Uno de los puntos clave que podría aclarar el futuro político del Presidente Trump es saber quién o quienes hicieron llegar al jefe de Wikileaks, Julian Assange, los emails de la campaña presidencial de Hillary Clinton, cuya difusión precipitó su derrota.
Assange, que continúa asilado en la embajada del Ecuador en Londres, desde un comienzo ha negado que los emails fueron hackeados por los rusos de las computadoras a cargo del jefe de la campaña, John Podesta y que en esa misión cooperaran miembros de la campaña de Trump, singularmente George Stone.
Stone niega toda complicidad señalando que su solo interés fue sugerir que los emails publicados se divulguen como legítima arma de campaña. Sin embargo, ahora es perseguido por la comisión investigadora de Bob Moeller que durante dos años busca culapabilidad de colisión entre Trump y Putin para dañar a Hillary, sin lograr una sola prueba.
En suma Trump, Putin, Assange y Stone niegan tener participación ninguna en el robo o hackeo de los emailes de Podesta sobre los malos manejos de Hillary contra su rival Bernie Sanders en la campaña presidencial del 2016. Moeller se empeña en ligar ese hackeo con la colisión, insinuando que Putin y Trump se pusieron de acuerdo para el robo y entrega de los emails a Julian Assange.
La respuesta a las dudas parecería bastante simple: hacer que hable Asange y que revele exactamente quién le entregó los emails. Pero él ha dicho que como periodista y comunicador no puede ni debe revelar la fuente de donde obtiene sus informaciones que han sido siempre confidenciales. Mas siempre habría maneras de superar este conflicto, para beneficio del denunciante y de terceros.
Assange, que ha permanecido aislado y silenciado por las autoridades del Ecuador, no puede salir de su asilo porque corre peligro de ser capturado por las autoridades inglesas por haber violado las leyes de asilo y porque el gobierno de los Estados Unidos quisieran su extradición, porque anteriormente divulgó secretos militares de alta seguridad.
Acaso cabría, entonces, una transacción favorable a Trump y a Assange. Si éste se comprometiera a revelar quién o quiénes le hicieron llegar los emails de Podesta (se tiene entendido que fueron agentes o ex-agentes de la CIA o FBI molestos con Obama y la Hillary), Trump en cambio podría ofrecerle una cierta protección o inmunidad con respecto a la extradición.
Esta maniobra no sería nueva. Es usual para obtener informaciones en el mundo lóbrego del crimen organizado del narcotráfico, por ejemplo. Algunos narcos cómplices se comprometen a "cantar" a cambio de protección e incluso de la libertad con el cambio de identidad y residencia en lugar desconocido.
Destruida la leyenda de la participación rusa en el hackeo de los emails, la supuesta colisión misma se desvanecería y la larguísima y costosísima tarea inútil de Moeller se archivaría, tras un gasto de más de 30 millones de dólares y la contratación de 17 abogados demócratas todos anti Trump.
Cerrado el "affaire" colisión, se cerraría también la estúpida polémica de la líder Nancy Pelosi de la Cámara de Representantes, que se opone a erigir una valla para impedir el acceso de ilegales por la frontera sur del país. La negativa obligó al cierre parcial del gobierno, lo que ha significado la pérdida de más de 6.000 millones de dólares a la economía, algo más de los 5.700 millones de dólaress pedidos por Trump para continuar con la construcción del muro.
El incidente ha sido el episodio más deplorable en los dos años de gobierno del Presidente y en el que se ha impuesto la necedad de la Pelosi. Hay algo más de dos semanas de "gobierno abierto" para reanudar los diálogos sobre el muro. Si fracasan, habría un nuevo cierre y ello sería imperdonable para Trump.
Mientras tanto, la gente se pregunta por qué no terminan por hacerse públicos los documentos de altos agentes de la CIA y el FBI del régimn de Obama. en los que abiertamente se conspiraba para evitar que Donald Trump llegue a la Presidencia de la República y para que, una vez posesionado, fracase en todos los frentes.
Si Julian Assange hablara y si los documentos aludidos salieran a la luz, otro sería el tono de voz de los demócratas progresistas, cada vez más alineadas con la izquierda radical. En las últimas elecciones parciales ganaron la mayoría en la Cámara de Representantes. Pero por sus constantes declaraciones altisonantes, se diría que ya se han tomado el Senado y la Casa Blanca.
Pero el 2020, fecha de las nuevas elecciones presidenciales y legislativas, aún está distante.
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