Las revelaciones de la Policía acerca de la trama que rodea a la masacre de San Bernardino, California, perpetrada por islamistas radicales árabes, confirma que las medidas protectoras del presidente Obama hacia el Islam están llevando al país hacia el caos.
El atentado fue planeado por lo menos con dos años de anticipación con la coordinación y financiación de fuerzas terroristas extranjeras. La pareja que actuó directamente no lo hizo de modo aislado, como mintió la Fiscal General Loretta Lynch, vísperas de las declaraciones del FBI.
Syed Farook, el terrorista nacido en Illinois, contrajo matrimonio con Tashfeen Malik, una pakistaní adiestrada en terrorismo jihadista en Arabia Saudita. Todo indica que el enlace fue concertado por los superiores de la organización terrorista, para que actúen no solo en San Bernardino sino en otros lugares del país.
La masacre ocasionó 14 muertos y 21 heridos. No hubo más víctimas pues hubo fallas en el detonante de tres bombas colocadas en el centro de asistencia a minusválidos de California, donde se celebraba una fiesta navideña con casi un centenar de personas.
Malik llegó de Arabia Saudita con visa de novia comprometida con Farook hace más de un año y de inmediato pusieron el plan en marcha, junto con la madre de Farook, otros familiares y amigos. La casa de un barrio de clase media se convirtió en un arsenal y laboratorio para el ensamblaje de bombas.
La Policía jamás detectó sospecha alguna de conducta impropia, menos de terrorismo en ciernes. Algunos vecinos confiesan, luego de producido el atentado, que habían observado movimientos extraños en casa de Farook, como la repetida entrega nocturna de bultos, pero dicen se inhibieron de presentar denuncias por temor a ser tachados de “islamofobia”.
La “islamofobia” es, para Obama y Lynch, el peor de los pecados que un ciudadano puede cometer en este país. Luego de la tragedia en California, la Fiscal General amenazó con sancionar y encarcelar a quienes profieran insultos contra esa religión. Obama, en su discurso del domingo pasado, dedicó más tiempo a prevenir ese peligro que a condenar al terrorismo.
Con esa mentalidad se ha quebrado a los sistemas de inteligencia de los Estados Unidos. De un plumazo, Obama prohibió el “profiling”, o sea el uso de perfiles de los grupos con alto porcentaje de criminalidad para adelantar y acelerar escrutinios e investigaciones, sea en aeropuertos o en calles y lugares de concentraciones públicas.
Si los atentados terroristas son cometidos casi sin excepción por árabes que profesan el Islam y que matan al grito de Alá, es obvio que haya mayor prevención en el examen de documentos con gente de esa etnia, que con alguien de otra raza. Igual ocurre con individuos de la raza negra, no por prejuicio racial sino porque el mayor número de delitos los comete gente de esa etnia.
Por actuar dentro de lo “políticamente correcto”, a Malik seguramente no se le hizo investigación especial, pese venir de Arabia Saudita y cubrirse con burka. Si el investigador cumplía su deber, habría constatado que dio una dirección domiciliaria falsa y que omitió decir que acababa de terminar un curso en jihadismo.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, tan de izquierda como Obama, se ha dedicado también a quebrar la autoridad policial. A más del “profiling”, ha prohibido que se haga el registro corporal a sospechosos, con lo cual los delinciuentes de cualquier etnia pueden pasear por las calles de la metrópolis sin temor a ser molestados con un arsenal de “trabajo” a bordo.
Israel no podría sobrevivir, rodeado como está de musulmanes, si imperase allí la misma mentalidad “políticamente correcta” que aquí existe. Las reglas de ingreso son extremadamente rigurosas, basadas en el “profiling” y antecedentes para cualquier individuo, sin importar su rango. En contraste en los Estados Unidos hay quienes creen que los inmigrantes deben entrar sin cortapisas, a cambio de convertirse en votantes demócratas.
Se necesitaba alguien con la personalidad fuerte y sin mancha de Donald Trump, pre candidato presidencial republicano, para denunciar a los cuatro vientos la corrupción del sistema y anunciar que lo desterrará una vez que logre la candidatura y gane las elecciones en noviembre venidero. Frente al repliegue de Obama y Lynch, Trump acaba de proponer una moratoria al ingreso de musulmanes, “hasta que se aclare la situación”.
La moratoria obviamente estará dirigida a todos los musulmanes y no con sospechas de vínculos con el terrorismo. La “aclaración” se refiere a poner en vigencia todas las técnicas de inteligencia para detectar a los sospechosos ya ingresados en el país, para registrarlos y encarcelarlos y deportarlos si se comprueba que son jihadistas.
No se trata, como han dicho algunos, de declarar la guerra al Islam, sino de responder a una guerra que ellos tienen declarada a Estados Unidos y Occidente desde hace mucho tiempo, como ya lo advertían Thomas Jefferson y John Adams en 1786 (cuando eran embajadores en Londres, según nota al pie del BLOG). Fue un error de George W. Bush, tras el 9/11, pedir que la gente vaya a los malls en lugar de convocar al Congreso para una declaratoria formal de guerra.
El “establishment” o dirigencia de los partidos demócrata y republicano se ha unido para condenar a Trump por su pedido de moratoria, pero las encuestas en su favor han crecido de manera espectacular. Es de sentido común esperar respaldo a quien busca bloquear al enemigo, interno y externo, no a quien busca protegerlo.
En el BLOG anterior se incluyen enlaces o links a documentos en los que se transcriben versículos del Corán contra los infieles y el trato que hay que darles. Los musulmanes, árabes y no árabes, que renuncian a dichos mandatos y a los de la ley Sharia, con regulaciones y penalidades del Medioevo, son bienvenidos en los Estados Unidos y no tienen nada que temer a Trump.
Solo queda un interrogante. Sin esos versículos y sin Sharia ¿el Islam sigue siendo Islam? Queda la duda. Pero lo que si está claro, con Trump y la mayoría que lo respalda, es que el islamismo radical y los musulmanes que lo socapan, no tienen ni tendrán cabida en este país. Porque espanta pensar que aquí ocurra lo de Europa.
(From a March 28, 1786, letter written by John Adams and Thomas Jefferson, who were American diplomats at the time, to U.S. Secretary of Foreign Affairs John Jay reporting on their conversation in London with the ambassador from Tripoli regarding piracy by the Barbary States:
We took the liberty to make some enquiries concerning the ground of their pretensions to make war upon nations who had done them no injury, and observed that we considered all mankind as our friends who had done us no wrong, nor had given us any provocation.
The Ambassador answered us that it was founded on the laws of their Prophet; that it was written in their Koran; that all nations who should not have acknowledged their authority were sinners; that it was their right and duty to make war upon them wherever they could be found, and to make slaves of all they could take as prisoners; and that every Mussulman [Muslim] who was slain in battle was sure to go to Paradise.)
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