El presidente Álvaro Uribe tiene una popularidad de más del 80% en Colombia, transcurrido ya su segundo mandato. Su colega ecuatoriano, Rafael Correa, también tiene una popularidad alta, 64% y los dos figuran con el mayor respaldo entre los mandatarios de América Latina.
Pero ¡qué diferencia! La popularidad de Uribe se explica por su tenacidad en combatir al narcoterrorismo de las FARC, descartando cualquier posibilidad de transar con sus cabecillas como lo hicieron infructuosamente sus antecesores.
Correa, en cambio, aparentemente es popular por no haberse aliado con Uribe en la lucha contra el terrorismo. Aún más, parece que los ecuatorianos están satisfechos con su actitud proteccionista a las FARC, puesta al descubierto con los documentos hallados en las computadoras de la guerrilla.
En Colombia el presidente combate al narcoterrorismo para afianzar el sistema democrático que ese grupo ha jurado liquidar mediante el terror. En el Ecuador, en contraste, Correa avanza sin obstáculos en su objetivo de debilitar aún más el endeble sistema hasta extinguirlo y sustituirlo por una dictadura “socialista”.
En su marcha hacia el fascismo, entendido éste como la concentración de los poderes en una sola persona, Correa miente a menudo y mienten como él sus inmediatos colaboradores. El caso patético se refleja en sus relaciones con las FARC, puestas en evidencia a raíz de la destrucción del campamento de los narcoterroristas en Angostura, en territorio ecuatoriano.
Las falsedades y contradicciones de Correa y sus aliados son innumerables. Cuando Uribe lo llamó a su celular el 1 de marzo pasado para anunciarle que se había consumado con éxito el ataque a los terroristas en ese enclave, Correa no se irritó ni reaccionó con violencia. Más tarde, cuando se le comunicó que otra era la actitud del presidente Hugo Chávez de Venezuela, Correa comenzó a mentir.
Dijo que el campamento destruido era móvil: se probó lo contrario. Afirmó que no sabía de la presencia allí de Raúl Reyes en el Ecuador. Luego él mismo reveló al diario El País de España que había autorizado a su ministro Gustavo Larrea para que negocie con Reyes la liberación de rehenes clave.
En México defendió a los estudiantes de ese país infiltrados en el campamento. Cuatro de ellos fallecieron y la sobreviviente fue atendida y curada en Quito y luego acogida por el gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua. Correa dijo que no pesaba ningún cargo contra ella. La verdad es otra: fue a Angostura -luego de asistir a la reunión regional de terroristas en Quito- para recibir instrucciones para las operaciones de la filial de las FARC por ella comandada en México.
Inicialmente Correa negó saber cómo los mexicanos localizaron el campamento y cómo hacia allí viajaron. Luego aceptó que el vínculo era un ecuatoriano que murió en el bombardeo y al cual él también lo defendió, tildándolo de “compañero”.
Durante la campaña presidencial y ya como gobernante, Correa se ha negado sistemáticamente a admitir que las FARC son terroristas, como así las juzgan los Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones democráticas. Ha preferido referirse a ellas como tropas irregulares, luchadores por la libertad o fuerzas insurgentes. Acaba de cambiar: dice que las reconocerá como insurgentes cuando dejen de ser terroristas, esto es, cuando no secuestren ni asesinen a civiles inocentes o dinamiten bienes públicos, como lo han hechos durante casi 50 años desde que la célula originaria comunista se transformó en guerrilla.
Es obvio que las FARC no dejarán para nada sus acciones terroristas, solo para complacer a Correa y acaban de anunciar que los potenciales canjes de rehenes se han suspendido luego de la muerte de Reyes. ¿Cómo llamará Correa a estos terroristas, cuando se confirme lo obvio, que han sido, son y serán terroristas?
Contrista constatar que de éstas y otras realidades sobre las vinculaciones reales de Correa con las FARC y el movimiento hacia el “socialismo del siglo XXI” que propugnan Chávez y los Castro de Cuba, haya que enterarse por crónicas aparecidas en diarios que no son del Ecuador, sino del Perú, Estados Unidos e incluso de Europa.
La Asamblea Constituyente se negó a aceptar y menos iniciar un examen sobre los cargos de nexos existentes entre el gobierno de Correa y las FARC. Y ahora ha anunciado que podría declararles traidores a dos de sus integrantes que fueron a Bogotá y los Estados Unidos en pos de un esclarecimiento. A otro asambleísta, no adicto a Correa, el Tribunal Electoral le negó el pedido de que presente las cuentas de campaña para verificar si recibió o no dinero de las FARC, que se dice fue de 100.000 dólares. Y notificó al Procurador para que lo declare también traidor a la Patria por esa pretensión. ¿Fue por temor a una represalia que diarios tan importantes como El Comercio de Quito o El Universo no fueron los primeros en enviar reporteros a Bogotá para una investigación?
El diario El Comercio de Lima, primero y luego The Miami Herald de Miami han publicado reseñas acerca del contenido de los documentos hallados en las tres laptops capturadas a los terroristas. Son concluyentes. Y con seguridad habrá más, tan pronto la INTERPOL culmine la investigación que realiza en Singapur sobre la autenticidad de las computadoras y sus discos duros.
Lo que si se publicó es una reseña sobre lo que sucedió a dos agentes de las FARC capturados en Costa Rica gracias a las informaciones halladas en las computadoras. Tenían 480.000 dólares en efectivo y su misión era inclusive atentar contra la vida de un alto funcionario de ese país, aparte de financiar otras acciones del movimiento subversivo en América Latina. Si esa información probó ser auténtica ¿por qué las referentes a Correa van a ser falsas?
Mas las evidencias parecen no preocupar mucho a los ecuatorianos. Tampoco el hecho de que Correa continúe acumulando poderes que le confiere su asamblea títere y triture a la ley y al sistema institucional tantas veces cuantas le viene en gana. Deshizo la inversión privada en el área minero y concedió sin licitación ni concurso a una empresa argentina la construcción de una central hidroeléctrica, previa el alza de costos en un 20% a más de 2.000 millones de dólares.
Adicionalmente, decidió sin concursos comprar 24 aviones de combate de marca Supertucan construidos por la estatal brasileña Embraer (que por cierto cuenta con tecnología estadounidense bajo licencia). El costo de estos aviones, iguales a los que utilizó Colombia para liquidar a los terroristas, es de 270 millones de dólares.
Cualquier ecuatoriano no correista, aparte de condenar lo arbitrario del procedimiento para adquirir armamento para las fuerzas armadas, debería preguntarse cuáles las razones para tan súbita y costosa compra de caza bombardero. Con Perú ya no hay conflicto. ¿Con Colombia? ¿Acaso Correa le ha declarado la guerra a este país por la incursión en Angostura y quiere armarse para atacarlo? ¿O es simplemente otra forma de adular a los militares, con el nuevo ministro de Defensa Javier Ponce, confeso anti militar? Uribe no bombardeó a ecuatorianos ni a instituciones ecuatorianas, sino a narcoterroristas que desean expandir el “socialismo del siglo XXI” no solo a Colombia sino, según los documentos, al Ecuador y otros países latinoamericanos.
¿O es que hay coincidencia de objetivos entre Correa y las FARC, lo cual explicaría su condescendencia y protección al grupo? Después de todo ¿no acaba de felicitar al presidente electo Lugo del Paraguay y decir que con él se está dando otro paso hacia la proliferación del “socialismo del siglo XXI” de corte castro/chavista en América Latina?
La reiteración de Correa de que su propósito es implantar en el Ecuador un socialismo, no ha sido ni repudiado ni comentado por políticos ni comentaristas del país. ¿Acaso fue ese su slogan de su campaña, conquistar la presidencia para llevar al país hacia el socialismo del siglo XXI o del siglo que fuere? No, porque si se hubiese delatado, es probable que no hubiera alcanzado tan abrumadora victoria.
Pero ahora, transcurrido más de un año de gobierno durante el cual todos los indicadores económicos le son desfavorables, su reafirmación socialista no ha tenido resonancia, lo que induce a pensar que se la acepta. ¿Es eso lo que quiere la mayoría de ecuatorianos? ¿Comprende esa mayoría lo que es el socialismo que Correa busca y lo está consiguiendo? Ejemplos del fracaso socialista están claros con la vieja URSS y ahora en Cuba, Corea del Norte.
El socialismo, a la postre, es concentración de poderes en un grupo elitista del gobierno, con la finalidad de la apropiación de los medios de producción por parte del Estado. Pretenden así eliminar las desigualdades y lo que consiguen es la reducción de la riqueza nacional y la igualación de la miseria.
Si el sistema democrático anterior a Correa era deficiente, de lo que no cabe duda, la alternativa del “socialismo del siglo XXI” es aún peor. Ya se están sintiendo y presintiendo los efectos negativos. ¿Es para ello que Correa cuenta con el respaldo mayoritario de la población? De confirmarse la premisa, ello equivaldría a suponer que se está fraguándose allí un increíble caso de suicido colectivo.
El peruano Jaime Bayly, director de un programa de TV en español que se difunde desde Miami, dijo con mucha ironía al contrastar a Uribe con Correa y Chávez: cómo no quisiera ser colombiano para tener un presidente de la calidad de Uribe. Se podría agregar: cómo no quisiera ser ecuatoriano para no tener a un presidente de la calidad de Correa.
