Friday, September 2, 2011

SI HUBIERA LÓGICA EN POLÍTICA

Barack Hussein Obama, acaso el más nefasto presidente que hayan tenido los Estados Unidos, no debería ser reelecto en los próximos comicios de noviembre del 2012.

Tal debería ser la conclusión lógica tras examinar la situación desastrosa de este país, luego de casi tres años de su administración. Pero el problema es que, al igual que en economía y meteorología, en política no hay lógica.

Obama prometió ampliar el empleo y los beneficios para todos, pero dada su filosofía fascista de entender que el Estado debe prevalecer sobre los individuos, en lugar de facilitar la creación de fuentes de trabajo en el sector privado, se dedicó a hostigarlo.

Lanzó más de 800.000 millones de dólares al mercado para subsidiar a las empresas automotoras en quiebra por los abusos sindicales, subsidiar también a los bancos que generaron la crisis hipotecaria y anunciar que se realizarían obras públicas al estilo FDRoosevelt.

Los resultados han sido negativos. El desempleo creció al 9,1% (del 4,7%) y hoy se anunció que por primera vez desde 1945, en agosto el país no ha creado ni un solo empleo. La deuda se ha disparado a más de 14 trillones de dólares poniendo a la nación al borde de la quiebra.

Obama anunciará un plan de empleo el jueves próximo, ante una sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes (que solo se convoca para tratar asuntos de suprema importancia, como una declaratoria de guerra, por ejemplo). Exactamente hace un año hizo lo propio y lo único que logró es una tasa de desempleo más alta.

En una demostración de impericia política o malignidad, Obama inicialmente pidió que el Congreso se reuniera el miércoles en la noche, a la misma hora en que está previsto un segundo debate por la TV de los pre candidatos republicanos a la presidencia. El jefe de la Cámara, con mayoría republicana, pidió a Obama que posponga su pedido al día siguiente.

A la postre cedió. Pero en la noche del jueves todos se volcarán a ver la espectacular ceremonia de inauguración de la nueva temporada de fútbol americano. Ante lo cual el jefe de Estado tuvo que acordar un nuevo cambio: dirá su discurso a las 7:00pm para que la gente se deleite sin interferencias con el gran show a partir de las 8:30pm.

Estos traspiés podrían ser de mal augurio por lo que tiene preparado decir el mandatario. Aunque no se ha filtrado nada del discurso, muchos analistas creen que la propuesta no cambiará: más gasto público para generar más empleo, la teoría semi keynesiana que ya ha fracasado en el primer intento.

¿Qué podría ser nuevo y efectivo? Podría quedarle la opción de alinearse con los republicanos y anunciar recortes severos en el gasto fiscal, supresión de impuestos a todo nivel, combate al déficit y al elevado endeudamiento. Es decir, dejar de ser Obama, y no porque ello sea bueno para el pueblo, sino porque a su juicio ello le facilitaría cumplir con su obsesión: ser reelecto.

En todo caso, si Obama sigue siendo Obama, como es lo más probable, entonces propondrá lo mismo de siempre: más gasto público, más restricciones a la inversión nacional y extranjera, más endeudamiento. Con lo cual el veto de la Cámara de Representantes será inevitable, con lo cual el plan se archivará.

Un portavoz de la Casa Blanca ya ha advertido que si el Congreso se opone, Obama adoptará otras medidas ejecutivas a su alcance. Medidas de corte autoritario, que simularían encuadrarse dentro de la ley pero que vulneran el espíritu y la intención de sus autores. Como lo hizo con la ley de salud, aprobada a rajatabla sin un solo voto republicano.

Junto con maniobras administrativas de esa naturaleza, ayudado por los zares extremistas que actúan como superministros sin aprobación ninguna del Senado, Obama estaría resuelto a continuar con su empeño de destruir el sistema capitalista basado en la libre volición para crear, ahorrar, comerciar y lucrar, sin el acoso constante de los gobiernos.

Paralelamente se visulumbra que Obama y sus cercanos asesores ahondarán su campaña electoral, no para resaltar los logros alcanzados en el primer periodo, que son inexistentes, sino para hostigar y humillar a la oposición, tanto del Congreso como del Tea Party y los precandidatos presidenciales del partido republicano.

