Monday, October 5, 2015

MISIÓN CUMPLIDA


Falta todavía un año y tres meses para que (!por fin!) Barack Hussein Obama deje la Casa Blanca, pero bien puede adelantarse a decir desde ya y a pleno pulmón: “mission accomplished” (misión cumplida). Luego de casi dos períodos en el gobierno, los Estados Unidos han quedado desechos y desmoralizados.
Ese era su propósito cuando se posesionó en enero del 2009: transformar al país de manera radical, no mejorarlo dentro del sistema, no corregir los errores, sino dar un vuelco a la concepción con la cual fue creada esta nación de la Declaración de la Independencia de 1776 y la Constitución de 1778.
Obama ha terminado por ceder el liderazgo mundial de los Estados Unidos a Rusia y a su líder Vladimir Putin. Putin lo ha humillado desplazándolo del Medio Oriente para pulverizar en tres días al ISIS, el estado islámico o Califato que brotó en el área merced a la capitulación del jefe de la Casa Blanca frente al Islam.
Las tropas norteamericanas se retiraron del Irak en el 2011 una vez que el terrorismo islámico había sido doblegado. Fue entonces que surgió el ISIS. Obama se negó a admitir que eran terroristas e islámicos, rehusándose a emplear la única fuerza posible para fenarlos y destruirlos, que es la militar. Con sorna, incluso calificó de aprendices a los militantes del ISIS.
Por la presión popular, Obama finalmente accedió a que la fuerza aérea bombardee algunos puntos estratégicos en manos del ISIS, pero no autorizó el envío de tropas en tierra. Los resultados fueron nulos y el ISIS extendió su dominio por Irak y Siria. El presidente de este país, Bashar al-Assad no tuvo otra alternativa que pedir ayuda a Putin.
El líder ruso hizo lo que Estados Unidos pudo y debió hacer con George W. Bush desde el inicio de la campaña en Irak y Afganistán en el 2003, es decir, emplear todo el poder militar para derrotar al enemigo, para luego negociar las condiciones de paz. No ocurrió así y la guerra aún sigue inconclusa, agravada por Obama.
El general Douglas MacArthur decía lo obvio: si entras en guerra, tu propósito debe ser ganarla. Eso ocurrió con la II Gran Guerra, pero ese espíritu declinó en Corea con el mismo presidente Truman (que autorizó el lanzamiento de las bombas en Japón), cuando despidió a MacArthur que quiso aplastar a las tropas norcoreanas semiderrotadas, que apoyaban China y la URSS.
Esa guerra terminó con un armisticio, que dejó al norte de la península convertida en una prisión comunista protegida por China. La misma actitud derrotista se repitió en Vietnam, donde las fuerzas comunistas de la URSS y de China insistieron en expandir el imperio rojo más allá de sus fronteras. Por primera vez en una guerra los soldados norteamericanos salieron de allí en fuga.
Durante el conflicto de Vietnam arreciaron las campañas anti militares en los Estados Unidos, especialmente en los campus universitarios cuyos estudiantes se negaron al servicio militar obligatorio. No por conciencia pacifista sino por  no abandonar las comodidades fruto de las ventajas que recibieron sus padres como veteranos de guerra.
En esos mismos años floreció el usos de narcóticos, la libertad sexual y el rechazo a la tradición y las autoridades. En ese medio se cultivaron seres como Obama, que comenzaron a absorber prédicas marxistas que marcan a los Estados Unidos como el responsable de las miserias del universo y que en ningún caso lo ubican como un líder del mundo libre.
En cuanto asumió el poder, Obama viajó por varios continentes a implorar perdón por los pecados cometidos por esta nación, prometiendo rectificarlos mediante el desmantelamiento militar y la implantación de la diplomacia y el aproximamiento con el enemigo, como fórmula para ganar la paz.
