El nuevo intento del presidente GW Bush por corregir la inaceptable situación de los inmigrantes en este país fue finalmente derrotado en el Senado por el boicot de sus propios partidarios del partido republicano.
El proyecto original era, en esencia, muy simple y coherente. Tendía a coordinar estrechamente un mejor control del ingreso de extranjeros al país y el procurar una forma viable para legalizar a los inmigrantes que ya se hallan aquí pero sin documentos.
La última reforma a la ley de inmigración la hizo en 1986 el presidente Reagan, también republicano y básicamente consistía en conceder la amnistía a los tres millones de indocumentados que había en ese entonces según cálculos de la época.
Ahora se cree que hay 12 millones o más de indocumentados, en su mayoría de México y Centro y Sur América. Las regulaciones previstas para evitar el flujo de nuevos inmigrantes ilegales tras la amnistía acordada por Reagan o no fueron consistentes y realistas o no se aplicaron con estrictez.
Pero en tan dilatado lapso ha habido gobiernos demócratas y republicanos que tendrían que absorber la culpa por igual. Consecuentemente, el esfuerzo para enmendar la situación debía ser bipartidista y eso es lo que aspiraba Bush. Pero fracasó por falta de respaldo de muchos de sus coidearios.
La principal objeción de los republicanos empeñados en derrotar los proyectos de ley, primero el de la Casa Blanca y luego el bipartidista, era que el problema no debía enfrentarse simultáneamente en los dos flancos, la seguridad de las fronteras y la legalización de los indocumentados.
“Secure the border first”, (seguridad en la frontera primero) era el grito de batalla de los republicanos “conservatives”, amplificado por los conductores de los programas radiales en su mayoría de derecha. Tarde, día y noche la furia contra los proyectos era incansable en todos estos programas muy populares de radio.
Bush, unido a demócratas y republicanos veteranos replicaban sin cesar que la seguridad en la frontera, tratada unilateralmente, no iba a frenar el flujo de los inmigrantes ilegales. Y que, sobre todo, no iba a resolver el problema de millones de indocumentados obligados a vivir precariamente a la sombra de la ley.
También han argüido los republicanos radicales que garantizar la seguridad de la frontera como prioridad, para impedir el acceso a los ilegales, era coherente con la característica fundamental de esta nación: el respeto a la ley. De allí les brotaba el razonamiento falso de comparar al inmigrante indocumentado con un delincuente común.
Es innegable que quien ingresa al país sin sujetarse a las leyes y regulaciones sobre la materia, está delinquiendo. Pero su delito no es comparable con quien asalta un banco o cruza la frontera para vender estupefacientes e incluso con un delincuente menor de normas de tránsito.
La mayoría de inmigrantes no documentados ha llegado a este país por las fuerzas del mercado, detalle en otros aspectos venerado por los republicanos conservadores. En México, por ejemplo, pese a que el panorama económico ha evolucionado, aún existe mucha pobreza y falta de empleo. Al otro lado de la frontera, en los Estados Unidos, la economía es próspera y hay déficit de mano de obra especialmente para menesteres humildes como el acopio de alimentos en los sembríos, la construcción, procesadoras de alimentos.
Si los conservadores hablan de respeto a le ley, acaso deberían respetar esta suerte de ley de la gravedad del mercado: de un lado se genera demanda de mano de obra, del otro hay una perenne escasez de fuentes de trabajo y por ende abundancia de oferta de la mano de obra. Los dos factores confluyen y se registra entonces el fenómeno migratorio.
Bush ha tratado de convencer al público y a los congresistas que la inmigración ilegal se corregirá sólo cuando la legalidad se canalice hacia la legalidad. No con la construcción de vallas infinitas ni la sola represión militar, sino con mecanismos como el registro de trabajadores temporales, multas a ilegales y procesos colaterales para que opten por la ciudadanía en cierto plazo.
Existe la tendencia a suponer que la legalización por cualquier medio, o como la llaman, la amnistía, significaría ingentes desembolsos de fondos fiscales para socorrer a los nuevos ciudadanos con asistencia médica gratuita, alimentos subsidiados y otros recursos derivados del proteccionismo instaurado por los demócratas.
Olvidan que la mayoría de indocumentados que se ha establecido aquí no es de fardos inertes: son trabajadores que ganan salarios, aunque mínimos, pero que pagan impuestos que financiar los sistemas médicos y de seguridad social a la que todo ciudadano o residente legal tiene perfecto derecho a acceder.
Si no se rectifica el status quo en materia de inmigración no habrá barrera que pueda contener el continuo flujo de inmigrantes en búsqueda de condiciones de vida mejores que las que dejan atrás. Ni siquiera una hipotética esfera de cristal que cubra todo el territorio norteamericano continental e insular bastaría para lograrlo. Los inmigrantes, como los narcotraficantes, se ingeniarían túneles para ingresar o cualquier otro artilugio para perforar la esfera imaginaria.
Lo ideal y pragmático es lo que planteó inicialmente Bush: por un lado sacar a los indocumentados de la sombra de la ley y por otro establecer un mecanismo claro para que nuevos inmigrantes se registren como trabajadores temporales y crucen sin obstrucciones la frontera cuando lo deseen. Eso lo hacía de manera rutinaria desde que se rehizo el mapa de los Estados en el siglo XIX y solo lo han dejado de hacer últimamente.
(Muchos de los indocumentados son precisamente aquellos que vinieron por un trabajo temporal para las cosechas y no regresaron como habitualmente lo hacían por temor a ser sorprendidos y deportados, con prohibición de regresar a USA para el resto de sus días)
En el fondo, la actitud hostil de los republicanos “conservatives” es xenofóbica y específicamente contra los mexicanos y latinos en general. Aunque se cuidan de decir que no son racistas, sus monólogos están cargados de ese sentimiento. Los ilegales, dicen, arruinarán a esta nación porque la cultura anglo sajona que la ha llevado a la cúspide, cederá ante la avalancha de esta suerte de bárbaros del Sur.
Esa respuesta emocional ni es nueva ni es propia de este país. Aquí hubo una feroz oposición a los italianos que inmigraron en masa a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Ahora sus ídolos son Frank Sinatra, Dean Martin y uno de los platos favoritos, la pizza.
Fenómeno similar ocurrió aún antes con los alemanes y sobre todo los irlandeses. Ahora muchos de los mismos que lanzan improperios contra los hispanos, se enorgullecen de sus apellidos que denotan un ancestro irlandés y celebran encantados los desfiles y demás eventos para conmemorar del Día de San Patricio.
El flujo de hispanos, visto con una lente imparcial y realista, debería ser bienvenido por los defensores del sistema democrático y liberal de USA. El crecimiento poblacional, si se pone de lado a los hispanos, está en declinación en este país, como en Europa. Es el resultado de las innovaciones demócratas de feministas y partidarios del aborto y los anticonceptivos.
Los hispanos están contribuyendo a superar ese vacío poblacional, como lo están haciendo los árabes en Europa en condiciones muy distintas. Aunque se trate de una reflexión racista, siempre será preferible para USA una avalancha de hispanos que de musulmanes extremistas que quieren dañar y asesinar al país que les alberga, como en Londres justamente hoy,
Además, los hispanos ya estuvieron en USA con anterioridad. En California, en todos los Estados ahora lindantes con México. La ciudad europea más antigua de la Unión no es Jamestown, cuyo aniversario de fundación acaba de celebrarse con la visita de la Reina Isabel de Inglaterra, sino San Agustín, al norte de la Florida, fundada antes que Quito, en 1523.
La cultura latina de hecho está ya contribuyendo a enriquecer a este país, En la cocina, en las artes, en la política, en los deportes. Los nombres de latinos pululan en los diarios, películas, TV, la radio. Claro que, como en todo grupo racial y social, hay delincuentes. Los anglos sajones no son excepción.
(Quizás la alternativa que no se menciona para evitar más inmigración es la contratación de una Hugo Chávez o un Rafael Correa para que gobiernen a este país por unos seis meses. Lo llevarían a la ruina y el flujo migratorio sería entonces en sentido contrario)
Fracasado el proyecto original, Bush intentó un segundo plan esta vez en trabajo estrecho con veteranos de los dos partidos, destacándose el demócrata Ted Kennedy, hermano del asesinado John F, Se introdujeron innumerables enmiendas para tratar de complacer a todas las partes y el fruto fue un bloque de más de 600 páginas.
Puede razonarse que este embrollo explica en parte el fracaso del compromiso. El proyecto se volvió excesivamente complejo). Pero lo de fondo es que los republicanos, por xenofobia, boicotearon a su propio presidente causándole una humillante derrota que probablemente tenga funesta resonancia en los comicios presidenciales y de legisladores en el 2008.
El “capital político” de Bush se ha erosionado, no hay dyda. Pero no por el impacto de la oposición demócrata, sino de sus partidarios. Qué repercusiones tendrá en su posición de guerra contra le terrorismo es difícil de predecir. Más y más republicanos lo critican y desertan. El último recurso del Congreso sería cortar los fondos para la guerra, como en Vietnam para acelerar el colapso y la derrota.
Algunos analistas dicen que Bush no cederá, aún si su capital político llega a 0. En cuanto a los fondos, dicen que tiene facultades ejecutivas para tomarlos de fondos de emergencia y continuar en la guerra hasta más allá de las elecciones presidenciales de noviembre del 2008. El tiempo lo dirá.
Friday, June 29, 2007
Sunday, June 24, 2007
MÁS ATAQUES CONTRA LA INTELIGENCIA
El presidente ecuatoriano Rafael Correa, en competencia con su tutor Hugo Chávez de Venezuela, continúa imparable en sus arremetidas contra la inteligencia y el sentido común.
En su alocución radial de los sábados, que los reporteros esperan con fruición como fuente inequívoca de noticias y controversias, el mandatario ha dicho que el espionaje mediante grabaciones no consentidas de imagen y sonido no deben ser catalogadas como delictuosas, sino su divulgación.
Equivale este razonamiento –similares a los que utilizaba el presidente Bill Clinton cuando fue acusado de perjurio y obstrucción a la justicia- a decir que no existen actos delictuosos, a menos que se descubran los delitos. Roba, crúzate un semáforo en rojo, no importa a menos que te sorprendan…
Correa tiene un extraño y distorsionado sentido de la justicia, de lo que es bueno y de lo que es malo. Al referirse a su padre, ya fallecido, quien fue apresado en los Estados Unidos y sentenciado a prisión por tráfico de drogas, afirmó que la pena era excesiva.
Razonó que su padre optó por servir de “mula” en vista de que no encontraba un trabajo honesto para mantenerse a si mismo y a su familia. Correa insinuó que este tipo de delito y estos delincuentes debían ser exculpados. Lo cual es una monstruosidad desde todo punto de vista jurídico, humano y ético
Con su proverbial delicadeza, el presidente ecuatoriano añadió en su discurso que sabía que mañana se divulgará otro video grabado de modo clandestino, pero no dio detalles. “Divulguen los videos que les de la gana”, repitió y agregó, acaso pretendiendo ser sarcástico, “si quieren les hago llegar un video de la primera comunión de la hija de Patiño (su ministro de Economía y clon)”.
Hace un par de días fue a Nueva Loja, provincia oriental de Sucumbíos, para asistir al funeral de la gobernadora asesinada por sicarios. Dictó órdenes para que se restablezcan el orden y la moralidad, se cierre los burdeles y se implante el toque de queda. El problema de la violencia, dijo, “es que Sucumbíos es muy cercano a la frontera con Colombia, por ahí entran guerrilleros colombianos…”
Durante la campaña presidencial y a poco de posesionarse, el mandatario y sus seguidores se resistieron a calificar a los guerrilleros narcotraficantes como terroristas y a que se los reprima por la fuerza. “Son freedom fighters o luchadores por la libertad” dijo Correa, abogando porque Uribe y su gobierno dejen las armas y los inviten a dialogar un acuerdo de paz.
En las negociaciones para lograr que los Estados Unidos prorrogue por al menos dos años el acuerdo de preferencias arancelarias para los productos del Ecuador (ATPEDEA), Correa envió a Washington una delegación presidida por la Canciller María Espinosa. Ésta intentó dar un barniz a la retórica abiertamente anti norteamericana de su jefe, diciendo que el Ecuador ama a ese país y que en cuanto a los tratados y acuerdos internacionales que ha suscrito, los respetará de manera religiosa.
