Es incuestionable la eficiencia de la izquierda en los últimos 40 o 50 años para debilitar al sistema democrático capitalista, no por medio de las armas y las revoluciones violentas como antaño, sino mediante la infiltración desde dentro del sistema.
La estrategia, según testimonios de ex líderes de la KGB de Rusia (se insertó un video en un Blog anterior), fue el resultado de constatar que la acción armada no tenía futuro. Uno de los últimos fracasos se dio con el Che Guevara, que no logró persuadir a los bolivianos y fue muerto en combate con los soldados.
Se dice que Mao Zedong, el férrero y sanguinario líder de la China Roja, dijo a Moscú que si el marxismo/leninismo/socialismo/estatismo tenía aún esperanzas de imponerse en el mundo, había que cambiar la metodología. La clave fue, y es, infiltrarse y debilitar las estructuras que sustentan el sistema liberal, aprovechando sus falencias.
Desde entonces han actuado con sabiduría maligna. Los puntales de la estrategia fueron y siguen siendo la educación y los medios de comunicación audivisuales y escritos. Tras la II Guerra Mundial y a comienzos del decenio de 1960, hubo un movimiento envolvente en esos dos frentes y los resultados espeluznan.
La educación en sus niveles primario y secundario e incluso universitario, está controlada por el Gobierno. Los profesores pertenecen a los sindicatos de modo obligatorio. Los sindicatos están dirigidos por demócratas (que respaldan y financian a gobiernos demócratas) que imponen la curricula y bloquean cualquier intento de quienes no piensan como ellos para modificar el pensum.
En esencia, la doctrina o mandato diseminado en el sistema educativo es que los Estados Unidos no es una nación grande porque ha evolucionado en libertad, sino porque ha explotado a los pobres del mundo. Ésta evidencia, según ellos, obliga al cambio del sistema para sustituir el libre albedrío por el mandato de un gobierno autoritario que no admite discusión.
Esta visión unilateral de la historia ha calado hondo en los estudiantes de todos los niveles y ahora ha encontrado una caja de resonancia en los medios de comunicación que emplean a los graduados inmersos en esa doctrina. Con ellos el diálogo y el debate han desaparecido, pues según ellos poseen la verdad absoluta.
Los que contradicen sus postulados son considerados de una extrema derecha que quiere volver...al pasado. ¿Qué pasado? La evolución de la historia, en lo político y social, ha sido una constante lucha entre quienes quieren asirse o permanecer en el poder sin responder por sus acciones y quienes buscan un sistema alternativo y reponsable de gobernar.
Grecia hace casi 3.000 años creó la primera democracia. En el Partenón de Pericles se reunían y deliberaban los escogidos por sus méritos para gobernar. Pero cada año, en ese mismo templo de sabioejercicio de la política, el pueblo acudía a juzgarlos. Si se hallaba corrupción o ineptitud, se destituía a los culpables y se les despojaba de sus bienes para enviarlos al exilio por diez años.
Desde entonces, ha habido una gama incontable de gobiernos más o menos autócratas, sean sus líderes reyes, emperadores, zares o califas. En algunos casos de excepción, hubo reinados magnánimos pero en suma el denominador común era la opresión, la injusticia y los privilegios para la clase dirigente aduladora del gran jefe.
La mayor experiencia histórica para romper esa cadena de regímenes autócratas se DIO sin duda en los Estados Unidos. Desde 1776 se afincó un sistema en el cual el autoritarismo se anula por el constante chequeo de poder entre las tres ramas clásicas del ejecutivo, legislativo y judicial, mas la garantía de alternabilidad de las autoridades, con elecciones periódicas y libres.
En esas condiciones de respeto a la libertad y la ley, floreció la economía. La competencia de los más eficientes e innovadores en el mercado libre dieron un empujón al progreso de todos, sin antecedentes en la historia. Desde luego, la aplicación puede ser imperfecta, lo ha sido en innumerables ocasiones, pero los errores se han corregido sin alterar al sistema.
