Sunday, September 12, 2010

¿RELIGIÓN DE LA PAZ?

Ahora los “liberals” o izquierdistas, todos amantes del presidente Barack Hussein Obama, se han lanzado en una cruzada en defensa del islamismo y afirman que quienes disienten, son solo los exrtremistas de derecha en este país.

Se diría que la supuesta islamofobia ha brotado en los Estados Unidos como por ensalmo o porque así lo diseñaron los extremistas de derecha días antes del noveno aniversario del ataque islámico contra las Torres Gemelas en Nueva York.

Es falso. La ola de cuestionamientos contra la religión musulmana y sus seguidores fue motivada en estos días por la decisión de los árabes de construir una mezquita en el sitio de la inmolación de casi 3.000 seres inocentes en el centro financiero de Manhattan.

Semanas antes del aniversario del 11/9, los promotores dijeron que allí sería erigida una mega mezquita a un costo de 100 millones de dólares, a la que llamarían Victoria. Esta sería parte del complejo del centro islámico Córdova, como la que construyeron en la ciudad del mismo nombre en España sobre los restos de la catedral católica.

La reacción, primero de incredulidad y luego de indignación, se generalizó en los Estados Unidos. Alrededor del 70% consideró que construir una mezquita en ese sitio sagrado era una afrenta, un desafío a la memoria de los caídos y sus familiares y de irrespeto a la nación.

Cuando los moros iban de guerra y de conquista, la primera señal de dominio ha sido siempre la erección de una mezquita en el mismo lugar de la iglesia o templo principal del pueblo dominado. Como en Córdova y como en toda otra región del mundo en que han vencido a los “infieles”. Pretenden hacerlo aquí, en Nueva York, pero es probable que la resistencia de los que no se creen vencidos prevalezca.

Con el paso de los días y el agudizamiento de la polémica, el Imán Raouf(algo así como un rabino o sacerdote de los árabes) que encabeza el proyecto, súbitamente anunció que junto al Ground Zero no se construiría una mega mezquita sino un “centro cultural” religioso en el que convergerían las tres religiones básicas (con la judía y cristiana) para orar juntos por la paz.

Nadie, excepto los “liberals”, se han tragado tamaña mentira. El Islam no es la “religión de la paz”. A diferencia del crisitianismo, no pretende sumar adeptos por la persuasión sino por la fuerza de la espada, según reza el Corán. Eso lo ha demostrado a lo largo de la historia, como cuando la paz y convivencia que existían entre las distintas religiones en el Medio Oriente se quebrantaron con la violencia de los islamistas fanáticos y la réplica armada del Occidente cristiano para recuperar el Santo Sepulcro.

Parecida armonía hubo en España entre musulmanes, judíos y crisitianos tras siglos de dominación árabe, aunque judíos y cristianos debían pagar la Jizyah, una especie de multa por protección por ser infieles, hasta que el extremismo islámico arribó del norte africano para causar zozobra y estupor. La violencia concluyó por la fuerza de las armas hasta la victoria sobre los moros de los Reyes Católicos.

La cristiandad se dispersó por Europa con mayor fluidez y transformó el esquema de valores que han sustentado la grandeza de Occidente. Los lapsos de violencia, con muerte y desolación y dos guerras mundiales se debieron pecisamente a la violación de esos valores, por parte de caudillos intolerantes, racistas y expansionistas.

La amenaza del momento es el expansionismo islámico. Es un error considerar que los actos terroristas que han cometido en Nueva York, Londres, Madrid, Indonesia, Buenos Aires, Marruecos, Bombay, Israel y tantos otros sitios a lo largo y ancho del planeta, sean actos aislados, fraguados y ejecutado exclusivamente por “extremistas” islámicos.

George W Bush, en la Casa Blanca al ocurrir el ataque del 11/9, fue ingenuo y débil al no declarar la guerra formal contra el terrorismo islámico. Pretendió así exculpar del crimen a los islámicos no extremistas, es decir, a los “moderados”. Pero lo que los “extremistas” hicieron ese día y lo han hecho en el pasado y seguirán haciéndolo en el futuro, es cumplir con lo que el Corán manda en sus Suras o Libros y versículos: matar a quienes se resisten a convertirse y permanecen “infieles”. (Aquí algunos vínculos o links con citas alusivas en el Corán. Desde luego, quien quiera profundizar tiene en sus manos el universo del Internet)

El Islam no es solo un credo, es una carta política. Su propósito es expandir los Estados teocráticos como en el Irán, Arabia Saudita y demás naciones árabes, con la ley sharia. Unas veces buscan la expansión por la fuerza, pero en los tiempos modernos, también mediante la infiltración. Se aprovechan de las mismas leyes libertarias de las naciones democráticas para emigrar, penetrar y asirse en forma paulatina pero continua, de las instituciones y de los sistemas democráticos que los hospedan.

