Con individuos como Rafael Correa, actual presidente del Ecuador, no hay sino una alternativa: confrontarlos directamente, sin temor y con altivez. Eso lo ha hecho Guadalupe Mantilla de Acquaviva, líder del Grupo El Comercio y por ello merece la admiración, respeto y gratitud de los ecuatorianos.
El periodismo en el Ecuador quizás ha sido algo lento en reaccionar, pero según el aforismo, “más vale tarde que nunca”. Ahora ha quedado claro que no cabe dialogar razonable ni caballerosamente con quien no es ni razonable ni caballeroso.
Correa y similares autócratas como Chávez y otros, en el fondo son cobardes. Si se enfrentan a personas resueltas, su verborrea ofensiva pierde fuerza y terminan por batirse en retirada. Se repliegan y mienten y buscan refugio tan solo en sus incondicionales.
Guadalupe Mantilla se ha lanzado a defender la verdad, la verdad suya, la verdad empresarial del diario El Comercio y del periodismo independiente del país. Correa, un usurpador del poder por doble voto popular, no admite sino su verdad y busca aniquilar moral y físicamente a todos los que con él discrepan.
La directora ha decidido frenarlo y por lo visto no le arredran las posibles retaliaciones como clausura del diario y prisión para ella. No sería la primera vez. Ya le ocurrió eso a su padre, Jorge Mantilla Ortega, con el autoritario José María Velasco Ibarra. Fue a prisión y el diario se clausuró, por resistir una orden inconstitucional del gobernante.
Acaso Correa no se atreva a repetir estas acciones. Pero si tal ocurre, bien valdría el riesgo. Lupe sería saludada en la región y el mundo como heroina y la presión universal sería tal que a la vuelta de poco tiempo ella quedaría libre y el diario sería reabierto.
Correa insultó procazmente a Guadalupe Mantilla por una información dada por el ex gobernador de Loja según la cual él había advertido a tiempo a Correa que su hermano Fabricio estaba involucrado en negocios ilícitos con el sector público, sin que esa denuncia recibiera atención alguna del gobierno.
Según ha explicado El Comercio, se buscó la opinión de portavoces del gobierno sobre la denuncia pero los funcionarios se negaron a comentar.
Correa dice que no debió publicarse la nota pues con esa política podría entonces publicar cualquier denuncia de cualquier charlatán. Pero un ex gobernador no es un charlatán.
El diario Expreso fue el denunciante de los contratos ilíicitos de Fabricio Correa y por ello merece aplausos y premios a su labor. El reportaje fue profesional e irrefutable. Los contratos fueron anulados por los jueces y autoridades, en general sumisos al régimen.
Ahora El Comercio publica un excelente reportaje de investigación sobre otro escándalo del gobierno de Correa. Se trata de los decretos leyes de emergencia, que en número de casi una veintena ha ideado este régimen para malgastar el dinero del fisco sin fiscalización.
La idea de tales decretos era acelerar el trámite burocrático para contratar obras de reparación por casos de emergencia como desastres naturales y de conmoción interna o externa. Correa utilizó ese arbitrio para cimentar su poder mediante la concesión arbitraria y no emergente de contratos.
El Comercio dice que el régimen ha invertido unos 2.866 millones de dólares en 88 contratos y que el 60% de las obas contratadas tienen retrasos de cumplimiento contractual. No ha habido licitaciones, las compañía beneficiarias tienen una razón social distinta a la requerida, no hay control de los contratos ni de la marcha de las obras.
La historia política no solo en América Latina sino en el mundo, es una lucha constante por frenar los abusos de poder de los gobernantes. Una vez investidos del mando, sea por la vía del voto popular o la fuerza, ellos sucumben al embrujo del poder y pretenden acrecentarlo ad infinitum.
La acumulación del poder induce inevitablemente a la corrupción, lo cual es otro axioma histórico. Se lo palpa con Correa y se lo ha palpado con Chávez y todos los dictadores y dictadorzuelos de la historia. Esta historia demuestra que el único antídoto contra esta maldición es el sistema democrático que crea el equilibrio de poderes con las funciones legislativa y judicial.
El mejor ejemplo de eficacia del sistema lo dan los Estados Unidos. Un comentarista muy popular aquí, Rush Limbaugh, dice que el éxito de esta nación no se debe a los DNA o genes especiales de su población (que por lo demás es la que mayor mezcla de razas tiene en el mundo), sino al respeto por casi tres centurias del sistema democrático.
Eso no lo entiende Correa, pero si el periodismo independiente del país, ahora liderado por Guadalupe Mantilla. Debe seguir indeclinable en ese plano en defensa del país y de los 103 años de historia del Diario. Si así lo hace, su padre Jorge Mantilla Ortega estará muy orgullosa de ella y el país le agradecerá.