Decir que la mayoría de ecuatorianos acaba de consagrar a Rafael Correa como emperador, rey, jeque, jefe supremo o supremo cacique sería exagerar. Creo que bastaría decir que con el resultado de las elecciones del domingo pasado el presidente Correa se ha convertido en el gran mayordomo de la hacienda ecuatoriana.
Lo ha hecho con innegable habilidad. Pero en ello no ha sido original, sino acaso tan solo en cuanto a la adaptación al caso del Ecuador del texto aplicado ya en Venezuela por Hugo Chávez, en Nicaragua por Humberto Ortega y en menor grado por Evo Morales en Bolivia.
El texto, por cierto, tiene un autor y ese es Fidel Castro. Si hubiese un premio paralelo al Nobel para Ciencia Política Fidel lo ganaría. ¿El título de su tratado?: “Cómo asumir los plenos poderes sin disparar un tiro de fusil en América Latina” (Valiéndose de las mismas leyes de un endeble sistema democrático).
Correa ha seguido las pautas del tratado con mejores resultados que los que ha obtenido con los textos y clases de economía recibidos en las universidades de Bélgica y los Estados Unidos. Nunca engañó a nadie sobre sus propósitos de manipular las leyes para lograr sus objetivos, tanto como ministro de Gutiérrez como durante las dos campañas presidenciales.
Acaso en la segunda ronda presidencial lo disimuló un tanto. Nunca habló de aplicar el “socialismo del siglo” al llegar al poder, por ejemplo, acaso para no asustar a los indecisos que hubieran preferido votar por el “ogro” capitalista Noboa. Pero el hecho mismo de que descartó presentar candidatos al Congreso revelaba su intención de masacrarlo tan pronto accediese al poder.
Así lo hizo. Aprovechó la falta de entereza y convicción de principios de los congresistas, primero para eliminar de una plumada a 57 de los 100 diputados, luego para sustituirlos por otros más leales. Ahora el Congreso suplente no tiene nada que hacer, por culpa de la impotencia ideológica y moral de sus integrantes y tiene que marcharse.
Hay ilusos que piensan que Correa va a cambiar, que se hará más tolerante, que dialogará con quienes discrepan con él. Igual pensaban antes de elegirlo. Columnistas como Rodrigo Fierro veían en él la reencarnación de Eloy Alfaro para la nueva Revolución que transforme al Ecuador. En parte su sueño podría hacerse realidad: el país cambiará, pero no por revolución sino por involución.
Otro correista/periodista, Carlos Vera, dice que votó por él no solo por oponerse a Noboa sino porque cree que al país le conviene una “democracia socialista”. A juicio suyo Correa no va a cumplir su promesa y ahora lo repudia. No debía hacerlo tan apresuradamente. Si cree en la democracia socialista, entonces Correa es su hombre. La democracia es democracia y punto. El añadido “socialista” la destruye, es su negación.
La democracia es libertad política con libertad económica. Estas libertades funcionan dentro de un marco de leyes a las que todos deben sujetarse para evitar abusos y excesos. Lo que ha habido en el Ecuador y otras naciones de similar contexto cultural es una democracia a medias, lo que facilitado y sigue facilitando el abuso y la corrupción. Si una democracia así estructurada es defectuosa, el remedio no es cancelarla y sustituirla por un sistema autoritario: es corregirla y vigorizarla en un por lo demás interminable.
Correa habla de terminar con la “noche larga del neoliberalismo”, en referencia a esa democracia falible que se quiso fortificar con el “consenso de Washington”. Básicamente, lo que se convino en aquella ocasión es en superar las causas del debilitamiento democrático en Latinoamérica debido a la no aplicación de las leyes, las obstrucciones a la inversión y al libre mercado de ideas, capitales y comercio.
Los resultados no fueron positivos, no por ningún “neoliberalismo” sino porque la “noche larga” del proteccionismo lo impidió. La corrupción siguió rampante, los partidos políticos se mostraron complacientes, los medios de comunicación no fueron lo suficientemente investigativos y críticos y las clases dominantes fueron y siguen siendo acomodaticias.
Si se hubiese aplicado la ley, el presidente democristiano Jamil Mahuad no habría inaugurado la mayor crisis bancaria en la historia del Ecuador. Filanbanco había incurrido en violaciones de la ley bancaria y en lugar de responsabilizarlo, se le protegió. Sobrevino una inflación infrenable que solo cesó con la adopción del dólar como moneda nacional. Las pérdidas fueron inmensas, se agudizó el desempleo y el éxodo a Europa y Estados Unidos se acentuó.