Sunday, April 27, 2008
Friday, April 18, 2008
RAFAEL CORREA SE REPLIEGA
El presidente ecuatoriano Rafael Correa ha prometido que en adelante ya no protegerá a los narcoterroristas de las FARC si son sorprendidos dentro del territorio nacional.
Si se los encuentra, ha dicho, su presencia será considerada como un acto de guerra y, como tal, las fuerzas armadas ecuatorianas los reprimirán, se entiende que apresándolos si se rinden o matándolos si se resisten.
El mandatario ecuatoriano ha reaccionado con tardanza, a diferencia de la presteza de su inspirador y guía, el presidente venezolano Hugo Chávez. Éste, tan pronto como supo que había sido descubierta su estrecha vinculación con las FARC, cambió rápidamente de actitud.
Su agresión verbal contra el presidente Álvaro Uribe de Colombia desapareció y, en consonancia, ordenó el retiro de tanques y tropas de la frontera y en la cita del Grupo de Río en República Dominicana fue el gran pacificador entre Uribe y Correa.
Pero Correa ha sido necio y tardío. Afectado por el certero bombardeo de los militares al campamento de los narcoterroristas en Angostura, en el que murió el segundo a bordo de las FARC y una veintena más de subalternos, reaccionó sin mucha reflexión que el campamento era solo “temporal”.
Cuando las evidencias demostraron que ese asentamiento era antiguo, adujo que de su existencia nada sabía y acusó a la cúpula militar de no haberle dado la información a él, sino a Uribe y la CIA. Ello equivalía a acusar a la cúpula de alta traición, por lo que sus integrantes fueron relevados.
Días más tarde, Hugo Chávez reveló que Correa si conocía que “Raúl Reyes”, el cabecilla muerto en el bombardeo, estaba en el Ecuador para negociar (sin el conocimiento de Uribe) la liberación de una de las secuestradas más notorias de los narcoterroristas, la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.
En la negociación y por propia confesión intervino del ministro de Seguridad del Ecuador, Gustavo Larrea. Pero dijo que las conversaciones con “Reyes” se realizaron n o en Angostura sino “en un tercer país”, cuya identidad no ha revelado hasta la fecha.
A nadie se le escapa que ese tercer país no existe ni hay que ser muy astuto para suponer que las citas de Larrea y “Reyes” se hicieron en el bien equipado campamento de Angostura y que ello era conocido y autorizado por Correa. El gobierno colombiano difundió una foto de los dos personajes, pero el supuesto Larrea resultó ser otro comunista, de nacionalidad Argentina. Pero sin duda ya se conocerán otros documentos probatorios.
Las pruebas están contenidas en las memorias de las 3 computadoras captadas de los terroristas, tras el asalto. Hay 16.000 documentos y los pocos difundidos indican claramente que Chávez apoyó política, tácticamente y financieramente a las FARC. En cuanto al cachorro Correa, la ayuda de las FARC fue en efectivo: 100.000 dólares o más para su campaña electoral.
“Raúl Reyes”, que según los documentos fue el que coordinó y autorizó los pagos, quedó feliz por la inversión y los resultados. En un video divulgado por Colombia, el cabecilla felicita entusiastamente a Correa por la victoria y le desea suerte en la ejecución de la “revolución bolivariana y socialista del siglo XXI”.
“Reyes” habla el mismo lenguaje “revolucionario” de Correa, Morales y Ortega, con la infaltable marca de fábrica de la Cuba castrista.
Y tiene la misma tónica y perspectiva de los más cercanos colaboradores que rodean a Correa, entre ellos Javier Ponce, ahora ministro de Defensa y Alberto Acosta, presidente de la Asamblea Constituyente. (A propósito de las alusiones clasistas y racistas de Correa ¿no son Ponce y Acosta dos ejemplos típicos de pelucones conversos adulando a un solo cholo verdadero?)
Entre los sobrevivientes del bombardeo de Angostura, figura la mexicana Lucía Moretta. Ella, con otros estudiantes mexicanos que perecieron, asistió a una conferencia bolivariana celebrada en Quito con gastos pagados por Chávez y luego viajó con ellos a Angostura. Aduce que no es terrorista ni simpatizante y que su misión con los narcoterroristas era de pura “investigación social”.
Rueda de molino que no se la traga nadie. Correa la protege y en México le ofreció asilo político en el Ecuador, si lo quería. Contra ella no pesa ningún cargo, dijo, pero a la postre Moretta prefirió viajar a…Nicaragua, donde fue recibida en persona por Ortega, como WBush lo hizo con el Papa.
Para reforzar sus apariencias de cambio ante las FARC, previo al anuncio de que su presencia en territorio ecuatoriano sería considerada como un acto de guerra, comenzaron a multiplicarse como por ensalmo las noticias de capturas de laboratorios y campamentos de narcoterroristas en varios puntos del área más vulnerable, la jungla amazónica.
¿De pronto mejoraron los servicios de inteligencia militar o se ordenó que no se apaguen los radares como en la noche anterior al asalto de Angostura? Son coincidencias poco favorables a la credibilidad del mandatario ecuatoriano, que ha sido sorprendido en tantas contradicciones y rectificaciones.
Uno de los últimos pasos en falso lo dio el flamante ministro Ponce, se entiende que con conocimiento de Correa. Pomposamente amenazó a Uribe probar que las fuerzas armadas del Ecuador se vieron impedidas por el gobierno para evitar la presencia de las FARC. Le dio el plazo improrrogable de 48 horas.
¿Cuáles eran las consecuencias de no cumplirse el ultimátum? A juzgar por la arrogancia del dueto Correa/Ponce, lo menos que podía esperarse era un bombardeo al Palacio de Nariño, de lo que habló Correa en Santo Domingo.
Pero no por temor a una represalia, Uribe contestó que la mejor prueba era la presencia de “Reyes” en territorio ecuatoriano. Con ello quiso decir todo. Pero Correa hizo fisga y expresó que ello equivaldría a que él acusara a su colega de lo mismo, porque Marulanda sigue vivo en Colombia.
Es una analogía disparatada. Uribe, en contraste con sus predecesores, no quiso caer en la trampa de las negociaciones con los grupos terroristas, que no condujeron sino a su consolidación y ampliación de poder. Les ha declarado la guerra sin cuartel y una demostración de ello fue precisamente el ataque a Angostura.
Correa, en contraste, ha sido blando con los terroristas, los ha protegido y llamado “luchadores por la libertad”, “insurgentes” o “fuerzas irregulares”. Nunca hasta su reciente declaración, ha considerado que su presencia ilícita en tierras ecuatorianas era violatoria de la soberanía nacional y, por tanto, que constituía un “acto de guerra” que había que reprimir.
Imposible intuir qué grado de sinceridad hay sus declaraciones sobre las FARC. En Paraguay se ha denunciado la presencia de 100 venezolanos y ecuatorianos (50/50) cuya intención es agitar y propiciar por cualquier medio la victoria del candidato presidencial Lugo. Javier Ponce no desmintió la acusación. Se limitó a decir: ojalá gane Lugo…
Explicó que así se extendería la ola de regímenes latinoamericanos que quieren independizarse de los Estados Unidos para formar una OEA sin el “imperio”, pero con Cuba incluida.
Entre las reformas a la institución militar en el Ecuador, Ponce anuncia que cortará el entrenamiento de oficiales en los Estados Unidos, para reubicarlos en Brasil, Argentina o Chile. ¿En dónde se perfeccionan los militares de estos países? Si Ponce cree que es en Irán, Cuba, Corea del Norte o en cualquier otro país “independiente” de USA, está equivocado.
Si otra hubiese sido la formación intelectual, emocional y moral de Correa y sus seguidores, las FARC no habrían encontrado refugio en el Ecuador. Desde un comienzo sus incursiones habrían sido consideradas como actos de guerra y se habrían armonizado con Colombia, Brasil o los Estados Unidos planes conjuntos para liquidarlas en el menor plazo posible.
Las FARC, núcleo comunista que optó por las armas hace 50 años y luego se alió con el narcotráfico para financiarse, tienen la meta de derrocar al gobierno democráticamente establecido de Colombia, para sustituirlo por una dictadura de corte fascista. No caben, pues, términos medios con esa agrupación como así lo ha entendido Uribe desde un principio.
Los terroristas no respetan fronteras. Actúan con igual saña en Irak, Londres, Madrid, París, Bogotá o Quito. Sus objetivos no son militares sino civiles. No solo la vida ajena es despreciable para ellos, sino la propia y no vacilan en utilizar y entrenar a niños y mujeres para la inmolación genocida.
Las Naciones Unidas condenan al terrorismo y a los países y gobiernos que lo practican, fomentan, protegen y albergan. Este organismo no siempre cumple ni hace cumplir las condenas antiterroristas, como en el caso del Irak de Saddam Hussein y como ahora con Irán.
Pero ello no exime de culpa ni a Correa ni a sus seguidores. A menos, claro está, de que haya reflexionado o se haya visto forzado por las circunstancias y evidencias a cambiar de actitud ante las FARC. Solo el tiempo lo dirá.
