Frente al terrorismo y los terroristas, no cabe la neutralidad. Puede haber discrepancias en cuanto a los métodos para combatirlos. Pero una posición neutral no existe.
El presidente Rafael Correa y sus ministros de Relaciones Exteriores, de Defensa, de Gobierno y Seguridad al tiempo que condenan al terrorismo y a los terroristas, afirman que son neutrales en la guerra que el presidente Álvaro Uribe de Colombia despliega contra las FARC.
Cuando Correa dice que es neutral, miente. Ha demostrado que no es neutral: admira a los terroristas, se niega a calificarlos de tales y les ampara. Una clara muestra de ello ha sido su reacción por el bombardeo al campamento terrorista de Angostura en territorio ecuatoriano.
En Venezuela el presidente Hugo Chávez ordenó un minuto de silencio por lo que él calificó de “asesinato” al alto dirigente de las FARC “Raúl Reyes” y a una veintena de sus súbditos y movilizó tropas militares a la frontera con Colombia, en actitud desafiante contra Uribe.
Ecuador también movilizó tropas y, como Chávez, Correa rompió relaciones diplomáticas. Pero el venezolano, al verse descubierto en sus vinculaciones con las FARC por el hallazgo de información en las computadoras confiscadas a los terroristas, reanudó la diplomacia con Colombia, retiró las tropas y fue mediador para que Uribe y Correa se den un apretón de manos.
Pero Correa sigue empecinado en no reanudar las relaciones con Colombia y para eventualmente hacerlo, pone condiciones. Son secretas, nadie las conoce salvo el secretario general de la OEA. Pero se desprende que está pidiendo que Colombia no divulgue más documentos de la FARC, que son 16 mil.
La autenticidad de dichos documentos está siendo verificada por una comisión de la INTERPOL. Pero varios de los datos encontrados han resultado ciertos. Por ejemplo, la captura de emisarios del grupo capturados en Costa Rica con casi medio millón de dólares en efectivo para sobornos y subsidios políticos.
También gracias a tales documentos, Perú capturó a unos 8 terroristas que se habían dado cita en una conferencia bolivariana realizada en Quito con dinero de Chávez. Cuatro mexicanos muertos en el bombardeo en Angostura eran participantes de la misma conferencia. Otra mexicana, Morett, sobrevivió y se ha recuperado en un hospital de Quito.
En Perú las autoridades justifican la captura porque esos individuos son terroristas y el terrorismo en el Perú es un crimen. Al parecer Correa no está en esa línea, pues en México acaba de decir que si la mexicana Morett lo pide, el asilo político le será otorgado “pues contra ella no pesa cargo alguno”.
Fue el propio Uribe quien le comunicó personalmente a Correa de la operación militar de Angostura, pero solo una vez que fue consumada. El mandatario ecuatoriano montó en cólera y desde entonces, 1 de marzo, sigue en una cadena de retaliaciones. Las tropas militares en la frontera fueron replegadas, pero las relaciones diplomáticas con Colombia continúan rotas.
Ha procedido a decapitar a la cúpula militar y ha colocado como ministro de Defensa a Javier Ponce, un antimilitarista confeso. Éste ha dicho que cortará toda vinculación de las fuerzas armadas con los Estados Unidos en cuanto a entrenamiento y acaso adquisición de armas y municiones. Si los militares aceptan el cambio, la institución probablemente irá camino de convertirse en una guardia armada al servicio de Correa y Ponce.
¿Con qué objetivos? El propio régimen lo ha dicho: conducir al país hacia el “socialismo del siglo XXI”, inspirado por los Castro de Cuba e impulsado por Chávez de Venezuela. Esto ha quedado muy claro en una de las reformas a la Constitución que acaba de aprobar uno de los comités del organismo.
Allí se dice que el propósito guía para el gobierno será la “distribución igualitaria y equitativa de los medios de producción”. Si el acápite se aprueba y pasa a integrar la Constitución, la está definida en cuanto a buscar la igualación por la vía de una paulatina captación de los medios de producción por parte del Estado. Como está ocurriendo en Venezuela.
La utopía de la igualación no se la puede intentar sino con la fuerza, pues nadie va a ceder voluntariamente lo que le pertenece. Con el uso de la fuerza, no solo policial sino militar, sobreviene inevitablemente la supresión de las libertades. Es lo que está sucediendo en Venezuela de Chávez y lo que sucedido en todos los regímenes totalitarios a través de la historia.
