya, sin concursos de licitación, se caen por mal construídas y la vialidad nueva y las obras de mantenimiento no aparecen mientras los caminos están más intransitables que nunca.
En lo económico, borró la independencia del Banco Central y de la Superintendencia de Bancos y ha castrado a la banca privada, al extremo que tres importantes bancos se han ofrecido en venta al gobierno. Estaciones de TV y al menos un diario nacional han sido confiscados y nada que critique al mandatario se permite divulgar o comentar.
En uno de sus peores gestos de matón, expulsó a la empresa brasileña Odebrecht y decidió no pagar el préstamo brasileño para construir la central hidcroelétrica San Francisco (sin licitación). Acto continuo decidió declararse en mora en el pago de deuda externa e intereses que juzga “ilegales” y que constituyen el 40% del total de más de 12.000 millones de dólares de deuda.
La resolución coincide con la baja en los precios del petróleo y con el debilitamiento de la economía global, que ha reducido las remesas de los inmigrantes que buscaron refugio de trabajo en otros lares.
Las ventas del crudo y esas remeses representan los mayores ingresos del fisco, esto es, de la chequera no auditable del dictador “constitucional” Correa. Si siguen a la baja, como todos predicen, la charlatanería obscena del líder no bastará para sufragar sueldos ni para afrontar el boicot financiero internacional que sobrevendrá por el no pago unilateral de la deuda.
Sobrevendrá la inflación, tendrá que desaparecer el escudo de la dolarización y el país entrará en crisis total que afectará, como siempre y principalmente, a los sectores más desprotegidos de la población.
Segmento que, irónicamente, es el que le sigue apoyando beatífica y masoquistamente con cerca del 70%, según las últimas encuestas de opinión.
En lo político ha destrozado y corroído el sistema institucional democrático basado en el mecanismo universalmente aceptado de controlar los excesos de poder, dividiéndolo en tres ramas que se vigilen mutuamente.
Ahora nadie puede prevenir ni sancionar los excesos de una de las tres ramas, la del Ejecutivo, en manos del presidente Correa. No hay ni Congreso ni Función Judicial ni Contraloría que puedan frenar sus abusos y corrupción.
Una de las tantas muestras de abuso las dio Correa al intervenir personalmente en Petroecuador para que se revoque la concesión legalmente otorgada a una empresa minera norteamericana y cederla a otra petrolera representada por su hermano mayor.
La compañía afectada ha presentado una querella ante una corte de Colorado. Probablemente la gane y el país, con o sin Correa, tendrá que pagar las consencuencias. Mientras tanto el mandatario protege a su hermano en lo interno y trata de bloquear cualquier investigación interna amenazando que si se procede, renunciará.
En política exterior, no hay Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores o Congreso para le apruebe o no sus arriesgadas decisiones, como la de insistir en la ruptura diplomática con Colombia o indisponerse con Brasil.
Tampoco nadie le ha objetado que continúe distanciándose de la Unión Europea y los Estados Unidos al estrechar lazos con Irán, que está condenado por las Naciones Unidas por su negativa a aceptar la inspección que compruebe si sus programas nucleares están o no encaminados a fabricar bombas.
Peor aún, Correa ha dicho lo que no ha dicho ningún otro jefe de Estado, ni el propio fundamentalista iraní Ahmadenajad: que nadie puede negarle el derecho a Irán de contar con su propio arsenal nuclear.
Cuando los Estados Unidos fabricó y utilizó las primeras bombas atómicas, como último recurso para derrotar al Japón y terminar la II Guerra Mundial sin más víctimas norteamericanas y aliadas, propuso al mundo que no se fabriquen más bombas y que la energía atómica sirva solo para fines pacíficos.
La Unión Soviética se opuso, como se opuso a integrar el Plan Marshall para la reconstrucción europea. Luego se entendió por qué y para qué. Hurtó la fórmula a los Estados Unidos y desarrolló no solo la bomba atómica sino también luego la de hidrógeno. Con ello amedrentó a Occidente para expandir su imperio ideológico por todo el orbe.
Correa quiere que Irán se sume al club nuclear ¿para qué si nadie quiere invadir a ese país? La respuesta la ha dado el mismo Ahmadenajad en repetidas oportunidades: el propósito es liderar al fundamentalismo musulmán para borrar del mapa a Israel y atacar a los Estados Unidos y sus aliados de Occidente, como ya lo ha hecho antes y después del 9/11, pero con mayor fuerza destructiva.
