Sunday, October 7, 2007

LA ADORACIÓN DEL CHE GUEVARA

El jefe de Estado del Ecuador, Rafael Correa -y no algún jovenzuelo revoltoso, fumador de marihuana-, ha confesado públicamente su adoración por el Che Guevara, cuya muerte en Bolivia sucedió hace 40 años. Su apología la vertió durante otra de sus cadenas radiales de los sábados, ayer, que según cuentas de un Diario, era la número 37.
Lo que dijo del Che Guevara no está reproducido en ningún sitio visible de los websites de los diarios ecuatorianos. Las razones para ello caen dentro del campo de la especulación. Pero un diario electrónico, Ecuadorinmediato, fue la excepción y he aquí la nota que difundió del corresponsal en Quito de la agencia mexicana Notimex:

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, elogió ayer al guerrillero de origen argentino Ernesto ‘Che’ Guevara, al recordar el 40 aniversario de su asesinato en Bolivia, registrado el 9 de octubre de 1967.‘En este 40 aniversario de la muerte del ‘Che’ Guevara, lo recordaremos, porque ha sido una de las grandes figuras de América Latina’, dijo el mandatario en su cadena radial de los sábados.Guevara fue asesinado en la selva de Bolivia por miembros del Ejército de ese país, luego de haber sido herido y capturado cuando dirigía una columna insurgente.Correa recordó que el ‘Che’ partió de Cuba a Bolivia para ‘hacer la revolución’ y añadió que aunque no comparte ‘los métodos violentos, sí admiro mucho a la gente que es consecuente con sus ideales’.Destacó que Guevara ‘fue capturado vivo, y sin juzgamiento y sin proceso alguno fue fusilado, pese a que en Bolivia no existe la pena de muerte’.Correa hizo un contraste entre la forma en que fue aniquilado el guerrillero y la defensa de las transnacionales por parte de algunos sectores ligados a ellas.‘Ahí sí no había problema, porque era un rebelde, pero traten de tocarle a una transnacional, entonces argumentan la seguridad jurídica, el justo proceso, etcétera’, afirmó.‘Capturen a un rebelde, a un guerrillero, y a él sí hay que fusilarlo sin juzgamiento, sin nada. Allí no dicen nada las supuestas potencias defensoras de los derechos humanos’, agregó el mandatario ecuatoriano.Milenio.com/ Notimex

