Saturday, May 30, 2020

¿UNA INCREIBLE CONSPIRACIÓN?

¿Es desquiciado suponer que la paralización, no solo de la mayor potencia mundial del planeta sino del planeta todo, obedezca a una conspiración sin precedentes de quienes pretenden imponer la tiranía de unos pocos contra la voluntad de los más?
Hay indicios de que la idea no sea descabellada. La motivación para la paralización fue la pandemia del coronavirus que se inició en China y se irradió por Europa, los Estados Unidos y luego por todo el orbe, sin que los chinos ni la Organización Mundial de la Salud advirtiesen del peligro del contagio.
En el pasado ha habido pandemias mucho más mortíferas que, pese a los tremendos estragos, no ocasionaron paralizaciones ni cierre de actividades como con el Covid-19. La fiebre española de 1918 infectó a 500 millones de personas y durante casi un año y medio mató entre 17 y 100 millones de seres humanos. Pero la reacción no fue ni remotamente parecida a la actual.
Mas desde entonces a esta fecha ha mediado un fenómeno peculiar en la conducta humana. Han desaparecido los imperios coloniales, quedaron algunos monarquías, desaparecieron dictaduras como  las del nazifascismo aunque otras se perpetuaron tras la Segunda Guerra Mundial bajo la Unión Soviética. 
Pero lo que no desapareció es la China de Mao y la ideología marxista heredada de la URSS y del propio Mao. Durante la Segunda Guerra Mundial se dio el extraño fenómeno de que los Estados Unidos, líder de los aliados, diera su respaldo a Mao frente a Chiang Kai Shek, apuntalando al comunista frente al líder anti comunista.
Fue el general George Marshall el ejecutor de la decisión, el mismo que inspiró el plan de recuperación de la Europa derruida luego de la II Guerra Mundial. Chiang Kai Shek tuvo que huir y refugiarse luego en la isla de Formosa o Taiwan, donde lideró una potente república democrática reconocida por las Naciones Unidas.
Hasta el gobierno de Nixon, quien con la asesoría de Kissinger bregó por "persuadir" a Mao a que acepte sustituir a Chiang en las Naciones Unidas para sumarse al coro de países universalmente aceptados como pulcros...pese a los genocidios. Estados Unidos volvió a mimar a Mao con Jimmy Carter, quien firmó varios acuerdos comerciales con China.
Tales acuerdos no eran de beneficios recíprocos, sino de ventajas para China, incluyendo el acceso gratuito a las patentes de los productos que los inversionistas norteamericanos se comprometían a fabricar en sus territorios. El balance negativo para USA es de unos 500.000 a 600.000 millones de dólares por año, que ahora Trump trata de corregir, aparte del asunto robo de patentes.
Se diría que no hay ciudadano norteamericano que no respalde al Presidente en su búsqueda de equilibrio con China y freno al saqueo de la inventiva yanqui. No es así. La ideología socialista marxista o "progresista", está muy enraizada en la sociedad a través del influjo de los demócratas en los centros educativos de todo nivel y el control de la mayoría de medios de comunicación.
La ideología prevalente en esos círculos es que el origen de los males del mundo está en el capitalismo y el sistema de libre mercado que pregonan los Estados Unidos. La solución sería terminar con ese sistema y sustituirlo por un socialismo global que gobierne para todos, sin fronteras y sin oposición. Su estrategia inicial es llegar al poder por la vía ordinaria y luego alterar el estatus quo y modificarlo para el nuevo orden.
En los Estados Unidos es lo que estaba haciendo Obama y es lo que estaban seguros que continuaría haciendo Hillary Clinton, cuya ganancia en el 2016 la creían segura. Pero ganó Donald Trump y éste se ha propuesto frenar a los demócratas y reivindicar en toda su plenitud los principios democráticos de la Constitución de 1778.
Desde la posesión de Trump en el 2017 los demos han intentado descalificarlo acusándolo de haber triunfado con apoyo de Putin y de haber hecho uso de todas las más innobles e ilegales maniobras. Sus esfuerzos han fracasado, pese al apoyo feroz y frontal de la mayoría de los medios. Se especula que ahora se han ingeniado una respuesta tremendista a la pandemia del coronavirus para tratar de debilitar uno de los mayores logros del régimen, el fortalecimiento espectacular de la economía.
Según la teoría echaron a rodar la pandemia. Tremendo impacto en la economía. Pero ésta se recuperará, pues no es fruto de un destrozo por bombardeo de los medios de producción, o muertes masivas, o recesión por malos manejos financieros. Desde ya ha comenzado la recuperación con el levantamiento de los frenos y la rebelión de la gente.
No todos están contentos con el giro. Los demos "progresistas" ven con buenos ojos el globalismo. Otros están comprometidos con China directamente con acciones e inversiones, según se lee en este artículo en el cual figuran nombres prominentes, incluídos el actual candidato presidencial demócrata Joe Biden y Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes.
¿Qué otra estratagema tienen en mente los demos para acabar con el Presidente Trump? El History Channel acaba de difundir una serie sobre el General Ulysses S. Grant. Magnífica muestra de calidad histórica y cinematográfica. Y de la aterradora verdad sobre la trayectoria de los demócratas en la formación de este país, desde los tiempos de la Guerra Civil hasta estos días.