Luego de dejar sin custodia militar al Irak, en momentos en que todavía no se había concretado la victoria (en contraste, aún hay tropas en Alemania, Japón, Corea del Sur...), Obama por propia iniciativa se inclinó ante el Ayatola del Irán y le prometió un acuerdo para que prosiga en su plan de desarrollo de armas nucleares.
Irán es el país promotor del terrorismo por antonomasia y el mayor enemigo de los Estados Unidos, por propia y reiterada confesión. La ONU le prohibió que se nuclearice y le aplicó sanciones comercales y financieras. Obama ha logrado que se levante el embargo y ahora el Irán dispondrá súbitamente de alrededor de 150.000 millones de dólares.
Es suma infinitamente mayor que la asignada al Plan Marshall para la recuperación de la Europa devastada por la guerra. Pero esa suma llegó cuando el Eje había sido derrotado. A Irán le vienen esos fondos como trofeo de triunfo sobre un enemigo que se le arrastró a sus pies.
En la última conferencia de prensa causó angustia y vergüenza escuchar la respuesta de Obama a un pregunta sobre Putin en Siria. Desbarró, se contradijo, apareció débil, incoherente. La prensa servicial no ha sido lo suficientementre crítica para analizar su comportamiento en ese episodio. En suma, Putin aparece como un líder mundial sin contrapeso en Obama.
Putin perteneció (con el alto cargo de jefe de la KGB) a una URSS que se deshizo en 1989 por la presión militar, económica y moral de Ronald Reagan, en unidad con el Papa Juan Pablo II y Margaret Thatcher. Ahora Putin resucita por valor propio, pero sobre todo por la nulidad de su rival de la Casa Blanca.
Hay contrastes positivos en Putin: no tolera a los terroristas musulmanes (a los que Obama protege) y le repugnan los gays, el matrimonio homosexual y el aborto. En lo religioso no solamente que no defiende al Islam ni repudia al cristianismo (como lo hace Obama)  sino que han reverdecido sus creencias ortodoxas, herencia de su abuela.
Por cierto que el dirigente ruso es una incógnita, especialmente en lo que se refiere a su alianza con Irán. Pero lo que no queda duda es el legado de Obama en cuanto al repliegue de Estados Unidos como líder del mundo libre en el Medio Oriente, Asia, África del Norte, Europa y América Central y Meridional.
Aliado con el Papa Francisco, Obama pidió perdón a los Castro y les rogó que acepten reasumir las relaciones diplomáticas y comerciales. Ni él ni el Papa mencionaron las crímenes cometidas por los dos tiranos a lo largo de más de media centuria en contra del pueblo cubano y sus libertades, mediante fusilamientos, cárceles y además, exportación del terrorismo.
La mayoría de norteamericanos está desconcertada con la situación y no entiende cómo Obama ha podido imponerse, pese a que en los comicios intermedios del 2012 y 2014 expresó su voluntad con el voto para que se detenga la avalancha. El Congreso, ahora con mayoría del GOP, nada ha hecho y el líder de la Cámara Baja acaba de ser removido por esa circunstancia.
Pero la gran prueba tendrá que venir con las elecciones presidenciales de noviembre del 2016. Donald Trump sigue encabezando las encuestas. La gente lo busca, acaso porque ve en él al hombre masculino, resuelto, emprendedor, en suma nada afeminado, que es el esterotipo fomentado por Obama y sus seguidores marxistas/socialistas, de la post “revolución sexual” de los 60s.
Un líder a lo Ronald Reagan o a lo John Wayne es probablemente lo que se está cociendo en el imaginario subconsciente de las masas, que no se conforman con el derrotismo de Obama y los suyos. Estados Unidos se pudo convertir en la Primera Potencia Mundial gracias a una filosofía basada en la libertad y los derechos naturales, no en una corrompida igualación de sexos, un “liderazgo desde la retaguardia” o la pasividad frente al diario y legalizado genocidio del aborto.
(Carlos Alberto Montaner opina sobre los acuerdos con Cuba)

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