Si se los encuentra, ha dicho, su presencia será considerada como un acto de guerra y, como tal, las fuerzas armadas ecuatorianas los reprimirán, se entiende que apresándolos si se rinden o matándolos si se resisten.
El mandatario ecuatoriano ha reaccionado con tardanza, a diferencia de la presteza de su inspirador y guía, el presidente venezolano Hugo Chávez. Éste, tan pronto como supo que había sido descubierta su estrecha vinculación con las FARC, cambió rápidamente de actitud.
Su agresión verbal contra el presidente Álvaro Uribe de Colombia desapareció y, en consonancia, ordenó el retiro de tanques y tropas de la frontera y en la cita del Grupo de Río en República Dominicana fue el gran pacificador entre Uribe y Correa.
Pero Correa ha sido necio y tardío. Afectado por el certero bombardeo de los militares al campamento de los narcoterroristas en Angostura, en el que murió el segundo a bordo de las FARC y una veintena más de subalternos, reaccionó sin mucha reflexión que el campamento era solo “temporal”.
Cuando las evidencias demostraron que ese asentamiento era antiguo, adujo que de su existencia nada sabía y acusó a la cúpula militar de no haberle dado la información a él, sino a Uribe y la CIA. Ello equivalía a acusar a la cúpula de alta traición, por lo que sus integrantes fueron relevados.
Días más tarde, Hugo Chávez reveló que Correa si conocía que “Raúl Reyes”, el cabecilla muerto en el bombardeo, estaba en el Ecuador para negociar (sin el conocimiento de Uribe) la liberación de una de las secuestradas más notorias de los narcoterroristas, la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.
En la negociación y por propia confesión intervino del ministro de Seguridad del Ecuador, Gustavo Larrea. Pero dijo que las conversaciones con “Reyes” se realizaron n o en Angostura sino “en un tercer país”, cuya identidad no ha revelado hasta la fecha.
A nadie se le escapa que ese tercer país no existe ni hay que ser muy astuto para suponer que las citas de Larrea y “Reyes” se hicieron en el bien equipado campamento de Angostura y que ello era conocido y autorizado por Correa. El gobierno colombiano difundió una foto de los dos personajes, pero el supuesto Larrea resultó ser otro comunista, de nacionalidad Argentina. Pero sin duda ya se conocerán otros documentos probatorios.
Las pruebas están contenidas en las memorias de las 3 computadoras captadas de los terroristas, tras el asalto. Hay 16.000 documentos y los pocos difundidos indican claramente que Chávez apoyó política, tácticamente y financieramente a las FARC. En cuanto al cachorro Correa, la ayuda de las FARC fue en efectivo: 100.000 dólares o más para su campaña electoral.
“Raúl Reyes”, que según los documentos fue el que coordinó y autorizó los pagos, quedó feliz por la inversión y los resultados. En un video divulgado por Colombia, el cabecilla felicita entusiastamente a Correa por la victoria y le desea suerte en la ejecución de la “revolución bolivariana y socialista del siglo XXI”.
“Reyes” habla el mismo lenguaje “revolucionario” de Correa, Morales y Ortega, con la infaltable marca de fábrica de la Cuba castrista.
Y tiene la misma tónica y perspectiva de los más cercanos colaboradores que rodean a Correa, entre ellos Javier Ponce, ahora ministro de Defensa y Alberto Acosta, presidente de la Asamblea Constituyente. (A propósito de las alusiones clasistas y racistas de Correa ¿no son Ponce y Acosta dos ejemplos típicos de pelucones conversos adulando a un solo cholo verdadero?)
Entre los sobrevivientes del bombardeo de Angostura, figura la mexicana Lucía Moretta. Ella, con otros estudiantes mexicanos que perecieron, asistió a una conferencia bolivariana celebrada en Quito con gastos pagados por Chávez y luego viajó con ellos a Angostura. Aduce que no es terrorista ni simpatizante y que su misión con los narcoterroristas era de pura “investigación social”.
Rueda de molino que no se la traga nadie. Correa la protege y en México le ofreció asilo político en el Ecuador, si lo quería. Contra ella no pesa ningún cargo, dijo, pero a la postre Moretta prefirió viajar a…Nicaragua, donde fue recibida en persona por Ortega, como WBush lo hizo con el Papa.
Para reforzar sus apariencias de cambio ante las FARC, previo al anuncio de que su presencia en territorio ecuatoriano sería considerada como un acto de guerra, comenzaron a multiplicarse como por ensalmo las noticias de capturas de laboratorios y campamentos de narcoterroristas en varios puntos del área más vulnerable, la jungla amazónica.
¿De pronto mejoraron los servicios de inteligencia militar o se ordenó que no se apaguen los radares como en la noche anterior al asalto de Angostura? Son coincidencias poco favorables a la credibilidad del mandatario ecuatoriano, que ha sido sorprendido en tantas contradicciones y rectificaciones.
Uno de los últimos pasos en falso lo dio el flamante ministro Ponce, se entiende que con conocimiento de Correa. Pomposamente amenazó a Uribe probar que las fuerzas armadas del Ecuador se vieron impedidas por el gobierno para evitar la presencia de las FARC. Le dio el plazo improrrogable de 48 horas.
¿Cuáles eran las consecuencias de no cumplirse el ultimátum? A juzgar por la arrogancia del dueto Correa/Ponce, lo menos que podía esperarse era un bombardeo al Palacio de Nariño, de lo que habló Correa en Santo Domingo.
Pero no por temor a una represalia, Uribe contestó que la mejor prueba era la presencia de “Reyes” en territorio ecuatoriano. Con ello quiso decir todo. Pero Correa hizo fisga y expresó que ello equivaldría a que él acusara a su colega de lo mismo, porque Marulanda sigue vivo en Colombia.
Es una analogía disparatada. Uribe, en contraste con sus predecesores, no quiso caer en la trampa de las negociaciones con los grupos terroristas, que no condujeron sino a su consolidación y ampliación de poder. Les ha declarado la guerra sin cuartel y una demostración de ello fue precisamente el ataque a Angostura.
Correa, en contraste, ha sido blando con los terroristas, los ha protegido y llamado “luchadores por la libertad”, “insurgentes” o “fuerzas irregulares”. Nunca hasta su reciente declaración, ha considerado que su presencia ilícita en tierras ecuatorianas era violatoria de la soberanía nacional y, por tanto, que constituía un “acto de guerra” que había que reprimir.
Imposible intuir qué grado de sinceridad hay sus declaraciones sobre las FARC. En Paraguay se ha denunciado la presencia de 100 venezolanos y ecuatorianos (50/50) cuya intención es agitar y propiciar por cualquier medio la victoria del candidato presidencial Lugo. Javier Ponce no desmintió la acusación. Se limitó a decir: ojalá gane Lugo…
Explicó que así se extendería la ola de regímenes latinoamericanos que quieren independizarse de los Estados Unidos para formar una OEA sin el “imperio”, pero con Cuba incluida.
Entre las reformas a la institución militar en el Ecuador, Ponce anuncia que cortará el entrenamiento de oficiales en los Estados Unidos, para reubicarlos en Brasil, Argentina o Chile. ¿En dónde se perfeccionan los militares de estos países? Si Ponce cree que es en Irán, Cuba, Corea del Norte o en cualquier otro país “independiente” de USA, está equivocado.
Si otra hubiese sido la formación intelectual, emocional y moral de Correa y sus seguidores, las FARC no habrían encontrado refugio en el Ecuador. Desde un comienzo sus incursiones habrían sido consideradas como actos de guerra y se habrían armonizado con Colombia, Brasil o los Estados Unidos planes conjuntos para liquidarlas en el menor plazo posible.
Las FARC, núcleo comunista que optó por las armas hace 50 años y luego se alió con el narcotráfico para financiarse, tienen la meta de derrocar al gobierno democráticamente establecido de Colombia, para sustituirlo por una dictadura de corte fascista. No caben, pues, términos medios con esa agrupación como así lo ha entendido Uribe desde un principio.
Los terroristas no respetan fronteras. Actúan con igual saña en Irak, Londres, Madrid, París, Bogotá o Quito. Sus objetivos no son militares sino civiles. No solo la vida ajena es despreciable para ellos, sino la propia y no vacilan en utilizar y entrenar a niños y mujeres para la inmolación genocida.
Las Naciones Unidas condenan al terrorismo y a los países y gobiernos que lo practican, fomentan, protegen y albergan. Este organismo no siempre cumple ni hace cumplir las condenas antiterroristas, como en el caso del Irak de Saddam Hussein y como ahora con Irán.
Pero ello no exime de culpa ni a Correa ni a sus seguidores. A menos, claro está, de que haya reflexionado o se haya visto forzado por las circunstancias y evidencias a cambiar de actitud ante las FARC. Solo el tiempo lo dirá.
Sunday, April 13, 2008
NO CABE NEUTRALIDAD
Frente al terrorismo y los terroristas, no cabe la neutralidad. Puede haber discrepancias en cuanto a los métodos para combatirlos. Pero una posición neutral no existe.
El presidente Rafael Correa y sus ministros de Relaciones Exteriores, de Defensa, de Gobierno y Seguridad al tiempo que condenan al terrorismo y a los terroristas, afirman que son neutrales en la guerra que el presidente Álvaro Uribe de Colombia despliega contra las FARC.