Friday, March 6, 2020

¿ASUSTADOS DE SU FRANKENSTEIN?

La columnista Laura Ingraham, que tiene un programa de TV, dijo que los radicales izquierdistas del partido demócrata están ahora asustados por su campaña de más de cuatro décadas para adueñarse del partido "por haber creado un Frankenstein, Bernie Sanders".
Sanders, senador por muchos años por Vermont, no es afiliado al partido pero se convirtió en su líder de las primeras elecciones primarias para elegir al candidato presidencial para disputarle la reelección al Presidente Republicano Donald Trump en los comicios del 3 de noviembre próximo.
Sanders era puntero hasta las votaciones primarias del pasado martes, llamados "Super Tuesday" o Super Martes (porque votaron 10 Estados) que le dieron la delantera al ex Vicepresidente Joe Biden, a quien todos le daban por eliminado por su pésimo desempeño en la campaña y en los comicios primarios previos.
La resurrección de Biden fue una sorpresa "casi milagrosa" para unos y otros. ¿Qué pasó? Probablemente lo que dijo Laura. Los demos se  asustaron por lo que antes había declarado Sanders: que admiraba a Fidel Castro, que otras dictaduras (Ortega, Chávez, Maduro, Stalin) no todas son malas, tienen sus logros positivos, que no se arrepiente de su pasado que incluyó un viaje de luna de miel a la URSS en plena Guerra Fría, etc. 
Eran confesiones demasiado sinceras de un líder demócrata en favor de un sistema no capitalista, que respalda el colectivismo y la "justicia social" con "redistribución de la riqueza", que conlleva la  limitación de los derechos individuales y una libertad que es consustancial al capitalismo, en pro de una mayor concentración del poder en manos del Ejecutivo.
En vista de ello, los dirigentes del partido aparentemente forzaron a varios de los pre candidatos sin mayores opciones a renunciar previo al Super Tuesday y endosar sus votos en favor de Joe Biden, a quien quieren promoverlo para el resto de la campaña como "moderado". La estrategia resultó y Biden "resucitó" y logró superar a Sanders en votos y delegados. Aún faltan muchas primarias, pero hay demos optimistas en creer que triunfará.
El problema es que Biden sigue siendo el mismo pre candidato de siempre, que ha optado por ese cargo múltiples veces y ha fracasado por su falta de talento político. Ahora es mucho más viejo, tiene 78 años de edad, su mente está muy confusa, olvida dónde está, las fechas y no tiene otro mensaje que insultar a Trump e invocar a Obama, que rehusa hasta el momento respaldarlo pese a que fue su segundo a bordo durante ocho años.
De "moderado" frente a Bernie Sanders, Biden no tiene nada. Ha prometido seguir a pie juntillas la promesa de Obama de "transformar al país" si sale electo. Esto es cambiar la Constitución porque los demos progresistas como él, Obama, Sanders y demás la consideran obsoleta por obstruir la urgencia de la "justicia social" y la "redistribución de la riqueza", nociones opuestas al capitalismo.