Las afirmaciones de Correa sobre el Che se encuadran dentro de su habilidad por tergiversar y manipular la verdad. Ciertamente que el Che fue ajusticiado a último momento por los militares bolivianos. Pero ¿cuál habría sido la alternativa? El general René Barrientos, presidente boliviano a la época, pensó que enjuiciarlo habría equivalido a instalar en ese país un tribunal circense.
¿Acaso el Che se sujetó al sistema de enjuiciamiento de los sistemas democráticos para condenar a muerte en Cuba a los opositores de la revolución que encabezó con Fidel? Lo que hubo allí y no en todos los casos fue la comedia trágica de los juicios sumarios en los cuales los encausados no tenían derecho a la defensa.
Hay documentación profusa que prueba que el Che fue responsable directo e indirecto de la muerte de 4.000 cubanos que no concordaban con la revolución. Inclusive hay testimonios de que él personalmente ajustició con su revólver a gente cercana que consideró que le estaba traicionando (“le disparé en la sien derecha” dijo en algún caso el propio Che).
Correa, cada vez que le conviene, recuerda su niñez y adolescencia cercana a la Iglesia Católica y cómo en algunas ocasiones sirvió de monaguillo. Ya como mandatario, cuida de que se divulguen sus asistencias a los servicios religiosos. El Che Guevara fue ateo público y confeso y la doctrina que juró esparcir por el mundo se basaba en el odio, como lo dijo de manera oficial.
En la Conferencia Tricontinental de La Habana, ese otro mito de supuesta independencia de Moscú y Washington, el Che declaró formalmente que “para enviar a la gente al pelotón de fusilamiento, las pruebas judiciales son innecesarias. Estos procedimientos son propios de una burguesía arcaica. Esta es una revolución (la cubana). Y el revolucionario tiene que convertirse en una fría máquina de matar, motivada por el odio puro. Tenemos que crear la pedagogía del Paredón…”
Los revolucionarios que piensan y actúan como el Che buscan destruir al sistema al que atacan, valiéndose de todo recurso a su alcance. Es el mismo caso de los “revolucionarios” que ahora se alinean dentro del fundamentalismo musulmán. Son ellos los que han iniciado la guerra de exterminio contra el enemigo. Y, como quiere Correa, intentan manipular el sistema que atacan para protestar por actos de guerra surgidos en respuesta a la agresión.
La hipótesis de que hubiera podido conservarse la vida del Che en Bolivia y enjuiciarlo (¿cómo delincuente común, terrorista, guerrillero, indocumentado, asesino…?) habría sido válida si la guerra contra la insurgencia hubiese concluido con su captura. Eso fue dable al terminar la II Guerra Mundial tras la rendición incondicional de las fuerzas del Eje. Cuando eso ocurrió, tras la victoria de los Aliados, se pudo instaurarse el tribunal contra los criminales de guerra en Nuremberg con los conocidos resultados.
(En los Estados Unidos abundan los demócratas y pacifistas opuestos a las acciones militares antiterroristas que dicen que Bush viola las leyes al mantener a centenas de terroristas en Guantánamo. Reclaman que se les conceda iguales derechos de defensa que cualquier ciudadano estadounidense en conflictos con la ley. Pero ocurre que los terroristas son prisioneros de guerra, no delincuentes comunes y el enjuiciamiento debe hacerse con tribunales y leyes militares diseñadas para tiempos de guerra. (Si se dejaba vivo al Che, un encarcelamiento como en Guantánamo habría sido lo menos que se hubiera podido aconsejar)
En el caso del Che, la guerra no había terminado. El asedio comunista se expandía por el mundo tras la corrida inicial de Kennedy en Bahía de Cochinos y el desplante de Jrushov para instalar la cohetería en Cuba. Los comunistas de la URSS, aliados con los de China, apoyaron militar y económicamente a los norcoreanos y vietcongs. Solo la presencia militar de los Estados Unidos frenó a medias tales expansiones.
El mismo Che intentó en 1963 reproducir el modelo cubano en su país de origen, Argentina. No hubo respuesta favorable alguna en la población en un momento en que el país era gobernado por el presidente Illía, libremente elegido por sus conciudadanos. Cuando el barbado líder deambulaba con unos pocos compañeros de aventura, un pelotón de agentes policiales los localizó y dispersó. El Che regresó a Cuba y el resto desapareció en las montañas donde se dice que probablemente murieron de inanición.
El Che, dicen los analistas, llegó a alcanzar una popularidad que no era del agrado de Fidel, líder absoluto. Al parecer o él ingenió o apoyó las propias iniciativas del argentino para lanzarse a la búsqueda de la repetición de sus hazañas. En 1965 el Che viajó a Praga y de allí al Congo. Permaneció 9 meses y el desastre fue similar y fatal. La última campaña fallida del santón de los izquierdistas fue Bolivia, país en el cual ni el propio partido comunista, para no hablar de los campesinos, le respaldó.
(Ahora existe otra táctica para exportar el modelo cubano: la manipulación del sistema democrático que se va a destruir. Lo aplicó Salvador Allende en Chile, pero fracasó. Pero está dando resultados en la petrolera Venezuela, en Nicaragua y ahora en el Ecuador. En Chile, Salvador Allende terminó suicidándose. ¿Qué ocurrirá en los otros países citados?)
Un militar boliviano que participó en la captura del Che dice que éste imploró por su vida, en la esperanza de que un proceso judicial hubiera sido prolongado y con algunas probabilidades de exculpación. Confesó, a los militares, que no tenía país en el cual refugiarse, pues reveló que le cerraron las puertas Cuba y otras naciones comunistas. Ahora Fidel monopoliza la imagen de adoración al Che y la usufructúa con Correa y millones y millones de desinformados.
La literatura del mito es infinita y parte se la encuentra con facilidad en el Internet. Para muestra se ha elegido al azar esta nota que incluye muchos comentarios de personas que leen el análisis documentado y confirman su adhesión o adicción al Che. Un sacerdote católico del Brasil llega a compararlo con San Francisco de Asís, por su supuesta renunciación al poder en La Habana para ir a otras tierras a divulgar su evangelio.
El presidente Correa, al exaltar al Che, es coherente también con su defensa a los insurgentes de Colombia. Se niega a calificarlos como son, terroristas aliados al narcotráfico y prefiere llamarlos “luchadores por la libertad”. De ahí que él, como su antecesor presidencial Palacio (al que sirvió como ministro), retiró todo apoyo al Plan Colombia del presidente Uribe para luchar contra el narcoterrorismo. Correlativamente anunció que no renovaría el contrato en el 2009 para que continúen las operaciones militares norteamericanas contra el narcotráfico, desde la base de Manta.
Los resultados comienzan a evidenciarse. El Diario Los Angeles Times, en reportaje que reproduce ayer el diario The Miami Herald, informa que el Ecuador se está convirtiendo no solo en importante nexo para el narcotráfico, sino en cultivador y procesador de coca y cocaína, como hace muchos años (1980) lo fue la propia Colombia. Debido a la negligencia y complacencia ecuatoriana, los narcotraficantes colombianos apoyados por los terroristas han encontrado un campo ideal (santuario lo llaman) para el cultivo y tráfico de drogas en el desprotegido país del sur.
La nota del diario afirma que en el 2005 se capturaron 100 toneladas de cocaína en aguas territoriales del Ecuador (con la ayuda de la base de Manta). Por lo menos 150 toneladas de la droga pasan por el Ecuador a los Estados Unidos y Europa, más de ¼ del total producido por Colombia con ese fin. Adicionalmente se relata que a comienzos de este año se descubrieron laboratorios para procesar cocaína en la amazonía ecuatoriana y en la frontera con Perú, capaces de producir 4 toneladas de la droga por mes.
Con el cierre de la base de Manta y la imposición autoritaria del adorador del Che, no es improbable que situación del narcotráfico se agudice en el Ecuador, con toda la gama de afectos atroces que ello implica en la vida diaria de los ciudadanos, la política y la salud mental especialmente de la juventud. Pues el cultivo y tráfico de las drogas involucra un inevitable aumento en el consumo de los habitantes de la nación huésped.
Este será otro de los legados de la “revolución ciudadana” que marcha en forma arrolladora en el Ecuador.

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