Cuando Correa dice que es neutral, miente. Ha demostrado que no es neutral: admira a los terroristas, se niega a calificarlos de tales y les ampara. Una clara muestra de ello ha sido su reacción por el bombardeo al campamento terrorista de Angostura en territorio ecuatoriano.
En Venezuela el presidente Hugo Chávez ordenó un minuto de silencio por lo que él calificó de “asesinato” al alto dirigente de las FARC “Raúl Reyes” y a una veintena de sus súbditos y movilizó tropas militares a la frontera con Colombia, en actitud desafiante contra Uribe.
Ecuador también movilizó tropas y, como Chávez, Correa rompió relaciones diplomáticas. Pero el venezolano, al verse descubierto en sus vinculaciones con las FARC por el hallazgo de información en las computadoras confiscadas a los terroristas, reanudó la diplomacia con Colombia, retiró las tropas y fue mediador para que Uribe y Correa se den un apretón de manos.
Pero Correa sigue empecinado en no reanudar las relaciones con Colombia y para eventualmente hacerlo, pone condiciones. Son secretas, nadie las conoce salvo el secretario general de la OEA. Pero se desprende que está pidiendo que Colombia no divulgue más documentos de la FARC, que son 16 mil.
La autenticidad de dichos documentos está siendo verificada por una comisión de la INTERPOL. Pero varios de los datos encontrados han resultado ciertos. Por ejemplo, la captura de emisarios del grupo capturados en Costa Rica con casi medio millón de dólares en efectivo para sobornos y subsidios políticos.
También gracias a tales documentos, Perú capturó a unos 8 terroristas que se habían dado cita en una conferencia bolivariana realizada en Quito con dinero de Chávez. Cuatro mexicanos muertos en el bombardeo en Angostura eran participantes de la misma conferencia. Otra mexicana, Morett, sobrevivió y se ha recuperado en un hospital de Quito.
En Perú las autoridades justifican la captura porque esos individuos son terroristas y el terrorismo en el Perú es un crimen. Al parecer Correa no está en esa línea, pues en México acaba de decir que si la mexicana Morett lo pide, el asilo político le será otorgado “pues contra ella no pesa cargo alguno”.
Fue el propio Uribe quien le comunicó personalmente a Correa de la operación militar de Angostura, pero solo una vez que fue consumada. El mandatario ecuatoriano montó en cólera y desde entonces, 1 de marzo, sigue en una cadena de retaliaciones. Las tropas militares en la frontera fueron replegadas, pero las relaciones diplomáticas con Colombia continúan rotas.
Ha procedido a decapitar a la cúpula militar y ha colocado como ministro de Defensa a Javier Ponce, un antimilitarista confeso. Éste ha dicho que cortará toda vinculación de las fuerzas armadas con los Estados Unidos en cuanto a entrenamiento y acaso adquisición de armas y municiones. Si los militares aceptan el cambio, la institución probablemente irá camino de convertirse en una guardia armada al servicio de Correa y Ponce.
¿Con qué objetivos? El propio régimen lo ha dicho: conducir al país hacia el “socialismo del siglo XXI”, inspirado por los Castro de Cuba e impulsado por Chávez de Venezuela. Esto ha quedado muy claro en una de las reformas a la Constitución que acaba de aprobar uno de los comités del organismo.
Allí se dice que el propósito guía para el gobierno será la “distribución igualitaria y equitativa de los medios de producción”. Si el acápite se aprueba y pasa a integrar la Constitución, la está definida en cuanto a buscar la igualación por la vía de una paulatina captación de los medios de producción por parte del Estado. Como está ocurriendo en Venezuela.
La utopía de la igualación no se la puede intentar sino con la fuerza, pues nadie va a ceder voluntariamente lo que le pertenece. Con el uso de la fuerza, no solo policial sino militar, sobreviene inevitablemente la supresión de las libertades. Es lo que está sucediendo en Venezuela de Chávez y lo que sucedido en todos los regímenes totalitarios a través de la historia.
Una ideología de esas características conlleva antipatía y hostilidad contra los Estados Unidos. Ello es notorio en los casos de Chávez y Correa y de otros que siguen sus pasos como Ortega en Nicaragua y Morales en Bolivia, para no citar a Cuba. Estados Unidos es una concepción de vida antípoda a la que proponen los autócratas fascistas.
Correa reflejó esa antipatía al anunciar en su campaña y confirmarlo después que la base militar de Manta en manos de los Estados Unidos será eliminada el próximo año (se trasladará a Colombia, según recientes versiones). Dicha base no era de ocupación ni de intervención, sino servía de centro de operaciones para detectar el tráfico de drogas en aguas del Pacífico. Para el mundo entero, el uso y la distribución de estupefacientes es un crimen.
No tanto para Correa. Acaso porque su padre fue capturado por narcotraficante en los Estados Unidos, forzó a la Asamblea Constituyente a que reduzca o conceda amnistía a los narcotraficantes presos en las cárceles ecuatorianas por traficar drogas en cantidades menores.
De otro lado ¿por qué expulsó Correa al liderazgo militar tras el golpe de Angostura? Ya llegará el día en que alguno de los decapitados o todos se decidan a hablar con claridad. Por versiones divulgadas hoy por el gobierno colombiano, la información sobre campos guerrilleros dada por los militares ecuatorianos a Correa, fue desatendida por el mandatario.
Uribe mismo ha dicho en repetidas ocasiones que informes de inteligencia sobre la existencia de campamentos le fueron remitidos a Correa con regularidad. La excepción quizás sea la captura del cabecilla terrorista Trinidad y la destrucción de pocos campamentos en la región nororiental del país. Pero es evidente que Correa conocía del campamento en Angostura y sabía que allí estaba “Raúl Reyes”.
¿Pruebas de ello? La propia confesión de Correa al diario El País de España, al admitir que envió a su ministro de Seguridad Gustavo Larrea para que se entreviste con…Reyes. En México acaba de aceptar que Aisalla, el ecuatoriano muerto con la veintena de terroristas colombianos, era el enlace para que los estudiantes mexicanos llegaran a Angostura.
Con respecto a Aisalla, Correa esgrime una extraña lógica: está irritado por su muerte por los militares colombianos y no le importa si era o no un terrorista. No me importa, dijo, que sea terrorista, bombero o boyscout…lo que le preocupa era que fuera muerto por militares transgresores de la soberanía nacional...
Es la misma filosofía que guía a sus subalternos. Cuando se le pregunta al jefe de su campaña electoral sobre el origen de los fondos (entre ellos unos 100.000 dólares o más de las FARC), éste sostiene que a quien se debe sancionar es a quien aporta de modo dudoso, no al que recibe el aporte. La ley dice lo contrario y sanciona al recipiente incluso con la anulación del mandato. Pero Correa manipula la ley a su antojo.
De otro lado, en la misma visita a México, Correa acusa a los medios de comunicación de exagerar la gravedad de la crisis militar. Los medios viven del conflicto, ha comentado. Pero la crisis es de extraordinaria gravedad. Correa acusó a la cúpula castrense de actuar bajo órdenes de la CIA y ello equivale a acusarles de traición a la Patria. Cuando Manuel Araujo Hidalgo hizo una similar acusación en el Congreso, su jefe, el presidente José María Velasco Ibarra lo destituyó en 1960. Con Correa la consecuencia ha sido nombrar a Javier Ponce como el ministro de los militares para que continúe en la cruzada antimilitar y antiyanqui.
En México, para abundar, Correa reiteró la propuesta de Chávez de crear una OEA sin los Estados Unidos y con Cuba. Y tanto él como Ponce hablan de la necesidad de “abrirse” a otras alternativas, como la de la Unión Europa. ¿Acaso ignoran que cada vez más países europeos adhieren a la OTAN, una alianza militar anticomunista creada por los Estados Unidos y de la cual es socio?
Sin subterfugios ni eufemismos deberían decir a los ecuatorianos que la meta es aliarse militar y políticamente con naciones abiertamente anti Estados Unidos. ¿Acaso por Quito y Teherán abrirán muy pronto sus respectivas embajadas?
Mientras tanto, la economía en el Ecuador está peor que nunca. La tasa de crecimiento en el 2070 se ha ajustado a menos del 3%, una de las más bajas del mundo y tan solo adelante de Haití en la América Latina. Las perspectivas para el 2008 son quizás peores, dada la alta inflación, el freno a las inversiones y los azuzamientos constantes contra las empresas petroleras extranjeras, principales generadores de ingresos fiscales.
El presidente Rafael Correa y sus ministros de Relaciones Exteriores, de Defensa, de Gobierno y Seguridad al tiempo que condenan al terrorismo y a los terroristas, afirman que son neutrales en la guerra que el presidente Álvaro Uribe de Colombia despliega contra las FARC.
Cuando Correa dice que es neutral, miente. Ha demostrado que no es neutral: admira a los terroristas, se niega a calificarlos de tales y les ampara. Una clara muestra de ello ha sido su reacción por el bombardeo al campamento terrorista de Angostura en territorio ecuatoriano.
