No se han difundido mayores detalles del contenido pero en esencia los autores, que dicen haber consumido mucho tiempo y dinero para elaborar el ejemplar, anuncian en él los supuestos y luminosos logros del presidente Barack Hussein Obama a sus 6 primeros meses de gestión.
La guerra en Irak habría terminado en el tiempo originalmente promedito por Obama y todo sería paz y sonrisas en el Medio Oriente. Probablemente el diario informará que para esa fecha ya todos los conflictos en la región serían cosa del pasado, tras la salida de las tropas yanquis de Irak y Afganistán.
Es probable una crónica ficticia acerca de cómo Maliki y Ahamdinejad, los líderes de Irak e Irán, se confunden en un cálido abrazo para sellar una alianza que nunca permitirá más incursiones de tropas infieles en sus territorios. Esa atmósfera beatífica se habría esparcido también a Siria y el Líbano, aunque no se sabe qué dirán sobre Israel.
En cuanto a la política interna de los Estados Unidos, la edición afirma que se ha instaurado un juicio para condenar los crímenes del presidente George W Bush. Esos crímenes tienen que ver con la audacia del mandatario de tratar de garantizar la seguridad nacional del país por todos los medios lelgales a su alcance.
No se reseñan otros logros de Barack Hussein Obama en 6 meses, pero quizás se mencione que, al fin, todos los norteamericanos gozan de protección gratuita de salud y todos pueden acceder a las universidades también gratis y sin el escollo de la barrerra del mérito. Se supone que el gasto para financiar tales medidas provendrá del "justo" incremento de impuestos a los ricos.
Lo que han hecho los autores con la edición ficticia es resumir en poco espacio el utopismo de la mayoría de norteamericanos que eligió a B. Hussein Obama, individuo mulato, poco conocido, críptico en sus respuestas a las pocas preguntas que se la han podido hacer en la campaña y brumoso en sus promesas de "cambio".
Con el "cambio" dijo que terminará la guerra en Irak en 6 meses (aunque luego amplió el plazo a 16 meses), que bombardeará a Pakistán si es preciso para capturar en alguna cueva de ese país a su casi homónimo Osama Bin Laden y que el grueso de las tropas de Irak lo trasladará a Afganistán, con o sin la venia de la OTAN para triturar a los talibanes.
Ha prometido, además, sacar de la pobreza no solo a los de su raza, sino a todos los pobres que ganen al año menos de 250.000 dólares (luego bajó el tope a 200.000 dólares y su Vicepresidente ahora electo Joe Biden lo redujo a 150.000 dólares), a todos los cuales les eximirá del pago total de impuestos.
Ese segmento de población, como él mismo lo dice, comprende al 95% de los contribuyentes. Pero ocurre que al menos el 45% de ese segmento gana por debajo del mínimo tributable, por lo que en compensación recibirán una limosna de 600 dólares a 1.500 dólares. Pero ocurre, también, que el 5% restante de contribuyentes, a los que ha prometido castigar con más impuestos, genera ya el 75% del total de los ingresos fiscales.
Desafortunadamente, la repartición de la riqueza por esa vía tributaria u otras no genera riqueza: la disminuye. Si la gente con más capital empresarial es amenazada con más tributos a sus ganancias, a sus ingresos, a sus inversiones, dejará de ahorrar e invertir. Y así habrá menos empleo y menos inversión, catástrofe que jamás podrá ser compensada con las dádivas del reparto de mini dólares, sobre todo en la actual crisis.
Barack Obama y quienes piensan como él, creen que más intervención del Estado en la economía es beneficioso para la comunidad. Es todo lo contrario. La historia así lo demuestra. Desde tiempo inmemorial ha existido la lucha eterna de la comunidad para idearse mecanismos que frenen el abuso del poder en manos del monarca, el emperador o presidentes/autócratas.
Los peregrinos que arribaron a Norteamérica en el Mayflower huían del régimen feudal de Europa, que les hostigaba, explotaba e impedía laborar, pensar, movilizarse y ejercer su religión sin trabas. A la postre ellos y sus sucesores se unieron para formar una república en la que imperase no un monarca autócrata sino un ciudadano líder elegido por voto popular, responsable de sus actos ante ellos y regido por leyes popularmente dictadas, aceptadas y acatadas.
Ello se plasmó a fines del siglo XVIII. Desde entonces hasta la fecha y como antes a lo largo y ancho de la historia, no han cesado los intentos urbi et orbi de los gobernantes por abusar del poder. En algunos casos porque accedieron al poder mediante revoluciones de corte fascista, inclinados a la izquierda o a la derecha, pero siempre identificados en su estilo de gobernanr por sobre las leyes.