Alberto Acosta ha sido ungido por Correa como presidente de la Asamblea Constituyente. Ha ofrecido independencia del Ejecutivo y una constitución que de más democracia para mejorar la democracia. En la misma declaración repite, sin embargo, lo que su jefe ha dicho: el Congreso se cerrará por propia decisión o por la del dúo. Muy democrático. También ha dicho en resonancia de Correa que el diálogo habrá, pero siempre que no se discutan los dictados de la “revolución ciudadana”.
En la noche de la victoria, Correa leyó un breve discurso que los medios de comunicación han aplaudido por conciliatorio y esperanzador. ¿Quién escribió el texto? ¿Javier Ponce, el ministro Larrea? No importa. Lo cierto es que ni el o los autores ni el propio presidente creían lo que estaba escrito y fue leído. La conciliación no está en el temperamento del líder.
Minutos después de su alocución “conciliatoria”, Correa se encontró con los periodistas del exterior y les reiteró que el Congreso sería disuelto, como ha sido su intención desde la campaña electoral. Y además les dio una primicia: pediría (ordenaría) a la Asamblea que convoque a nuevas elecciones para presidente y vicepresidente. Acosta ha dicho, en su afán de aparecer independiente, que no comparte tal idea.
La idea es descabellada y no tendría otra explicación que volver a satisfacer el ego hipertrofiado de Correa. ¿Quién osaría competir con el gran mayordomo? Si de todas maneras hubiera esos comicios, Correa tendría ya no el 80% de los votos sino el 99.9% o quizás más, si se pudieran sumar los votos de Hugo, Fidel y Humberto.
Rafael/Alberto estudian, por otro lado, cómo matizar con tinte democrático la formación de las leyes, mientras dure la asamblea y no haya Congreso. Correa había insinuado crear una Comisión Legislativa, con gente elegida a dedo por él. No estaría mal. Pero mejor si imita a su carnal Hugo Chávez y pide (ordena) a la Asamblea que le deje legislar con decretos ejecutivos. Así se procedió en Venezuela y la fórmula funciona de maravilla según lo atestiguan los dóciles congresistas y todos sus abundantes fanáticos chavistas.
Acosta, clon de Chávez, ha arremetido contra la banca privada, pese a que él pertenece a una honorable familia de banqueros. Con retórica populista propia de la hora, dice que buscará con la Asamblea para frenar los abusos de la banca y para ponerla al servicio de la sociedad y no al revés. Lo mismo dice Correa sobre la banca, los medios de comunicación y la empresa privada en general.
La banca es una respuesta a la necesidad humana de colectar ahorro para formar capitales que permitan otorgar préstamos a quienes lo demandan para invertir el dinero en fines productivos. El dinero invertido en empresas crea empleo y riqueza y multiplica el ahorro y el capital. Las operaciones de un banco no pueden ser gratuitas, necesitan de un margen de ganancia para operar y crecer.
El Filanbanco se llamaba originalmente La Filantrópica. No era la filantropía lo que guiaba a ese banco, sino el lucro legítimo para operar. Por cierto que la banca en su expansión puede caer en abusos y tendencias monopolistas. Pero para ello hay el antídoto de la libre competencia y las leyes reguladoras. La filantropía es buena y recomendable y se la puede ejercer por otros caminos. Y puede ser al mismo tiempo rentable mediante la exención de impuestos para el donante con lo que se benefician éste, el usuario de la donación y la sociedad.
Correa afirma que la banca es dueña y controla los medios de comunicación para proteger sus abusos. Aún si esa fuere la verdad, la solución no está en demoler bancos y medios, sino en aplicar la ley. Filanbanco no era dueño de los medios sino de una cadena de TV y una radio. El poder que ejercían no era tal como para subyugar a Mahuad. Lo prevaleció es la corrupción imperante entonces y ahora, que no se corregirá con la fórmula autócrata y fascista de Correa.