En Venezuela el presidente Hugo Chávez ordenó un minuto de silencio por lo que él calificó de “asesinato” al alto dirigente de las FARC “Raúl Reyes” y a una veintena de sus súbditos y movilizó tropas militares a la frontera con Colombia, en actitud desafiante contra Uribe.
Ecuador también movilizó tropas y, como Chávez, Correa rompió relaciones diplomáticas. Pero el venezolano, al verse descubierto en sus vinculaciones con las FARC por el hallazgo de información en las computadoras confiscadas a los terroristas, reanudó la diplomacia con Colombia, retiró las tropas y fue mediador para que Uribe y Correa se den un apretón de manos.
Pero Correa sigue empecinado en no reanudar las relaciones con Colombia y para eventualmente hacerlo, pone condiciones. Son secretas, nadie las conoce salvo el secretario general de la OEA. Pero se desprende que está pidiendo que Colombia no divulgue más documentos de la FARC, que son 16 mil.
La autenticidad de dichos documentos está siendo verificada por una comisión de la INTERPOL. Pero varios de los datos encontrados han resultado ciertos. Por ejemplo, la captura de emisarios del grupo capturados en Costa Rica con casi medio millón de dólares en efectivo para sobornos y subsidios políticos.
También gracias a tales documentos, Perú capturó a unos 8 terroristas que se habían dado cita en una conferencia bolivariana realizada en Quito con dinero de Chávez. Cuatro mexicanos muertos en el bombardeo en Angostura eran participantes de la misma conferencia. Otra mexicana, Morett, sobrevivió y se ha recuperado en un hospital de Quito.
En Perú las autoridades justifican la captura porque esos individuos son terroristas y el terrorismo en el Perú es un crimen. Al parecer Correa no está en esa línea, pues en México acaba de decir que si la mexicana Morett lo pide, el asilo político le será otorgado “pues contra ella no pesa cargo alguno”.
Fue el propio Uribe quien le comunicó personalmente a Correa de la operación militar de Angostura, pero solo una vez que fue consumada. El mandatario ecuatoriano montó en cólera y desde entonces, 1 de marzo, sigue en una cadena de retaliaciones. Las tropas militares en la frontera fueron replegadas, pero las relaciones diplomáticas con Colombia continúan rotas.
Ha procedido a decapitar a la cúpula militar y ha colocado como ministro de Defensa a Javier Ponce, un antimilitarista confeso. Éste ha dicho que cortará toda vinculación de las fuerzas armadas con los Estados Unidos en cuanto a entrenamiento y acaso adquisición de armas y municiones. Si los militares aceptan el cambio, la institución probablemente irá camino de convertirse en una guardia armada al servicio de Correa y Ponce.
¿Con qué objetivos? El propio régimen lo ha dicho: conducir al país hacia el “socialismo del siglo XXI”, inspirado por los Castro de Cuba e impulsado por Chávez de Venezuela. Esto ha quedado muy claro en una de las reformas a la Constitución que acaba de aprobar uno de los comités del organismo.
Allí se dice que el propósito guía para el gobierno será la “distribución igualitaria y equitativa de los medios de producción”. Si el acápite se aprueba y pasa a integrar la Constitución, la está definida en cuanto a buscar la igualación por la vía de una paulatina captación de los medios de producción por parte del Estado. Como está ocurriendo en Venezuela.
La utopía de la igualación no se la puede intentar sino con la fuerza, pues nadie va a ceder voluntariamente lo que le pertenece. Con el uso de la fuerza, no solo policial sino militar, sobreviene inevitablemente la supresión de las libertades. Es lo que está sucediendo en Venezuela de Chávez y lo que sucedido en todos los regímenes totalitarios a través de la historia.
Una ideología de esas características conlleva antipatía y hostilidad contra los Estados Unidos. Ello es notorio en los casos de Chávez y Correa y de otros que siguen sus pasos como Ortega en Nicaragua y Morales en Bolivia, para no citar a Cuba. Estados Unidos es una concepción de vida antípoda a la que proponen los autócratas fascistas.
Correa reflejó esa antipatía al anunciar en su campaña y confirmarlo después que la base militar de Manta en manos de los Estados Unidos será eliminada el próximo año (se trasladará a Colombia, según recientes versiones). Dicha base no era de ocupación ni de intervención, sino servía de centro de operaciones para detectar el tráfico de drogas en aguas del Pacífico. Para el mundo entero, el uso y la distribución de estupefacientes es un crimen.
No tanto para Correa. Acaso porque su padre fue capturado por narcotraficante en los Estados Unidos, forzó a la Asamblea Constituyente a que reduzca o conceda amnistía a los narcotraficantes presos en las cárceles ecuatorianas por traficar drogas en cantidades menores.
De otro lado ¿por qué expulsó Correa al liderazgo militar tras el golpe de Angostura? Ya llegará el día en que alguno de los decapitados o todos se decidan a hablar con claridad. Por versiones divulgadas hoy por el gobierno colombiano, la información sobre campos guerrilleros dada por los militares ecuatorianos a Correa, fue desatendida por el mandatario.
Uribe mismo ha dicho en repetidas ocasiones que informes de inteligencia sobre la existencia de campamentos le fueron remitidos a Correa con regularidad. La excepción quizás sea la captura del cabecilla terrorista Trinidad y la destrucción de pocos campamentos en la región nororiental del país. Pero es evidente que Correa conocía del campamento en Angostura y sabía que allí estaba “Raúl Reyes”.
¿Pruebas de ello? La propia confesión de Correa al diario El País de España, al admitir que envió a su ministro de Seguridad Gustavo Larrea para que se entreviste con…Reyes. En México acaba de aceptar que Aisalla, el ecuatoriano muerto con la veintena de terroristas colombianos, era el enlace para que los estudiantes mexicanos llegaran a Angostura.
Con respecto a Aisalla, Correa esgrime una extraña lógica: está irritado por su muerte por los militares colombianos y no le importa si era o no un terrorista. No me importa, dijo, que sea terrorista, bombero o boyscout…lo que le preocupa era que fuera muerto por militares transgresores de la soberanía nacional...
Es la misma filosofía que guía a sus subalternos. Cuando se le pregunta al jefe de su campaña electoral sobre el origen de los fondos (entre ellos unos 100.000 dólares o más de las FARC), éste sostiene que a quien se debe sancionar es a quien aporta de modo dudoso, no al que recibe el aporte. La ley dice lo contrario y sanciona al recipiente incluso con la anulación del mandato. Pero Correa manipula la ley a su antojo.
De otro lado, en la misma visita a México, Correa acusa a los medios de comunicación de exagerar la gravedad de la crisis militar. Los medios viven del conflicto, ha comentado. Pero la crisis es de extraordinaria gravedad. Correa acusó a la cúpula castrense de actuar bajo órdenes de la CIA y ello equivale a acusarles de traición a la Patria. Cuando Manuel Araujo Hidalgo hizo una similar acusación en el Congreso, su jefe, el presidente José María Velasco Ibarra lo destituyó en 1960. Con Correa la consecuencia ha sido nombrar a Javier Ponce como el ministro de los militares para que continúe en la cruzada antimilitar y antiyanqui.
En México, para abundar, Correa reiteró la propuesta de Chávez de crear una OEA sin los Estados Unidos y con Cuba. Y tanto él como Ponce hablan de la necesidad de “abrirse” a otras alternativas, como la de la Unión Europa. ¿Acaso ignoran que cada vez más países europeos adhieren a la OTAN, una alianza militar anticomunista creada por los Estados Unidos y de la cual es socio?
Sin subterfugios ni eufemismos deberían decir a los ecuatorianos que la meta es aliarse militar y políticamente con naciones abiertamente anti Estados Unidos. ¿Acaso por Quito y Teherán abrirán muy pronto sus respectivas embajadas?
Mientras tanto, la economía en el Ecuador está peor que nunca. La tasa de crecimiento en el 2070 se ha ajustado a menos del 3%, una de las más bajas del mundo y tan solo adelante de Haití en la América Latina. Las perspectivas para el 2008 son quizás peores, dada la alta inflación, el freno a las inversiones y los azuzamientos constantes contra las empresas petroleras extranjeras, principales generadores de ingresos fiscales.
Sunday, April 6, 2008
MAGNANIMIDAD QUE HAY QUE AGRADECER
¡Oh! Magnánimo Presidente Rafael Correa…no se sabría cómo agradecer lo suficiente tan graciosa dispensa para que los periodistas puedan cumplir en el Ecuador con la misión de informar con libertad sobre los asuntos de interés público en el Ecuador.
En la última de sus alocuciones radiales de cada sábado, Correa ha proclamado, con su proverbial delicadeza, que los periodistas pueden de ahora en adelante “informar e investigar lo que les de la gana” sobre las acusaciones de que tanto él como su mentor Hugo Chávez han estado estrechamente vinculados con el grupo narcoterrorista de las FARC.
La profesión del periodismo, claro está, debe ejercerse libremente con o sin la venia del presidente Correa. Pero éste ha llegado a asumir todos los poderes de una democracia tradicionalmente dividida y balanceada en tres ramas, que ya no hay claridad acerca de cómo ciudadanos e instituciones tienen que comportarse, sin el previo asentimiento de este mini führer sudamericano.