En algunos países en los que los “liberals” son mayoría, el islamismo ha hecho presa de todos los resquicios protectivos de las libertades en los más variados campos de la economía, la educación y la manera de hacer y aplicar las leyes en su favor. Las reacciones para frenar esta tendencia parecen ahora tardías en Francia, España, Holanda, Inglaterra. ¿Lo será en los Estados Unidos?

El peligro mayor está ahora en la Casa Blanca, ocupada por un abogado que se educó en su niñez en escuelas musulmanas (su padre, de Kenya, era musulmán y tambien quien luego fue su padre adoptivo), que ha profesado amor y admiración por esta religión o credo y que ha pedido perdón al muno árabe y no árabe por los supuestos errores y abusos que en el pasado han cometido los Estados Unidos en nombre de la libertad.

Obama, cuya nacionalidad norteamericana aún no está aclarada, dijo a los musulmanes reunidos en la Casa Blanca durante la reciente polémica que él está en favor de la construcción de la mezquita junto a Ground Zero. Al día siguiente quiso enmendarse pero en la conferencia de prensa del viernes pasado lo ratificó: quiere la mezquita allí.

¿Realmente la mezquita va a ser un centro de conciliación religiosa, como lo quiere dar a entender el Imam Raouf? Imposible creerlo: los hechos lo contradicen. Luego del 11/9 no hubo ninguna protesta formal o informal por parte de los imames contra el acto terrorista. El Islam carece de una organización estructural sólida, con clara jerarquización como en la Iglesia Católica. Pero son los Imam, como los rabinos, quienes hablan por la colectividad creyente. Estuvieron silentes.

Y estuvieron callados durante todos los ataques anteriores y posteriores. Uno de los que fraguó el primer ataque contra las Torres en 1993, está preso. Pero no ha sido condenado ni criticado por nadie en el Islam. Y el co responsable de la caída del avión PanAm con casi 300 pasajeros cuando sobrevolaba Irlanda, fue liberado por los británicos por enfermedad terminal y recibido en triunfo por Libia. Donde sigue con vida.

Otro presidente demócrata, Bill Clinton, fue contemporizador con los árabes al no reaccionar, como lo hizo Bush, frente al primer ataque contra las Torres. Y cuando los servicios de inteligencia ubicaron a Osama bin Laden en Sudán y podía ser liquidarlo fácilmente con un solo balazo en el cráneo, dio la orden de no hacerlo por temor a herir a unas cabras que lo acompañaban y a los “islamistas moderados”. Bin Laden se sintió con luz verde para el segundo ataque.

Es probable que haya la especie moderada de islamistas. Pero prefieren callar para evitar represalias. Pues si son moderados y no creen que es buena la ley Sharia, que ordena matar a los infieles, entonces han dejado de ser islámicos y por apartarse del Corán, pasan a ser infieles con las fatídicas consecuencias que el Corán prevé.

Los “liberals”, impermeables a la historia y al análisis objetivo de los hechos, si bien son irreligiosos, defienden al Islam y sus seguidores, no por el derecho a que ejerzan libremente su credo, sino por oponerse a la “extrema” derecha republicana que ve en el Islam el nuevo peligro contra la libertad y la democracia de los Estados Unidos, como lo fueron a su tiempo, tan reciente, el comunismo y la nazifascismo. Lo paradógico es que entre los defensores haya judíos y cristianos, además de mujeres, las cuales en el Islam son escarnecidas y despojadas de todo derecho a la dignidad.

El terrorismo islámico, con la lenidad de Obama y los “liberals” del mundo, estarán más próximos a la dominación planetaria si el Ayatola del estado teocrático de Irán y su ejecutor Ahmadinejad sigue en su libre escalada hacia el poder nuclear. Si tal ocurre ¿serán perdonados los “tontos útiles” de los “liberals” de dentro y fuera de los Estados Unidos?


Friday, September 3, 2010

OBAMA, UN PRESIDENTE EXTRAÑO

Barack Hussein Obama gobierna ya casi dos años al país más poderoso del mundo y sus casi 300 millones de habitantes no acaban de entenderlo, incluídos los que lo eligieron y entre ellos muchos negros.