Una ideología de esas características conlleva antipatía y hostilidad contra los Estados Unidos. Ello es notorio en los casos de Chávez y Correa y de otros que siguen sus pasos como Ortega en Nicaragua y Morales en Bolivia, para no citar a Cuba. Estados Unidos es una concepción de vida antípoda a la que proponen los autócratas fascistas.
Correa reflejó esa antipatía al anunciar en su campaña y confirmarlo después que la base militar de Manta en manos de los Estados Unidos será eliminada el próximo año (se trasladará a Colombia, según recientes versiones). Dicha base no era de ocupación ni de intervención, sino servía de centro de operaciones para detectar el tráfico de drogas en aguas del Pacífico. Para el mundo entero, el uso y la distribución de estupefacientes es un crimen.
No tanto para Correa. Acaso porque su padre fue capturado por narcotraficante en los Estados Unidos, forzó a la Asamblea Constituyente a que reduzca o conceda amnistía a los narcotraficantes presos en las cárceles ecuatorianas por traficar drogas en cantidades menores.
De otro lado ¿por qué expulsó Correa al liderazgo militar tras el golpe de Angostura? Ya llegará el día en que alguno de los decapitados o todos se decidan a hablar con claridad. Por versiones divulgadas hoy por el gobierno colombiano, la información sobre campos guerrilleros dada por los militares ecuatorianos a Correa, fue desatendida por el mandatario.
Uribe mismo ha dicho en repetidas ocasiones que informes de inteligencia sobre la existencia de campamentos le fueron remitidos a Correa con regularidad. La excepción quizás sea la captura del cabecilla terrorista Trinidad y la destrucción de pocos campamentos en la región nororiental del país. Pero es evidente que Correa conocía del campamento en Angostura y sabía que allí estaba “Raúl Reyes”.
¿Pruebas de ello? La propia confesión de Correa al diario El País de España, al admitir que envió a su ministro de Seguridad Gustavo Larrea para que se entreviste con…Reyes. En México acaba de aceptar que Aisalla, el ecuatoriano muerto con la veintena de terroristas colombianos, era el enlace para que los estudiantes mexicanos llegaran a Angostura.
Con respecto a Aisalla, Correa esgrime una extraña lógica: está irritado por su muerte por los militares colombianos y no le importa si era o no un terrorista. No me importa, dijo, que sea terrorista, bombero o boyscout…lo que le preocupa era que fuera muerto por militares transgresores de la soberanía nacional...
Es la misma filosofía que guía a sus subalternos. Cuando se le pregunta al jefe de su campaña electoral sobre el origen de los fondos (entre ellos unos 100.000 dólares o más de las FARC), éste sostiene que a quien se debe sancionar es a quien aporta de modo dudoso, no al que recibe el aporte. La ley dice lo contrario y sanciona al recipiente incluso con la anulación del mandato. Pero Correa manipula la ley a su antojo.
De otro lado, en la misma visita a México, Correa acusa a los medios de comunicación de exagerar la gravedad de la crisis militar. Los medios viven del conflicto, ha comentado. Pero la crisis es de extraordinaria gravedad. Correa acusó a la cúpula castrense de actuar bajo órdenes de la CIA y ello equivale a acusarles de traición a la Patria. Cuando Manuel Araujo Hidalgo hizo una similar acusación en el Congreso, su jefe, el presidente José María Velasco Ibarra lo destituyó en 1960. Con Correa la consecuencia ha sido nombrar a Javier Ponce como el ministro de los militares para que continúe en la cruzada antimilitar y antiyanqui.
En México, para abundar, Correa reiteró la propuesta de Chávez de crear una OEA sin los Estados Unidos y con Cuba. Y tanto él como Ponce hablan de la necesidad de “abrirse” a otras alternativas, como la de la Unión Europa. ¿Acaso ignoran que cada vez más países europeos adhieren a la OTAN, una alianza militar anticomunista creada por los Estados Unidos y de la cual es socio?
Sin subterfugios ni eufemismos deberían decir a los ecuatorianos que la meta es aliarse militar y políticamente con naciones abiertamente anti Estados Unidos. ¿Acaso por Quito y Teherán abrirán muy pronto sus respectivas embajadas?
Mientras tanto, la economía en el Ecuador está peor que nunca. La tasa de crecimiento en el 2070 se ha ajustado a menos del 3%, una de las más bajas del mundo y tan solo adelante de Haití en la América Latina. Las perspectivas para el 2008 son quizás peores, dada la alta inflación, el freno a las inversiones y los azuzamientos constantes contra las empresas petroleras extranjeras, principales generadores de ingresos fiscales.
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