Para tan radical giro en la política exterior del Ecuador, Correa está rodeado no de consejeros ni analistas, sino de esbirros. La ejecutora directa de sus caprichos, la Canciller María Teresa Salvador, es una que ahora se retira del cargo “con la misión cumplida”.
Los militares no opinan nada. Su silencio está al parecer comprado con los contratos asignados a dedo por Correa para que ejecuten obras públicas que nadie fiscaliza o para administrar mal empresas estatales como Petroecuador.
Las escuelas y viviendas contratadas con orden suya, sin concursos de licitación, se caen por mal construídas y la vialidad nueva y las obras de mantenimiento no aparecen mientras los caminos están más intransitables que nunca.
En lo económico, borró la independencia del Banco Central y de la Superintendencia de Bancos y ha castrado a la banca privada, al extremo que tres importantes bancos se han ofrecido en venta al gobierno. Estaciones de TV y al menos un diario nacional han sido confiscados y nada que critique al mandatario se permite divulgar o comentar.
En uno de sus peores gestos de matón, expulsó a la empresa brasileña Odebrecht y decidió no pagar el préstamo brasileño para construir la central hidcroelétrica San Francisco (sin licitación). Acto continuo decidió declararse en mora en el pago de deuda externa e intereses que juzga “ilegales” y que constituyen el 40% del total de más de 12.000 millones de dólares de deuda.
La resolución coincide con la baja en los precios del petróleo y con el debilitamiento de la economía global, que ha reducido las remesas de los inmigrantes que buscaron refugio de trabajo en otros lares.
Las ventas del crudo y esas remeses representan los mayores ingresos del fisco, esto es, de la chequera no auditable del dictador “constitucional” Correa. Si siguen a la baja, como todos predicen, la charlatanería obscena del líder no bastará para sufragar sueldos ni para afrontar el boicot financiero internacional que sobrevendrá por el no pago unilateral de la deuda.
Sobrevendrá la inflación, tendrá que desaparecer el escudo de la dolarización y el país entrará en crisis total que afectará, como siempre y principalmente, a los sectores más desprotegidos de la población.
Segmento que, irónicamente, es el que le sigue apoyando beatífica y masoquistamente con cerca del 70%, según las últimas encuestas de opinión.
Sunday, December 7, 2008
REVOLUCIÓN CIUDADANA + REVOLUCIÓN ISLÁMICA
El presidente ecuatoriano Rafael Correa ha volado a Teherán acompañado de casi un centenar de personas para sellar personalmente y ante testigos un pacto con el gobierno teocrático que preside el Ayatola Sayed Ali Jamein.
El pacto no es para crear y estimular el comercio entre los dos países. Dado que ambos producen y consumen casi los mismos productos, ese objetivo es solo una fachada. La verdadera razón de la alianza es la lucha conra el enemigo común: los Estados Unidos.
Se entiende que Irán considere a los Estados Unidos su enemigo por ser el líder de un movimiento que cuenta con el respaldo de las Naciones Unidas para obligar a esa nación a que se abra a la inspección de expertos para comprobar si está o no construyendo armas nucleares con las cuales quiere, según confesión expresa de sus líderes, combatir a Occidente y borrar del mapa a Israel.
Tampoco Irán ha visto con simpatía a los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en la lucha para contener la expansión del terrorismo islámico de Al Qaeda, Hamas, el Talibán y otras organizaciones afines y conexas que cuentan con el respaldo político, financiero, moral y táctico de Irán.
Lo que no está claro es el origen y justificación de la animadversión de Correa contra los Estados Unidos, ni el sumarse a las autoridades iraníes para calificar a este país como potencia imperialista de la que hay que liberarse asociándose con regímenes que propician y aplican el terror.
El Canciller iraní Manecher Motaki, al unísono con Correa, acaba de decir en Teherán que "la unión entre países que no quieren estar bajo el yugo de los Estados Unidos es la única vía para salvar a la humanidad del imperialismo mundial".