Su promesa de esperanza (hope) que sedujo a tantos ingenuos en el 2008, se convertirá en esta campaña en miedo (fear) a que el poder pase a manos de los republicanos, a los que, a ellos sí, los calificará de extremistas y fundamentalistas cristianos que buscan una teocracia similar a la del Irán, según ya lo ha dicho un comentarista “liberal”.

Un representante (diputado) negro de Minnesota, el único musulmán en el Congreso, ya acusó al Tea Party de querer promover un regreso a los linchamientos de comienzos del siglo pasado, que terminaban colgando a los negros de un árbol. No mencionó, claro, que la esclavitud fue abolida en los Estados Unidos tras una Guerra Civil que cercenó 600.000 vidas, al mando de Abraham Lincoln, un republicano.

La liberación complementaria de los negros en cuanto a sus derechos civiles fue obstruída sistemáticamente por los demócratas del Sur, hasta que con Lyndon Johnson, demócrata, se convirtió en ley mandatoria por presión republicana, un siglo más tarde.

En esta nación y en el resto del mundo, la elección de Obama alentaba la esperanza de que el factor racial se reduciría aquí significativamente. Después de todo, no fue elegido solo por los negros, sino por una mayoría de blancos. Y en el gobierno actual hay muchos negros en puestos clave. Pero ha ocurrido lo contrario.

La tensión racial no ha amainado, se ha agudizado.Todo aquel que critica al gobierno es acusado de racista. Por ejemplo, los gastos excesivos en viajes de su cónyuge Michelle, hijas y amigos, propios de una familia imperial, no pueden ser objetados porque quien lo hace es del Ku Klux Klan (que era, valga aclararlo, club de los demócratas sureños).

Las encuestas electorales dan bajísimo índice de aprobación al presidente por su manejo de la economía, reflejado en el desempleo. Bordea el 70%, pero en cambio la gente dice que le gusta Obama personalmente casi en la misma proporción. Hay variaciones según el tipo de encuestados, sexo, edades, etnia, pero la tónica general es de descontento con la gestión, pero no con el hombre.

¿Cómo explicarlo? Los especialistas están desconcertados y no hallan una respuesta clara. Lo que si está claro es que Obama contará con el voto seguro de lo negros, quienes volverán a votar por él no por estar calificado para ese cargo, sino porque es negro. La mayoría de los no negros lo hará por razones ideológicas: quieren que un Estado fascista sustituya al actual.

Para la reelección operará la mafia de Chicago que llevó a Obama al poder en el 2008. Utilizarán todas las artes y mañas y todos los medios electrónicos modernos para difundir su mensaje de miedo y amenazas e inclusive intentarán fraguar un fraude con organismos ya sancionados por este y otros delitos, como ACORN.

La batalla para los republicanos será, pues, muy dura, llena de insultos, calumnias y tremendismo por parte del bando demócrata. Quien salga nominado deberá ser de profundas convicciones, impertérrito a los ataques y ardiente defensor del sistema democrático que ha hecho grande a este país. Y no deberá evadir ninguna oportunidad para desenmascarar al verdadero Obama y sus verdaderas intenciones.

Precisamente porque no hubo alguien así, capaz de enfrentarse a Obama con la verdad, es que en el 2009 llegó a la Casa Blanca un descalificado. El candidato republicano John McCain prohibió que se exija a Obama exhibir su certificaco de nacimiento en los Estados Unidos y que se le exijan también documentos acerca de su vida, sus estudios, sus amistades, su familia, sus escritos, sus viajes.

A McCain le cuestionaron su calificación por haber nacido en el Canal de Panamá, cargo que fue desvanecido. A Obama se la ha perdonado todo y hasta la fecha de su nacimiento es un enigma. A última hora, por presión del millonario comediante Donald Trump, se forjó una partida de nacimiento en Hawaii, a todas luces falsificado.

El testimonio de falsedad fue comprobado por calígrafos y expertos de computación profesionales, pero Trump y los medios de comunicación lo aceptaron como válido y definitivo y ahora nadie quiere tocar el tema. Como nadie quiere hablar de que quien mató a los hermanos Kennedy fue la mafia y no unos locos trasnochados.

En suma, todo indica que Obama ha sido un mal gobernante que no merece la reelección. Pero los tiempos actuales son turbulentos y no cabe menospreciar la capacidad de maniobra de la mafia ni el factor racial y el influjo de la ultra izquierda fascista incrustada en universidades y medios de comunicación.



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