La referencia de Espinosa era al caso de la petrolera OXY, expropiada y confiscada por el gobierno ecuatoriano, diciendo que se respetará la decisión al respecto que estudia el tribunal internacional Ciadi. Esta declaración no le gustó al gran jefe y al punto la desmintió y desautorizó, advirtiendo que a futuro los únicos que podrán hablar del tema serán él y el Procurador.
Ahora está claro. El litigio en la Ciadi tiene un delegado ecuatoriano pero “bajo protesta” o “en rebeldía”. En otras palabras, resuelva lo que resuelva ese grupo, Correa no lo acatará, habida cuenta que la hipótesis de que vaya a fallar a favor del Ecuador por cierto se descarta.
En otra “inteligente” maniobra diplomática sobre este tema, Correa vaticinó que las preferencias arancelarias no serán prorrogadas por los Estados Unidos. Pero dijo que ello no le preocupa, que tiene en marcha un plan B o alternativo para el caso de la negativa. El plan consiste en compensar a las empresas que pierdan al no poder exportar y al mismo tiempo intensificar la apertura de mercados en el Asia.
La negociación de la ATPEDEA no se ha cerrado. Se postergó para julio. Pero Correa en el fondo no la quiere. Chávez aconseja no negociar ese tipo de tratados ni con Estados Unidos ni con la Unión Europea y Correa sigue el consejo como si fuera orden. ¿Qué es lo que quieren éstos monigotes de Fidel Castro? En todo caso Chávez sobrenada en un mar de petrodólares, pero ¿Correa?
La compensación que anuncia para los empresarios perdedores (que exportan atún, mariscos, flores, frutas y centenares de otros productos al mayor mercado de consumo del país, los Estados Unidos), si se concreta, se hará a costa de los contribuyentes, esto es, del empobrecimiento general. Y en cuanto a la apertura de nuevos mercados supletorios, también si se concreta, demandará años en perfeccionarse hasta ser operativo.
Correa también ha vuelto a castigar al periodismo y los periodistas. Los acusa esta vez, a más de ser mentirosos, de oponerse sistemáticamente a los gobiernos “progresistas”. Citó un ejemplo: el trato dado a Salvador Allende y a su sucesor Augusto Pinochet, aunque no analizó casos específicos.
Allende, le primer presidente socialista electo por voto popular (Correa jamás se presentó como candidato socialista, la revelación la hizo una vez elegido) causó una hecatombe en la economía chilena. Lo hizo con la asesoría directa de Fidel Castro, quien lo visitó inicialmente por un par de días, pero se quedó 40. Poco acceso tuvo la prensa a los encuentros privados de los dos “camaradas”.
El caos sobrevino y la reacción militar acabó con el fracaso socialista de Allende quien se suicidó en Palacio. Advino Pinochet y si hubo excesos en la represión, ello se explica por los excesos extremistas del predecesor. En todo caso, la economía se rehizo, se recuperó a la postre la libertad y la democracia política y económica en Chile y su modelo de crecimiento es ejemplar para la América Latina.
¿Acaso Rafael Correa tiene en mientes una prensa “que le comprenda” como la que existe en Cuba con respecto a Fidel o como la que quiere imponer Chávez en Venezuela? ¿Y “congresos” y “asambleas” como los de la Isla y Venezuela? Al parecer si, pues ahora sugiere que en el Ecuador la asamblea a instalarse a fines de año debe como primer acto abolir al actual Congreso.
Dice estar decepcionado porque el Congreso le ha traicionada a él, es decir a la Patria porque él es la Patria, al no aprobar tres proyectos de ley. Por ello afirma que intensificará su campaña para que a la asamblea vayan “solo compatriotas” y no traidores. Para los tiranuelos utopistas no hay medias tintas, ni posibles cuestionamientos a sus ideas y a mandatos. El Congreso, una vez instalada “su” asamblea, deberá ser clausurado ipso facto. Nada nuevo en Correa: al iniciar su campaña presidencial se ´negó a presentar candidatos al Congreso. Lo aborrecía, lo aborrece, quiere verlo desaparecer y lo conseguirá con "su" asamblea.
Columnistas que antes no escatimaban elogios a Correa, comienzan a verlo como un peligro ante tanta evidencia, que no amenaza, contra la racionalidad y la institucionalidad de la democracia. Cuando apoyaban a Correa, lo veían como la esperanza del cambio y la salvación.
Evaporada esta ilusión, ahora sueñan que la salvación será la asamblea. Y quieren que a ella vayan seres justos, equilibrados y sabios cual resucitados de la crema de los senados grecorromanos. Otra quimera inalcanzable. La asamblea será manipulada por Correa a su albedrío.
Si las elecciones de fines de septiembre para la asamblea pudiesen desviarse hacia resultados no deseados por Correa, nada improbable que Chávez aterrice en Quito o de cualquier otro modo acentúe su asesoría para corregir deficiencias y reencauzar las elecciones en su favor. En caso de dudas de los resultados, bien podría llegar a Quito un refuerzo, el ex presidente Jimmy Carter, como ya lo hizo con Chávez en Venezuela.
Sea de ello lo que fuere, “su majestad” el ciudadano presidente Rafael Correa ha designado a su sucesor, para el caso hipotético de que la comedia de presentar su renuncia a la asamblea reciba una respuesta afirmativa. El ungido es Alberto Acosta, su defenestrado ministro de Energía y sobrino nieto nada menos que de José María Velasco Ibarra.
Alberto, ex-columnista del diario Hoy, quiso colectar 350 millones de dólares en donaciones caritativas anuales para no perforar en el Yasuní por petróleo. Otra utopía inalcanzable y perjudicial a los intereses económicos del país. Desde luego que la asamblea, de realizarse, no depondrá a Correa y Alberto no lo sustituirá. Si tal el caso, por al menos vuelva a Hoy.
¿A qué tiempo gobierna el presidente Correa en su despacho del Palacio de Carondelet? Las noticias que de él se tienen dan idea de que se trata de un gobernante itinerante, que va como lanzadera de un lugar a otro, de un barco a una aldea amazónica, de una hidroeléctrica a la cárcel. Para colmo, va siempre acompañado de un séquito majestuoso, frente al cual están prohibidos los gestos que pudiesen herir su delicada sensibilidad monárquica.
A propósito, su “majestad” Rafael Correa ha emitido un edicto disponiendo que el “ciudadano” presidente Rafael Correa no pueda en adelante ordenar el arresto de ciudadano alguno que gesticule en su contra cuando el carruaje y su séquito se deslicen por los caminos de “su” Patria.
He ahí a Correa en su esplendor: resucita, crea, desaprueba, anula, interpreta reglamentos, leyes y bulas a su entero capricho. Quienes objetan su conducta son mentirosos, corruptos y “mediocres” (Mmediocridad según el Diccionarios de la Lengua Española: “Estado de una cosa entre grande y pequeño, entre bueno y malo.” Por lo visto, el uso correcto del lenguaje no es una de las virtudes del Presidente, si alguna tiene-como político)
En su alocución radial de los sábados, que los reporteros esperan con fruición como fuente inequívoca de noticias y controversias, el mandatario ha dicho que el espionaje mediante grabaciones no consentidas de imagen y sonido no deben ser catalogadas como delictuosas, sino su divulgación.
Equivale este razonamiento –similares a los que utilizaba el presidente Bill Clinton cuando fue acusado de perjurio y obstrucción a la justicia- a decir que no existen actos delictuosos, a menos que se descubran los delitos. Roba, crúzate un semáforo en rojo, no importa a menos que te sorprendan…
Correa tiene un extraño y distorsionado sentido de la justicia, de lo que es bueno y de lo que es malo. Al referirse a su padre, ya fallecido, quien fue apresado en los Estados Unidos y sentenciado a prisión por tráfico de drogas, afirmó que la pena era excesiva.
Razonó que su padre optó por servir de “mula” en vista de que no encontraba un trabajo honesto para mantenerse a si mismo y a su familia. Correa insinuó que este tipo de delito y estos delincuentes debían ser exculpados. Lo cual es una monstruosidad desde todo punto de vista jurídico, humano y ético
Con su proverbial delicadeza, el presidente ecuatoriano añadió en su discurso que sabía que mañana se divulgará otro video grabado de modo clandestino, pero no dio detalles. “Divulguen los videos que les de la gana”, repitió y agregó, acaso pretendiendo ser sarcástico, “si quieren les hago llegar un video de la primera comunión de la hija de Patiño (su ministro de Economía y clon)”.
Hace un par de días fue a Nueva Loja, provincia oriental de Sucumbíos, para asistir al funeral de la gobernadora asesinada por sicarios. Dictó órdenes para que se restablezcan el orden y la moralidad, se cierre los burdeles y se implante el toque de queda. El problema de la violencia, dijo, “es que Sucumbíos es muy cercano a la frontera con Colombia, por ahí entran guerrilleros colombianos…”
Durante la campaña presidencial y a poco de posesionarse, el mandatario y sus seguidores se resistieron a calificar a los guerrilleros narcotraficantes como terroristas y a que se los reprima por la fuerza. “Son freedom fighters o luchadores por la libertad” dijo Correa, abogando porque Uribe y su gobierno dejen las armas y los inviten a dialogar un acuerdo de paz.
En las negociaciones para lograr que los Estados Unidos prorrogue por al menos dos años el acuerdo de preferencias arancelarias para los productos del Ecuador (ATPEDEA), Correa envió a Washington una delegación presidida por la Canciller María Espinosa. Ésta intentó dar un barniz a la retórica abiertamente anti norteamericana de su jefe, diciendo que el Ecuador ama a ese país y que en cuanto a los tratados y acuerdos internacionales que ha suscrito, los respetará de manera religiosa.
La referencia de Espinosa era al caso de la petrolera OXY, expropiada y confiscada por el gobierno ecuatoriano, diciendo que se respetará la decisión al respecto que estudia el tribunal internacional Ciadi. Esta declaración no le gustó al gran jefe y al punto la desmintió y desautorizó, advirtiendo que a futuro los únicos que podrán hablar del tema serán él y el Procurador.
Ahora está claro. El litigio en la Ciadi tiene un delegado ecuatoriano pero “bajo protesta” o “en rebeldía”. En otras palabras, resuelva lo que resuelva ese grupo, Correa no lo acatará, habida cuenta que la hipótesis de que vaya a fallar a favor del Ecuador por cierto se descarta.
En otra “inteligente” maniobra diplomática sobre este tema, Correa vaticinó que las preferencias arancelarias no serán prorrogadas por los Estados Unidos. Pero dijo que ello no le preocupa, que tiene en marcha un plan B o alternativo para el caso de la negativa. El plan consiste en compensar a las empresas que pierdan al no poder exportar y al mismo tiempo intensificar la apertura de mercados en el Asia.
La negociación de la ATPEDEA no se ha cerrado. Se postergó para julio. Pero Correa en el fondo no la quiere. Chávez aconseja no negociar ese tipo de tratados ni con Estados Unidos ni con la Unión Europea y Correa sigue el consejo como si fuera orden. ¿Qué es lo que quieren éstos monigotes de Fidel Castro? En todo caso Chávez sobrenada en un mar de petrodólares, pero ¿Correa?
La compensación que anuncia para los empresarios perdedores (que exportan atún, mariscos, flores, frutas y centenares de otros productos al mayor mercado de consumo del país, los Estados Unidos), si se concreta, se hará a costa de los contribuyentes, esto es, del empobrecimiento general. Y en cuanto a la apertura de nuevos mercados supletorios, también si se concreta, demandará años en perfeccionarse hasta ser operativo.
Correa también ha vuelto a castigar al periodismo y los periodistas. Los acusa esta vez, a más de ser mentirosos, de oponerse sistemáticamente a los gobiernos “progresistas”. Citó un ejemplo: el trato dado a Salvador Allende y a su sucesor Augusto Pinochet, aunque no analizó casos específicos.
Allende, le primer presidente socialista electo por voto popular (Correa jamás se presentó como candidato socialista, la revelación la hizo una vez elegido) causó una hecatombe en la economía chilena. Lo hizo con la asesoría directa de Fidel Castro, quien lo visitó inicialmente por un par de días, pero se quedó 40. Poco acceso tuvo la prensa a los encuentros privados de los dos “camaradas”.