El grueso de la población que aún lo respalda es desde luego negra, pero no por sus méritos sino por el color de la piel. Es un racismo a la inversa, casi tan peligroso y detestable como el que ha existido contra los ex-esclavos traídos con grilletes desde el África.

Con el agravante de que Obama no es un negro auténtico ni tiene ancestro de esclavos. Su padre, que murió alcohólico, vino de Kenya como estudiante y su madre fue una blanca hippy de Kansas. Hay dudas acerca del lugar donde nació pues muchos creen, con documentos, que fue en Kenya y que vino de tierna edad a Hawaii, donde, como era tradición, recibió la ciudadanía de la madre.

Pero el color de la piel nada importa, sino sus actuaciones. Su elección desarma el criterio de que los Estados Unidos sigue siendo un país racista como lo fue antaño bajo la influencia del partido demócrata. Negros y blancos y de otros tintes votaron por él en mayoría y solo así llegó a la Casa Blanca.

La ventaja explica, eso si, que muchos se inclinaron por él como para dejar atrás el oprobio del país por su pasado esclavista. Y, claro, por su locuacidad populista tan similar a los líderes del tercer mundo, que cuajó aquí con facilidad frente a la débil oposición presentada por el candidato republicano John McCain.

La súbita caída en la popularidad de Obama, que linda el 40%, no puede pues atribuirse a un desdén por la coloración semi oscura del mandatario, sino exclusivamente a la manera como pretende llevar a este país al sendero nada luminoso del estatismo fascistoide o socialistoide “siglo XXI” patentado por los Castros/Chávez.

Tal como está la situación en los Estados Unidos, es muy improbable que Obama pretenda una reelección en el 2012. Sobre todo si la ola de repudio se refleja en las votaciones de noviembre y los republicanos logran recuperar el control de las dos cámaras del Congreso federal, así como la mayoría de las gobernaciones y legislaturas estatales.

Si tal sucede, como anhela todo norteamericano sensato y leal a la historia de esta nación, Obama bien podría buscar refugio en Kenya o en América Latina para ejercer la cátedra de su especialidad, el Derecho Constitucional, pero no el de la Constitución de los Estados Unidos, que aborrece, sino de la Constitución Socialista del Siglo XXI. Rafael Correa, del Ecuador, podría ser su asesor.

Por sus políticas, Obama parece haberse cultivado con Fidel, Hugo Chávez y Rafael Correa. Como ellos, considera que los Estados Unidos (y el capitalismo democrático) son la causa de todos los males del mundo y desde que se posesionó en enero del 2009 no ha cesado de pedir perdón urbi et orbi por los pecados cometidos. Y ha hecho esfuerzos, de innegable eficacia, para abolir al sistema y el poderío del “imperio”.

La economía está en zoletas. El desempleo sigue subiendo, hoy llegó al 9.6 % y las inversiones igualmente van en picada. Los bancos, aunque tienen reservas, no aprueban préstamos por la incertidumbre y desconfianza que ha inundado a la nación. El gasto y los subsidios no tienen freno y hoy, poco antes de partir a otra de sus groseras vacaciones, Obama reiteró que para salir de la crisis habrá más gasto y más impuestos.

La economía se debilitó por esos dos factores y el presidente cree que para fortalecerla hay que reincidir en ellos. Dentro de su idiosincracia tan coincidente con la del team Chávez/Castros, confirmó que en enero próximo entrarán en vigor los mayores tributos de la historia, con los que espera superar el déficit y la deuda.

Se refería a los recortes de impuestos de su predecesor George W. Bush, aplicados a todos y que caducarán el 31 de diciembre próximo. Como para halagar a la galería, Obama dijo que la carga impositiva recaerá “solo” en los más ricos, pues la exención continuará para los de menores ingresos y para las pequeñas empresas.

Es un yerro fatal, pues los “ricos” son los creadores de empleos, no los que se evitarán seguir tributando 600 o 1.000 dólares al año. Lo que es falso es que las empresas pequeñas se exceptúen, pues los capitales que mueven se ubican en el nivel de “ricos” (y por tanto odiosos) de Obama. Y son éstas “pequeñas” empresas las que generan más empleo en su conjunto que las megaempresas.

A ello se suman las reformas al sistema bancario, otro de los “demonios” del capitalismo odiados por Obama y sus adláteres. Sobre esa banca lloverán los tributos y las restricciones, encareciendo los créditos que afectarán, como siempre en estos casos, a los prestamistas menores.