Las acusaciones contra Chávez y Correa no son ficciones. Están contenidas en documentos extraídos de las computadoras que las tropas militares de Colombia capturaron luego del bombardeo al campamento narcoterrorista, que se había construido confortablemente en una zona fronteriza del territorio ecuatoriano.
Los documentos son tan contundentes, que al menos para el caso de Chávez lo hizo cambiar radicalmente en su actitud belicista contra Colombia para volverlo, de la noche a la mañana, en un gran pacifista y conciliador. Fue la figura clave para que los presidentes Correa y Álvaro Uribe hicieran las paces y se dieran un estrechón de manos en la cita de Cancilleres de Santo Domingo.
Chávez ordenó el repliegue de tanques y soldados de la frontera y cambió de retórica, reflejada en la inmediata reanudación de relaciones diplomáticas que él interrumpió en solidaridad por el “asesinato” a “Raúl Reyes” y otra veintena de terroristas muertos en el combate.
Correa ha mantenido y mantiene una conducta tozuda. No quiere reanudar las relaciones diplomáticas e insiste en que previamente Colombia debe cesar en su “campaña mediática” contra el Ecuador. La traducción es: no divulgue más los documentos que prueban que él y su mentor están comprometidos de manera muy grave y seria con las FARC.
Cuando los periodistas publicaron informaciones, análisis y comentarios al respecto, los calificó de “apátridas hipócritas”. Le hicieron coro sus secuaces de la Asamblea Constituyente, con calificativos como “perros uribistas” (Fernando Cordero, Vicepresidente), “traidores a la Patria” (asambleístas) o “corruptos” (Alfredo Vera, ministro anti Corrupción y la asamblea se negó a investigar las denuncias sobre el tópico.
(La delegación ecuatoriana ante la SIP informó a la asamblea en Caracas que las relaciones entre la prensa y el gobierno, habían mejorado. La SIP, por ello, las calificó de “normales” o de no mayor preocupación).
El tono de Correa está cambiando, fruto talvez de sus equivocaciones repetidas y una beligerancia que no encuentra eco en Colombia. Se precipitó en acusar a este país de haber asesinado a un ecuatoriano inocente en el bombardeo al campamento de Angostura. Pero se comprobó que el “inocente” cerrajero no era tal sino un agente secreto de las FARC que estaba de visita en el sitio para informar y recibir instrucciones.
Luego se supo que los servicios de inteligencia del Ecuador seguían el rastro del ecuatoriano desde el 2003 y que “nada le dijeron a él sobre el asunto”. Montó en cólera y canceló al jefe militar de inteligencia denunciando que ésta en el país estaba a órdenes de la CIA y, a través de esta, de Uribe. Anunció que hará una limpieza y reestructuración de la institución en el Ecuador, para desligarla de la CIA (¿para ligarla con cuál?).
Casi simultáneamente, el presidente de Colombia informaba que, fiel a la palabra empeñada por su gobierno, el anónimo personaje que dio la pista de la existencia del campamento en el Ecuador recibirá 2.5 millones de dólares de recompensa y que pronto viajará a algún lugar no esclarecido para iniciar su nueva vida.
Es de suponer que el delator no es un ecuatoriano, sino un colombiano infiltrado o desertor de las FARC. De otro lado se confirma la idea inicial de que militares y policías tenían conocimiento en el Ecuador de la presencia de los terroristas y que, por alguna razón que ya se conocerá, o suspendieron las investigaciones o la información de inteligencia, para no frustrar los planes de ataque y exterminio.
Correa insinúa que Uribe falló al informarle del ataque sólo una vez que se consumó. Es elemental suponer que si Uribe le contaba a su colega de su plan, los narcoterroristas huían y el plan se anulaba. Si la CIA tuvo acceso a la información y la transmitió a Colombia, hacía lo justo y adecuado, pues los gobiernos de los dos países al igual que tantos otros en el mundo están en un cruzada conjunta para combatir al terrorismo internacional.
Correa, Chávez y otros del club como Ortega de Nicaragua y Morales de Bolivia o los Castro de Cuba están al otro lado, en el lado protectivo del narcoterrorismo al cual se niegan a calificarlo de tal. Son, para ellos, luchadores por la libertad, insurgentes o irregulares. No asesinos, aunque secuestren y maten a inocentes en forma individual o colectiva. Cuando ellos mueren en acciones militares, los asesinos son los otros y se ordena guardar un minuto de silencio en su memoria.
Chávez devolvió copia de algunos de los 16.000 documentos encontrados en las computadoras. Dice que son falsos, porque no puede decir otra cosa. Correa ha sido más lento, sin iniciativas. Coincide en que son falsos, aunque sin demostrar por qué lo dice. En la entrevista al diario El País, por primera vez deja entrever que los documentos pudieran ser verdaderos. “¿Pero quién descarta que alguien haya tomado mi nombre para recibir con engaño el dinero de las FARC?”
Uno de los documentos, una carta de “Raúl Reyes” se refiere a una entrega primera de 100.000 dólares a Correa para la campaña que lo llevó a la presidencia. Otro documento revela que dos agentes del grupo llevaban 480.000 dólares para objetivos políticos similares en otros países de la América Latina, vía Costa Rica. El gobierno de San José cooperó y capturó a los agentes y al dinero. ¿Quién se traga la versión de Correa de que las FARC entregaron la respetable cantidad de 100.000 dólares a alguien que se tomó falsamente el nombre para llevarla…al cofre de su campaña electoral?
Correa, en la misma entrevista de El País, se contradice cuando afirma que nunca conoció a nadie de las FARC y que sobre “Raúl Reyes”, se enteró de su muerte por la prensa pero que no sabía que se trataba de un miembro de alto nivel. Mas al comenzar la entrevista, admite que él autorizó al ministro Gustavo Larrea para que se entrevistase con “Raúl Reyes” con fines humanitario en un lugar “neutral” (¿Cuál? Venezuela, Brasil, Perú, no lo son. ¿Talvez en Suiza?). ¿Acaso Larrea tampoco sabía quién era “Reyes”?
Cuando se le preguntó por qué no notificó a Uribe de sus intenciones de mediar con los narcoterroristas, replicó que no tenía porqué hacerlo. En su respuesta se auto denunció como alineado con el otro lado, el de los “luchadores por la libertad”.
Ha insistido en que planteará otras demandas contra Colombia en la Corte de La Haya, aparte de la ya enviada por la fumigación con glifosato para acabar con los sembríos de coca. La segunda, al parecer, será por la muerte del ecuatoriano en el campamento de Angostura. “No me importa que él haya sido guerrillero, bombero o boyscout, ha dicho. Le basta con que haya sido abatido en el campamento terrorista en violación de la “sagrada soberanía nacional”.
Es otro de los típicos razonamientos del mandatario, en retirada frente a las pruebas cada vez más evidentes de sus compromisos con la narcoguerrilla de Colombia. Porque el ataque de los militares en Angostura fue un acto de guerra y quienes estaban en ese lugar eran fuerzas enemigas con la misión es matar al enemigo: las fuerzas regulares de Colombia encargadas por la ley de garantizar la seguridad nacional amenazada. Era y es una acción de legítima defensa.
La demanda por el glifosato dormirá no menos de 6 años en La Haya y eso si es aceptada. La de la muerte del terrorista ecuatoriana correrá suerte igual. Pero la personalidad de Correa seguirá apagándose y ridiculizándose en el mundo, pese a que siga contando con un amplio respaldo popular en su país.
En la última de sus alocuciones radiales de cada sábado, Correa ha proclamado, con su proverbial delicadeza, que los periodistas pueden de ahora en adelante “informar e investigar lo que les de la gana” sobre las acusaciones de que tanto él como su mentor Hugo Chávez han estado estrechamente vinculados con el grupo narcoterrorista de las FARC.
La profesión del periodismo, claro está, debe ejercerse libremente con o sin la venia del presidente Correa. Pero éste ha llegado a asumir todos los poderes de una democracia tradicionalmente dividida y balanceada en tres ramas, que ya no hay claridad acerca de cómo ciudadanos e instituciones tienen que comportarse, sin el previo asentimiento de este mini führer sudamericano.
Las acusaciones contra Chávez y Correa no son ficciones. Están contenidas en documentos extraídos de las computadoras que las tropas militares de Colombia capturaron luego del bombardeo al campamento narcoterrorista, que se había construido confortablemente en una zona fronteriza del territorio ecuatoriano.
Los documentos son tan contundentes, que al menos para el caso de Chávez lo hizo cambiar radicalmente en su actitud belicista contra Colombia para volverlo, de la noche a la mañana, en un gran pacifista y conciliador. Fue la figura clave para que los presidentes Correa y Álvaro Uribe hicieran las paces y se dieran un estrechón de manos en la cita de Cancilleres de Santo Domingo.
Chávez ordenó el repliegue de tanques y soldados de la frontera y cambió de retórica, reflejada en la inmediata reanudación de relaciones diplomáticas que él interrumpió en solidaridad por el “asesinato” a “Raúl Reyes” y otra veintena de terroristas muertos en el combate.
Correa ha mantenido y mantiene una conducta tozuda. No quiere reanudar las relaciones diplomáticas e insiste en que previamente Colombia debe cesar en su “campaña mediática” contra el Ecuador. La traducción es: no divulgue más los documentos que prueban que él y su mentor están comprometidos de manera muy grave y seria con las FARC.