La Revolución de Octubre prometió la utopía de la felicidad colectiva con Lenín/Stalin. El zar fue sustituido por los zares "del pueblo" que impusieron su estilo colectivista a sangre y fuego, con el asesinato, este si colecitvo, de más de 20 millones de seres humanos. Al otro lado del espectro llegó la utopía nazi que segó la vida a 60 millones de individuos.
Obama y los Chávez y Correa del mundo entero creen que el capitalismo y el libre mercado están en decadencia y que la estabilidad de la economía mundial se alcanzará con más regulaciones y más intervención estatal. Se insiste en ello pese a quedar demostrado que la economía entró en crisis en USA precisamente porque los gobiernos de Jimmy Carter y Bill Clinton intervinieron en el mercado para forzar la concesión de préstamos hipotecarios a quienes no podían pagarlos.
Esa ley elemental del mercado (no prestes a nadie que no te pueda pagar) siguió su marcha por la presión de los demócratas y conivencia de los republicanos. El gobierno culpable ahora ha salido a coregir sus yerros con la más incomprensible y hasta la fecha inaplicable operación de rescate en toda la historia de éste y cualquier otro país.
Teóricamente la quiebra bancaria debió seguir su curso, hasta que el propio mercado lo auto corrija, pese a los sacrificios que implique. Pero se ha preferido el salvataje fiscal, con el agravante de que Obama no niega que tras posesionarse elevará a no se sabe qué nivel el impuesto al 5% de ricos de este país.
No se necesita ser una graduado de las universidades de la Ivy League para comprender que en una época de crisis, más impuestos agravan la situación. Eso hizo el presidente Hoover, un republicano y lo agudizó el demócrata Franklin Roosevelt en el decenio de 1930 y la consecuencia fue la Gran Depresión. Obama, como sus antecesores, también habla de restringir el comercio externo y revisar los tratados con México y Canadá y de oponerse al TLC con Colombia.
Si persiste en esas maniobras económicas, a la actual depresión sobrevendrá una nueva recesión como la anunciada en Alemania. Las bolsas de Nueva York, por la incertidumbre, no reaccionan y no buscan ni dan créditos, aunque tienen dinero. Están a la expectativa. Cuando Bush salió en defensa del capitalismo y el libre mercado, hacia las 2pm del jueves, la Bolsa cerró al alza.
En cambio si Obama cesa su amenaza de suspender el recorte de impuestos de Bush, que el Congreso lo prorrogó hasta el 2010 y deja en el olvido la demagogia el recorte para el 95 % de la población, es probable que la bolsa y el mercado reaccionen, deteniendo la ola de pedigüeños que aguarda en fila el auxilio fiscal por las pérdidas derivadas de malos manejos empresariales.
B. Hussein Obama, más aún, exige en estos días que el fisco regale a las compañías que fabrican automóviles no solo los 25.000 millones de dólares previamente aprobados sino 50.000 millones de dólares mas para rescatarlas de la bancarrota. Lo hace para halagar a los poderesos sindicatos que le dieron el voto y que son factor clave en la quiebra por el exceso de beneficios que reciben. (Hay obreros que ganaban 78 dólares por hora antes de la llegada de los robots. No se reubicaron pero siguen ganando esa cifra sin hacer nada...Muchas otras fábricas, sobre todo de origen europeo asentados en USA, están boyantes).
Los liberals de Obama ven como ideal el sistema de gobierno que rige en Europa. Allí se ha optado por preferir la sobreprotección social a la productividad: dos meses de vacaciones, 7 horas diarias de trabajo, medicina gratuita, estabilidad de por vida en el empleo por sobre el mérito, educación gratuita hasta la universidad. Los resultados están a la vista: las finanzas en rojo. La crisis en USA está acabando por hundir a sus quebradas economías.
En el campo exterior, un retiro abrupto de tropas de Irak volverá a fortalecer a las fuerzas de Al Qaeda y el proceso de estabilización del país en marcha con sus tres facciones se irá al tacho de basura. Ahjmadinejad inundará al país y lo "satelizará". Igual destino tendrán otras naciones árabes del área, en donde se predica como ideal religioso borrar del mapa a Israel e intensificar la guerra santa contra Occidentey y su líder, los Estados Unidos.
El objetivo del extremismo musulmán tiene ahora nuevos aliados: Rusia, embozadamente China y últimamente Venezuela y Cuba. Nada sorpresiva que pronto se sume el Ecuador, cuyo líder no oculta su simpatía por Ahjmadenejad y su antipatía por los Estados Unidos. ¿Es éste el "cambio" al que se refiere B. Hussein Obama y que se saluda y apoya con tanto frenesí por el mundo entero?
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