El caos sobrevino y la reacción militar acabó con el fracaso socialista de Allende quien se suicidó en Palacio. Advino Pinochet y si hubo excesos en la represión, ello se explica por los excesos extremistas del predecesor. En todo caso, la economía se rehizo, se recuperó a la postre la libertad y la democracia política y económica en Chile y su modelo de crecimiento es ejemplar para la América Latina.
¿Acaso Rafael Correa tiene en mientes una prensa “que le comprenda” como la que existe en Cuba con respecto a Fidel o como la que quiere imponer Chávez en Venezuela? ¿Y “congresos” y “asambleas” como los de la Isla y Venezuela? Al parecer si, pues ahora sugiere que en el Ecuador la asamblea a instalarse a fines de año debe como primer acto abolir al actual Congreso.
Dice estar decepcionado porque el Congreso le ha traicionada a él, es decir a la Patria porque él es la Patria, al no aprobar tres proyectos de ley. Por ello afirma que intensificará su campaña para que a la asamblea vayan “solo compatriotas” y no traidores. Para los tiranuelos utopistas no hay medias tintas, ni posibles cuestionamientos a sus ideas y a mandatos. El Congreso, una vez instalada “su” asamblea, deberá ser clausurado ipso facto. Nada nuevo en Correa: al iniciar su campaña presidencial se ´negó a presentar candidatos al Congreso. Lo aborrecía, lo aborrece, quiere verlo desaparecer y lo conseguirá con "su" asamblea.
Columnistas que antes no escatimaban elogios a Correa, comienzan a verlo como un peligro ante tanta evidencia, que no amenaza, contra la racionalidad y la institucionalidad de la democracia. Cuando apoyaban a Correa, lo veían como la esperanza del cambio y la salvación.
Evaporada esta ilusión, ahora sueñan que la salvación será la asamblea. Y quieren que a ella vayan seres justos, equilibrados y sabios cual resucitados de la crema de los senados grecorromanos. Otra quimera inalcanzable. La asamblea será manipulada por Correa a su albedrío.
Si las elecciones de fines de septiembre para la asamblea pudiesen desviarse hacia resultados no deseados por Correa, nada improbable que Chávez aterrice en Quito o de cualquier otro modo acentúe su asesoría para corregir deficiencias y reencauzar las elecciones en su favor. En caso de dudas de los resultados, bien podría llegar a Quito un refuerzo, el ex presidente Jimmy Carter, como ya lo hizo con Chávez en Venezuela.
Sea de ello lo que fuere, “su majestad” el ciudadano presidente Rafael Correa ha designado a su sucesor, para el caso hipotético de que la comedia de presentar su renuncia a la asamblea reciba una respuesta afirmativa. El ungido es Alberto Acosta, su defenestrado ministro de Energía y sobrino nieto nada menos que de José María Velasco Ibarra.
Alberto, ex-columnista del diario Hoy, quiso colectar 350 millones de dólares en donaciones caritativas anuales para no perforar en el Yasuní por petróleo. Otra utopía inalcanzable y perjudicial a los intereses económicos del país. Desde luego que la asamblea, de realizarse, no depondrá a Correa y Alberto no lo sustituirá. Si tal el caso, por al menos vuelva a Hoy.
¿A qué tiempo gobierna el presidente Correa en su despacho del Palacio de Carondelet? Las noticias que de él se tienen dan idea de que se trata de un gobernante itinerante, que va como lanzadera de un lugar a otro, de un barco a una aldea amazónica, de una hidroeléctrica a la cárcel. Para colmo, va siempre acompañado de un séquito majestuoso, frente al cual están prohibidos los gestos que pudiesen herir su delicada sensibilidad monárquica.
A propósito, su “majestad” Rafael Correa ha emitido un edicto disponiendo que el “ciudadano” presidente Rafael Correa no pueda en adelante ordenar el arresto de ciudadano alguno que gesticule en su contra cuando el carruaje y su séquito se deslicen por los caminos de “su” Patria.
He ahí a Correa en su esplendor: resucita, crea, desaprueba, anula, interpreta reglamentos, leyes y bulas a su entero capricho. Quienes objetan su conducta son mentirosos, corruptos y “mediocres” (Mmediocridad según el Diccionarios de la Lengua Española: “Estado de una cosa entre grande y pequeño, entre bueno y malo.” Por lo visto, el uso correcto del lenguaje no es una de las virtudes del Presidente, si alguna tiene-como político)
Friday, June 15, 2007
UNA LUCECILLA EN LAS TINIEBLAS
Ha brotado una tenue lucecilla en medio de la ya “larga noche” del correismo y ha surgido en el lugar más inesperado, el Congreso Nacional.
El Congreso ecuatoriano, como todas las demás principales instituciones del país, había sido pisoteado por el presidente Rafael Correa y lejos estaba toda suposición de que pudiera contradecirlo en lo más mínimo.
Pero el fenómeno se dio. El proyecto de ley de Correa para refrendar el total control de la banca privado por parte del Ejecutivo fue negado en lo sustancial y se lo aprobó con algunas enmiendas aceptables.
Lo destacable de la decisión de los congresistas, que se suponía eran sumisos en todo al gobernante, es que contradice al mandatario en sus ataques contra el mercado. En efecto, lo que quería Correa es que la banca particular, a través de la Junta Bancaria ad-hoc. que él impuso, actúe y haga negocios según sus directas regulaciones.
El Congreso le dijo no y ratificó que la fijación de tasas y otros mecanismos que permiten a la banca legalmente usufructuar para subsistir, dependerá de las fluctuaciones del mercado, no de la voluntad omnímoda y centrista de una sola persona.
La práctica de cobro de comisiones más tasas se eliminó, como lo quería Correa. Lo cual está muy bien, puesto que la aceptación de la realidad de las fuerzas del mercado como motor esencial para el progreso, no está reñido en modo alguno con el concepto de la ley y la ética.
Lo que repele es la idea de que las inequidades del mercado puedan ser superadas, no con enmiendas sino con la supresión del mercado, como lo quieren Correa y Patiño. Ello equivaldría a curar al enfermo matándolo. El mercado es vital y por tanto está en constante evolución. Cuando surgen distorsiones, lo cuerdo es aplicar regulaciones para restablecer el equilibrio y salud de las sutiles o invisibles fuerzas del mercado.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX se registró una distorsión en la industria petrolera de los Estados Unidos. La Standard Oil controlada por Rockefeller se había acumulado excesivo poder concentrador de producción y oferta e imponía los precios más allá de la realidad del mercado.
El monopolio fue quebrado, así como otros monopolios de comienzos de la centuria pasada en ese país, como los ferrocarriles. ¿Qué ocurrió? El mercado se redefinió y la economía en general no solo no se estancó sino que se vigorizó e impulsó a los Estados Unidos a convertirse en los años subsiguientes en la primera potencia económica del planeta.
(Otro ejemplo de manejo arbitrario del mercado es la OPEP. Este organismo, al que Correa promete reintegrar al Ecuador, agrupa a jeques y chiflados como Chávez y Ahmadinejad, dueños todos de empresas petroleras del Estado. Cuando el precio del petróleo en el mercado mundial baja reducen la producción. Y viceversa. Es un monopolio abominable, o cartel, que debería ser denunciado ante la OMC para romperlo. No se lo hace por razones de geopolítica internacional)
En este mismo país, las distorsiones y los abusos en los manejos bancarios han sido frecuentes. Pero eran resultado del incumplimiento de las regulaciones en vigencia. Lejos de ocultar los fraudes y delitos bancarios, la autoridad actuó, los bancos y banqueros delincuentes fueron sancionados y el sistema prevaleció y se fortaleció.
En el Ecuador no se hizo lo mismo cuando el Filanbanco quebró las leyes. En lugar de sancionar a los autores de los fraudes y cerrar al banco, el Estado lo ayudó por temor a un supuesto “dominó” que habría afectado negativamente al sistema de la banca privada. Las consecuencias de esa acción fueron las negativas y aún las están pagando los contribuyentes, pues el rescate costó alrededor de 8 mil millones de dólares. Los dirigentes del banco en quiebra siguen prósperos en Miami y Guayaquil.
El problema que tienen el presidente Correa y su carnal Patiño es mirar al mercado como causa de todos los males del Ecuador. En lugar de tratar de perfeccionarlo, que no hizo con lo que llaman la “larga noche del neoliberalismo”, quieren suplantar al mercado con más intervención estatal.
Son sueños de utopistas. En todos los lugares en los que el Estado ha intentado suplantar al mercado con la planeación central, el resultado ha sido la extensión de la miseria, como en Cuba, Corea del Norte y antes la URSS.
(La supresión del libre mercado solo se consigue con la fuerza. Al cumplirse otro aniversario del discurso de Reagan pidiendo la caída del muro de Berlín, un organismo internacional reveló las cifras de muertes por opresión comunista: 65 millones (y aumentan) en China; 20 millones en la URSS; 2 millones (y aumentan) en Corea del Norte; 1.7 millones en África; 1.5 millones en Afganistán; 1 millón en Vietnam; 1 millón en Europa Oriental; 150.000 en América Latina. Recuerda que la URSS tenía campos de exterminio como Kolyma y Magadan, comparables a los de Auschwitz y Buchenwald de la Alemania nazi)
El recientemente fallecido economista Milton Friedman, Premio Nobel, solía dar el ejemplo de fácil comprensión de un lápiz como demostrativo de cómo el mercado prevalece sobre el dirigismo centralizado. Describía las partes del lápiz y comentaba, por ejemplo, que para fabricarlo había una demanda. Y que para satisfacerla, alguien diseñó el lápiz. Éste necesitó de madera, por tanto de bosques, de leñadores, de procesadores, de mercadeo. Más tarde de pintura, grafito, minas, caucho, plástico, imprentas, industrias.
El ejemplo le inducía a describir la complejidad de factores físicos y humanos involucrados en la producción de ese solo simple objeto. Para que la confluencia se concrete, las fuerzas del mercado actuaron libres, como el agua que fluye para llenar oquedades. Pretender sustituir esa miríada de factores y elementos con un directriz central, estaría destinado al fracaso.
Friedman señalaba que en la actividad privada el riesgo de una mala inversión se sanciona por si misma, con pérdidas para los inversionistas o la bancarrota. Cuando los proyectos son regulados, controlados y financiados por el Estado, los fracasos no se resuelven en castigo para los responsables. La víctima es la sociedad, es el contribuyente.
Si Petroecuador hubiese estado en manos privadas, el descuido en contra del medio ambiente una vez que reemplazó a las firmas extranjeras habría tenido como responsables a los del grupo gerencial. Los accionistas los habrían sustituido sin vacilaciones.
Es probable que se hubieran esperado mejores resultados con otros gerentes, pero si tal no ocurría, la compañía o se vendía o se suprimía. No se habría atacado a terceros por los fracasos en el medio ambiente. Igual reflexión cabe con respecto a la desastrosa situación del oleoducto, la refinería, el aspecto laboral.
Correa no quiere mejorar al mercado, quiere sustituirlo. Por eso dice pestes de los medios comunicación y anuncia que invertirá unos 20 millones de dólares para instalar en el país una estación de TV. Buscará el asesoramiento y acaso el financiamiento de Venezuela. El asesor venezolano en la materia acaba de decir en Quito que Telesur (y su filial en el Ecuador) seguirá el modelo de de la cadena de TV Al Jazhira del extremismo musulmán, porque “hay que reportar la verdad desde el lado donde caen las bombas”.
Si a la postre se construye la TV nacional, sin duda que terminará como Radio Nacional del Estado, los ferrocarriles, Petroecuador o como otra cualquiera de las empresas estatales quebradas o por quebrar que carecen de responsables. A la postre, la TV nacional terminaría siendo otra presa más de “ratas, rateros y ratones”.
En tanto se proyecta esta TV, Correa ha tomado ya posesión del diario El Telégrafo. Dice que no será un medio adscrito al Ejecutivo. No lo necesita. Le bastó nombrar Presidente del diario a Alfredo Castillo tan camarada como sus otros colaboradores Lenín y Marx. El nuevo jefe de El Telégrafo fue ministro del anterior presidente Palacio, como lo fue Correa. Castillo, como ministro de gobierno, no controlaba manifestaciones públicas contra el régimen: salía del despacho para encabezarlas…
Igual está haciéndolo Correa en cuanto a encabezar una manifestación pública en las calles quiteñas. Terminará en la sede de su partido Alianza País y en ella hará el anuncio de los candidatos oficialistas a la asamblea constituyente que se avecina. Entre los candidatos están sus ministros de Energía, Obras Públicas y su secretaría de prensa.
