Los negocios florecen, la Bolsa de Valores sigue rompiendo récords y está a punto de rebasar la barrera de los 25.000 puntos, hay optimismo, la tasa de desempleo se ha reducido, pero los opositores de Trump no cesan en su campaña de calificarlo como inepto y desquiciado.
Los opositores son una minoría, pues de otro modo no se explicaría la respuesta tan positiva a su gestión en virtualmente todos los aspectos de vida de la comunidad. Pero esa voz opositora se ve magnificada aquí y en el exterior por los medios de comunicación, con muy pocas excepciones.
La oposición demócrata y la de los republicanos del “establishment” siguen aún esperanzados en que haya algo que pruebe que Putin ayudó a Trump a ganar la Presidencia. Pero las investigaciones que duran ya casi dos años están probando más bien los nexos criminosos de Hillary Clinton con los rusos para tratar de desprestigiar a Trump en la campaña.
Hillary pagó a un agente británico para que forje un dossier mentiroso con ayuda rusa, en el que supuestamente se delata que el candidato del GOP cometió actos obscenos durante su estada en un hotel de Moscú. El FBI, por mandato de Obama, utilizó ese falso dossier con otras acusaciones para investigar la supuesta colusión de Trump con los rusos.
Ahora, en vista de lo fágil de la estrategema, los demócratas aducen que la denuncia de la existencia de la colusión la dió el embajador de Australia en Londres a un ex colaborador de ínfimo rango de Trump, en un bar y en medio de tragos. Solo el diario The New York Times dio espacio a tamaña y “explosiva” denuncia, que nadie ha tomado en cuenta.
En previsión de la poca fortuna de los intentos, los demócratas buscan el “impeachment” o juicio político a Trump con un congreso renovado en el que esperan tener mayoría este año. Ya no sería la colusión la causa del juicio, sino el “acoso sexual”. Los demócratas quieren aparecer puritanos y no han dudado en sacrificar a algunos de sus coidearios para demostrarlo.
Algunos legisladores como Al Franken, de Minnesota, ya se han separado del Senado. Ahora quiere la oposición que el Presidente siga el ejemplo de “honestidad” de los demócratas, en base a la denuncia hecha en la campaña de expresiones de contenido sexual supuestamente dichas por Trump en presencia de un camarógrafo de la dinastía Bush.
Analistas no contaminados con el virus “demócrata” ven improbable que, primero, los “progresistas” obtengan mayoría en ninguna de las dos cámaras y, segundo, que sea acogido el pedido de impeachment si alguna vez fuere nuevamente presentado por algún legislador de ese partido (ya lo fue hace pocas semanas y no logró un solo voto a favor).
Sería incomprensible que los que votaron por Trump y los que no votaron por él voten este año por candidatos de un partido que en su totalidad se opuso a la reforma y baja de impuestos, a la desregulación que frenaba la economía, a la recuperación del prestigio hegemónico de los Estados Unidos en el mundo, a la derrota del ISIS, al frenaje al tirano de Norcorea.
La oposición interna y externa vociferó alarmada cuando el Presidente pidió a la OTAN y a Naciones Unidas que reajusten sus presupuestos y contribuciones para no cargar el mayor peso en Washington. Pese a la alarma, ambos organismos procedieron a hacerlo, los miembros de la OTAN subieron al mínimo 2% por socio, el presupuesto de NU bajó en un 5%.
Igualmente hubo feroces críticas cuando Trump anunció que no se uniría al tratado comercial del Pacífico y revisaría los existentes. Lo acusaron de aislacionista, pero él dijo que lo que buscaba es reciprocidad en los acuerdos, de modo que no se siga perjudicando a los Estados Unidos. Las negociaciones en ese sentido están en marcha y culminarán pronto.
Al Kim Jon-Un, jefe carcelero de Corea del Norte, Trump lo tiene acorralado tras más de treinta años de mimos de sus predecesores republicanos y demócratas. Como niño malcriado Un amenazó que tiene un botón nuclear en su escritorio listo para activarlo. "También lo tengo yo", le contestó Trump, siguiéndole el hilo "y es más grande y poderoso..."
La “desafiante”, “poco diplomática” y “nada prudente” manera de tratar al carcelero de Norcorea, parece que comienza a dar resultados. Por primera vez Un dice estar dispuesto a dialogar, si bien no con Trump sobre botones al menos con el líder de Corea del Sur para que autorice la visita de una delegación norcoreana a los Juegos Olímpicos de Invierno, de febrero próximo.
Esa propuesta tendrá que ser examinada con cautela, pues está de por medio el incumplimiento de Norcorea al acuerdo de no nuclearización con Naciones Unidas. Si Corea del Sur admite a los coreanos, aún si no fueren atletas, debería plantearse un boicot de USA a los Juegos, como el que hubo en 1980 en Moscú, en represalia por la invasión soviética a Afganistán.
El “inepto” de Trump cometió otra “imprudencia al ofrecer irrestricto respaldo" al movimiento popular surgido en el Irán contra el régimen autocrático/teocrático del Ayatola Jameini. Es lo opuesto a lo que hizo Obama en el 2009: respaldó la masacre que dejó miles de muertos y el Acuaerdo fortaleció a la tiranía autorizándole a formar un arsenal nuclear y a seguir esparciendo el terrorismo por el planeta.
Coherente con esa decisión, Trump confirmó que Jerusalén es la capital de Israel, como lo han ratificado el Congreso y la Historia y como lo quiere la mayoría en este país, que respalda todos los actos hasta aquí ejecutados por Trump en concordancia con sus promesas de campaña.
Los palestinos quieren abolir a Israel y apoderarse de Jerusalén. Estados Unidos, con Israel, no lo permitirán. Y si a la postre el movimiento pro libertad en Irán prospera y triunfa, el mapa geopolítico del Oriente Medio podría cambiar para siempre, como también lo ha prometido Trump.
Los palestinos quieren abolir a Israel y apoderarse de Jerusalén. Estados Unidos, con Israel, no lo permitirán. Y si a la postre el movimiento pro libertad en Irán prospera y triunfa, el mapa geopolítico del Oriente Medio podría cambiar para siempre, como también lo ha prometido Trump.
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