La aspiración de aplicar en el Ecuador el socialismo del siglo XXI es clara: hay los resultados, no las oportunidades. Ello ha seducido a las masas, incapaces de comprender que ello les hará no menos sino más pobres. La demuestra la historia. Lo único que permite superar la pobreza es crear oportunidades para incrementar la riqueza, no destruirla. Si Correa y Acosta, como Robin Hood, se lanzan en ristre contra los “ricos” para arrebatarles sus riquezas y repetirlas entre los pobres, lo único que hipotéticamente conseguirán es tener menos ricos y más pobres.
Aún en el supuesto de que las riquezas pasaran directamente a los pobres, esas dádivas no son generadoras en si mismas de riqueza. Correa repartió y sigue repartiendo un bono contra la pobreza que suma 300 millones de dólares. Los mismos receptores de la limosna afirman que sus vidas no han cambiado ni que avizoren ninguna esperanza de cambio. Es el caso de la limosna de desayuno escolar: en lugar de rectificar yerros ancestrales en el manejo de la economía para facilitar a los padres un sistema de oportunidades de empleo y salario, se humilla a sus hijos con un mendrugo para que nada cambie.
Pero el dinero pretende arrebatar a los bancos y en general a los ricos, por vía directa de confiscaciones o indirecta de impuestos progresivos, no irá a los necesitados. Irá a las arcas fiscales. El Estado se convertirá en el acumulador mayor de capital. Pero el Estado no crea riqueza, la crean los individuos. Los impuestos y confiscaciones son asaltos a la riqueza ciudadana. ¿Es ésa la Revolución Ciudadana por la que votaron los ecuatorianos? El Estado dilapida y es, por sobre todas las cosas, irresponsable en el gasto.
Los ejemplos pululan en el Ecuador: los ferrocarriles nacionalizados por Velasco Ibarra, Petroecuador, el IESS con total ingerencia estatal y tantas otras instituciones con rampante corrupción e ineficiencia. Correa va a aumentar ese control y Acosta es su gran ideólogo: desde hace tiempo aboga por tomar las reservas del IESS para invertirlas en el área petrolera. Sin contar con la nueva refinería y la TV obsequiados por Chávez, que solo podrán operar con más burocracia.
Venezuela, pionera en la aplicación del texto Fidel, estaría hace tiempo quebrada si no fuera por el aumento sostenido de los precios del petróleo. La inflación es galopante y por ende la devaluación. Pero el coronel es también economista y ha hallado una fácil solución: quitarle dos cifras a la paridad cambiaria de 250 bolívares (mucho más en el mercado negro) por cada dólar. Desde enero el dólar valdrá 1 bolívar y “fin del problema” (según él, pero no en la realidad: si la producción en Venezuela sigue a la baja, la maniobra monetaria será inútil)
¿Qué sucederá en el Ecuador cuando el dúo Correa/Acosta aplaste al pueblo que los eligió pensando en mejorar? Es algo incierto en cuanto a fechas. La economía ecuatoriana se basa en las exportaciones de petróleo y las remesas de los refugiados, ambos factores en declinación. La inversión decae y con ello el empleo. La inflación sube y la pobreza se agudiza. Las clases dominantes se acomodarán al estatus quo pero las clases medias y bajas, ante la desesperación, bucarán refugio en tierras extrañas donde las oportunidades para una supervivencia más digna sean mejores.
La recuperación de los partidos políticos será lenta y acaso necesiten, como lo vaticinaba El Comercio, de una crisis como la que se avecina para reflexionar y revisar su historia y enmendar los errores. Los partidos han sucumbido al embate populista de Correa y han sido sustituidos por una masa informe, ideológicamente indefinible que respalda por ahora al mayordomo, con miopía servil.
Acaso de ese espeso caldo brote una semilla, o dos, de nuevos partidos convencidos y resueltos a conducir al país hacia un sistema democrático vívido, auténtico y real.
2 comments:
ECUADOR ¿INEXPLICABLE?
ECUAMEX / FHA
Ecuador no es explicable afuera. Y no lo es porque en buena medida vivimos del embuste diario, del engaño colectivo que ha sido promovido por la clase política actuante, como por la prensa errática, las cuales por un exceso de mentiras, embustes o ficciones, ahora pagan el precio de su ceguera en la debacle política ecuatoriana, la misma en la que han vivido desde hace tiempo atrás, hoy promovida al grado mayor por el proceso electoral que arrasó con la Asamblea Constituyente y su triunfante partido oficial.