Un consejo no solicitado: ¿Porqué Correa no va en masa a la asamblea con todo su gabinete ministerial liderado por Patiño? Podría dejar “encargada la tienda” al vicepresidente Lenín, quien desde allí podría continuar con más fuerza en su “campaña de alegría, amabilidad y hospitalidad y risas”. Otro consejo: que comience esa campaña, pero de manera extra intensiva, con su jefe.
Correa puede ser todo, menos amable. Lo confirma con su orden para que se aprese a un ciudadano que le hirió con algún gesto, que él califica de obsceno. La víctima podría ir a la cárcel de 6 meses a 2 años. Ni dictadores con todos los poderes fueron tan lejos en la ridiculez. Ni siquiera “mi” general “bombita” a quien si bien se le acusaba de ingenuo, jamás dejó de ser amable.
El Congreso ecuatoriano, como todas las demás principales instituciones del país, había sido pisoteado por el presidente Rafael Correa y lejos estaba toda suposición de que pudiera contradecirlo en lo más mínimo.
Pero el fenómeno se dio. El proyecto de ley de Correa para refrendar el total control de la banca privado por parte del Ejecutivo fue negado en lo sustancial y se lo aprobó con algunas enmiendas aceptables.
Lo destacable de la decisión de los congresistas, que se suponía eran sumisos en todo al gobernante, es que contradice al mandatario en sus ataques contra el mercado. En efecto, lo que quería Correa es que la banca particular, a través de la Junta Bancaria ad-hoc. que él impuso, actúe y haga negocios según sus directas regulaciones.
El Congreso le dijo no y ratificó que la fijación de tasas y otros mecanismos que permiten a la banca legalmente usufructuar para subsistir, dependerá de las fluctuaciones del mercado, no de la voluntad omnímoda y centrista de una sola persona.
La práctica de cobro de comisiones más tasas se eliminó, como lo quería Correa. Lo cual está muy bien, puesto que la aceptación de la realidad de las fuerzas del mercado como motor esencial para el progreso, no está reñido en modo alguno con el concepto de la ley y la ética.
Lo que repele es la idea de que las inequidades del mercado puedan ser superadas, no con enmiendas sino con la supresión del mercado, como lo quieren Correa y Patiño. Ello equivaldría a curar al enfermo matándolo. El mercado es vital y por tanto está en constante evolución. Cuando surgen distorsiones, lo cuerdo es aplicar regulaciones para restablecer el equilibrio y salud de las sutiles o invisibles fuerzas del mercado.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX se registró una distorsión en la industria petrolera de los Estados Unidos. La Standard Oil controlada por Rockefeller se había acumulado excesivo poder concentrador de producción y oferta e imponía los precios más allá de la realidad del mercado.
El monopolio fue quebrado, así como otros monopolios de comienzos de la centuria pasada en ese país, como los ferrocarriles. ¿Qué ocurrió? El mercado se redefinió y la economía en general no solo no se estancó sino que se vigorizó e impulsó a los Estados Unidos a convertirse en los años subsiguientes en la primera potencia económica del planeta.
(Otro ejemplo de manejo arbitrario del mercado es la OPEP. Este organismo, al que Correa promete reintegrar al Ecuador, agrupa a jeques y chiflados como Chávez y Ahmadinejad, dueños todos de empresas petroleras del Estado. Cuando el precio del petróleo en el mercado mundial baja reducen la producción. Y viceversa. Es un monopolio abominable, o cartel, que debería ser denunciado ante la OMC para romperlo. No se lo hace por razones de geopolítica internacional)
En este mismo país, las distorsiones y los abusos en los manejos bancarios han sido frecuentes. Pero eran resultado del incumplimiento de las regulaciones en vigencia. Lejos de ocultar los fraudes y delitos bancarios, la autoridad actuó, los bancos y banqueros delincuentes fueron sancionados y el sistema prevaleció y se fortaleció.
En el Ecuador no se hizo lo mismo cuando el Filanbanco quebró las leyes. En lugar de sancionar a los autores de los fraudes y cerrar al banco, el Estado lo ayudó por temor a un supuesto “dominó” que habría afectado negativamente al sistema de la banca privada. Las consecuencias de esa acción fueron las negativas y aún las están pagando los contribuyentes, pues el rescate costó alrededor de 8 mil millones de dólares. Los dirigentes del banco en quiebra siguen prósperos en Miami y Guayaquil.
El problema que tienen el presidente Correa y su carnal Patiño es mirar al mercado como causa de todos los males del Ecuador. En lugar de tratar de perfeccionarlo, que no hizo con lo que llaman la “larga noche del neoliberalismo”, quieren suplantar al mercado con más intervención estatal.
Son sueños de utopistas. En todos los lugares en los que el Estado ha intentado suplantar al mercado con la planeación central, el resultado ha sido la extensión de la miseria, como en Cuba, Corea del Norte y antes la URSS.
(La supresión del libre mercado solo se consigue con la fuerza. Al cumplirse otro aniversario del discurso de Reagan pidiendo la caída del muro de Berlín, un organismo internacional reveló las cifras de muertes por opresión comunista: 65 millones (y aumentan) en China; 20 millones en la URSS; 2 millones (y aumentan) en Corea del Norte; 1.7 millones en África; 1.5 millones en Afganistán; 1 millón en Vietnam; 1 millón en Europa Oriental; 150.000 en América Latina. Recuerda que la URSS tenía campos de exterminio como Kolyma y Magadan, comparables a los de Auschwitz y Buchenwald de la Alemania nazi)
El recientemente fallecido economista Milton Friedman, Premio Nobel, solía dar el ejemplo de fácil comprensión de un lápiz como demostrativo de cómo el mercado prevalece sobre el dirigismo centralizado. Describía las partes del lápiz y comentaba, por ejemplo, que para fabricarlo había una demanda. Y que para satisfacerla, alguien diseñó el lápiz. Éste necesitó de madera, por tanto de bosques, de leñadores, de procesadores, de mercadeo. Más tarde de pintura, grafito, minas, caucho, plástico, imprentas, industrias.
El ejemplo le inducía a describir la complejidad de factores físicos y humanos involucrados en la producción de ese solo simple objeto. Para que la confluencia se concrete, las fuerzas del mercado actuaron libres, como el agua que fluye para llenar oquedades. Pretender sustituir esa miríada de factores y elementos con un directriz central, estaría destinado al fracaso.
Friedman señalaba que en la actividad privada el riesgo de una mala inversión se sanciona por si misma, con pérdidas para los inversionistas o la bancarrota. Cuando los proyectos son regulados, controlados y financiados por el Estado, los fracasos no se resuelven en castigo para los responsables. La víctima es la sociedad, es el contribuyente.
Si Petroecuador hubiese estado en manos privadas, el descuido en contra del medio ambiente una vez que reemplazó a las firmas extranjeras habría tenido como responsables a los del grupo gerencial. Los accionistas los habrían sustituido sin vacilaciones.
Es probable que se hubieran esperado mejores resultados con otros gerentes, pero si tal no ocurría, la compañía o se vendía o se suprimía. No se habría atacado a terceros por los fracasos en el medio ambiente. Igual reflexión cabe con respecto a la desastrosa situación del oleoducto, la refinería, el aspecto laboral.
Correa no quiere mejorar al mercado, quiere sustituirlo. Por eso dice pestes de los medios comunicación y anuncia que invertirá unos 20 millones de dólares para instalar en el país una estación de TV. Buscará el asesoramiento y acaso el financiamiento de Venezuela. El asesor venezolano en la materia acaba de decir en Quito que Telesur (y su filial en el Ecuador) seguirá el modelo de de la cadena de TV Al Jazhira del extremismo musulmán, porque “hay que reportar la verdad desde el lado donde caen las bombas”.
Si a la postre se construye la TV nacional, sin duda que terminará como Radio Nacional del Estado, los ferrocarriles, Petroecuador o como otra cualquiera de las empresas estatales quebradas o por quebrar que carecen de responsables. A la postre, la TV nacional terminaría siendo otra presa más de “ratas, rateros y ratones”.
En tanto se proyecta esta TV, Correa ha tomado ya posesión del diario El Telégrafo. Dice que no será un medio adscrito al Ejecutivo. No lo necesita. Le bastó nombrar Presidente del diario a Alfredo Castillo tan camarada como sus otros colaboradores Lenín y Marx. El nuevo jefe de El Telégrafo fue ministro del anterior presidente Palacio, como lo fue Correa. Castillo, como ministro de gobierno, no controlaba manifestaciones públicas contra el régimen: salía del despacho para encabezarlas…
Igual está haciéndolo Correa en cuanto a encabezar una manifestación pública en las calles quiteñas. Terminará en la sede de su partido Alianza País y en ella hará el anuncio de los candidatos oficialistas a la asamblea constituyente que se avecina. Entre los candidatos están sus ministros de Energía, Obras Públicas y su secretaría de prensa.
Un consejo no solicitado: ¿Porqué Correa no va en masa a la asamblea con todo su gabinete ministerial liderado por Patiño? Podría dejar “encargada la tienda” al vicepresidente Lenín, quien desde allí podría continuar con más fuerza en su “campaña de alegría, amabilidad y hospitalidad y risas”. Otro consejo: que comience esa campaña, pero de manera extra intensiva, con su jefe.
Correa puede ser todo, menos amable. Lo confirma con su orden para que se aprese a un ciudadano que le hirió con algún gesto, que él califica de obsceno. La víctima podría ir a la cárcel de 6 meses a 2 años. Ni dictadores con todos los poderes fueron tan lejos en la ridiculez. Ni siquiera “mi” general “bombita” a quien si bien se le acusaba de ingenuo, jamás dejó de ser amable.
Sunday, June 10, 2007
LAS VICISITUDES DE LA COMPLACENCIA
Algunos de los panegiristas del presidente ecuatoriano Rafael Correa, molestos por su actitud autoritaria contra todo y contra todos los que no se allanan a su modo de pensar y gobernar, aún lo defienden diciendo que está lleno de buenas intenciones. ¿Cuáles son esas buenas intenciones? Ciertos columnistas las señalan, otros las insinúan. Correa aparentemente quiere terminar con la corrupción, quiere que el país tenga menos pobres, busca extender los beneficios de la salud y el bienestar al mayor número de ciudadanos, anhela la independencia económica del país.
Pero quizás el punto central de su agenda es reducir el número de pobres. Mas los métodos que pretende aplicar para alcanzarlo no son los idóneos. Pues parte del principio equivocado de que los dueños del capital, en otras palabras los ricos, lo son porque han explotado a los pobres.
De ahí su indignación contra los empresarios, contra la banca privada, contra los medios de comunicación que a juicio suyo solo defienden los intereses del segmento más acaudalado de la sociedad. Quiere, en consecuencia, una redistribución de la riqueza entre otras cosas mediante una reforma tributaria que castigue a los que más tienen para transferir esa riqueza a los pobres.
Ese es el sentido, en el fondo, que tienen el bono para la pobreza, el bono para la vivienda, los subsidios al gas para los pobres, las tarifas más altas para los que más consumen energía eléctrica, el impuesto a los envíos de capital al exterior, el llamado a que las empresas periodísticas no exploten a sus trabajadores periodistas.
Esa actitud y esa filosofía no son nuevas. Revelan un infantilismo intelectual y emocional que se lo ha llegado a califica como utopismo. Los utopistas, desde tiempos inmemoriales, han propuesto fórmulas para que desaparezcan las injusticias en y se las sustituya mágicamente por la igualdad.
El vocablo igualdad es el medular de los utopistas, tanto de derecha como de izquierda y se lo incluyó en la trilogía de la Revolución Francesa (Liberté, Egalité et Fraternité). Por desgracia, entre libertad e igualdad hay una contraposición que jamás permitirá la aspiración de la fraternidad eterna entre los humanos.
O se anhela la libertad o la igualdad. No pueden ir juntas. Si se escoge ésta última, habrá que limitar o eliminar la libertad para imponer lo que alguien desde las alturas del poder, por lo general omnímodo, considere justo y bueno para todos. Ninguna experiencia utopista del siglo XIX, XX ni las que han subsistido en este siglo han superado ese escollo.