¿A dónde va a parar la inundación de dinero con tanto nuevo impuesto? No a los “pobres” que el millonario Obama y sus millonarios auspiciantes dicen defender, sino al fisco, al Estado. Para agrandarlo en burocracia, en gasto, en despilfarro y corrupción. Ya los servidores públicos superan en número y sueldos y privilegios a los empleados privados.

¿De dónde proviene el dinero del fisco? La pregunta parecería zoquete, pero en los Estados Unidos no hay un surtidero de dólares como en Arabia Saudita o Venezuela: viene del sector privado, al cual Obama tritura con sus políticas, vituperios y amenazas de más gasto y más impuestos.

En la esfera internacional, Obama no pudo estar más desatinado (o más feliz, según criterio de columnistas del tercer mundo). El martes confirmó que la guerra en Irak ha terminado, cuando no ha terminado y cuando aún quedan allí alrededor de 5.000 soldados no combatientes que tendrán que combatir en cualquier momento en que sus vidas se vean amenazadas, o sea a diario.

La insurgencia redoblada con el retiro de tropas, será pretexto para lo que Obama quiere: retirada total y en fuga de todas las tropas, tal como ocurrió en Vietnam y que igual podría ocurrir en Afganistán. En su discurso del martes fue transparente su desprecio por George W Bush, las tropas y las intervenciones militares en los dos países árabes.

“Hay que dar vuelta a la página” (de vergüenza, según él) y convencerse de que no existe tal excepcionalismo de los Estados Unidos como promotor de la libertad y la democracia, dijo. Todos somos iguales y por lo mismo debemos unirnos y ser gobernados por un solo presidente universal y socialista (que quisiera ser él, si descarta la cátedra).

Cuando los socialistas y socialistoides presionaron para huir de Vietnam cuando la guerra estaba a punto de ganarse en contra del absolutismo de Moscú y Pekín, estos prevalecieron y hubo las masacres de Vietnam del Sur, de Laos y Camboya. Sobrevinieron la oscuridad y la ceniza, que poco a poco están siendo superadas con regímenes más abiertos.

Obama ordena la retirada de Irak cuando aún no se estructura el gobierno en el sistema parlamentario y democrático que sustituyó a la tiranía de Hussein. Ante la multiplicación de la insurgencia repaldada por Irán y los terroristas de Al Qaida, Taliban y Hamas, nada difícil sería que se anule el sacrificio de 4.000 soldados norteamericanos y de otras naciones aliadas.

Joe Biden, ese arlequín que funge de Vicepresidente de los Estados Unidos, acaba de retar a los iraquíes: si no forman gobierno ya, peor para ustedes porque si se desata la violencia, ya no estaremos para ayudarles.

¿Fue esa la actitud de Truman, demócrata pero norteamericano, luego de terminada (con victoria total de los aliados) la II Guerra Mundial en los casos de Alemania o Japón, en la transición hacia la democracia y frente a la amenaza comunista? Aún están allí tropas de USA.

Si el Congreso Federal arrincona a los demócratas en noviembre, para bien de este país y de la humanidad, lo primero que tendrá que rehacerse es el enfoque de la política internacional, para recuperar la verdad de la Historia, la seguridad nacional y el liderazgo de este país en defensa de la libertad y la democracia. La prioridad obvia serán los casos de Irak y Afganistán y la guerra por desgracia no declarada formalmente contra el terrorismo musulmán.

Y tendrá que archivarse, no reformarse, la ley de salud que se aprobó sin un solo voto republicano y con el rechazo de casi el 70% de la población. Lo propio con las reformas bancarias, el gasto público desorbitado y el cúmulo exorbitante de nuevos impuestos.

También deberá regularse definitivamente la ley de inmigración para facilitar la legalización de los ilegales y permitir los nuevos accesos al país en forma ordenada y legal. Lo que ocurre en Arizona, que desean imitar otros 20 de los 50 Estados, es resultante de la complacencia, complicidad e impericia de la Casa Blanca para hacer respetar la ley federal sobre el tema.

Vientos de optimismo soplan en pro de un gran “Stop” a este fulano que se encaramó en la Casa Blanca por la confluencia infeliz de circunstancias. Pero hasta que las cifras confirmen la derrota demócrata en la noche del 2 de noviembre venidero, o al día subsiguiente, es prematuro cantar victoria.