El 30 de Noviembre de 2007, a las 17h00 me sorprendió en Monterrey, en medio de una cita de periodistas de América Latina, quienes ávidos de información me preguntaban por el resultado de las elecciones de se día, y a comentarles que el movimiento “Alianza País” había obtenido más de 75 escaños posibles, de 130 a elegir, en una abrumadora mayoría a favor del partido de Gobierno. La señal de incredulidad creciente se transformaba en debate inmediato.
¿Por qué era imposible entender ese triunfo?; para la mayoría de los periodistas, muchos de ellos de excelente criterio y buen desempeño profesional en sus países, el Presidente Correa era un “tirano que en menos de 8 meses había arrasado con todas las libertades del Ecuador, generando un estado de caos y miseria en la nación ecuatoriana”. Tal imagen la habían obtenido de la lectura de los medios de comunicación nacional, que habían colocado sus versiones a nivel internacional, sea por internet, o por medio de distintas entrevistas emitidas por los voceros de la oposición política de la derecha ecuatoriana.
Se volvía difícil para tan respetables colegas asimilar que en el Ecuador se vive una realidad distinta. Que nada de lo que ellos suponían que estaba ocurriendo estaba pasando en el País; que el gobierno había ganado en unas elecciones, a las cuales la Unión Europea, el Centro Carter y la OEA les daban el aval de elecciones transparentes.
Más de uno de ellos reaccionó crítico y cuestionador contra lo que “había leído”; lo que se “le había informado”, y a buen criterio se molestaron al enterarse que esa tarde noche, las principales cadenas de televisión se habían negado a comunicar sobre el resultado electoral, arrebatando el derecho de información a la ciudadanía. Parecía imposible, de locos, que solo un canal de televisión informe o dé resultados y los demás pasen comics, películas o comedias, en un momento en el cual se “jugaba” con la libertad de expresión.
Por supuesto con una visión distorsionada de la realidad nacional, afuera no pueden entendernos. Lamentablemente, en una dupleta desastrosa, la oposición de la derecha de Ecuador, junto a algunos medios de comunicación que han asumido el papel de opositores al régimen, se han encargado de torcer la imagen del país ante el mundo, por lo cual ahora es casi imposible generar un nuevo concepto sobre nuestra nación, a la cual supuestamente se le ha sometido a “una salvaje y criminal dictadura”, pero que vota mayoritariamente por el partido de gobierno, en elecciones libres y democráticas. La distorsión ha generado sus réditos, y comprendernos como país, como nación, estado o sociedad, es una especie de “tabú” que solo le es permitido para los más entendidos.
Y de veras, uno no puede entender el ¿Cómo? pueden haberse mantenido en el país, en medio de tanto engaño y embuste, una serie de actores y grupos políticos, que han pasado por todos los medios de comunicación posibles, con tanta realidad distorsionada.
Con una posición estúpidamente ciega, le han azuzado a la nación entera a que les crea que en estos últimos tiempos se ha vivido una lucha de bien por el mal. Por el tutelaje de obscuros intereses financieros, políticos, de status, de protección de negocios y negociados, se han tumbado presidentes, se han destruido gobiernos, se han burlado de la voluntad popular mayoritaria, que le llevó al poder a tres ex mandatarios, y que por sus mismas inconsecuencias los terminó desechando de la presidencia, pero con este grupo de corifeos aprovechando de la causa. Es difícil explicar eso.
Es casi imposible decirle a la comunidad mundial que, el rechazo sufrido por los partidos tradicionales, ubicados entre la derecha extrema como los socialcristianos, demócratas-cristianos, conservadores, los ex liberales y hasta lo de magnate bananero, representando a los “pobres”; sumado al del populismo roldosista, o de la tendencia encarnada de la traición política como sp, y de paso los centristas socialdemócratas, y hasta los socialistas y últimos filo comunistas; digo, ese rechazo no es otra cosa sino el resultado de la acumulación de atentados contra la sociedad ecuatoriana.
Si, Crímenes políticos desde el estado nacional; o más claramente, ejecuciones delictivas. Porque durante estos últimos treinta años hemos vivido desde, el simple robo de corrupción disfrazada de acto de gobierno, hasta pasar al atraco bancario, el genocidio indiscriminado con laceración en la educación y salud públicas, hasta el intento pernicioso de la venta del estado al peso. Si; hemos vivido desde la actitud arrogante o despótica del “dueño del país”; hasta el crimen de estado contra gente inocente, no dejando de lado el innoble acto de mentir, faltar a la verdad o escamotear la honradez pública para dar paso a la corruptela disfrazada de “amistad” o “ gobernabilidad”.