Cuando los periodistas publicaron informaciones, análisis y comentarios al respecto, los calificó de “apátridas hipócritas”. Le hicieron coro sus secuaces de la Asamblea Constituyente, con calificativos como “perros uribistas” (Fernando Cordero, Vicepresidente), “traidores a la Patria” (asambleístas) o “corruptos” (Alfredo Vera, ministro anti Corrupción y la asamblea se negó a investigar las denuncias sobre el tópico.
(La delegación ecuatoriana ante la SIP informó a la asamblea en Caracas que las relaciones entre la prensa y el gobierno, habían mejorado. La SIP, por ello, las calificó de “normales” o de no mayor preocupación).
El tono de Correa está cambiando, fruto talvez de sus equivocaciones repetidas y una beligerancia que no encuentra eco en Colombia. Se precipitó en acusar a este país de haber asesinado a un ecuatoriano inocente en el bombardeo al campamento de Angostura. Pero se comprobó que el “inocente” cerrajero no era tal sino un agente secreto de las FARC que estaba de visita en el sitio para informar y recibir instrucciones.
Luego se supo que los servicios de inteligencia del Ecuador seguían el rastro del ecuatoriano desde el 2003 y que “nada le dijeron a él sobre el asunto”. Montó en cólera y canceló al jefe militar de inteligencia denunciando que ésta en el país estaba a órdenes de la CIA y, a través de esta, de Uribe. Anunció que hará una limpieza y reestructuración de la institución en el Ecuador, para desligarla de la CIA (¿para ligarla con cuál?).
Casi simultáneamente, el presidente de Colombia informaba que, fiel a la palabra empeñada por su gobierno, el anónimo personaje que dio la pista de la existencia del campamento en el Ecuador recibirá 2.5 millones de dólares de recompensa y que pronto viajará a algún lugar no esclarecido para iniciar su nueva vida.
Es de suponer que el delator no es un ecuatoriano, sino un colombiano infiltrado o desertor de las FARC. De otro lado se confirma la idea inicial de que militares y policías tenían conocimiento en el Ecuador de la presencia de los terroristas y que, por alguna razón que ya se conocerá, o suspendieron las investigaciones o la información de inteligencia, para no frustrar los planes de ataque y exterminio.
Correa insinúa que Uribe falló al informarle del ataque sólo una vez que se consumó. Es elemental suponer que si Uribe le contaba a su colega de su plan, los narcoterroristas huían y el plan se anulaba. Si la CIA tuvo acceso a la información y la transmitió a Colombia, hacía lo justo y adecuado, pues los gobiernos de los dos países al igual que tantos otros en el mundo están en un cruzada conjunta para combatir al terrorismo internacional.
Correa, Chávez y otros del club como Ortega de Nicaragua y Morales de Bolivia o los Castro de Cuba están al otro lado, en el lado protectivo del narcoterrorismo al cual se niegan a calificarlo de tal. Son, para ellos, luchadores por la libertad, insurgentes o irregulares. No asesinos, aunque secuestren y maten a inocentes en forma individual o colectiva. Cuando ellos mueren en acciones militares, los asesinos son los otros y se ordena guardar un minuto de silencio en su memoria.
Chávez devolvió copia de algunos de los 16.000 documentos encontrados en las computadoras. Dice que son falsos, porque no puede decir otra cosa. Correa ha sido más lento, sin iniciativas. Coincide en que son falsos, aunque sin demostrar por qué lo dice. En la entrevista al diario El País, por primera vez deja entrever que los documentos pudieran ser verdaderos. “¿Pero quién descarta que alguien haya tomado mi nombre para recibir con engaño el dinero de las FARC?”
Uno de los documentos, una carta de “Raúl Reyes” se refiere a una entrega primera de 100.000 dólares a Correa para la campaña que lo llevó a la presidencia. Otro documento revela que dos agentes del grupo llevaban 480.000 dólares para objetivos políticos similares en otros países de la América Latina, vía Costa Rica. El gobierno de San José cooperó y capturó a los agentes y al dinero. ¿Quién se traga la versión de Correa de que las FARC entregaron la respetable cantidad de 100.000 dólares a alguien que se tomó falsamente el nombre para llevarla…al cofre de su campaña electoral?
Correa, en la misma entrevista de El País, se contradice cuando afirma que nunca conoció a nadie de las FARC y que sobre “Raúl Reyes”, se enteró de su muerte por la prensa pero que no sabía que se trataba de un miembro de alto nivel. Mas al comenzar la entrevista, admite que él autorizó al ministro Gustavo Larrea para que se entrevistase con “Raúl Reyes” con fines humanitario en un lugar “neutral” (¿Cuál? Venezuela, Brasil, Perú, no lo son. ¿Talvez en Suiza?). ¿Acaso Larrea tampoco sabía quién era “Reyes”?
Cuando se le preguntó por qué no notificó a Uribe de sus intenciones de mediar con los narcoterroristas, replicó que no tenía porqué hacerlo. En su respuesta se auto denunció como alineado con el otro lado, el de los “luchadores por la libertad”.
Ha insistido en que planteará otras demandas contra Colombia en la Corte de La Haya, aparte de la ya enviada por la fumigación con glifosato para acabar con los sembríos de coca. La segunda, al parecer, será por la muerte del ecuatoriano en el campamento de Angostura. “No me importa que él haya sido guerrillero, bombero o boyscout, ha dicho. Le basta con que haya sido abatido en el campamento terrorista en violación de la “sagrada soberanía nacional”.
Es otro de los típicos razonamientos del mandatario, en retirada frente a las pruebas cada vez más evidentes de sus compromisos con la narcoguerrilla de Colombia. Porque el ataque de los militares en Angostura fue un acto de guerra y quienes estaban en ese lugar eran fuerzas enemigas con la misión es matar al enemigo: las fuerzas regulares de Colombia encargadas por la ley de garantizar la seguridad nacional amenazada. Era y es una acción de legítima defensa.
La demanda por el glifosato dormirá no menos de 6 años en La Haya y eso si es aceptada. La de la muerte del terrorista ecuatoriana correrá suerte igual. Pero la personalidad de Correa seguirá apagándose y ridiculizándose en el mundo, pese a que siga contando con un amplio respaldo popular en su país.
Wednesday, April 2, 2008
LOS CASTRO ESTÁN DE REGRESO
Resulta irónico que mientras los hermanitos Castro estén iniciando con cuenta gotas un retorno a un remedo de economía de mercado en Cuba, sus discípulos en el Ecuador y otros países estén empeñados en cambio en poner toda traba posible a ese sistema que ha probado ser el único que conduce a las naciones a la prosperidad.
Según una versión condensada de varias agencias noticiosas que publica hoy el Diario El Universo de Guayaquil, Raúl Castro sigue en su “generosa” concesión a los cubanos para que puedan adquirir teléfonos móviles, laptops, DVD players, motocicletas, inclusive entrar a los hoteles lujosos y cultivar en tierras que no controla directamente el Estado.
Los humoristas aquí en los Estados Unidos dicen que los cubanos están muy emocionados con que ahora puedan comprar celulares, pero se preguntan ¿y qué es eso? Además, se aclara que en una sociedad “sin clases” como se dice que es la cubana, solo los que tienen dólares podrán adquirir esos bienes o ir a hoteles. Y los que tienen dólares son o los prostitutos y prostitutas que reciben la paga de turistas extranjeros, los que reciben salarios de empresas extranjeras o propinas de turistas y los que reciben remesas de familiares exiliados.
Constituyen menos del 15% de la población y se han convertido en una clase privilegiada, junto con los altos funcionarios de gobierno y oficiales militares y policiales. Los otros, ese 80% que respalda a Fidel y a su apéndice Raúl, nunca podrán comprar un móvil ni electrodomésticos, simplemente porque no tienen dinero.
I r a un hotel internacional como huésped le significaría pagar 100 dólares o más por noche. Y en cuanto a gozar de un espectáculo, una cena o un trago en uno de esos elegantes hoteles sería impensable, dado que su salario mensual promedio es de 17 dólares (Alguna fuente eleva ese promedio a 19.50 dólares por mes). La apertura es, pues, en el mejor de los casos, para la clase privilegiada de la sociedad sin clases de Cuba.
¿Será esta táctica el inicio por parte de Raúl de un proceso de apertura al mercado y la inversión extranjera como en China o Vietnam? El crecimiento en esas naciones ha sido espectacular por tales razones, pero hay que advertir que esa evolución no ha ido acompañada de una apertura política ni una real apertura al mercado y a la competencia. Cuando esos factores no se mezclan de manera armoniosa, cualquier instante sobreviene un colapso económico, como ya se observó incluso en una sociedad más abierta como Japón a fines del siglo pasado.
Pero de todas maneras los hermanitos Castro, tan celebrados por los Chávez, Correas, Ortegas, Morales y demás especies afines como los Rodrigo Borja y Alfredo Vera, están dando pasos aunque lentísimos hacia lo obvio: libertad para comerciar y producir, sin el dogal permanente y corruptor de gobiernos de corte autárquico. (Otra de las “reformas” permite a los campesinos cubanos sembrar en las tierras improductivas del Estado, confiscadas a sus antiguos dueños. ¿Terminarán reconociéndoles títulos de propiedad, liberarán los precios…?)
