Sunday, October 20, 2013

UNA SALIDA VERGONZOSA


El presidente Obama, sus incondicionales demócratas y los republicanos que claudicaron en el Congreso deberían cubrirse sus rostros avergonzados por el acuerdo que dio fin al cierre temporal del gobierno de pasados días.
Lejos de ello, hablan de una victoria del régimen sobre la oposición. Pero ¿en qué consiste esa supuesta victoria? Nada menos que en autorizar a Obama a que siga en su desenfrenado endeudamiento que ha agudizado el desempleo y que nos está conduciendo a una galopante inflación.
Los republicanos, responsables del reto y bajo el liderazgo del senador por Texas Ted Cruz, intentaron detener ese delirio de endeudamiento que ya suma 17 trillones de dólares, proponiendo no asignar fondos para el Obamacare, cuya aplicación por si sola elevaría la deuda en 1.7 trillones de dólares. 
El esfuerzo fracasó, inclusive la alternativa de por lo menos aplazar por un año el mandato individual para optar por el Obamacare, como ya lo decidió el mandatario en favor de las grandes corporaciones, sin tener derecho legal alguno para hacerlo. El Congreso, a la postre, dio luz verde para que permanezca inalterada la voluntad presidencial.
Es absurdo que los demócratas hablen de victoria. ¿Ganan ellos y el país con permitir que la deuda pública siga rebasando el valor total de la economía nacional? Si el Obamacare y las demás decisiones de la Casa Blanca continúan desalentando la inversión y creación de riqueza ¿cómo se va a superar la brecha entre el debe y  el haber?
En una economía personal o de empresa privada, la solución para evitar las cuentas en rojo y cuando ya el crédito se cierra, es obvia: restringir el gasto con firmeza y aplicar estrategias para el ahorro y aumento de la producción y productividad. Pero la solución para el caso de ideólogos como Obama, es imprimir más dinero sin respaldo.
Gente que así piensa cree que el gasto público estimula la economía al aumentar la demanda. Pero esas teorías keynesianas han fracasado, pues la base de la creación y crecimiento de la riqueza radica no en el gasto del gobierno, sino en el esfuerzo del sector privado, del cual se nutren los gobiernos a través de los impuestos.
Hasta hace algunos decenios, el peligro de un endeudamiento exorbitante por parte de los gobiernos se bloqueaba con la obligatoriedad de emitir dinero no más allá de su valor equivalente en oro. Cuando este freno, que había sido efectivo, fue suprimido por presión del Presidente Richard Nixon, el sistema monetario y financiero mundial se resquebrajó y debilitó.
Sin el patrón oro, las naciones comenzaron a emitir dinero sin ese respaldo y ello desemboca, cuando alcanza niveles fuera de control, en una inflación que castiga singularmente a las personas de medianos y bajos recursos. La principal causa inflacionaria, aparte del gasto bélico, ha sido la tendencia multinacional de crear los estados de bienestar social.
En Europa, como ahora en Estados Unidos con Obama, se ha inflado el gasto público de beneficencia. Cada vez han sido mayores los gastos por pensiones jubilares, atención médica gratuita, alimentación también gratuita y educación a todos los niveles financiado con fondos fiscales. En esas condiciones, los fondos públicos se han agotado.
Puede existir la intención más loable en proteger a determinados sectores de la población, pero si no hay un adecuado financiamiento la intención fracasa. Cuando tal ocurre, lo lógico sería que se rectifiquen las políticas para evitar jubilaciones tempranas o concesión de beneficios para quienes no lo necesiten.
Europa Occidental, con la excepción de Alemania, está en quiebra por la doctrina socialista de excesivo proteccionismo y control estatal. Aún no sale de la crisis porque mucha gente se opone con iracundia a las propuestas de austeridad. Quieren que se supere el déficit, pero sin austeridad.
Esa actitud es irracional. Como ha sido irracional ceder ante la obcecación de Obama por eliminar cualquier barrera al aumento del gasto y la deuda. Los republicanos de Cruz no buscaban el cierre del gobierno, querían solo que Obama acepte dialogar para convenir en estrategias para reducir el gasto y la deuda.
El Obamacare era y es un problema inmerso en el general de los defectos de concepción y acción de la economía de este régimen. El siguiente paso, de haberse conseguido la no asignación de fondos para el Obamacare, habría sido no elevar el techo de endeudamiento para así forzar al régimen a negociar formas para reducir el gasto y la deuda.
Los críticos de Cruz y de quienes lo respaldan afirman que ellos se limitaron a boicotear al Obamacare, sin plantear alternativas. Es falso. El Obamacare es una alternativa al sistema de salud vigente basado en el libre mercado y la libre competencia, para sustituirlo por uno bajo control absoluto del Estado.
Los republicanos no buscan una alternativa ni al sistema actual, que ha probado ser el más eficiente del mundo en los campos de la investigación, la prevención y la recuperación, ni al Obamacare, que lo destruye todo. En lo que si están de acuerdo es en que el sistema vigente adolece de fallas, pero están convencidos de que son remediables dentro del sistema, no con su abolición.
El mismo republicano John McCain, furioso opositor de Ted Cruz, cuando era candidato a la presidencia propuso una enmienda simple a la ley de pago del impuesto a la renta para facilitar un mayor acceso a los seguros médicos privados por parte de quienes no lo tienen: 5.000 dólares de deducción para el pago del impuesto.
El encarecimiento de las pólizas, otro defecto, sería solucionable si se eliminan las prohibiciones de competencia entre los 50 estados, sin vulnerar el sistema. Otra manera de perfeccionarlo es revisar los excesos  de demandas no justificables por mala práctica médica que contribuyen a aumentar significativamente los costos.
La opción Obama en algo quizás sea bien intencionada, pero si  se la llega a aplicar destruirá la libre competencia entre las más de 1.500 aseguradoras de salud y la competencia para crear nuevos medicamentos, equipos y técnicas para combatir las enfermedades. Cuando el libre mercado se elimina en ésta y demás actividades y pasa a ser regulado y administrado por el Estado, los resultados de ineficiencia y corrupción son inevitables.
Ello se observa a diario con el Medicare y el Medicaid, a juzgar por las denuncias de casos de extrema corrupción y fraudes. Cuando el solo proveedor de salud sea el Estado, no hay ninguna razón para pensar que la corrupción y el fraude desaparezcan, al tiempo que se reduzca el número de médicos por la deserción de muchos y como resultado decline y escasee la atención a los pacientes.
Ted Cruz es el enemigo número uno de Obama y sus demócratas y  del establishment republicano. Lo consideran un extremista alocado al cual hay que eliminar. Pero su actitud, calmada y sustentada en hechos, sigue logrando cada vez mayor respaldo no solo entre los dizque “extremistas” del Tea Party sino entre la gente común que ve en él a un auténtico portavoz de lo que piensa el pueblo. 
El republicano Ronald Reagan, a su tiempo, fue hostigado de manera similar por el establishment. A la postre el pueblo lo favoreció y ahora la gente de todas las tendencias políticas lo exalta como uno de los mejores presidentes de la era moderna. ¿Será Cruz ahora el nuevo Reagan?