Los  socialistas, que ahora conforman la mayoría del partido demócrata, son los utopistas que a lo largo de la historia han creído que es factible crear en la tierra una nación/paraíso en la que reine la concordia eterna, la paz inalterada, la justicia, el amor. En la antigua Grecia, Platón creía en esa República organizada por un comité de sabios. En Paraguay los jesuitas en el sigo XVIII forjaron su supuesto paraíso similar.
Marx y Engels, con su Manifiesto idearon una República Socialista con los medios de producción en manos de los obreros y la ulterior formación de la República Comunista sin gobiernos opresivos. Todos esos mitos y utopías, que se repitieron en una u otra forma en diversos lugares, fracasaron sin excepción pese a que advinieron férreas tiranías para intentar perpetuarlos.
(En Israel los kibutz originales seguían el modelo utópico socialista y permanecían estancados. Netanyahu los des-socializó y volvió competitivos, es decir capitalistas y hoy son pioneros en tecnología electrónica, mejoramiento ambiental, agricultura, medicina y sirven al mejoramiento de las condiciones de vida en el mundo entero, con prescindencia de las ideologías)
La explicación simple del fracaso la dio James Madison, uno de los Fundadores de esta nación: la tierra está poblada no por ángeles, sino por seres humanos. Fue la idea que inspiró a los próceres de la Independencia de los Estados Unidos al redactar la Declaración de 1776, que repudió la monarquía de Jorge III y formó la República Independiente con las 13 Colonias.
En consideración a que los hombres de la nueva nación no eran ángeles y como tales podían estar sujetos a las pasiones del poder y similares ambiciones, los Fundadores se ingeniaron un mecanismo de mutuo control para frenar cualquier exceso de quien pretendiere excederse de la ley. Leyes que, por supuesto, garantizaban el principio de que era el pueblo, no el rey ni el autócrata, el que las dictaba.
Los del partido demócrata de Obama, Sanders o Biden han comenzado a ignorar la Constitución al legislar no por consenso popular, es decir a través del Congreso, sino a través de las Cortes Suprema, Cortes Superiores y Jueces o a través de Comités de Burócratas. Tales los casos de la aceptación del gay marriage, el aborto y una multitud de leyes y regulaciones referentes a inmigración, medio ambiente o discriminación racial en asuntos laborales y educativos.
Donald Trump y los republicanos e independientes que lo siguen están dispuestos a impedir que en los Estados Unidos continúe influyendo la corriente socialista/progresista del partido demócrata, que se ha infiltrado y corroído a la mayoría de medios de comunicación e institutos de educación de todo nivel. En la campaña electoral que se avecina, el GOP está dispuesto a desenmascarar a Biden y a Sanders en toda su verdadera dimensión y propósitos para "transformar" a esta nación.

