La retórica izquierdista radical del partido demócrata de los Estados Unidos, que en las últimas décadas ha absorbido a ese partido al extremo de poner como su líder en las primarias para las próximas elecciones presidenciales a un marxista confeso (no afiliado al partido), al parecer podría culminar con una implosión espectacular.
Bernie Sanders es el senador por Vermont que acaba de arrasar con las primarias demócratas de Nevada el sábado pasado y que probablemente asegure distancias con sus inmediatos rivales este sábado en Carolina del Sur y el martes 3 de marzo, el "super Tuesday", cuando voten simultáneamente otros 14 Estados.
Sanders ya disputó a Hillary Clinton en el 2016 y la venció en las primarias, pero Hillary manipuló los datos e hizo uso de los "super delegados" para imponerse. Todos quienes la respaldaban, incluso los mayores medios de comunicación pro demócratas, estaban por completo seguros de su victoria frente a Donald J. Trump, pero éste la derrotó ampliamente.
Esta vez una nueva manipulación será difícil. El electorado no da muestras de afinidad por las otras opciones. Mike Bloomberg fue un rotundo fracaso en su primer debate en Nevada; Joe Biden, el ex Vicepresidente de Obama sigue opaco, cuestionado por su malos negocios en Ucrania, tanto que ni su ex jefe le apoya y Pete the Mayor, el homosexual de Indiana, es rechazado por cristianos y negros.
A Bernie Sanders, en cambio, lo apoyan con entusiasmo todos los adoctrinados en escuelas, colegios y universidades controlados por los sindicatos de profesores demócrata progresistas, esto es, pro marxistas y de los cuales han egresado la mayoría de los periodistas de la "gran prensa", incluídos radio y TV. Son devotos de la tesis de la "justicia social" mediante la "redistribución del ingreso".
Creen que la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos y la Constitución de este país son documentos obsoletos porque no se amoldan a esas dos supuestas necesidades de cambio. Que las estarían encarnando Bernie Sanders y sus seguidores que proclaman que a esta nación hay que transformarla.
En la primaria de Nevada más de la mitad de los latinos votó por Sanders. Muchos de ellos emigraron seguramente de Cuba y otros países latinoamericanos con regímenes autoritarios donde las condiciones de vida eran deplorables por las restricciones del tipo socialista que invoca Sanders. Pero votaron por él.
Igual extaño fenómeno se observa "dentro de casa". De California la gente emigra a diario debido al deterioro de las condiciones de vida que imponen los regímenes demócratas con impuestos y otras restricciones. Se asientan en Texas, por ejemplo, un Estado que ha sido tradicionalmente republicano y votan...demócrata!
En la entrevista del popular programa de TV "60 Minutes" divulgado anoche, Sanders le dijo al entrevistador Anderson Cooper que defendía a Fidel Castro y la Revolución Cubana, porque "no todo era malo". Citó como "logros" la alfabetización y la salud pública y cuando se le mencionó la represión, dijo que él la condenaba.
¿Cuántas decenas de miles de cubanos pasaron y pasan años en las mazmorras de Fidel? ¿Cuántas de esas víctimas fueron torturadas y asesinadas? Se justifican millones de "alfabetizados" (otros dicen adoctrinados) por una sola víctima asesinada por resistirse a la tiranía? Para alfabetizar y dar asistencia (precaria) de salud ¿es indispensable imponer una dictadura férrea que ya dura más de 60 años, con pérdida total de los derechos individuales y el éxodo de millones?
La incógnita política del momento es si Bernie Sanders continuará solidificando su liderazgo en las primarias, que concluirán a mediados de año. Pero cualquiera que fuere la respuesta y cualquiera que resultare nominado, la verdad es que el partido demócrata ha quedado desecho en esta contienda, no por efecto de fuerzas exteriores sino como resultado de sus propias contradicciones. Tiene que renovarse o morir.
Hay analistas que piensan que para el 3 de noviembre próximo se podría repetir la sorpresa del 2016 y que el candidato demócrata, que tendría poca credibilidad de victoria como Trump en aquella fecha, pudiera acabar con la fuerza titánica del actual mandatario y evitar su reelección. Pero tal reflexión parece ser una más de las tantas fantasías de los mitómanos demócratas.