Friday, October 11, 2013

¿ESTADOS UNIDOS SE CORROE?


La crisis que afecta a los Estados Unidos puede interpetarse de manera muy simple: mientras que Obama quiere seguir endeudando al país, la mayoría de gente sensata cree que eso es una irresponsable locura que es preciso evitarla a todo trance.
Existe un límite o techo para el nivel máximo de endeudamiento fijado por la ley, que el actual mandatario demócrata quiere violar una vez más. Pero para ello, la ley dispone que debe recibir una autorización condicionada por parte del Congreso.
En el Senado, de mayoría demócrata, surgió un líder republicano, Ted Cruz, de Texas, que encabezó un movimiento orientado a cancelar fondos al Obamacare, no solo por inaplicable por obtruso e inconstitucional, sino porque elevaría en 1,7 trillones de dólares la deuda pública.
La deuda creció siete veces en cinco años de gobierno de Obama para llegar a la tenebrosa cifra de 17 trillones de dólares. Es un monto difícil de entender, pero se la puede asimilar si se recuerda que supera el total de la riqueza nacional, la más próspera del planeta.
La nueva deuda del Obamacare va unida al techo que vence el 17 de este mes. Obama, como cualquier dictador o autócrata del tercer mundo, hace caso omiso de Cruz y de quienes lo siguen en ambos partidos. Una y otra vez ha afirmado que no negociará con la oposición, a menos que ésta no toque al Obamacare y alce el techo de la deuda.
Con tal actitud, es el único responsable del cierre parcial del gobierno por falta de fondos para el presupuesto, que nunca ha sido aprobado desde que se posesionó en el 2009. Por fallas de cálculo y perspectivas, incluso los demócratas lo han vetado cinco veces.
Pero el gobierno no se ha paralizado, pues ha funcionado con órdenes ejecutivas y partidas presupuestarias parciales. La Cámara de Representantes, fuente única de creación de impuestos, tras el fracaso de la iniciativa de no asignar fondos al Obamacare, asignó fondos al Presupuesto por partidas, condicionado a que la aplicación del Obamacare se posponga hasta el 2014.
La Cámara está dominada por los republicanos y ninguna de sus alternativas ha sido aprobada por el Senado. El gobierno federal, por tanto, cerró sus operaciones, pero continuó abierto en las áreas que se le antojó a Obama. Cerró, por ejemplo, los parques nacionales, incluído el que tiene el monumento a los Héroes de la II Guerra Mundial.
Los pocos veteranos sobrevivientes, que habían planeado una visita al parque desde distintos sitios del país, tuvieron que forzar las bandas amarillas de seguridad para ingresar. Obama había dispuesto, además, que se congelen los fondos destinados a enterrar a las más recientes víctimas de la mal conducidad guerra del Irák.
Ambos gestos, sumados a su incapacidad de establecer un diálogo constructivo con el Congreso, han determinado un descenso vertiginoso en la popularidad de Obama al 36%. La credibilidad en el Congreso ha bajado también al nivles sin precedentes del 5%, aún cuando es difícil determinar qué porcentaje corresponde a demócratas y a republicanos y entre éstos, a las dos tendencias que los dividen.
El aplazamiento de la vigencia del Obamacare se inspira en las acciones del propio Obama, que excluyó de ella a grandes corporaciones, exención que no podía darla sin consentimiento del Congreso. La Cámara arguyó que la obligatoriedad de la ley se aplace igualmente por un año para los todos los ciudadanos individualmente considerados.
El Senado (Obama) se negó a tratar esta alternativa. E insistió en que “negociaría” siempre que el Obamacare se nutra con 1,7 trillones de deuda adicional y que no haya límites al endeudamiento. En otras palabras, exige que no poner barreras a su misión de transformar a este país bajo su dominio y doctrina socialista/fascista.