Claro, es difícil explicar afuera todo esto que hemos vivido.
Más difícil aún se puede pedir que le entiendan a una nación que vota por un Presidente y su propuesta de Asamblea, que pide la disolución de un congreso que se ha convertido en el dogal del país a lo largo de treinta años de “democracia”, recuperada desde el 79’; porque desde ese espacio se han dado los peores escenarios para perjudicar a la nación, desde la creación de organismos que facilitaron el atraco bancario hasta las leyes tramposas para querer “comprarse” la nación y perjudicar a la sociedad con la privatización de los bienes públicos, todo en un espacio de “compra y venta de votos”, o lo que es peor, la habilidad para el insulto y la ofensa de diputados “bocones” que hicieron gala de la “denuncia” amparada en la impunidad legislativa, hasta destruir su propia moral y despedazar su prestigio.
Como hacerle sentir al exterior la rabia e indignación acumuladas contra la función judicial que le secuestra a la “justicia” en Ecuador. Con cárceles colapsadas de presos sin sentencia; con jueces venales que “acumulan” causas en sus despachos hasta lograr un mejor pago; con una cantidad interminable de denuncias sin futuro, con magistrados sorprendidos en sus actos de “compra de sentencias”, y por ende mirar como se ha jugado con la patria al declarar la impunidad como norma de ley para ejercer el derecho en las salas de las cortes. No. No es explicable la sensación de impotencia ante la falta de castigo de la que adolece el Ecuador de nuestros días.
Ni mas faltaba, no es posible hacer entender a quienes se hallan fuera de nuestra tierra y de nuestra historia, que somos pobres porque en el Ecuador la economía ha sido manejada como “parcela”; que la producción interna de peor calidad y cara es dirigida al consumidor nacional, mientras que la exportación de “los mejores productos” es destinada afuera, para una recuperación de divisas que no se ven. Que el sistema económico ecuatoriano se sostiene de un petróleo cuyo mayor porcentaje del valor se destina a las petroleras extranjeras, mientras tanto que la salida de ecuatorianos en una “diáspora miserable” de más de 3 millones de connacionales, en una cifra nunca vivida en la historia de América del Sur, es la que entrega sus aportes para reflotar la economía que dejó destruyendo la “democracia cristiana” al fin del siglo pasado.
No hay manera de explicar a quienes observan curiosos como una nación no puede hacer respetar su propia votación en las urnas, porque elige a un “loco” que se farrea el poder de manera irresponsable; otro llega preparadísimo desde Harvard a “pagar su campaña electoral entregando el país a la banca corrupta” y, el otro, hace de la traición su mejor forma de “gobernar” destruyendo la institucionalidad de la nación. Entonces, somos inestables por rebeldes, por no soportar que se haga de “su capa un sayo” con la presidencia de la república. Sin ser partidarios de los golpes de estado, a los que jamás justificaré, debo admitir que no es comprensible a ojos de fuera los procesos nacionales de agitación política, pero tienen su grado de justeza.
Todo este panorama tiene un ingrediente nefasto. Que la clase dirigente esta compenetrada directamente por la cúpula de los medios de comunicación, prensa radio y televisión de Ecuador, que en buena medida han contribuido a la crisis, para generar todo este conflicto inexplicable.
Si. Con toda la franqueza del caso, los medios de comunicación, y cierto número de periodistas, “estrellas”, “galanes”, “desinformadores” y unos cuantos “turiferarios”, han operado para generar un proceso de engaño colectivo que les movió muchas veces a creerlos. Porque, desde su posición privilegiada han dicho lo que han querido, y han tratado con excesiva banalidad o mediocridad los temas nacionales, al punto de entrar a discutir en el Ecuador sobre los que”dan las noticias” y no sobre las noticias.
Lo más grave es que han montado un espectáculo circense trágico con esta patria, y han logrado imponer, al menos afuera, una imagen de nación destruida, a la cual en los últimos días le azuelan una serie de males, de entre ellos el de la total destrucción de la “libertad de expresión” , mientras abusan de la misma para convertirla en el interior del país, con sus programas, noticieros, analistas, comentaristas, reportes, encuestas, mediciones de raiting, insultos, ofensas y burlas al trabajo de la prensa en “libertad de excreción” para decir lo que quiera y no permitir que se les discuta, asumiendo como verdaderas sus “verdades” encaminando el envenenamiento, violencia e incultura colectivos.