Monday, February 24, 2020

LOS DEMÓCRATAS ENTRAMPADOS

La retórica izquierdista radical del partido demócrata de los Estados Unidos, que en las últimas décadas ha absorbido a ese partido al extremo de poner como su líder en las primarias para las próximas elecciones presidenciales a un marxista confeso (no afiliado al partido), al parecer podría culminar con una implosión espectacular.
Bernie Sanders es el senador por Vermont que acaba de arrasar con las primarias demócratas de Nevada el sábado pasado y que probablemente asegure distancias con sus inmediatos rivales este sábado en Carolina del Sur y el martes 3 de marzo, el "super Tuesday", cuando voten simultáneamente otros 14 Estados.
Sanders ya disputó a Hillary Clinton en el 2016 y la venció en las primarias, pero Hillary manipuló los datos e hizo uso de los "super delegados" para imponerse. Todos quienes la respaldaban, incluso los mayores medios de comunicación pro demócratas, estaban por completo seguros de su victoria frente a Donald J. Trump, pero éste la derrotó ampliamente. 
Esta vez una nueva manipulación será difícil. El electorado no da muestras de afinidad por las otras opciones. Mike Bloomberg fue un rotundo fracaso en su primer debate en Nevada; Joe Biden, el ex Vicepresidente de Obama sigue opaco, cuestionado por su malos negocios en Ucrania, tanto que ni su ex jefe le apoya y Pete the Mayor, el homosexual de Indiana, es rechazado por cristianos y negros.
A Bernie Sanders, en cambio, lo apoyan con entusiasmo todos los adoctrinados en escuelas, colegios y universidades controlados por los sindicatos de profesores demócrata progresistas, esto es, pro marxistas y de los cuales han egresado la mayoría de los periodistas de la "gran prensa", incluídos radio y TV. Son devotos de la tesis de la "justicia social" mediante la "redistribución del ingreso".
Creen que la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos y la Constitución de este país son documentos obsoletos porque no se amoldan a esas dos supuestas necesidades de cambio. Que las estarían encarnando Bernie Sanders y sus seguidores que proclaman que a esta nación hay que transformarla.
En la primaria de Nevada más de la mitad de los latinos votó por Sanders. Muchos de ellos emigraron seguramente de Cuba y otros países latinoamericanos con regímenes autoritarios donde las condiciones de vida eran deplorables por las restricciones del tipo socialista que invoca Sanders. Pero votaron por él.
Igual extaño fenómeno se observa "dentro de casa". De California la gente emigra a diario debido al deterioro de las condiciones de vida que imponen los regímenes demócratas con impuestos y otras restricciones. Se asientan en Texas, por ejemplo, un Estado que ha sido tradicionalmente republicano y votan...demócrata!   
En la entrevista del popular programa de TV "60 Minutes" divulgado anoche, Sanders le dijo al entrevistador Anderson Cooper que defendía a Fidel Castro y la Revolución Cubana, porque "no todo era malo". Citó como "logros" la alfabetización y la salud pública y cuando se le mencionó la represión, dijo que él la condenaba.
¿Cuántas decenas de miles de cubanos pasaron y pasan años en las mazmorras de Fidel? ¿Cuántas de esas víctimas fueron torturadas y asesinadas? Se justifican millones de "alfabetizados" (otros dicen adoctrinados) por una sola víctima asesinada por resistirse a la tiranía? Para alfabetizar y dar asistencia (precaria) de salud ¿es indispensable imponer una dictadura férrea que ya dura más de 60 años, con pérdida total de los derechos individuales y el éxodo de millones?
La incógnita política del momento es si Bernie Sanders continuará solidificando su liderazgo en las primarias, que concluirán a mediados de año. Pero cualquiera que fuere la respuesta y cualquiera que resultare nominado, la verdad es que el partido demócrata ha quedado desecho en esta contienda, no por efecto de fuerzas exteriores sino como resultado de sus propias contradicciones. Tiene que renovarse o morir.
Hay analistas que piensan que para el 3 de noviembre próximo se podría repetir la sorpresa del 2016 y que el candidato demócrata, que tendría poca credibilidad de victoria como Trump en aquella fecha, pudiera acabar con la fuerza titánica del actual mandatario y evitar su reelección. Pero tal reflexión parece ser una más de las tantas fantasías de los mitómanos demócratas.    

Wednesday, February 12, 2020

EL PARTIDO DEMÓCRATA SE DESPLOMA

Quién hubiera podido imaginar que al comenzar las primarias del partido demócrata para escoger al candidato que le dispute la reelección al Presidente republicano Donald Trump en noviembre próximo, figuren como punteros dos socialistas/comunistas, uno no afiliado al partido y el otro un gay.

El hecho denota una crisis que se analiza en un artículo publicado hoy por el diario The Wall Street Journal, transcrito al final de esta nota, que explica cómo el partido demócrata ha cedido al influjo de la izquierda radical en los último años, hasta lucir por completo dominado por esta ideología.

Bernie Sanders, de 77 años de edad, es un veterano legislador y ex gobernador de Vermont, hijo de exiliados polacos que no oculta sus preferencias por el socialismo, que pasó su luna de miel en Moscú y expresó sus simpatías por Fidel Castro y los tiranuelos que lo han imitado en Nicaragua, Venezuela y Bolivia. Es independiente, no se ha afiliado nunca al partido demócrata.