Porque la sociedad humana está integrada por seres diferentes, con diferentes talentos, emociones y objetivos. Lo único factible de anhelar a favor de una sociedad más justa, es igualar las oportunidades para que todos puedan aspirar a la felicidad según sus propios talentos e inclinaciones. Unos prosperarán, otros alcanzarán la felicidad por distintos medios, otros no superarán determinados niveles. Es lo humano. Lo deplorable es pretender imponer la igualdad de los resultados, basada en la envidia. Los experimentos, en el peor de los casos, terminan por una nivelación por lo bajo, salvo la nómina en el poder.
Lo que Correa y los que piensan como él desean es esa igualdad de resultados, no una igualdad de oportunidades. Aquí en los Estados Unidos esa tendencia se ha reflejado en múltiples formas: todos somos iguales, hombres y mujeres. Brotó el feminismo y se infiltró en todos los estamentos, inclusive en el militar. Por cierto, biológicamente las mujeres no son iguales que los hombres pero para salir adelante con el principio, se redujeron los niveles de exigencia para no afectar a lo mujer y el resultado fue la feminización de la institución militar.
Los heterosexuales son iguales a los homosexuales. Aunque la mayoría de la población piense lo contrario, el homosexualismo se impuso y ahora no solo que la opción homosexual se considera igual, sino preferible y se la exalta en escuelas, colegios, cine y a diario en todos los medios de comunicación. El hombre se ha feminizado y viceversa.
Si todos somos iguales, las diferencias de resultados tienen que corregirse. Es el postulado de los demócratas. A los ricos, tal como lo piensa Correa, hay que exprimirles su riqueza para transferirla a los pobres. No importa si esa riqueza extraída va al fisco y se dilapida o sirve para inflar la burocracia y sus sueldos.
Todas las culturas y todas las religiones son iguales. Consecuentemente, no cabe sostener que la cultura judeocristiana sea superior a otras, como la de los musulmanes que exaltan el degüello a los infieles, la subyugación de la mujer, la obliteración de sus genitales, la inmolación de seres inocentes a manos de los suicidas.
La sustitución de la meta de la libertad de oportunidades por la de la igualdad de los resultados conduce al esclavismo, la depauperación, la cárcel o exterminio de los opositores y por la regimentación en detalle de todo lo concerniente a la diaria conducta de los ciudadanos. Es lo que se observa en Cuba, en Corea del Norte, lo que ocurrió con los regímenes fascistas nazis, de la Unión Soviética y similares.
El presidente Correa sigue por ese sendero nada luminoso de acumular todos los poderes para implantar en el Ecuador por la fuerza la igualdad de resultados según su esquema mental y emocional. Como en imitación de Luís XIV, Correa parece decir “El Mercado soy Yo”, porque el mercado como existe y funciona solo favorece a los ricos que odia y hay que eliminarlo.
De ahí que vaya a intervenir en los bancos para definir él cuáles son las tasas de interés de las transacciones, cuáles las comisiones “justas” que deben cobrar. Es igual el criterio que trata de imponer para el ejercicio del periodismo. Él, solo él, sabe cómo los medios deben transmitir informaciones y opiniones.
Luego que el Presidente del Diario Hoy, Jaime Mantilla, se expresara de manera tan generosa sobre el jefe de Estado (“es un muchacho musculoso al que hay que saber entender”, dijo), Correa le invitó a él a y a dos de sus cercanos colaboradores a un diálogo en el despacho presidencial.
Frontalmente Correa les dijo, según el mismo Hoy da cuenta: “aquí (en el país) los medios de comunicación están acostumbrados a hacer lo que les da la gana y son parte del problema del Ecuador”. Acusó a los medios de no estar cerca ni entender a la gente como lo hace él con su programa de gabinete ministerial itinerante por los distintos pueblos del país.
Antes el presidente había puesto ya en claro qué es lo que está ocurriendo con el proyecto de reforma bancaria. Ahora saben los banqueros, dijo, “que con esa ley se les acabó la fiesta, que ya no son dueños del país y están que tiemblan”. ¿Es éste un lenguaje de estadista? Al parecer ello no le importa, pues al grupo de Hoy que lo entrevistó les aclaró que el término estadista ya es obsoleto…
Pues bien, los preocupados panegiristas de Correa han volcado sus esperanzas en la próxima asamblea constituyente que contará con poderes totales para hacer y deshacer del país. En el mismo momento en que se instale la asamblea, acaba de ratificar a Hoy el Presidente, dejaré mi cargo a su disposición.
Le hicieron notar que ello contradice su juramento al posesionarse y ejercer las funciones por cuatro años, como manda la Constitución. Ese detalle también le tiene sin cuidado, como tantos otros. Afirma que la asamblea podrá hacer “lo que le da la gana”. ¿Por qué la asamblea más bien no lo ratifica en el cargo y le extiende el mandato a 12 años o más? ¿O resuelve a reelección indefinida o lo declara de una vez por todas Presidente vitalicio como quería Bolívar?
Francisco Carrión, columnista de El Comercio, dice que todo lo actuado hasta la fecha por Correa es encomiable, aunque no le gusta que haya desaparecido la oposición. Para superar este “pequeño y pasajero” problema piensa en la asamblea, a la que él quiere que vaya gente sabia, madura, independiente. Él es uno de los candidatos a integrarla y acaso trate de encabezar el movimiento de los sensatos en ese bosque de 130 “sabios”.
Pero todo indica que la asamblea, si hay elecciones y se instala, será antípoda de un cónclave de sabios. La partidocracia, pisoteada y aniquilada por Correa, ha resucitado con 114 facciones políticas que nominarán a sus candidatos a la asamblea, según datos del Tribunal Supremo Electoral, agencia del Ejecutivo.
Lo curioso es que todavía al TSE no ha llegado una sola lista de inscripción, no obstante que el plazo vence en 8 días. De los 114 grupos, solo 32 tienen ya el número, logo y otros requisitos para las votaciones.
Entre los grupos aceptados está el TUTA, acrónimo tomado del apelativo familiar que los Correa usan para dirigirse a la tía materna de Rafael. Con una asamblea de esas características, nada difícil que a Rafael no solo le proclamen presidente vitalicio, sino talvez Rey, Inca o Emperador (con el agregado de que si sufre una enfermedad que le impida gobernar, su hermano será quien lo sustituya)
Mientras prepara la comedia de la asamblea, Correa y su equipo continúan dando muestras de gran pericia administrativa. Petroecuador está en soletas, la producción de petróleo sigue a la baja, la desinversión continúa, la inflación amenaza pese a la dolarización y el frenesí del gasto fiscal no tiene freno. Si Condolezza Rice no presiona al Congreso demócrata, el Ecuador se quedará sin preferencias arancelarias para el ingreso de sus productos y la economía en el país caerá en picada.
La Canciller Espinosa o es ingenua o no tiene información suficiente. Ha quedado feliz porque Condolezza le ha dicho que el gobierno quiere la extensión de las preferencias arancelarias. Pero la decisión está en manos de los congresistas demócratas, enemigos de Bush y del libre comercio. No quieren la prórroga porque les han informado que las bananeras de Noboa tienen atados con cadenas a muchachos de 8 a 14 años en las plantaciones y que el salario que reciben por su trabajo es un par de plátanos podridos por la noche.
Si Bush tuviera el poder de persuasión que cree la Canciller Espinosa, entonces no habría el limitado apoyo que tiene para la guerra contra el terrorismo internacional ni la resistencia para aprobar el proyecto de reformas a la ley de Inmigración.
Con respecto a la guerra contra el terrorismo en Irak, fue interesante escuchar esta mañana al senador demócrata (ahora independiente) Lieberman en uno de los populares diálogos dominicales de la TV. El senador, que acompañó a Gore en el binomio de las elecciones presidenciales pasadas contra Bush, dijo que acababa de llegar de una gira por Irak y otros países árabes de la zona.
Según sus informaciones, el 90% de los atentados terroristas son realizados por terroristas extranjeros de Al Qaeda financiados por Irán. Ello descarta la idea difundida por los demócratas de que en el Irak hay una guerra civil en la que las fuerzas de la Coalición que encabezan los Estados Unidos nada tienen que hacer.
Acusó a Irán de tener por lo menos dos bases de entrenamiento de terroristas en la frontera, para adiestrar y equipar a gente que va en misiones suicidas al Irak, a Palestina, a Líbano. Estos terroristas a sueldo han asesinado a no menos de 200 soldados norteamericanos y a muchísimos seres inocentes más iraquíes, por lo que no descarta, más bien recomienda, una respuesta militar inmediata contra Mahmud Ahmadinejad, el compinche de Chávez, Morales y Correa.
Los medios de comunicación no informan con veracidad lo que está ocurriendo en Irak. Es una repetición de lo que ocurrió en la guerra de Vietnam contra el avance comunista. Durante la célebre Ofensiva Tet de Vietnam del Norte, los medios norteamericanos dijeron que fue un ataque por sorpresa que diezmó a los militares de USA. Esas noticias convencieron a los políticos de Washington de que todo estaba perdido, retiraron los fondos de apoyo y la guerra terminó con la derrota estadounidense, la primera en su historia.
La realidad era otra. Los Vietcong fueron derrotados y no hubo un solo pueblo de la región que se hubiera sumado y respaldado a los invasores del norte. Los comandos militares habían trabajado en la contrainsurgencia y los pobladores respaldaban abiertamente a los norteamericanos. Tras la guerra perdida, los Vietcong asesinaron a centenares de miles de resistentes al comunismo.
Si los medios continúan en su campaña actual anti norteamericana, el Congreso podría flaquear y a la postre, como en 1968, bloquear los fondos para la guerra contra el terrorismo y repetir una segunda y desastrosa derrota para las fuerzas militares de los Estados Unidos que lideran la Coalición. Los resultados de la retirada, como en Vietnam, serían el avance de las fuerzas contrarias a la democracia como se la entiende en Occidente desde la Italia renacentista.
(El diario The Wall Street Journal publicó hoy un artículo de un veterano de Vietnam en el cual analiza lo ocurrido en 1968 en esa región y lo compara con lo que hoy sucede en Irak. Y advierte de los peligros de que si los medios persisten en la desinformación sobre lo que acontece en el Medio Oriente, la historia se podría repetir. Para los lectores que leen en inglés, el artículo se lo reproduce a continuación)
WAR 1968
ReduxEchoes of Vietnam in Iraq--especially from the press.
BY ROBERT MCFARLANE
Thirty-nine years ago, halfway through my second tour in Vietnam, the Tet Offensive was launched by North Vietnamese and Viet Cong forces, who were soundly defeated on the battlefield. Two measures of that battle--both relevant to the situation in Iraq today--stand out for me. The first relates to an important lesson U.S. forces had learned after three years of conflict: the vital role of "winning hearts and minds" of the local population. The second concerns the power of the press to affect our ability to sustain violent warfare.
Concerning the first of these, by early 1968 Marines had conceived a plan for building mutual trust and respect among villagers in Northern I Corps built around the deployment of platoon-sized units that lived and worked each day with local Vietnamese peasants with no greater mission than to "make life better."
Each of these Combined Action Platoons (or CAPs as they were called) included a medic qualified to carry out "well checks"--including inoculations and treatment of minor maladies--as well as assistance with securing hospital care if needed for the families in each village. An engineer was also often sent along to organize repairs of fragile dwellings, drill wells, help organize perimeter fortifications, and to undertake a hundred other utilitarian tasks.
The results from launching the CAP program were enormous and measurable. Probably the most significant return from the good will earned by these enlisted Marines was the increasing yield in tactical intelligence. Specifically, throughout the weeklong Tet offensive in early 1968 not one village in which a CAP was deployed fell to the enemy.
Yet the press--notwithstanding the defeat of the North Vietnamese and Viet Cong on the battlefield and the complete failure of the enemy to provoke an uprising and rallying of southerners to their cause--portrayed U.S. forces as having been surprised, bloodied and having suffered a resounding defeat. That misrepresentation had a powerful effect in Washington and in our body politic. Support for the war, already declining, unraveled at an accelerating pace.
Though there are valid criticisms to be made of how our military leadership conducted the war for the first three years--blunders that were worsened by disingenuous or misleading briefings at headquarters in Saigon--there is no doubt that the military finally adopted effective counterinsurgency tactics and was turning the tide on the battlefield. By then however, the early mistakes and distortions of reality by both U.S. politicians and military commanders had so undermined their credibility with the press--a press that was only too willing to go with the flow of liberal sentiment here at home--as to make it all but impossible for the administration to secure funding for the war. Sound familiar?