Los ideólogos de la izquierda, con su equivalencia fascista e islámica, tildan de reaccionarios a quienes defienden el sistema de libertad. Cuando es precisamente lo contrario. La izquierda quiere borrar el pasado y todas las conquistas para controlar los excesos del poder, pues su ideal es un gobierno despotico y sin controles. Lo cual no es progreso, sino regresión.
Las fallas del sistema democrático a las que aluden los de izquierda no son fallas del sistema, son fallas en su aplicación. Europa está en quiebra porque el gasto excedió a los ingresos, por mantener un artificioso estado de bienestar. La democracia en Venezuela, Ecuador o Bolivia tuvo falencias por las mismas razones y las recetas de los autócratas no han mejorado el sistema: están arruinando económica y culturalmente a esas naciones.
Igual ocurre en los Estados Unidos. Barack Hussein Obama es un típico ejemplo de adoctrinación anti norteamericana. En cinco años de gobierno no ha cesado en censurar el supuesto pasado de explotación de este país y en prometer redimirlo mediante la acción iluminada de su presidencia. Allí están los resultados: un desempleo y una deuda pública sin precedentes.
El sistema aquí no falló, fue su aplicación. La debacle de la economía fue consecuencia de la irresponsable concesión de créditos hipotecarios para la gente sin capacidad de pagarlos. El gobierno forzó a los bancos y les garantizó compensación por los créditos incobrables. Estalló la burbuja pero lejos de enmendar los errores, se los ha acentuado.
El gasto y la deuda no paran y ahora se gasta un 104% más del PIB. La burocracia ha crecido, sus sueldos aumentan y las prebendas de los sindicatos continúan con el apoyo del gobierno socialista. A ello se agrega el obamacare que se aprobó con la oposición popular y cuya aplicación aumentará sideralmente la deuda pública, al tiempo de quebrar los sistemas privados de salud vigentres.
En la arremetida contra el sistema democrático, los autócratas mienten aquí y allá. Y sus acciones no pueden ser obstruídas ni analizadas, pues la mayoría de los medios de comunicación están bajo su control directo o indirecto. El caso Benghazi para los Estados Unidos, es elocuente. El 11 de septiembre pasado, terroristas del Al Qaeda assesinaron al embajador en Libia y tres altos funcionarios, sin recibir protección ni ayuda del gobierno.
Obama y Hillary Clinton, un mes antes de la reelección presidencial, tejieron una red protectiva de mentiras. Dijeron que la muerte obedeció a una reacción popular espontánea por un presunto video anti árabe difundido por un amateur en el You Tube, que nadie vió. La verdad era que la CIA advirtió al Departamento de Estado que un ataque terrorista estaba en ciernes y que urgía protección.
Obama y Hillary la negaron, pues según ellos el terrorismo había sido exterminado por el régimen. Mitt Romney, el candidato republicano, perdió las elecciones por su vergonzante cobardía de no acusar a su rival por estos criminales incidentes. La prensa se silenció y exculpó a sus autores. No obstante, el caso al parecer no podrá ser archivado.
Los principales medios audiovisuales, tan expeditos en hurgar todo lo que pudiese afectar a los republicanos, como en el caso Watergate, esta vez dejaron de lado el periodismo investigativo. Si las escuchas de Watergate hubiesen sido implantadas a los republicanos en ese hotel por los demócratas, el incidente no habría merecido ni dos líneas en páginas interiores del New York Times.
Pero Benghazi tiene cola. Los republicanos, que dominan la Cámara de Representantes, solicitan la entrega legal de todos los emails cruzados en esas aciagas fechas. Uno de esos emails fue conocido por un reportero de la televisora ABC. En gesto que honra a la profesión periodística, el canal divulgó hoy ese hallazgo.
Es concluyente. Hillary ordenó que la versión original de la CIA (que calificó al acto de terrorista), fuera corregido para eliminar toda alusión a toda esa verdad dicha en el documeno original. Fue el punto de partida para toda la urdimbre posterior de mentiras.
Si el hecho hubiera sucedido con un presidente republicano como George W Bush, hace tiempo que habría sido interpelado y destituído por traidor a la Patria. Qué suerte correrá Obama, nadie lo puede predecir.
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