En las elecciones primarias (concluirán en junio) de Iowa y New Hampshire Sanders ha resultado ganador, pero muy cerca le sigue Pete Buttigieg o Pete the Mayor, de 38 años de edad, ex alcalde de un pueblito de Indiana, homosexual, casado con homosexual. Muy locuaz y sofista, se escuda en la Biblia para justificar su sexualidad y oculta con habilidad sus ideas extremas de izquierda que heredó de su padre, comunista afiliado y catedrático universitario.



La lista de aspirantes a la nominación era larga pero se ha reducido a no más de cinco o seis. Ninguno de ellos respondió con entereza a la pregunta de si objetaban que el partido se haya encaminado hacia la izquiera radical marxista. Y todos convinieron en que uno de los requisitos de afiliación era no disputar el derecho de la mujer al aborto sin restricciones.



Previamente al inicio de la primarias, el ex Vicepresidente Joe Biden figuraba como favorito para la nominación y así lo predecían y proclamaban incansablemente los medios de comunicación adictos a la causa y proclamas del partido demócrata. Pero la realidad ha sido brutalmente otra. Los primeros resultados revelan que Biden ha pasado a últimos lugares.


Lo cual confirma la convicción de que el fallido "Impeachment" al Presidente Trump, en el que se le acusaba de "abusar del poder" para presionar al Presidente de Ucrania para que enjuicie y desprestigie a Biden "porque sería su principal rival en los comicios
electorales del 2020" era un patraña falsa y miserable.

El Impeachment se basó en una conversación telefónica de Trump con el Presidente Zelensky de Ucrania en julio del 2019 en la cual le pide información sobre hechos turbios de Biden y su hijo Hunter en el 2016, sin hacer referencia jamás a política para el 2020. No se menciona ninguna coerción, amenaza, ni corte de ayuda militar y ello fue corroborado por el propio Zelensky.

¿Por qué tanto interés, tanta mentira y fatiga de los demócratas por defender a Biden? Biden gestionó un cargo en la junta directiva de la petrolera Barisma de Ucrania para su hijo Hunter, con un sueldo de 83.000 dólares mensuales. Es una compañía de corrupción total y cuando se anunció que sería auditada, Joe amenazó con suspender la ayuda militar al régimen de entonces si no se cancelaba al Fiscal.

De ello hay pruebas en un clip de TV que circula profuso pero nadie ha iniciao juicio contra él por el delito de cohecho y ahí si de "abuso del poder". Tampoco se ha comentado que los senadores demócratas Menendez y Durbin amenazaron con represalias a ese mismo régimen si no apoyaban la tesis de la colisión rusa contra Trump dentro de la campaña para oponerse al candidato en el 2016.

Joe Biden se hallaba en gestiones en Ucrania por pedido y mandato de su jefe Obama. Cualquier fechoría de Biden debía tener el visto bueno de Obama, tanto en Ucrania como en China, donde obtuvo un crédito (?) de 1.500 millones de dólares. Rudy Giuliani, el abogado de Trump, dice tener todos los documentos probatorios y que está dispuesto a exhibirlos en el momento propicio.

Ese momento propicio aparentemente está por llegar, cuando el comisionado especial John H. Durham de a conocer el resultado de sus investigaciones sobre el origen, nexos y vinculaciones del caso de la colisión rusa y demás actos de corrupción del FBI, CIA que se confabularon en tiempos de Obama para destruir e incluso derrocar a Donald J. Trump, legítimamente electo Presidente en el 2016.

La consigna demócrata es destruir a Trump, con cualquiera que resultare ganador de la nominación. No lo van a lograr porque si lo lograran, la Constitución quedaría hecha trizas como trizas hizo la líder del Congreso Nancy Pelosi con el discurso de Trump. Quienes creen que el socialismo/progresista/marxista conviene al país, es porque ignoran la Historia y rechazan la Constitución Americana.


