Los ecuatorianos y particularmente sus principales medios de comunicación están sufriendo la falta de entereza que han tenido para enfentarse a tiempo y con resolución a los ataques contra las libertades del presidente Rafael Correa.
Tan pronto como Correa comenzó a vejar a los periodistas y a los medios, algo que coincidió con el inicio de su gobierno, los medios debieron optar unidos o por separado una estrategia para frenar a este personaje maligno, cuya misión ha sido destruir la frágil democracia imperante.
Pero prefieron adoptar una actitud cautelosa, acaso equivocadamente al creer que, por su calidad de mandatario, merecía “respeto”. Se limitaron a comentar tibiamente su desacuerdo, algunas ocasiones en la columna editorial oficial, otras a través de columnistas.
El caudillo se sintió así fortalecido y arreció en sus calumnias e insultos de arrabal contra medios y reporteros. Sus intervenciones en cadenas radiales de los sábados se convirtieron en cloacas verbales, que contradictoriamente han tenido amplio eco en los medios.
Con seres malignos como Correa no cabe transar ni negociar. O se les cierra el paso de entrada y firmemente, o se capitula. Y ese ceder se incrementa y alimenta sin barreras el ego y la voracidad de poder de quien asumió el poder por la vía democrática del voto popular.
La democracia es un sistema que hay que cultivarlo cada día y con pasión, sin desmayo y siempre alerta para evitar las manipulaciones desde dentro por quienes ansían más poder para sobrepasar leyes y regulaciones y el principio básico de que son solo encargados del poder por el pueblo, no sus monarcas.
Los medios de comunicación en una democracia no están en el plano de promover una acción violenta contra los gobernantes ineptos o abusivos. Pero si para bloquear con frontalidad sus espacios audio visuales y escritos si el gobernante desoye el mandato de respetar el derecho a la libre expresión, desencadenando al paso agresiones contra el periodismo.
Hace pocas semanas hubo una amenaza de censura contra uno de los más populares sitios del Internet, Wilkipedia. Sus dirigentes decidieron manifestar su oposición blanqueando el espacio usual y la amenza declinó.
¿Qué tal si los Diarios El Universo o El Comercio y las pincipales emisoras de radio y TV aplicaban recurso similar de autodefensa desde el momento mismo en que Correa hacía pública su postura autoritaria? Jorge Mantilla Ortega, cuando dirigía El Comercio, se negó a publicar un comunicado oficial ofensivo contra un diario de Guayaquil y contra la prensa y el periodismo en general. El Diario fue clausurado, JMO conducido preso. ¿Resultado? Al pocas semanas El Comercio volvió a imprimirse en sus propias rotativas, después de hacerlo como huésped en El Día y haber recibido el homenaje internacional por su entereza. Jorge Mantilla recibió la presea continental máxima por su defensa de la libertad de prensa.
En contraste, todo lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo con Correa y los medios y los periodistas, es humilante para la profesión y para la dignidad humana. La sentencia condenatoria contra el Diario El Universo y sus tres propietarios ha sido ratificada por una corte al servicio de Correa. Tendrán que pagar 40 millones de dólares e ir a prisión por tres años.
Claro, dos de los tres personajes ya encontraron refugio en los Estados Unidos y el tercero ha pedido asilo en la embajada de Panamá en el Ecuador. Ha quedado a cargo de la dirección una profesora, que ha prometido al régimen “ahora si hacer buen periodismo”. Súmese a este caso el de dos jóvenes reporteros que tendrán que pagar sumas millonarias porque el libro que escribieron “ha herido espiritualmente” al líder, según la juez que sentencia.
Los afectados por El Universo buscan ahora la protección en la Corte de Jusiticia Interamericana, que no tiene poder para imponer nada a los gobiernos. Y afirman que “no se doblegarán” (¿?) ante Correa y que para pagar la deuda, podrán obtener un préstamo bancario...
La realidad de la farsa jurídica de este régimen, evidenciada en éstos y otros fallos (como aquel contra el columnista Palacio de El Universo), debería generar dos resultados: o un mayor silenciamiento y humillación de los medios, o una reacción finalmente de rebeldía. Pero no rebeldía que se trasunte en comunicados y artículos de opinión, que aunque bien pergeñados, resulten a la postre inocuos.
La AEDP, que junta a los propietarios de medios escritos y similares gremios de radio y TV, deberían recuperar el tiempo perdido y diseñar un boicot efectivo al gran insultador. Si no lo hacen, las protestas que esporádicamente se publiquen se irán con el viento.
Cuando Hitler emergió como dictador, los judíos optaron por acomodarse con la esperanza de que los presagios de horror no se cumplirían. Votaron por él en masa. Años más tarde millones de ellos fueron sacrificados en los crematorios del Holocausto. El Holocausto podría tener su segunda versión con Irán y las promesas de Ahjmadinejad de arrasar con Israel.
Los Estados Unidos de Obama ya no respaldan a Israel. El demócrata en la Casa Blanca quiere “transar” diplomáticamente con Irán, pero el pueblo judío, con las experiencias de la historia, están resueltos a ir solos a la lucha si es preciso para no repetir los errores de los años 1930 en Alemania.
En Venezuela, donde Hugo Chávez ha diezmado la democracia como en el Ecuador lo está haciendo Correa, los grupos opositores han tenido la sensatez de unirse y votar, a la manera norteamericana de una primaria, por un solo candidato para enfentar al dictador. Cuando la oposición lo derrocó con apoyo militar, la revuelta fracasó por falta de liderazgo civil.
En el Ecuador deberían imitar a la oposición venezolana. Aunque no se vislumbre por el momento un líder democrático de envergadura, sólido en sus convicciones y con el don de persuadir, tendrá que surgir más temprano que tarde cuando el pueblo se sacuda de la opresión ideológica y limosnera del actual régimen.
En esta situación el papel de los medios es clave hoy, como lo ha sido en el pasado. Una actitud vertical frente al déspota despertará simpatías y apoyo dentro y fuera del país, con más impacto y trascendencia que el recurso ante la cortes internacionales. Y ese cambio sin duda influirá en el pueblo para que despierte de su pasividad acomodaticia.
Carlos Mantilla Jácome, co fundador con su hermano César de El Comercio, solía decir siempre que le preguntaban por qué no se lanza como candidato a la Presidencia: no me interesa, esa función es temporal. Más poder tengo como Director del Diario.
Poder sustentado en valores democráticos, en la búsqueda y difusión de la verdad sin compromisos. Lo demostró en 1912 cuando la masacre de Alfaro, según se ha recordado en estos días y se volvió a demostrar con su hijo Jorge frente a Velasco y Camilo Ponce (su ministro de Gobierno) y en tantas otras ocasiones.
La debilidad, fruto acaso del temor, que ahora se evidencia frente a Correa tiene que ser superada para recuperación del prestigio de El Comercio, de los medios de comunicación en general y del periodismo, así como para la salvación del país. Caso contrario, Correa seguirá humillando a la nación.