El Obamacare se aprobó sin un solo voto republicano y con oposición de la mayoría ciudadana, según encuestas de ayer y de hoy. Busca obligar a que todos lo obtengan, so pena de una multa creciente. Es un mandato que prohibe la Constitución, pero que la Corte Suprema pasó por alto con la cantinflesca afirmación de que no es mandato sino un impuesto (¿?).
Obama, en otra cantinflada, sostuvo que el aumento del techo no es un aumento de la deuda, sino simplemente un recurso para que el Estado no deje de pagar deudas contraídas. El “debt ceiling” o techo de la deuda se llama techo de la deuda, porque es el nivel tope para endeudarse. ¿A quién pretende convencer de lo contrario?
La actitud frontal de Ted Cruz y el frente unido de los republicanos en la Cámara de Representantes, ha contado con el respaldo caudaloso de los que no tenían voz para expresar su descontento. No obstante el GOP se ha agrietado por influjo de los acomodaticios del “establishment”, o sea los que controlan el partido desde Washington y miran con odio a los rebeldes, casi tanto o más que a un enemigo demócrata o a los terroristas.
Los califican con ese término y con el de “extremistas de derecha”. No hay debate, sino competencia de insultos. Rehuyen discutir el problema de fondo: la tendencia irracional al endeudamiento que tiene que terminar ahora y no mañana. Para ello, aparte del bloqueo al Obamacare, hay que reducir y reorganizar el gasto público, que está convirtiendo a éste en un país en el cual se está rechazando paulatinamente la noción de que solo la libertad de mercado crea prosperidad con riqueza individual y colectiva.
Casi la mitad de la población está exenta pagar el impuesto a la renta y es cada vez mayor la dependencia de dádivas fiscaes en forma de “food stamps”, seguros por desocupación o inhabilidad. La cifra cada vez es mayor, pues hay más desempleo por obstrucción al ahorro y la inversión.
Esa utópica sociedad de bienestar que pretende amparar a los más débiles, en realidad los debilita más. El gobierno no crea riqueza, la absorbe del sector privado a través de impuestos progresivos o con expropiaciones, como en países abiertamente dictatoriales. Pero la fuente de dinero así adquirida no es inagotable.
Como lo registra la historia, ese afán socialista/fascista de redistribuir la riqueza existente como resultado del esfuerzo individual y colectivo de las naciones, a la postre se convierte en una distribución igualitaria de la miseria. Eso es lo que se observa en los casos recientes y próximos de Cuba y Venezuela. 
El establishment republicano aduce que si el GOP no se acomoda a las exigencias de Obama y el partido demócrata, perderá las elecciones del 2014 y consecuentemente las presidenciales del 2016. Por lógica elemental, sucederá exactamente lo opuesto. Si Obama se impone ahora y el GOP cede una vez más, la cruzada anti USA continuará inclusive con mucho más ímpetu.
El establishment del GOP tuvo dos candidatos “moderados” en el 2008 y en el 2012, John McCain y Mitt Romney. El fracaso fue estruendoso, En las elecciones parciales del 2010 los republicanos que ahora apoyan a Ted Cruz y al Tea Party presentaron sus propios candidatos y arrasaron en la Cámara de Representantes y en las gobernaciones.
En los Estados con gobernadores republicanos, las finanzas son positivas. En los azules como Michigan, California o Nueva York las cuentas están en roja, con Detroit en bancarrota. Si el GOP capitula, la mayoría de afiliados y simpatizantes se abstendrá de ir a las urnas y el fraude de la mafia de Chicago que apadrina a Obama, acaso se volvería innecesario.