El Artículo de Joseph Epstein, WSJ:

George Orwell noted the nervousness of people on the left when confronted by those even further to the left. This nervousness stems from leftists’ fear that they will be taken for impure in their own leftism, that their thought and actions don’t go far enough, that they are, finally, not really on the bus. In America during the 1930s, Communists mocked liberals for their weakness, and liberals worried about not measuring up. Hence the phenomenon of the “fellow traveler,” someone who sympathized with the Communist Party but couldn’t bring himself to join it. 
Orwell’s observation remains in play. In the mid-1960s, Stokely Carmichael and other young black militants pushed the American civil-rights movement leftward, and away from its goal of integration. Liberals, unable to face down this left-wing pull toward Black Power, knuckled under. A gloriously successful campaign for equal rights based on conscience and dignity devolved into an angry, incoherent movement based on guilt and victimhood. The last thing allowed was the concession of progress of any sort in racial matters. Impressive civil-rights leaders such as Martin Luther King Jr., Whitney Young, Roy Wilkins, and A. Philip Randolph were replaced by such dubious figures as Jesse Jackson and Al Sharpton. The movement never recovered.
The same phenomenon appeared in American universities. In faculty meetings everywhere, small groups of the most radical professors were able to get their way through political pressure. Liberals, generally in the majority, were worried (if not terrified) of seeming to be on the wrong side. When they didn’t give in completely, they sought compromises that invariably favored the radicals. Standards and intellectual authority in universities have given way to political correctness and identity politics.
The same scenario is playing out in the Democratic Party. Since nominating George McGovern in 1972, the party has moved progressively leftward. If the Democrats may by now be said to have a center, it cannot hold, as William Butler Yeats has it in his poem “The Second Coming.” Among today’s Democrats, “The best lack all conviction, while the worst / Are full of passionate intensity.” 
By ceding moral authority to the far left, the Democrats have lost the power to counter bizarre proposals with simple common sense. When a freshman congresswoman proposes a wildly improbable Green New Deal, instead of responding as Democrats of an earlier day would have—“Whaddya, kiddin’ me?”—they now take it seriously and several adopt it. When two other freshman Democrats make anti-Semitic pronouncements, no one in a party overwhelmingly the choice of Jewish voters has the authority to tell them to knock it off. When Democratic presidential candidates propose to provide free health care for all, or eliminate college tuition and college debt, or enlarge and pack the Supreme Court, or eliminate the Electoral College, all this is taken in earnest. And the Democratic Party is being held hostage to identity politics, so that no national ticket can ever again be without a black or female candidate. 
Donald Trump’s aggressive personality has hastened the Democrats’ radicalization. Party members measure the intensity of their idealism by their hatred of Mr. Trump. The tone and temper of the contemporary Democratic Party encourages—indeed fully supports—this sad condition. 
Consider Speaker Nancy Pelosi. A serious and skillful politician, she was finally pushed by her party’s left wing into permitting a hopeless impeachment proceeding that violated her own sensible criteria: that the reasons for impeachment be compelling, the evidence for it overwhelming, and the support for it bipartisan. When the impeachment failed in the Senate, as she had predicted it would, it drove her to the distinctly un-Pelosian act of tearing up her copy of the State of the Union address on national television. 
What is to be done? No one has a good answer. Perhaps the only hope is that the Democrats put together a nightmare ticket— Elizabeth Warren and Cory Booker, say, or Bernie Sanders and Kamala Harris —and the party is so crushingly defeated in November that it returns to its long-lost political seriousness.

Mr. Epstein is the author, most recently, of “Charm: The Elusive Enchantment.”