There was another important and dispiriting loss in the segue from Vietnam to Iraq. Despite the obvious success of the counterinsurgency tactics adopted late in the war, when it was over that nascent doctrine was expunged from our field manuals and the leadership of our military re-oriented our focus toward grand-scale land warfare in Europe. As a result, there were precious few in the senior or enlisted ranks of the U.S. military capable of leading or carrying out a counterinsurgency campaign in Iraq.
Today, four years into the war in Iraq, we've come full circle to the point reached 40 years ago--unfortunately in both respects. On the one hand we've found military leaders--men such as Army Gen. David Petraeus and Marine Lt. Gen. Jim Mattis--with a solid grasp of what is needed to turn the military tide, and who are managing that task with early evidence of success. More money is going into winning hearts and minds. More resources are being devoted to quality of life fixes that are visible to Iraqis. Shuttered factories are being opened in a major new program launched by Deputy Secretary of Defense Gordon England and headed by his subordinate Paul Brinkley. A major agricultural program is about to be launched in Anbar province, again under Pentagon leadership.
The truly good news is that the results are being felt. Sheiks and tribal leaders watching the changes being made in Anbar are coming our way, and offering various kinds of support to help root out al Qaeda and deal with the insurgents. Yet news of these successes is very hard to find in our mainstream media. It's February '68 redux--with far greater consequences I fear.
I don't mean to imply that all is well in Iraq; the political situation remains a shambles. It is imperative that we rally the leadership of each of the leading factions in Iraq and make two things clear. First, we intend to stand with them for as long as it takes if they demonstrate a sober willingness to reconcile their differences over time through formation of a functional coalition government devoted to a fair distribution of political and economic power within the country. Second, our ability to sustain support for them at home is tied to their performance. Although this prescription for winning the war is easy to describe it is hard to accomplish, especially the fostering of political reconciliation. Yet it must be done. The good news is that there are experienced veterans who possess the requisite skills for the job.
The question remains, however: Should the Iraqis succeed in this crucial endeavor, how will it be reported? For the press this is yet another moment of truth. Will it continue to publish a distorted picture of this war as it did in Vietnam, and share responsibility for the same result?
Mr. McFarlane, a former Marine officer, served as National Security Adviser to President Reagan. .
Pero quizás el punto central de su agenda es reducir el número de pobres. Mas los métodos que pretende aplicar para alcanzarlo no son los idóneos. Pues parte del principio equivocado de que los dueños del capital, en otras palabras los ricos, lo son porque han explotado a los pobres.
De ahí su indignación contra los empresarios, contra la banca privada, contra los medios de comunicación que a juicio suyo solo defienden los intereses del segmento más acaudalado de la sociedad. Quiere, en consecuencia, una redistribución de la riqueza entre otras cosas mediante una reforma tributaria que castigue a los que más tienen para transferir esa riqueza a los pobres.
Ese es el sentido, en el fondo, que tienen el bono para la pobreza, el bono para la vivienda, los subsidios al gas para los pobres, las tarifas más altas para los que más consumen energía eléctrica, el impuesto a los envíos de capital al exterior, el llamado a que las empresas periodísticas no exploten a sus trabajadores periodistas.
Esa actitud y esa filosofía no son nuevas. Revelan un infantilismo intelectual y emocional que se lo ha llegado a califica como utopismo. Los utopistas, desde tiempos inmemoriales, han propuesto fórmulas para que desaparezcan las injusticias en y se las sustituya mágicamente por la igualdad.
El vocablo igualdad es el medular de los utopistas, tanto de derecha como de izquierda y se lo incluyó en la trilogía de la Revolución Francesa (Liberté, Egalité et Fraternité). Por desgracia, entre libertad e igualdad hay una contraposición que jamás permitirá la aspiración de la fraternidad eterna entre los humanos.
O se anhela la libertad o la igualdad. No pueden ir juntas. Si se escoge ésta última, habrá que limitar o eliminar la libertad para imponer lo que alguien desde las alturas del poder, por lo general omnímodo, considere justo y bueno para todos. Ninguna experiencia utopista del siglo XIX, XX ni las que han subsistido en este siglo han superado ese escollo.
Porque la sociedad humana está integrada por seres diferentes, con diferentes talentos, emociones y objetivos. Lo único factible de anhelar a favor de una sociedad más justa, es igualar las oportunidades para que todos puedan aspirar a la felicidad según sus propios talentos e inclinaciones. Unos prosperarán, otros alcanzarán la felicidad por distintos medios, otros no superarán determinados niveles. Es lo humano. Lo deplorable es pretender imponer la igualdad de los resultados, basada en la envidia. Los experimentos, en el peor de los casos, terminan por una nivelación por lo bajo, salvo la nómina en el poder.
Lo que Correa y los que piensan como él desean es esa igualdad de resultados, no una igualdad de oportunidades. Aquí en los Estados Unidos esa tendencia se ha reflejado en múltiples formas: todos somos iguales, hombres y mujeres. Brotó el feminismo y se infiltró en todos los estamentos, inclusive en el militar. Por cierto, biológicamente las mujeres no son iguales que los hombres pero para salir adelante con el principio, se redujeron los niveles de exigencia para no afectar a lo mujer y el resultado fue la feminización de la institución militar.
Los heterosexuales son iguales a los homosexuales. Aunque la mayoría de la población piense lo contrario, el homosexualismo se impuso y ahora no solo que la opción homosexual se considera igual, sino preferible y se la exalta en escuelas, colegios, cine y a diario en todos los medios de comunicación. El hombre se ha feminizado y viceversa.
Si todos somos iguales, las diferencias de resultados tienen que corregirse. Es el postulado de los demócratas. A los ricos, tal como lo piensa Correa, hay que exprimirles su riqueza para transferirla a los pobres. No importa si esa riqueza extraída va al fisco y se dilapida o sirve para inflar la burocracia y sus sueldos.
Todas las culturas y todas las religiones son iguales. Consecuentemente, no cabe sostener que la cultura judeocristiana sea superior a otras, como la de los musulmanes que exaltan el degüello a los infieles, la subyugación de la mujer, la obliteración de sus genitales, la inmolación de seres inocentes a manos de los suicidas.
La sustitución de la meta de la libertad de oportunidades por la de la igualdad de los resultados conduce al esclavismo, la depauperación, la cárcel o exterminio de los opositores y por la regimentación en detalle de todo lo concerniente a la diaria conducta de los ciudadanos. Es lo que se observa en Cuba, en Corea del Norte, lo que ocurrió con los regímenes fascistas nazis, de la Unión Soviética y similares.
El presidente Correa sigue por ese sendero nada luminoso de acumular todos los poderes para implantar en el Ecuador por la fuerza la igualdad de resultados según su esquema mental y emocional. Como en imitación de Luís XIV, Correa parece decir “El Mercado soy Yo”, porque el mercado como existe y funciona solo favorece a los ricos que odia y hay que eliminarlo.
De ahí que vaya a intervenir en los bancos para definir él cuáles son las tasas de interés de las transacciones, cuáles las comisiones “justas” que deben cobrar. Es igual el criterio que trata de imponer para el ejercicio del periodismo. Él, solo él, sabe cómo los medios deben transmitir informaciones y opiniones.
Luego que el Presidente del Diario Hoy, Jaime Mantilla, se expresara de manera tan generosa sobre el jefe de Estado (“es un muchacho musculoso al que hay que saber entender”, dijo), Correa le invitó a él a y a dos de sus cercanos colaboradores a un diálogo en el despacho presidencial.
Frontalmente Correa les dijo, según el mismo Hoy da cuenta: “aquí (en el país) los medios de comunicación están acostumbrados a hacer lo que les da la gana y son parte del problema del Ecuador”. Acusó a los medios de no estar cerca ni entender a la gente como lo hace él con su programa de gabinete ministerial itinerante por los distintos pueblos del país.
Antes el presidente había puesto ya en claro qué es lo que está ocurriendo con el proyecto de reforma bancaria. Ahora saben los banqueros, dijo, “que con esa ley se les acabó la fiesta, que ya no son dueños del país y están que tiemblan”. ¿Es éste un lenguaje de estadista? Al parecer ello no le importa, pues al grupo de Hoy que lo entrevistó les aclaró que el término estadista ya es obsoleto…
Pues bien, los preocupados panegiristas de Correa han volcado sus esperanzas en la próxima asamblea constituyente que contará con poderes totales para hacer y deshacer del país. En el mismo momento en que se instale la asamblea, acaba de ratificar a Hoy el Presidente, dejaré mi cargo a su disposición.
Le hicieron notar que ello contradice su juramento al posesionarse y ejercer las funciones por cuatro años, como manda la Constitución. Ese detalle también le tiene sin cuidado, como tantos otros. Afirma que la asamblea podrá hacer “lo que le da la gana”. ¿Por qué la asamblea más bien no lo ratifica en el cargo y le extiende el mandato a 12 años o más? ¿O resuelve a reelección indefinida o lo declara de una vez por todas Presidente vitalicio como quería Bolívar?
Francisco Carrión, columnista de El Comercio, dice que todo lo actuado hasta la fecha por Correa es encomiable, aunque no le gusta que haya desaparecido la oposición. Para superar este “pequeño y pasajero” problema piensa en la asamblea, a la que él quiere que vaya gente sabia, madura, independiente. Él es uno de los candidatos a integrarla y acaso trate de encabezar el movimiento de los sensatos en ese bosque de 130 “sabios”.
Pero todo indica que la asamblea, si hay elecciones y se instala, será antípoda de un cónclave de sabios. La partidocracia, pisoteada y aniquilada por Correa, ha resucitado con 114 facciones políticas que nominarán a sus candidatos a la asamblea, según datos del Tribunal Supremo Electoral, agencia del Ejecutivo.
Lo curioso es que todavía al TSE no ha llegado una sola lista de inscripción, no obstante que el plazo vence en 8 días. De los 114 grupos, solo 32 tienen ya el número, logo y otros requisitos para las votaciones.
Entre los grupos aceptados está el TUTA, acrónimo tomado del apelativo familiar que los Correa usan para dirigirse a la tía materna de Rafael. Con una asamblea de esas características, nada difícil que a Rafael no solo le proclamen presidente vitalicio, sino talvez Rey, Inca o Emperador (con el agregado de que si sufre una enfermedad que le impida gobernar, su hermano será quien lo sustituya)
Mientras prepara la comedia de la asamblea, Correa y su equipo continúan dando muestras de gran pericia administrativa. Petroecuador está en soletas, la producción de petróleo sigue a la baja, la desinversión continúa, la inflación amenaza pese a la dolarización y el frenesí del gasto fiscal no tiene freno. Si Condolezza Rice no presiona al Congreso demócrata, el Ecuador se quedará sin preferencias arancelarias para el ingreso de sus productos y la economía en el país caerá en picada.
La Canciller Espinosa o es ingenua o no tiene información suficiente. Ha quedado feliz porque Condolezza le ha dicho que el gobierno quiere la extensión de las preferencias arancelarias. Pero la decisión está en manos de los congresistas demócratas, enemigos de Bush y del libre comercio. No quieren la prórroga porque les han informado que las bananeras de Noboa tienen atados con cadenas a muchachos de 8 a 14 años en las plantaciones y que el salario que reciben por su trabajo es un par de plátanos podridos por la noche.
Si Bush tuviera el poder de persuasión que cree la Canciller Espinosa, entonces no habría el limitado apoyo que tiene para la guerra contra el terrorismo internacional ni la resistencia para aprobar el proyecto de reformas a la ley de Inmigración.
Con respecto a la guerra contra el terrorismo en Irak, fue interesante escuchar esta mañana al senador demócrata (ahora independiente) Lieberman en uno de los populares diálogos dominicales de la TV. El senador, que acompañó a Gore en el binomio de las elecciones presidenciales pasadas contra Bush, dijo que acababa de llegar de una gira por Irak y otros países árabes de la zona.
Según sus informaciones, el 90% de los atentados terroristas son realizados por terroristas extranjeros de Al Qaeda financiados por Irán. Ello descarta la idea difundida por los demócratas de que en el Irak hay una guerra civil en la que las fuerzas de la Coalición que encabezan los Estados Unidos nada tienen que hacer.