Como eco a sus palabras, Correa ha dicho que "no hay lugar para los radicalismos relacionados con los Estados Unidos", añadiendo: "Los gobiernos de Irán y Ecuador triunfarán sobre la arrogancia de los Estados Unidos". ¿A qué radicalismo y a qué arrogancia se refiere el líder ecuatoriano?
La identificación que siente Correa con el Ayatola Jamein y con el presidente Mahmud Ahmedinejad debe ser muy fuerte como para justificar tan largo y tan costoso viaje y para decidir de común acuerdo, entre otras cosas, abrir embajadas en las dos capitales en enero próximo.
Si tal afinidad existe y lo están probando sus acciones, entonces Correra debe estar de acuerdo con Ahmedinejad en que Israel deber ser pulverizada tan pronto Irán disponga de un arma nuclear. Y que por cierto está de acuerdo con que no se obstruya su plan de fabricar tales armas.
Igualmente verá con malos ojos el proceso de democratización de Irak gracias al apoyo militar y económico de los Estados Unidos (y otra veintena de países que forman el contigente de intervención aprobada por las Naciones Unidas).
No lo ha dicho públicamente, pero si se identifica con Ahmadinejad entonces se opone a la presencia de tropas de NU en Irak y de la OTAN en Afganistán, donde las fuerzas islámicas talibanas, apoyadas por Irán, se resisten fieramente al proceso de democratización. (Los talibanes fueron los artífices de la reciente bárbara acción de terror en Mumbai o Bombay, India)
Rafael Correa vivió en los Estados Unidos por 4 años cuando en goce de una beca estudió Economía. Debieron haber sido años tortuosos para él, dada la aversión que tiene contra todo lo que se asocie a la cultura yanqui, a su sistema político y económico. Aquí obtuvo un doctorado, aunque ello resulte inverosímil dada su obscena ignorancia en asuntos económicos.
(Hay quienes creen que Correa aborrece a los Estados Unidos por cuanto su padre, ya fallecido, fue condenado a prisión aquí por tráfico de drogas.)
La alianza de gobiernos con similar odio a a los Estados Unidos, por ignorancia o convicción ideológica, recuerda las asociaciones o simpatías compartidas entre regímenes que se observaba durante la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética estaba en el pináculo de su poderío bélico y su afán expansionista por el globo, incluyendo a Cuba y a través de ella América Latina.
Pero entonces había al menos dos claras ideologías en disputa: la socialista o comunista fomentada por Moscú y la capitalista y democrática, con los Estados Unidos a la cabeza. Correa, imitando a Hugo Chávez y a su asesor Fidel Castro, dice que su doctrina (o ideología) es la del Socialismo del Siglo XXI.
Nadie, ninguno de sus propiciadores, acierta a definirla. En todo caso ¿en dónde podría hallarse una afinidad entre Correa y el gobierno teocrático musulmán del Irán? No se lo ve por ninguna parte. Pero quizás la analogía se la podría hallar en el membrete de los dos gobiernos : el de Correa es gobierno de la "Revolución Ciudadana", el del Ayatola es el de la "Revolución Islámica Iraní".
¿Qué tienen en común las dos "revoluciones", aparte de su común desafecto por los Estados Unidos? Muy simple: la concentración unilateral del poder en manos del Ejecutivo. Y la consecuencia inevitable : pauperización, destrucción del esfuerzo privado para crear riqueza, acumular capital e incrementar el empleo y la reducción de las libertades individuales.
Es sintomático que las economías de Irán y Ecuador estén en declinación por el excesivo gasto fiscal y la caída de los precios del petróleo, producto exportable que genera la mayor parte de los ingresos públicos en ambos países. En Irán, como en Venezuela, la inflación ya está en el 30% y en el Ecuador sería igual o mayor si no fuere por la contención de la dolarización, recurso que está en peligro de sucumbir a corto plazo.
¿Será capaz el terrorismo islámico de derrotar a Occidente y a los Estados Unidos, como lo pronostican Correa y el Ayatola con la alianza que acaban de concertar? ¿Qué opinan al respecto los ciudadanos conscientes del Ecuador, sus políticos y sus fuerzas armadas? ¿Qué dice la comunidad católica (cristiana en general) y judía? ¿Y la Canciller María Isabel Salvador y su padre y ex Canciller Jorge Salvador Lara, supuestamente ultra católico? El silencio es cómplice.
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