Thursday, February 6, 2020

SE IMPUSO LA CONSTITUCIÓN DE 1778

El partido demócrata, absorbido por el radicalismo de izquierda, fracasó en su intento golpista por deponer al Presidente Donald J. Trump mediante una maniobra comparable a un típico "cuartelazo" del Tercer Mundo.
Todo comenzó con una conversación telefónica que tuvo Trump con el Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, a quien felicitó por su reciente elección. En el diálogo de julio pasado le prometió ayuda para combatir la corrupción rampante en ese país y de paso le dijo qué averigüe qué pasó allí con los Biden.
Se refería a Joe Biden, el Vicepresidente de Obama, que con su hijo Hunter estaban en negocios turbios con la petrolera Burisma en Ucrania. El hijo estaba empleado allí con un sueldo de 83.000 dólares mensuales; el padre se estaba postulando como candidato presidencial demócrata para las elecciones del 2020.
El informe Moeller acababa de concluir exculpando a Trump de toda vinculación con Putin para ganar los comicios del 2016, pero existían informes de que la acusación de la supuesta colisión rusa nació con Biden en Ucrania y que otros personajes tenían vínculos directos e indirectos con la petrolera Burisma, fuente de máxima corrupción.
Un soplón o "whistleblower" divulgó a congresistas demócratas la existencia del diálogo, pero distorsionando su contenido. Adam Schiff, representante demócrata lo hizo público ante la Cámara y al hacerlo alteró deliberadamente su contenido. Pese a que Trump se  había visto forzado a entregar la transcripción textual de la conversación, con la venia de Zelensky.
Según la transcripción, aceptada por el Presidente ucraniano y por los que estuvieron presentes en la conversación, no hubo ninguna presión de Trump para que hostigara a Joe Biden para anularlo como rival para su reelección en noviembre del 2020, ni retención condicionada de ayuda militar ni otro medio de presión parecida.
No obstante, los demócratas hicieron caso omiso de la transcripción y bajo el comando de Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes, decidieron iniciar el proceso de Impeachment para enjuiciar y destituir el Presidente. Inicialmente Pelosi se opuso y con razón, aduciendo que para emprender tan severa medida se precisa probar que el jefe de Estado ha cometido crímenes graves de alta traición o similares.
Y que, además, haya consenso bipartidista acerca de la conducta criminosa del Presidente para evitar la división e inestabilidad de la nación. Desoyó su propia reflexión y cediendo a la presión de la izquierda radical, ordenó que el Impeachment continúe sin un solo voto republicano de respaldo.
En cuanto a los "crímenes" para justificar el Impeachment, resumidos en dos capítulos, tienen bases falsas: Obstrucción del Congreso y Abuso del Poder. En el primer caso, Trump se negó a que algunos testigos se presenten por razones de seguridad nacional  en consideración al principio de separación de poderes y, en el segundo, no hubo abuso de poder al pedir que se investiguen actos ocurridos en el 2016 en Ucrania.
Los demócratas aducían que Trump quería anular a Biden con miras a los comicios del 2020, asunto que no se menciona jamás en la transcripción del diálogo. Trump ha dicho que nunca tuvo en mientes a Biden como rival de peligro y los resultados iniciales de la primarias demócratas en Iowa y New Hampshire le están dando la razón (Biden está tercero o cuarto).
La farsa del Impeachment ha llegado a su fin con la votación ayer en el Senado. Solo 47 estuvieron por la destitución, muy lejos de los dos tercios mínimos, 67, para lograrlo. Solo hubo un voto traidor en favor de "culpable" por uno de los dos capítulos, el voto de Mitt Romney, cuya defección ha sido repudiada incluso por los propios demócratas.
Los demócratas no han hecho honor a su calificativo. No aceptaron el claro triunfo de Trump y desde el mismo día 8 de noviembre del 2016 comenzaron la conspiración para anular su victoria sobre Hillary Clinton. Primero se intentó alterar los resultados en las urnas. Luego se fabricó la teoría de la interferencia de Putin para favorecer a Trump sobre Hillary y la investigación Moeller de tres años y 40 millones de dólares.
Por último este Impeachment, infame desde su nacimiento hasta la actitud patanesca de Nancy Pelosi que rompió la copia del discurso sobre el Estado de la Nación pronunciado por Trump ante el Pleno del Congreso. El partido demócrata, causante de la Guerra Civil por defender la esclavitud, que asesinó a Lincoln y se negó a la integración formal de la negritud, con el fracasado Impeachment ha dado un paso más hacia atrás en la Historia.
Porque si continúa ahondándose el radicalismo progresista de izquierda en el partido según se desprende de la posición de los pre candidatos ahora en las contiendas primarias, es porque repudian al sistema constitucional implantado en 1776/1778, basado en la libertad y  el equilibrio de poderes. Es el capitalismo que ha perdurado por más de dos centurias y que ha hecho de este país la primera potencia mundial.
Pero ¿qué es el capitalismo? Los demócratas y tanta otra gente mal informada o desinformada no conoce sus beneficios. Aquí un corto videoclip que ayuda a una mejor comprensión:
https://www.prageru.com/video/as-the-rich-get-richer-the-poor-get-richer/