Acusó a Irán de tener por lo menos dos bases de entrenamiento de terroristas en la frontera, para adiestrar y equipar a gente que va en misiones suicidas al Irak, a Palestina, a Líbano. Estos terroristas a sueldo han asesinado a no menos de 200 soldados norteamericanos y a muchísimos seres inocentes más iraquíes, por lo que no descarta, más bien recomienda, una respuesta militar inmediata contra Mahmud Ahmadinejad, el compinche de Chávez, Morales y Correa.
Los medios de comunicación no informan con veracidad lo que está ocurriendo en Irak. Es una repetición de lo que ocurrió en la guerra de Vietnam contra el avance comunista. Durante la célebre Ofensiva Tet de Vietnam del Norte, los medios norteamericanos dijeron que fue un ataque por sorpresa que diezmó a los militares de USA. Esas noticias convencieron a los políticos de Washington de que todo estaba perdido, retiraron los fondos de apoyo y la guerra terminó con la derrota estadounidense, la primera en su historia.
La realidad era otra. Los Vietcong fueron derrotados y no hubo un solo pueblo de la región que se hubiera sumado y respaldado a los invasores del norte. Los comandos militares habían trabajado en la contrainsurgencia y los pobladores respaldaban abiertamente a los norteamericanos. Tras la guerra perdida, los Vietcong asesinaron a centenares de miles de resistentes al comunismo.
Si los medios continúan en su campaña actual anti norteamericana, el Congreso podría flaquear y a la postre, como en 1968, bloquear los fondos para la guerra contra el terrorismo y repetir una segunda y desastrosa derrota para las fuerzas militares de los Estados Unidos que lideran la Coalición. Los resultados de la retirada, como en Vietnam, serían el avance de las fuerzas contrarias a la democracia como se la entiende en Occidente desde la Italia renacentista.
(El diario The Wall Street Journal publicó hoy un artículo de un veterano de Vietnam en el cual analiza lo ocurrido en 1968 en esa región y lo compara con lo que hoy sucede en Irak. Y advierte de los peligros de que si los medios persisten en la desinformación sobre lo que acontece en el Medio Oriente, la historia se podría repetir. Para los lectores que leen en inglés, el artículo se lo reproduce a continuación)
WAR 1968
ReduxEchoes of Vietnam in Iraq--especially from the press.
BY ROBERT MCFARLANE
Thirty-nine years ago, halfway through my second tour in Vietnam, the Tet Offensive was launched by North Vietnamese and Viet Cong forces, who were soundly defeated on the battlefield. Two measures of that battle--both relevant to the situation in Iraq today--stand out for me. The first relates to an important lesson U.S. forces had learned after three years of conflict: the vital role of "winning hearts and minds" of the local population. The second concerns the power of the press to affect our ability to sustain violent warfare.
Concerning the first of these, by early 1968 Marines had conceived a plan for building mutual trust and respect among villagers in Northern I Corps built around the deployment of platoon-sized units that lived and worked each day with local Vietnamese peasants with no greater mission than to "make life better."
Each of these Combined Action Platoons (or CAPs as they were called) included a medic qualified to carry out "well checks"--including inoculations and treatment of minor maladies--as well as assistance with securing hospital care if needed for the families in each village. An engineer was also often sent along to organize repairs of fragile dwellings, drill wells, help organize perimeter fortifications, and to undertake a hundred other utilitarian tasks.
The results from launching the CAP program were enormous and measurable. Probably the most significant return from the good will earned by these enlisted Marines was the increasing yield in tactical intelligence. Specifically, throughout the weeklong Tet offensive in early 1968 not one village in which a CAP was deployed fell to the enemy.
Yet the press--notwithstanding the defeat of the North Vietnamese and Viet Cong on the battlefield and the complete failure of the enemy to provoke an uprising and rallying of southerners to their cause--portrayed U.S. forces as having been surprised, bloodied and having suffered a resounding defeat. That misrepresentation had a powerful effect in Washington and in our body politic. Support for the war, already declining, unraveled at an accelerating pace.
Though there are valid criticisms to be made of how our military leadership conducted the war for the first three years--blunders that were worsened by disingenuous or misleading briefings at headquarters in Saigon--there is no doubt that the military finally adopted effective counterinsurgency tactics and was turning the tide on the battlefield. By then however, the early mistakes and distortions of reality by both U.S. politicians and military commanders had so undermined their credibility with the press--a press that was only too willing to go with the flow of liberal sentiment here at home--as to make it all but impossible for the administration to secure funding for the war. Sound familiar?
There was another important and dispiriting loss in the segue from Vietnam to Iraq. Despite the obvious success of the counterinsurgency tactics adopted late in the war, when it was over that nascent doctrine was expunged from our field manuals and the leadership of our military re-oriented our focus toward grand-scale land warfare in Europe. As a result, there were precious few in the senior or enlisted ranks of the U.S. military capable of leading or carrying out a counterinsurgency campaign in Iraq.
Today, four years into the war in Iraq, we've come full circle to the point reached 40 years ago--unfortunately in both respects. On the one hand we've found military leaders--men such as Army Gen. David Petraeus and Marine Lt. Gen. Jim Mattis--with a solid grasp of what is needed to turn the military tide, and who are managing that task with early evidence of success. More money is going into winning hearts and minds. More resources are being devoted to quality of life fixes that are visible to Iraqis. Shuttered factories are being opened in a major new program launched by Deputy Secretary of Defense Gordon England and headed by his subordinate Paul Brinkley. A major agricultural program is about to be launched in Anbar province, again under Pentagon leadership.
The truly good news is that the results are being felt. Sheiks and tribal leaders watching the changes being made in Anbar are coming our way, and offering various kinds of support to help root out al Qaeda and deal with the insurgents. Yet news of these successes is very hard to find in our mainstream media. It's February '68 redux--with far greater consequences I fear.
I don't mean to imply that all is well in Iraq; the political situation remains a shambles. It is imperative that we rally the leadership of each of the leading factions in Iraq and make two things clear. First, we intend to stand with them for as long as it takes if they demonstrate a sober willingness to reconcile their differences over time through formation of a functional coalition government devoted to a fair distribution of political and economic power within the country. Second, our ability to sustain support for them at home is tied to their performance. Although this prescription for winning the war is easy to describe it is hard to accomplish, especially the fostering of political reconciliation. Yet it must be done. The good news is that there are experienced veterans who possess the requisite skills for the job.
The question remains, however: Should the Iraqis succeed in this crucial endeavor, how will it be reported? For the press this is yet another moment of truth. Will it continue to publish a distorted picture of this war as it did in Vietnam, and share responsibility for the same result?
Mr. McFarlane, a former Marine officer, served as National Security Adviser to President Reagan. .
Sunday, June 3, 2007
EL PRESIDENTE CORREA ES ANORMAL
Frente a la nueva agresión verbal lanzada por el presidente Rafael Correa durante otra de sus ya rutinarias intervenciones radiales de los sábados, cabe preguntarse: ¿es este jefe de Estado un cretino o cree que son cretinos quienes lo escuchan y leen?
Trata de convencer que nada hubo reñido con la ley, la ética o la moral cuando su ministro de Economía Francisco Patiño decidió reunirse no en su despacho sino en un hotel de Quito con representantes de los tenedores de bonos y trató de inducirlos a que traten de sobornarlo mientras los filmaba en secreto, sin su consentimiento.
Aclara Correa que la filmación la hizo Patiño con su autorización y que el propósito era comprobar documentadamente que los tenedores de bonos son unos corruptos. Pero el intento de soborno no se dio y el secreto de la filmación ilícita se conoció solo porque lo denunció uno de los participantes gobiernistas allí presentes y que desertó.
Llega a la desfachatez de comparar la filmación con la que hacen los periodistas de TV o con las cámaras que vigilan bancos, almacenes y supermercados para detectar a posibles autores de robos y asaltos. Ante la insistencia múltiple de que el ministro Patiño renuncie, Correa dijo ayer que si lo hacía tendría también que irse él pues él conoció y auspició la comedia con los tenedores de bonos.
Lo ideal sería que ambos, ministro y presidente se vayan, para que cese así la hostilidad constante del mandatario contra las instituciones en que la democracia se sustenta en el Ecuador y en otras partes del mundo donde se ha afianzado como alternativa a las formas autocráticas del poder.
Por desgracia, ni el ministro ni el Presidente van a renunciar. Al contrario, con las votaciones de noviembre y las encuestas de opinión que todavía le favorecen en un alto porcentaje, Correa se siente infalible en todo. Por ello no encuentra nada malo que Patiño, con su anuencia, haya actuado como un “covert agent” o agente encubierto para tender trampas a supuestos delincuentes y denunciarlos, juzgarlos y apresarlos cuando muerden el anzuelo.
Es lo que hacen los agentes especializados para infiltrarse y desbaratar redes de narcotraficantes y narcoterroristas, por ejemplo. Pero un jefe de Estado que presume de honestidad y sus cercanos colaboradores no deben estar de ningún modo en ese plano para pescar a tramposos que negocian con el sector público. Los evita, actúa con entereza y si detecta dolos, los frena y denuncia para el debido juzgamiento y sanción.
En la conferencia de ayer desde Huaquillas, Correa vuelve a manejar su retórica despectiva y contraria a la libertad de expresión. Esta libertad no le pertenece a él ni a ningún gobierno. Es del pueblo y es sustantiva de la democracia. Nadie lo ha elegido a él para que le diga al pueblo qué es lo que debe entender acerca de esa libertad ni como debe ser administrada y regulada.
Por tanto, el papel de juez de la libre expresión y de cómo ésta cebe ser ejercida en los medios escritos y audiovisuales, no es algo está en sus manos. Ninguna Constitución le confiere ese derecho. Él, en todo caso, es o debe ser pasivo en cuanto a cómo se manifiesta esa libertad de expresión. Si hay excesos, las leyes indican mecanismos para rectificar errores. Si de poca magnitud, hay el recurso a la rectificación inmediata en los medios equivocados. Si pasa de grado el error, como a injuria y mentira lesiva, también se han establecido leyes y tribunales para enjuiciar a los medios incursos y penar a sus autores.
Cuando dice que encantado firmará la Declaración de Chapultepec acerca de la defensa de la Libertad de Expresión en América Latina, siempre que se añadan acápites sobre salarios, mujeres desnudas, democratización y sanción a los medios que mientan, está tomando del pelo al mundo. O actúa como cretino o cree que quienes reciben su mensaje son cretinos.
La libertad de expresión nada tiene que ver con la formación de empresas ni las leyes laborales. Si una empresa periodística maltrata o explota a sus empleados el asunto puede discutirse y resolverse de varias formas. Los periodistas tienen gremios y sindicatos que permiten el diálogo entre patronos y empleados. Allí están los colegios de periodistas, la UNP. Y allí está el Estado que lo regula todo inclusive los salarios mínimos generales y los particulares de gremios, como el de los periodistas.
En su afán de enfrentar a empresarios con periodistas insiste con el pretexto de la Declaración de Chapultepec en el condicionamiento para que las empresas se abran o “democraticen”, con lo cual insinúa que los trabajadores tomen mando en el control financiero, informativo y de opinión de los medios. Es absurdo por impracticable y por reñido con el concepto de libertad de expresión y formación empresarial.
A Correa le repudia la palabra y el concepto de empresa. Pero su objetivo es imitar a Correa en cuanto a silenciar y asfixiar a las grandes empresas de TV, radio y de medios escritos. De esa manera el enemigo de la empresa privada se convertiría en el empresario de total control de los medios, pero regulados todos según el pensamiento oficial.
Ha planteado también, como otra condición de la firma, que los medios dejen de publicar en las portadas de revistas a mujeres sin sostén y que las telenovelas no exploten los problemas del adulterio. Asume, también en esta área, un papel de moralista que no le corresponde para tratar de regular la calidad del mensaje de los medios.
Anuncia que pronto entrará al aire una TV estatal. Será un desastre, como lo han sido los intentos en otros regímenes incluso menos autócratas para fundar y sostener la Radio Nacional del Estado. Y como ha ocurrido con tantas otras empresas estatales, desde la de los Ferrocarriles hasta la actual Petroecuador.
Correa es, contrariamente a lo que creían algunos de sus ingenuos seguidores, un tozudo de marca mayor. Varios columnistas, un dirigente no columnista pero si comunista de la Asociación de Derechos Humanos, le han pedido “que no sea malito” y que detenga el juicio contra el director de La Hora y pida perdón por los ataques a determinados medios y periodistas. Ayer ignoró por completos esos ruegos lacrimosos.