En contraste, Chávez en Venezuela y Correa en el Ecuador no se cansan en condenar y vituperar al mercado como la causa de los males de la población. Y dicen y proclaman y actúan en concordancia para ahogar al mercado, para atar y atenazar al gobierno las actividades ciudadanas productivas sea en lo político, económico, judicial, como en lo referente a la libertad de informar y opinar.
Las consecuencias, en poco más de un año de aplicación de esa doctrina del socialismo del siglo XXI, han sido desastrosas para la comunidad. Si se hiciera abstracción de los ingresos inflados por ventas petroleras y las remesas de los emigrados, la economía en el Ecuador no solo se ha estancado, ha retrocedido de manera vertiginosa.
Correa/Chávez van en pos de la sociedad feliz vía socialismo bolivariano del siglo XXI, sin clases, sin hambre, sin odios. Es la utopía marxista que acabó en la cloaca de la historia pero que sobrevive en Corea del Norte y en Cuba y que se trata de implantar a rajatabla y con mentiras en Venezuela, Ecuador y Nicaragua.
En el Ecuador Correa sigue apoyado por las ¾ partes de la población en su aventura alucinante. Lo de Nicaragua es incierto, pues la retórica de Ortega es ambigua y no siempre se refleja en el manejo de la economía. En cuanto a Venezuela, hay alentadores indicios de que su popularidad declina a raíz de la votación negativa de diciembre pasado y al papelón que jugó frente a Colombia con la crisis del bombardeo al campamento terrorista en Ecuador y la revelación de sus vínculos con las FARC. (Un último dato estadístico dice que la popularidad de Correa, tras el lío con Colombia, ha "subido" al 62%, lo que indicaría que ha bajado del 80%...no toda esperanza está perdida, por lo visto)
A propósito, la “hinchada” o “fanaticada” de Rafael Correa está frustrada, ya que prometió anunciar el lunes pasado una lista de 5 puntos de una feroz arremetida diplomática contra su enemigo Álvaro Uribe de Colombia, para pulverizarlo. Pero en lugar de ello y sin mediar explicación alguna, la cancillera Salvador, hija de Canciller, apenas si anunció haber remitido a la Corte Internacional de La Haya una protesta por las fumigaciones colombianas a los plantíos de coca.
Es una demanda disparatada. En el peor o en el mejor de los casos, el juicio tardará unos 4 años. Y será desechada, no hay duda. Entraste ver que la política internacional de Correa/Salvador se concentre en la defensa a narcoterroristas infiltrados y protegidos en el Ecuador y a rechazar que se fumiguen plantíos de coca, de donde se extrae la cocaína que daña y mata a los mejor de cualquier sociedad: sus adolescentes y jóvenes y, en algunos casos, sus niños.
La utopía comunista de la Unión Soviética se evaporó luego de 7 decenios que generaron la muerte de más de 40 millones de seres humanos, por ejecuciones, cárcel o hambre. La utopía del nacionalsocialista duró menos, pero igualmente ocasionó millones de muertes y destrucción. En Cuba, tras media centuria, el heredero del régimen autócrata da tímidos pasitos de apertura hacia el mercado libre.
En contrate, en el Ecuador y Venezuela, el tiempo de la historia va de retro.
Según una versión condensada de varias agencias noticiosas que publica hoy el Diario El Universo de Guayaquil, Raúl Castro sigue en su “generosa” concesión a los cubanos para que puedan adquirir teléfonos móviles, laptops, DVD players, motocicletas, inclusive entrar a los hoteles lujosos y cultivar en tierras que no controla directamente el Estado.
Los humoristas aquí en los Estados Unidos dicen que los cubanos están muy emocionados con que ahora puedan comprar celulares, pero se preguntan ¿y qué es eso? Además, se aclara que en una sociedad “sin clases” como se dice que es la cubana, solo los que tienen dólares podrán adquirir esos bienes o ir a hoteles. Y los que tienen dólares son o los prostitutos y prostitutas que reciben la paga de turistas extranjeros, los que reciben salarios de empresas extranjeras o propinas de turistas y los que reciben remesas de familiares exiliados.
Constituyen menos del 15% de la población y se han convertido en una clase privilegiada, junto con los altos funcionarios de gobierno y oficiales militares y policiales. Los otros, ese 80% que respalda a Fidel y a su apéndice Raúl, nunca podrán comprar un móvil ni electrodomésticos, simplemente porque no tienen dinero.
I r a un hotel internacional como huésped le significaría pagar 100 dólares o más por noche. Y en cuanto a gozar de un espectáculo, una cena o un trago en uno de esos elegantes hoteles sería impensable, dado que su salario mensual promedio es de 17 dólares (Alguna fuente eleva ese promedio a 19.50 dólares por mes). La apertura es, pues, en el mejor de los casos, para la clase privilegiada de la sociedad sin clases de Cuba.
¿Será esta táctica el inicio por parte de Raúl de un proceso de apertura al mercado y la inversión extranjera como en China o Vietnam? El crecimiento en esas naciones ha sido espectacular por tales razones, pero hay que advertir que esa evolución no ha ido acompañada de una apertura política ni una real apertura al mercado y a la competencia. Cuando esos factores no se mezclan de manera armoniosa, cualquier instante sobreviene un colapso económico, como ya se observó incluso en una sociedad más abierta como Japón a fines del siglo pasado.
Pero de todas maneras los hermanitos Castro, tan celebrados por los Chávez, Correas, Ortegas, Morales y demás especies afines como los Rodrigo Borja y Alfredo Vera, están dando pasos aunque lentísimos hacia lo obvio: libertad para comerciar y producir, sin el dogal permanente y corruptor de gobiernos de corte autárquico. (Otra de las “reformas” permite a los campesinos cubanos sembrar en las tierras improductivas del Estado, confiscadas a sus antiguos dueños. ¿Terminarán reconociéndoles títulos de propiedad, liberarán los precios…?)
En contraste, Chávez en Venezuela y Correa en el Ecuador no se cansan en condenar y vituperar al mercado como la causa de los males de la población. Y dicen y proclaman y actúan en concordancia para ahogar al mercado, para atar y atenazar al gobierno las actividades ciudadanas productivas sea en lo político, económico, judicial, como en lo referente a la libertad de informar y opinar.
Las consecuencias, en poco más de un año de aplicación de esa doctrina del socialismo del siglo XXI, han sido desastrosas para la comunidad. Si se hiciera abstracción de los ingresos inflados por ventas petroleras y las remesas de los emigrados, la economía en el Ecuador no solo se ha estancado, ha retrocedido de manera vertiginosa.
Correa/Chávez van en pos de la sociedad feliz vía socialismo bolivariano del siglo XXI, sin clases, sin hambre, sin odios. Es la utopía marxista que acabó en la cloaca de la historia pero que sobrevive en Corea del Norte y en Cuba y que se trata de implantar a rajatabla y con mentiras en Venezuela, Ecuador y Nicaragua.
En el Ecuador Correa sigue apoyado por las ¾ partes de la población en su aventura alucinante. Lo de Nicaragua es incierto, pues la retórica de Ortega es ambigua y no siempre se refleja en el manejo de la economía. En cuanto a Venezuela, hay alentadores indicios de que su popularidad declina a raíz de la votación negativa de diciembre pasado y al papelón que jugó frente a Colombia con la crisis del bombardeo al campamento terrorista en Ecuador y la revelación de sus vínculos con las FARC. (Un último dato estadístico dice que la popularidad de Correa, tras el lío con Colombia, ha "subido" al 62%, lo que indicaría que ha bajado del 80%...no toda esperanza está perdida, por lo visto)
A propósito, la “hinchada” o “fanaticada” de Rafael Correa está frustrada, ya que prometió anunciar el lunes pasado una lista de 5 puntos de una feroz arremetida diplomática contra su enemigo Álvaro Uribe de Colombia, para pulverizarlo. Pero en lugar de ello y sin mediar explicación alguna, la cancillera Salvador, hija de Canciller, apenas si anunció haber remitido a la Corte Internacional de La Haya una protesta por las fumigaciones colombianas a los plantíos de coca.
Es una demanda disparatada. En el peor o en el mejor de los casos, el juicio tardará unos 4 años. Y será desechada, no hay duda. Entraste ver que la política internacional de Correa/Salvador se concentre en la defensa a narcoterroristas infiltrados y protegidos en el Ecuador y a rechazar que se fumiguen plantíos de coca, de donde se extrae la cocaína que daña y mata a los mejor de cualquier sociedad: sus adolescentes y jóvenes y, en algunos casos, sus niños.
La utopía comunista de la Unión Soviética se evaporó luego de 7 decenios que generaron la muerte de más de 40 millones de seres humanos, por ejecuciones, cárcel o hambre. La utopía del nacionalsocialista duró menos, pero igualmente ocasionó millones de muertes y destrucción. En Cuba, tras media centuria, el heredero del régimen autócrata da tímidos pasitos de apertura hacia el mercado libre.
En contrate, en el Ecuador y Venezuela, el tiempo de la historia va de retro.
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