Y algo mas, con nada disimulada intención, han querido promover una especie de olvido masivo de lo ocurrido, de lo que la gran población nacional ha vivido, para que permita una elección de todos los culpables de la crisis; es decir: que no recuerde a los culpables y que bajo el cuento del “ya viene el comunismo”, se elijan a los que perjudicaron al País con sus actos nefastos.
Entonces, claro, es inexplicable para quienes desconocen todo esto que la nación se haya volcado a votar por una propuesta de cambio, más que por Correa, sin comprender que el Ecuador votó por castigar a los culpables de sus crisis, que están perfectamente identificados, sean por sus nombres o por sus partidos, sean por sus actos como por sus amos.
Bien decía Carlos Vera, con su tono imperativo, que: “El País debe votar recordando lo vivido”; así es. Hay una realidad evidente, que por más que se quiera disfrazar, se ha hecho carne e historia, y eso no puede pasar por alto, sobre todo ahora que asoma una voluntad de cambio, que no puede desaprovecharse.
La respetable colega, Patricia Janiott, de la CNN, al analizar la conducta de los medios la tarde del domingo 30, especialmente de los canales de tv de Ecuador, que le negaron a su país el derecho de información y no quisieron dar los resultados de las elecciones a la Asamblea Constituyente, decía en tono analítico muy serio: “están cometiendo el mismo error que en Venezuela, ya que con esto se ponen más en condición de rivales políticos y no de medios de comunicación”, y tiene razón, porque allí los ha colocado el grueso de la ciudadanía nacional al señalarlos a los medios y sus voceros como parte de los “perdedores de las elecciones del 30 de septiembre”.
Pero, a fin de cuentas, la esperanza de que esto iba a cambiar y, que por lo menos yo podría explicar a los colegas periodistas lo que nos ocurría en el inentendible Ecuador, cuando volví a la nación me encontré con el panorama repetido de lo absurdo: a una clase dirigente negando el triunfo y no aceptando su derrota en muestra de inmadurez y soberbia política; a mas de ello, culpando al pueblo de “equivocarse” porque no les eligió a ellos; mientras los medios vuelven a la “noria” de la política televisiva: es decir, que vuelvan a hablar los mismos pero esta vez derrotados, mientras que se desaprovechan los nuevos rostros, los elegidos, a quienes no se les entrevista ni siquiera para criticarlos o saber ¿quienes son?, porque no son de su agrado, por lo que en venganza prefieren “ignorarlos”. Esta es una muestra mas de la arrogancia con la que han manejado la nación, al punto extremo de la mediocridad supina.
Entonces, ahí se puede comprender porque es “inexplicable el Ecuador”, porque desde la clase dirigente culpable, existe en su mente y concepción “un país”; “su país”, que como no concuerda con la realidad, con una “realidad” que nos lo quieren imponer de manera absurda, y como si fuese una especie de historia sapiente, el “frankeinstein” que han creado se les está volviendo en contra. Habrá entonces que destruir ese “concepto de su país” que tienen arraigado para poder avanzar; o de lo contrario, enfrentarles en el día a día para curarles su ceguera con el restregar en su cara de lo evidente y sacudirles con firmeza en la necesidad de que “o cambian o se mueren”.
Hasta tanto, seguiremos siendo ante los ojos del mundo: Ecuador, una nación inexplicable, que solo cuenta de los golpes que tiene que asestar a su dirigencia para hacerse entender ante la historia.
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ECUAMEX
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FRANCISCO HERRERA ARAUZ Periodista, Politólogo, Abogado
Director del periódico Ecuadorinmediato.com, y la Agencia de Noticias Ecuamex.
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Se autoriza su reproducción citando textualmente su fuente y el link correspondiente: www.ecuadorinmediato.com
El comentario de Francisco Herrera se lo publica con beneplácito en el BLOG, pero sin que haya coincidencia en el análisis ni conclusiones. Herrera, cuya iniciativa para crear el periódico electrónico Ecuadorinmediato es loable, fue embajador en México de Lucio Gutiérrez, antecesor de Palacio y antecesor de Correa.
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