Admitió a regañadientes cierto asomo de disculpa frente a Espinosa de los Monteros y Tania Tinoco, pero volvió a la carga al insistir que los juicios que emitieron eran equivocados porque se basaron en las informaciones deliberadamente distorsionadas por la prensa. Así, con generalizaciones, sin nombres de medios, lo que es artero y es cobarde.
Nada sorprendente que la portavoz de Correa, Chuji y su ministro de Cultura no hayan protestado por la clausura de RCTV en Venezuela. El ministro Preciado, poeta de Esmeraldas, se ha solidarizado en Cochabamba con Chávez y aplaudido en comunicado conjunto su acción valiente para silenciar a un medio al servicio de la oligarquía y el imperio. Es obvio que el pensamiento de los dos funcionarios de Correa son afines al suyo.
El dictador de Irán, Ahmadinejad, acaba de reiterar hoy que la cuenta regresiva para borrar del mapa a Israel ha terminado. Y el mundo no reacciona. Correa, en su órbita, también proclama a los cuatro vientos que supuestamente el pueblo le ha elegido para instaurar en el Ecuador un socialismo bolivariano del siglo XXI, imitación de la propuesta de Chávez.
Correa ha dado pasos firmes en esa dirección. Aplastó al Congreso, al TSE, a las cortes de justicia, acaba de lograrlo con el TGC, pronto entrará a regular la banca privada y amedrenta a diario a las empresas periodísticas y a periodistas de prestigio, aunque trate de adular a la gleba, a los reporteros mal pagados y explotados según su perspectiva.
Y tampoco hay reacción ni significativa ni masiva. Por cierto, se han dado ejemplos de encomiable valentía y capacidad analítica de parte de varios articulistas. Y ahora se anuncia que Humberto Mata generará una cadena radial inmediata a la de los sábados del presidente para denunciar las barbaridades contra la natura y la democracia que él divulgue.
Pero no hay todavía una actitud frontal y constante de los medios para enfrentar el desafío y amenazas de Correa. La asamblea constituyente será, cada vez hay menos dudas, una acumulación de incondicionales de Correa que harán y dirán lo que él ordene. Mientras tanto, los partidos de oposición como el social cristiano han defeccionado y prosternado ante Correa. Jaime Nebot, Larreátegui y otros que se suponía tenían capacidad de liderazgo, se han rendido.
En Caracas y otras ciudades venezolanas la reacción contra Chávez ha venido del lado menos esperado: los estudiantes universitarios. Porque Chávez, como Correa, ha pretendido alienarse con la izquierda anti imperialista con la cual los muchachos universitarios generalmente se alinean. No se puede predecir en qué termine la rebeldía, pero el fenómeno fascina.
Hábilmente los estudiantes no confrontan directamente a Chávez. Le piden que respete la pluralidad de pensamiento, esto ese, la libertad de expresión. Y no se manifiestan con violencia, lo hacen pacíficamente y su estrategia se basa en la comunicación electrónica, de instant messages, cellphones y computadoras muy difíciles de ser detectados por la fuerza policial.
¿Habrá esperanza de que algo parecido surja en el Ecuador? Si es así, debería aparecer sin tardanza, en todo caso antes de que se reúna la asamblea nacional constituyente de septiembre. Pues la alternativa podría ser una dictadura “legal” de Correa al estilo Chávez que se prolongue por años.
Si al líder de Irán no se lo frena ya, no solo Israel sino Occidente sufrirán las consecuencias. Con Correa sin oposición, todo el Ecuador sufrirá.
Trata de convencer que nada hubo reñido con la ley, la ética o la moral cuando su ministro de Economía Francisco Patiño decidió reunirse no en su despacho sino en un hotel de Quito con representantes de los tenedores de bonos y trató de inducirlos a que traten de sobornarlo mientras los filmaba en secreto, sin su consentimiento.
Aclara Correa que la filmación la hizo Patiño con su autorización y que el propósito era comprobar documentadamente que los tenedores de bonos son unos corruptos. Pero el intento de soborno no se dio y el secreto de la filmación ilícita se conoció solo porque lo denunció uno de los participantes gobiernistas allí presentes y que desertó.
Llega a la desfachatez de comparar la filmación con la que hacen los periodistas de TV o con las cámaras que vigilan bancos, almacenes y supermercados para detectar a posibles autores de robos y asaltos. Ante la insistencia múltiple de que el ministro Patiño renuncie, Correa dijo ayer que si lo hacía tendría también que irse él pues él conoció y auspició la comedia con los tenedores de bonos.
Lo ideal sería que ambos, ministro y presidente se vayan, para que cese así la hostilidad constante del mandatario contra las instituciones en que la democracia se sustenta en el Ecuador y en otras partes del mundo donde se ha afianzado como alternativa a las formas autocráticas del poder.
Por desgracia, ni el ministro ni el Presidente van a renunciar. Al contrario, con las votaciones de noviembre y las encuestas de opinión que todavía le favorecen en un alto porcentaje, Correa se siente infalible en todo. Por ello no encuentra nada malo que Patiño, con su anuencia, haya actuado como un “covert agent” o agente encubierto para tender trampas a supuestos delincuentes y denunciarlos, juzgarlos y apresarlos cuando muerden el anzuelo.
Es lo que hacen los agentes especializados para infiltrarse y desbaratar redes de narcotraficantes y narcoterroristas, por ejemplo. Pero un jefe de Estado que presume de honestidad y sus cercanos colaboradores no deben estar de ningún modo en ese plano para pescar a tramposos que negocian con el sector público. Los evita, actúa con entereza y si detecta dolos, los frena y denuncia para el debido juzgamiento y sanción.
En la conferencia de ayer desde Huaquillas, Correa vuelve a manejar su retórica despectiva y contraria a la libertad de expresión. Esta libertad no le pertenece a él ni a ningún gobierno. Es del pueblo y es sustantiva de la democracia. Nadie lo ha elegido a él para que le diga al pueblo qué es lo que debe entender acerca de esa libertad ni como debe ser administrada y regulada.
Por tanto, el papel de juez de la libre expresión y de cómo ésta cebe ser ejercida en los medios escritos y audiovisuales, no es algo está en sus manos. Ninguna Constitución le confiere ese derecho. Él, en todo caso, es o debe ser pasivo en cuanto a cómo se manifiesta esa libertad de expresión. Si hay excesos, las leyes indican mecanismos para rectificar errores. Si de poca magnitud, hay el recurso a la rectificación inmediata en los medios equivocados. Si pasa de grado el error, como a injuria y mentira lesiva, también se han establecido leyes y tribunales para enjuiciar a los medios incursos y penar a sus autores.
Cuando dice que encantado firmará la Declaración de Chapultepec acerca de la defensa de la Libertad de Expresión en América Latina, siempre que se añadan acápites sobre salarios, mujeres desnudas, democratización y sanción a los medios que mientan, está tomando del pelo al mundo. O actúa como cretino o cree que quienes reciben su mensaje son cretinos.
La libertad de expresión nada tiene que ver con la formación de empresas ni las leyes laborales. Si una empresa periodística maltrata o explota a sus empleados el asunto puede discutirse y resolverse de varias formas. Los periodistas tienen gremios y sindicatos que permiten el diálogo entre patronos y empleados. Allí están los colegios de periodistas, la UNP. Y allí está el Estado que lo regula todo inclusive los salarios mínimos generales y los particulares de gremios, como el de los periodistas.
En su afán de enfrentar a empresarios con periodistas insiste con el pretexto de la Declaración de Chapultepec en el condicionamiento para que las empresas se abran o “democraticen”, con lo cual insinúa que los trabajadores tomen mando en el control financiero, informativo y de opinión de los medios. Es absurdo por impracticable y por reñido con el concepto de libertad de expresión y formación empresarial.
A Correa le repudia la palabra y el concepto de empresa. Pero su objetivo es imitar a Correa en cuanto a silenciar y asfixiar a las grandes empresas de TV, radio y de medios escritos. De esa manera el enemigo de la empresa privada se convertiría en el empresario de total control de los medios, pero regulados todos según el pensamiento oficial.
Ha planteado también, como otra condición de la firma, que los medios dejen de publicar en las portadas de revistas a mujeres sin sostén y que las telenovelas no exploten los problemas del adulterio. Asume, también en esta área, un papel de moralista que no le corresponde para tratar de regular la calidad del mensaje de los medios.
Anuncia que pronto entrará al aire una TV estatal. Será un desastre, como lo han sido los intentos en otros regímenes incluso menos autócratas para fundar y sostener la Radio Nacional del Estado. Y como ha ocurrido con tantas otras empresas estatales, desde la de los Ferrocarriles hasta la actual Petroecuador.
Correa es, contrariamente a lo que creían algunos de sus ingenuos seguidores, un tozudo de marca mayor. Varios columnistas, un dirigente no columnista pero si comunista de la Asociación de Derechos Humanos, le han pedido “que no sea malito” y que detenga el juicio contra el director de La Hora y pida perdón por los ataques a determinados medios y periodistas. Ayer ignoró por completos esos ruegos lacrimosos.
Admitió a regañadientes cierto asomo de disculpa frente a Espinosa de los Monteros y Tania Tinoco, pero volvió a la carga al insistir que los juicios que emitieron eran equivocados porque se basaron en las informaciones deliberadamente distorsionadas por la prensa. Así, con generalizaciones, sin nombres de medios, lo que es artero y es cobarde.
Nada sorprendente que la portavoz de Correa, Chuji y su ministro de Cultura no hayan protestado por la clausura de RCTV en Venezuela. El ministro Preciado, poeta de Esmeraldas, se ha solidarizado en Cochabamba con Chávez y aplaudido en comunicado conjunto su acción valiente para silenciar a un medio al servicio de la oligarquía y el imperio. Es obvio que el pensamiento de los dos funcionarios de Correa son afines al suyo.
El dictador de Irán, Ahmadinejad, acaba de reiterar hoy que la cuenta regresiva para borrar del mapa a Israel ha terminado. Y el mundo no reacciona. Correa, en su órbita, también proclama a los cuatro vientos que supuestamente el pueblo le ha elegido para instaurar en el Ecuador un socialismo bolivariano del siglo XXI, imitación de la propuesta de Chávez.
Correa ha dado pasos firmes en esa dirección. Aplastó al Congreso, al TSE, a las cortes de justicia, acaba de lograrlo con el TGC, pronto entrará a regular la banca privada y amedrenta a diario a las empresas periodísticas y a periodistas de prestigio, aunque trate de adular a la gleba, a los reporteros mal pagados y explotados según su perspectiva.
Y tampoco hay reacción ni significativa ni masiva. Por cierto, se han dado ejemplos de encomiable valentía y capacidad analítica de parte de varios articulistas. Y ahora se anuncia que Humberto Mata generará una cadena radial inmediata a la de los sábados del presidente para denunciar las barbaridades contra la natura y la democracia que él divulgue.
Pero no hay todavía una actitud frontal y constante de los medios para enfrentar el desafío y amenazas de Correa. La asamblea constituyente será, cada vez hay menos dudas, una acumulación de incondicionales de Correa que harán y dirán lo que él ordene. Mientras tanto, los partidos de oposición como el social cristiano han defeccionado y prosternado ante Correa. Jaime Nebot, Larreátegui y otros que se suponía tenían capacidad de liderazgo, se han rendido.
En Caracas y otras ciudades venezolanas la reacción contra Chávez ha venido del lado menos esperado: los estudiantes universitarios. Porque Chávez, como Correa, ha pretendido alienarse con la izquierda anti imperialista con la cual los muchachos universitarios generalmente se alinean. No se puede predecir en qué termine la rebeldía, pero el fenómeno fascina.
Hábilmente los estudiantes no confrontan directamente a Chávez. Le piden que respete la pluralidad de pensamiento, esto ese, la libertad de expresión. Y no se manifiestan con violencia, lo hacen pacíficamente y su estrategia se basa en la comunicación electrónica, de instant messages, cellphones y computadoras muy difíciles de ser detectados por la fuerza policial.
¿Habrá esperanza de que algo parecido surja en el Ecuador? Si es así, debería aparecer sin tardanza, en todo caso antes de que se reúna la asamblea nacional constituyente de septiembre. Pues la alternativa podría ser una dictadura “legal” de Correa al estilo Chávez que se prolongue por años.
Si al líder de Irán no se lo frena ya, no solo Israel sino Occidente sufrirán las consecuencias. Con Correa sin oposición, todo el Ecuador sufrirá.
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